Científicos de Centroamérica estudian el misterioso comportamiento de sus volcanes

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Centroamérica está conectada por una cadena de volcanes, cuya actividad se reactivo en 1999 con la actividad de el Cerro Negro de la ciudad nicaragüense de León.

Los 10 volcanes más activos de la cadena volcánica centroamericana son: volcán Pacaya, de Fuego, y Santiaguito en Guatemala; volcán Concepción en el lago de Managua y Momotombo, el cual en marzo del año pasado terminó su periodo de reposo de 110 años.

En Costa Rica los colosos activos son Poás, que es un géiser con un enorme cráter, volcán Turrialba y Rincón de la Vieja situado en la provincia de Guanacaste, al oeste costarricense.

Mientras que en El Salvador está el Chaparrastique en San Miguel, que tiene una constante expulsión de cenizas y gases desde 2013. Además, es monitorizado el Islas Quemadas, situado dentro del lago de Ilopango.

“En este momento tenemos la fase volcánica más activa en Nicaragua, Costa Rica y Guatemala, cada nación con tres volcanes con actividad constante”, explicó Marta Navarro, vulcanóloga del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (Ineter).

La información fue brindada durante el XIII Congreso Geológico de América Central que se lleva a cabo en el país.

Para el geólogo costarricense Rolando Mora, la actividad de los volcanes se trata de una situación “circunstancial” que forma parte de un proceso natural porque “cada volcán tiene su personalidad o vulcanibilidad”.

Para los especialistas en geología y vulcanología lo importante es educar a la población para que estén alerta en caso de actividades eruptivas, además, recomiendan a las instituciones de cada país la monitorización de los colosos activos.

“El hecho fundamental es el monitoreo. Estos volcanes activos son todos peligrosos”, advierte Giuseppe Giunta, profesor de geología estructural de la Universidad de Palermo, en Italia.

Según los expertos Centroamérica con una extensión territorial de 533 mil kilómetros cuadrados se convierte en una zona multiamenzas a causa de la cadena volcánica, sensibilidad a huracanes y una alta sismicidad productos de fallas geológicas, además de la interacción de las placas tectónicas de los Cocos y Caribe.

Los datos  de un estudio del Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres Naturales en América Central (Cepredenac) revelan que son 30 volcanes activos y peligrosos, incluyendo el Barú de Panamá.

El denominado Arco Volcánico Centroamericano, que forma parte del cinturón de fuego del Pacífico, cuenta con una extensión de cerca de 1.500 km desde Guatemala hasta Panamá.

TVN

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