Entrevista al médico chileno Miguel O’Ryan, especialista en infectología pediátrica: “Tenemos que evitar que el daño producido por los grupos ‘anti-vacuna’ se extienda al resto de la población”
Por Nadia Luna – Nodal
El XVII Congreso de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) se realizó del 15 al 17 de junio en la ciudad de Mar del Plata, Buenos Aires. Convocó a expertos locales e internacionales que disertaron sobre diversas temáticas relevantes para la salud pública, como la resistencia antimicrobiana, infecciones de transmisión sexual y enfermedades transmitidas por mosquitos. Los especialistas compartieron casos de prácticas exitosas, presentaron trabajos de investigación e integraron mesas de debate sobre temas que han generado controversias en la opinión pública, como es el caso de la vacunación.
Nodal estuvo presente en el congreso y charló con el médico chileno Miguel O’Ryan, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas. Actualmente es profesor de la Universidad de Chile y miembro de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica y de la Sociedad Chilena de Infectología. En esta entrevista, habla sobre los desafíos que tiene que encarar Chile en materia de vacunación, cuál es la influencia de los movimientos anti-vacuna en la opinión pública y por qué para los medios de comunicación las políticas de prevención no son noticia.
En una de las exposiciones durante el Congreso, usted señaló que Chile está un poco atrasado respecto al resto de Latinoamérica en lo que respecta a incorporación de algunas vacunas al calendario de vacunación. ¿A qué se debe ese retraso?
Si uno hace una comparación de los calendarios de vacuna a nivel latinoamericano, Chile tiene incorporado el núcleo básico de vacunas históricas pero ha sido más bien lento y reticente a la incorporación de un conjunto de nuevas vacunas que han sido incorporadas en otros países, como la del rotavirus y la de varicela. Creo que la razón de esto es que falta que se refuerce lo que existió varias décadas atrás, cuando en Chile había grupos de personas “pro-vacuna” que fomentaban los programas nacionales de vacunación. Esos grupos se han ido diluyendo con el tiempo. En este momento no hay una cultura fuerte pro-vacunación y eso es una autocritica a nivel de sociedad científica y una crítica para las autoridades gubernamentales, porque a nivel de los programas nacionales de inmunización, no se ve que haya personas que impulsen fuertemente la vacunación. Es una crítica que nos hago como sistema y tenemos que mejorar nuestro rol a la hora de mostrar el tremendo impacto que tiene para la salud pública la incorporación de vacunas seguras y eficaces.
Esta dificultad está relacionada con algo que se habló bastante en el Congreso, que es el impacto de la prevención. Cuando una campaña de prevención es exitosa, no tiene tanto impacto en la población porque los resultados no se ven cuando estás evitando que algo pase. En cambio, cuando aparecen uno o dos casos en los que falló la vacuna, el impacto mediático es mucho mayor.
Exacto. Para los medios de comunicación, proteger a la población para que no ocurran eventos no suele ser noticia, a diferencia de cuando el evento ocurre. Basta ver los canales de televisión, donde los noticieros priorizan casos y dramas de personas relacionadas con áreas de salud y accidentes, antes que contar noticias para informar a la población de determinadas políticas de prevención. En un mundo mediatizado, tratar de «vender» la importancia de medidas que hacen que la gente no se enferme se hace bastante difícil. En ese sentido, los médicos tenemos que transformarnos en comunicadores o entusiasmar a los comunicadores y poner una noticia detrás para que sea más atractiva. No es nuestro oficio, no estamos acostumbrados, pero hay que salirse un poco de la ciencia dura para poder comunicar mejor.
¿Cómo ha sido el tratamiento de los medios en Chile respecto al tema de la vacunación?
Ha sido mixto. Hay medios más responsables, que tienen interés en difundir lo que le sirve a la población a partir de la evidencia científica. Por otro lado, están los programas «de farándula» donde lo que le interesa es mostrar la cara visible de alguien que está sufriendo, por ejemplo, en relación con un evento de vacuna. Es muy difícil tratar de contrabalancear ese impacto con argumentación científica y tratar de hacerles entender que ese argumento está produciendo un daño desde el punto de vista de salud pública que va más allá de lo que el canal de TV puede ganar con mostrar las supuestas «dos caras de la misma moneda».
¿Qué influencia tienen los “movimientos anti-vacuna” en Chile?
Los grupos «anti-vacuna» son conjuntos de personas que no se vacunan por diversos motivos: por convicción, ignorancia, religión, etc. Pero el grupo que más preocupa a nivel mundial es el grupo de personas que duda de la vacuna, que no tiene una motivación particular para ello, pero escuchan los argumentos de grupos anti-vacuna y entonces “por las dudas” no vacunan a sus hijos. Tenemos que evitar que el daño producido por los grupos “anti-vacuna” se extienda al resto de la población. Tratar de que la población no pierda la confianza en las vacunas cuando la evidencia científica dice que son seguras dentro de un rango de seguridad aceptable. Hay que decir que nada es 100% seguro pero el riesgo/beneficio de colocarse una vacuna tiene que estar claramente documentado y ese es el trabajo que hacen los organismos gubernamentales antes de que la vacuna sea usada.
¿Qué medida considera que debe implementarse con mayor inmediatez para mejorar la situación en el país?
Pienso que necesitamos desarrollar un consejo asesor de vacunación más empoderado con participación de científicos y personas de la comunidad, como lo han hecho en Inglaterra. Que ese comité tenga un rol más empoderado en la introducción de nuevas vacunas y que los gobernantes deban considerar fuertemente la incorporación de una vacuna si un comité así lo dice. En nuestro país, se ha creado un consejo asesor del que yo fui parte, pero diría que es un consejo asesor débil, meramente consultor, que solo participa cuando llama el Gobierno. No ha tenido la fuerza necesaria para decir al Estado chileno cuáles son las vacunas que debe implementar.