Expansión forestal chilena y daños al suelo, aguas y a los pueblos originarios

1.342

Cecilia Vergara Mattei-para Nodal

La expansión forestal basada, principalmente, en la plantación de pino y eucaliptus generaría graves daños en el territorio chileno. Suelo, aguas, relación con las comunidades y nula mitigación en materia de cambio climático, son algunas de las denuncias que expertos y ambientalistas plantean contra el proyecto gubernamental de extender el crecimiento de la industria por los próximos veinte años.

El 23% de la superficie total de Chile está cubierta por bosques (17.520.869 ha), de los cuales el 85% corresponde a bosques naturales y el 15% a bosques plantados. Las plantaciones se ubican principalmente en la macro zona forestal desde la región del Maule hasta la región de la Araucanía, mientras que los bosques nativos se encuentran en su mayor parte desde la región de Los Ríos hacia el sur.

Actualmente las plantaciones  de monocultivos de pino y eucaliptus realizadas por la industria forestal, abarcan tres millones de hectáreas, las que representan un 22 por ciento de la superficie total entre las regiones de O’Higgins y de los Ríos. Las proyecciones para el sector, según lo anunciado  por la presidenta Michelle Bachelet  en la Cuenta Pública del año pasado,  pretenden expandir dichas las plantaciones, bajo la medida de extender el decreto DL 701 que  permitiría concretar el crecimiento del sector forestal por 20 años más.

Si bien esta es una medida que aún no se ha aprobada, existe preocupación por los daños que traería consigo el  instrumento. ¿La principal razón? las consecuencias negativas que ha generado la expansión del sector forestal para el medio ambiente  en el país.

En Chile existen 1.3 millones de hectáreas de plantaciones, de las cuales 87% están plantadas exclusivamente con pino de Monterrey o pino insigne (Pinus radiata). Aun cuando el valor de las exportaciones de productos forestales se ha más que duplicado desde 1983, generando importantes ingresos de divisas, y representa más de 10% de las exportaciones totales del país, se suceden graves denuncias sobre el impacto ambiental de esta conversión masiva, además del aumento considerable de vulnerabilidad, típica de todo monocultivo, a los imprevistos de plagas, enfermedades o alteraciones climáticas inesperadas y/o bruscas.

La explotación forestal chilena se efectúa con base en concesiones temporales, lo que da origen a una forma de explotación predatoria del medio, ya que no incentiva ninguna práctica de conservación o de repoblación, sino que más bien, estimula la concepción minera de la explotación (mining the resource).

Se caracteriza, además, por una acentuada concentración en dos grupos que controlan 50% de todas las plantaciones de Pinus radiata del país: el grupo Angelini Carter Holt y el grupo Matte. A su vez, tres grupos controlan 70% de las exportaciones forestales del país.

Chile se ha embarcado en un programa económico que asigna un papel preponderante a la exportación de productos forestales. En la implantación de esta estrategia se ha eliminado el bosque autóctono, en particular bosques milenarios de alerces –que según los expertos contienen algunos de los más antiguos organismos conocidos sobre el planeta–, para convertirlos en monocultivos de pino.

Principales daños

Lo primero, es dar cuenta de la situación que hoy vive el pueblo mapuche en el centro sur de Chile en relación con los recursos forestales, en un contexto de globalización económica. En él se constata cómo sus territorios ancestrales, hasta hace poco compuestos mayoritariamente por bosques lluviosos templados de gran diversidad biológica, son hoy objeto de procesos de devastación como consecuencia de la plantación de grandes extensiones de especies exóticas de rápido crecimiento, orientadas a su comercialización en los mercados globales.

El establecimiento de grandes extensiones de monocultivos con esquemas silvícolas simples y poco diversos dejó al sector extremadamente susceptible a las variaciones de los mercados internacionales de los principales productos de exportación (un 70 % de los productos se asocian a la industria pulpable), además de dejar al sector vulnerable al ataque de plagas de importancia económica.

En las regiones en donde se concentraron más las plantaciones (VII y VIII regiones) se generó el mayor número de conflictos económicos, sociales y ambientales por el tema de la conversión del uso del suelo.

Otro tema de importancia en el país es la existencia de una gran cantidad de pequeños propietarios pobres con bosque nativo que utilizan el recurso como combustible, para la generación de ingresos marginales o como forraje para su ganado doméstico. Dado el tamaño de la propiedad, la cultura agrícola asociada al uso del fuego, la falta de acceso a los mercados formales y la falta de expectativas de desarrollo, se ha degradado fuertemente este recurso de bosque nativo.

Diversas organizaciones internacionales sostienen que los bosques nativos o plantados contribuyen a mitigar el efecto invernadero porque purifican el aire y el CO2. Con esta información podríamos afirmar que las plantaciones de pino y eucaliptus colaboran a mitigar el cambio climático. Sin embargo, según explica  Claudio Donoso, miembro de la Agrupación Agua que has de beber ONG Forestales por el bosque Nativo, las plantaciones exóticas  producen el efecto contrario.

 

Por otro lado, explicó que aproximadamente el 70 por ciento de la madera que sale de una cosecha de pino y eucaliptus se va a procesos industriales forestales que también devuelven el carbono a la atmósfera.

Por ello, advirtió, que el actual modelo, basado en monocultivo de especies introducidas de rápido crecimiento y cosechas a tala raza, no está haciendo nada para mitigar el cambio climático, “sino que todo lo contrario”.

Además, otro de los daños causados por las plantaciones de monocultivo de pino y eucaliptus ha sido la perdida de suelo, disminución de la disponibilidad  de la calidad de agua y escasez de este recurso en las comunidades aledañas donde se realizan estas plantaciones, sentenció el activista.

El jefe de la Unidad de Cambio Climático y Servicios de la Conaf, Angelo Sartori, manifestó que en este sentido  “hay que tener en cuenta que las plantaciones de estas especies no se hicieron con el fin de mitigar el cambio climático”. Por ello, reconoce que es efectiva la afirmación  de que con una plantación de eucaliptus, por ejemplo, que se tala a los 15 años y se ingresa esa madera a una planta de Celulosa para hacer papel y pulpa, efectivamente, “la captura de que tuvo en esos 15 años ese bosque se vuelven a liberar a la atmósfera”. Sin embargo, agrega que existen ciertas consideraciones ya que no toda la madera se destina a hacer papel y pulpa de celulosa.

Consecuencias sociales

Gabriela Toledo, Magister en Economía Ambiental y activista del Colectivo Viento Sur, ha investigado el tema de los impactos sociales que ha tenido la expansión forestal en Chile.

La experta, explicó que en los territorios donde se realizan monocultivos de plantaciones forestales, las rotaciones, a diferencia de la agricultura se dan cada 15 años,  lo que al fin de cuentas hace que no ayude al desarrollo dichas plantaciones,  generando problemas como la migración de estos territorios, falta de empleo, externalidades negativas como la falta de agua para la ganadería o la falta de causes para los cultivos, impactando las posibilidades de sustento de los lugares rurales.

A juicio de la investigadora, extender el modelo forestal es extender todos los problemas ambientales y sociales que trae consigo este rubro.

Una de las soluciones planteadas por la Agrupación Agua que has de beber,  ONG por el Bosque Nativo, está orientada a lograr cambios político- legislativo.

Cambiar el Código de Aguas. El cual ha permitido la separación de la propiedad de la tierra y  de la tenencia del agua. Lo que  hace que un dueño de un terreno pueda ser propietario del suelo y no así del agua, situación que impide que se haga un ordenamiento territorial y gestión. De cambiarse, permitiría controlar los impactos provocados por este sector.

Por último, recalcan que se requiere de  leyes más claras que beneficien a los pequeños propietarios para poder recuperar sus bosques nativos,  ya que existe mucha más promoción a plantar eucaliptus y pino que ha plantar bosque multi específicas y multi propósitos, que son especies nativas que permitirán  ir  reparando el daño causado en estas especies por la industria forestal.

*Analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Más notas sobre el tema