Guillermo Wierzba, economista argentino: »La actividad bancaria privada debe aceptar ser parte de un servicio público»
Por Centro de Análisis Estratégico de Integración Financiera.
Economista, profesor de la Universidad de Buenos Aires y exdirector del Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina (CEFI-DAR), Guillermo Wierzba, señala en este entrevista que la banca privada debe dejar de manejarse con el libre albedrío de una lógica basada en la maximización de ganancias que no se sujeten a la restricción de las autoridades, y aceptar ser un servicio público.
– Unos de los justificativos centrales que se esgrime para la apertura y desregulación financiera de los países periféticos es que existe falta de ahorro nacional y que resulta imprescindible intenacionalizar los mercados financieros para apalancar la inversión productiva. Paradójicamente, con la apertura han crecido la fuga de capitales ,la especulación y la inestabilidad financiera. ¿ Que puede hacerse para revertir esta tendencia regresiva?
– En realidad el permanente y común argumento de la falta de ahorro nacional contiene la fusión entre un error teórico y una intención regresiva respecto a la distribución del ingreso. Por ejemplo Argentina tiene una tasa de ahorro importante en su economía, no hay tal insuficiencia de ahorro, En realidad el ahorro se determina endógenamente en la economía. Los avances teóricos en la heterodoxia son elocuentes y muy sólidos cuando demuestran que el ahorro resulta determinado por la inversión y no al revés como afirman vulgarmente los economistas marginalistas apologéticos del neoliberalismo. El problema de la escasez de divisas sí que es una cuestión presente en los países periféricos, pero esa escasez no debe confundirse, como lo que hacen los ortodoxos, con problemas en la tasa de ahorro.
La escasez de divisas se origina en la inelasticidad de la oferta de bienes exportables, que deriva de un límite de recursos naturales para un grado de desarrollo tecnológico, y también en el carácter exógeno de la demanda sobre dichos bienes y de sus precios en el mercado internacional. O sea, que la restricción externa responde a cuestiones estructurales de economías que cuando promueven el desarrollo industrial requieren mayores importaciones de bienes intermedios y de capital, y por lo tanto de divisas. Esas divisas no pueden ser conseguidas debido a las características de su sector exportador planteándose un problema para seguir creciendo. Esto ocurre independientemente de la evolución de la inversión y el ahorro, pues el crecimiento de este último no implica un aumento de la holgura en la disponibilidad de divisas.
Por otra parte la restricción externa puede ser agravada por el predominio en determinadas épocas de una tendencia negativa en los términos del intercambio, o sea un cambio de precios relativos que supone un aumento de los precios de los bienes que importan los países periféricos y un descenso del de los bienes de los productos que exportan. Así adjudicar la falta de inversión a una insuficiencia de ahorro impulsa el recetario restrictivo del consumo, o sea suponer que el ahorro aumentará si se consume menos. Como los que más consumen respecto de sus ingresos son los sectores populares, la propuesta neoliberal abona implícitamente redistribuir el ingreso a los más pudientes que tienen una tasa de ahorro más alta. Esto deriva en una concentración del ingreso, y no sólo en ella, sino que además provoca una caída de la demanda agregada por caída del consumo. Nada asegura que el sacrificio del consumo se traducirá en un crecimiento de la inversión, más bien el resultado es inverso porque la caída del consumo provoca descensos en el nivel de actividad que devienen en retrocesos en la tasa de inversión por expectativas negativas respecto de las ventas futuras.
La apertura y la desregulación financiera fueron ya intentadas como recetas en los dos turnos neoliberales en nuestro país y la tasa de crecimiento de la economía fue nula en el último cuarto de siglo en que predominaron esas políticas, mientras que durante la sustitución de importaciones no sólo fue positiva, sino que en la medida en que ese patrón de acumulación maduraba la tasa de crecimiento evidenció una aceleración. La implementación de políticas “antirrepresión” financiera, que liberaron de regulaciones a las tasas de interés, sustrajeron al Estado del direccionamiento del crédito y abrieron la cuenta de capitales conectando el sistema financiero local a las finanzas internacionales. Provocaron una pésima asignación financiera, volatilidad y debilidad de las condiciones de funcionamiento de las entidades, y una gran exposición al contagio de crisis externas; sin ninguna ventaja en la promoción de la inversión, más bien indujeron a su retroceso. En cambio las políticas de control y regulación de la cuenta de capitales, las auditorías sobre entidades facilitadoras de la fuga de capitales serían un camino necesario y útil pare enfrentar esas tendencias regresivas, en tanto se desplieguen políticas de largo plazo que atienda a promover el desarrollo autónomo de los países de la región que implicará un cambio en la estructura de sus exportaciones.
– Ante el crecimiento en el último período de los déficit de balanzas de pagos y fiscales existen temores que pudiera volver a sufrir América Latina una nueva “crisis de la deuda”. ¿ Es ello posible? ¿ Qué podría hacerse para evitarlo?
– Efectivamente la reversión del ciclo de buenos precios en los commodities que exportan las economías de América Latina no favorecen la holgura en el balance de pagos. Esto requiere de políticas de administración de divisas, que asignen este recurso estratégico escaso a la continuidad de las estrategias clave en las políticas de industrialización que se emprendieron. Un mercado de cambios sin regulación de precios y cantidades en las condiciones actuales no garantiza esa continuidad. Lo mismo respecto de la apertura de la cuenta de capitales, un flujo de entrada y salida de los mismos sin regulaciones en su plazo de permanencia más que contribuir a resolver las dificultades que atraviesan nuestras economías tiende a agravar la inestabilidad financiera de las mismas.
Si el descenso de los ingresos fiscales que provocan el estancamiento o las caídas del nivel de actividad devienen en déficitis fiscales que pretenden financiarse con endeudamiento en moneda dura, se agrega una carga más, innecesaria e injustificable, que agrava el peso de la deuda respecto del producto y de las exportaciones. O sea que son muy relevantes,respecto de la respuesta a la pregunta, las conductas que se adopten en términos de política económica. La liberalización cambiaria y de la cuenta de capitales sumada a la financiación en moneda dura de déficits locales ceban la bomba de una futura situación insostenible.
En el caso argentino la situación se agrava aun más por las políticas que se adoptaron por parte de su gobierno neoliberal que redujo los ingresos fiscales tanto por la eliminación o fuerte reducción de las retenciones que se cobraban a las exportaciones agropecuarias,como por el retroceso en la recaudación producida por una recesión buscada por dicho gobierno en pos de un proclamado objetivo antinflacionario. De todos modos el avecinamiento de una crisis está todavía mediado por la posibilidad de préstamos del FMI y la implementación de sus políticas de ajuste, que de llevarse a cabo desarticularan los procesos de desarrollo autónomo desencadenados por los gobiernos del ciclo popular vivido recientemente. Luego vendrían las crisis de balance de pago atizadas por los siempre nefastos y fracasados planes de ajuste que el FMI recomienda cuando presta. Frente a los déficits fiscales se debería recorrer un camino inverso al que por ejemplo transita Argentina. Habría que promover la demanda efectiva con un aumento del salario real que dinamice la economía y aumente los ingresos fiscales por mayores ventas; mientras se deberían implementar reformas tributarias progresivas que permitan una mayor recaudación sostenida en incrementos a los impuestos a los ricos. Si Argentina y Brasil persisten en el rumbo de sus actuales políticas arrastrando a otros países a la misma dinámica, la amenaza de una crisis de la deuda se acrecentará en el mediano plazo.
– Durante los recientes años de mayor impulso de las economías latinoamericanas comenzaron a generarse iniciativas a favor a partir de gobiernos que entendían imprescindible “una nueva arquitectura financiera” (Banco del Sur, Fondo del Sur, SUCRE, intercambio con monedas locales, etc.) independiente de los mercados financieros internacioales . No fueron tan significativos los avances concretos.¿ Por qué no fueron posibles? ¿ serían factibles en un período complejo como el actual?
– Fue una grave falencia no haber avanzado en esos proyectos. No es que no fueron posibles sino que hubo una vocación insuficiente para avanzar. La disparidad de tamaño entre las economías resultó un escollo muy importante a salvar. La presencia de países que se veían como aportantes en el corto plazo sin avizorarse a sí mismos como beneficiarios de esos acuerdos también constituyó una traba. Ahora aunque las condiciones objetivas muestran la ventaja estratégica de establecer esa nueva arquitectura, los gobiernos neoliberales recién llegados apuestan más a la inserción financiera global que la alternativa de una regionalización institucional. En todo caso el tema político no está resuelto ni mucho menos y existen perspectivas para una reversión de los cambios ocurridos en los países más importantes de la región. Temer y Macri pueden ser ciclos muy cortos y en caso de una nueva ola de gobiernos progresistas y/o populares se reabrirá una oportunidad que no debería ser desperdiciada, tal vez con otro grado de conciencia.
Por eso las actividades académicas, políticas, científicas, de la sociedad civil, de las organizaciones sociales, de las organizaciones sindicales y del empresariado no transnacionalizado en pos de promover el despliegue de esas instituciones pueden ser decisivas en la maduración de condiciones que en el mediano plazo hagan realidad esas instituciones.Un tópico no menor es subrayar y tener en cuenta el rol negativo que las burocracias permanentes del aparato adminstrativo de los países periféricos juegan en demorar la construcción de lógicas nuevas en las cuestiones financieras. Las fuerzas políticas que promueven modificaciones deberían hacer un balance sobre estos comportamientos y promover modificaciones institucionales que permitan el acceso de cuadros profesionales comprometidos con los proyectos de cambios a los lugares estratégicos del Estado en los que se trabajará para que la regionalización financiera avance.
– Persiste la preocupación .por la inestabilidad cambiaria internacional y su eventual efecto en América Latina. ¿ Cree que es posible estalecer mecanismos para coordinar polìticas cambiaras evitar una guerra de divisas en la región?
– Habría que intentarlo, aunque cuando hay países independientes, la coordinación de políticas macroeconómicas tiene sus límites. Una guerra de divisas a nivel internacional puede arrastrar a países de la región por su relación comercial con otras naciones no pertenecientes a la misma y generar contagios. La coordinación de estrategias macroeconómicas resulta uno de los escalones finales de un regionalismo progresista y popular. De todos modos el despliegue del comercio en monedas locales, la mayor utilización de la ALADI, el avance del SUCRE, son bienvenidos para comenzar un camino que nos haga menos divisa-dependientes.
– ¿Es necesario y/o posible redefinir el rol de la banca pùblica y privada tanto a nivel nacional como regional?
– Es imprescindible. El rol de la Banca Pública debe crecer. En países subdesarrollados periféricos los procesos de industrialización requieren de un rol estratégico del crédito, tanto del comercial como del destinado a la inversión de mediano plazo. Los bancos de desarrollo son de suma importancia, y deben tener autonomía de financiamiento pues la dependencia de aportes de países centrales devienen en una orientación del crédito que responde a la mirada de los países prestamistas, hoy capturados por la lógica de la globalización financiera. La banca privada debe tener una regulación que asegure un aporte a los objetivos crediticios de las gobiernos, porque un comportamiento libre devenido de un predominio de las determinaciones mercantiles lleva a la banca privada a convertirse en un centro de negocios que lucran con créditos personales para el consumo a tasas usurarias, también en ámbitos organizados para la fuga de divisas de las economías periféricas hacia paraísos fiscales o en financiadores de proyectos que miran el tamaño del patrimonio del tomador y no la utilidad para la economía del destino de los fondos. La actividad bancaria privada deber aceptar ser una parte de un servicio público y no pretender manejarse con el libre albedrío de una lógica basada en la maximización de ganancias que no se sujeten a la restricción de las autoridades.
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