Venezuela: Amigas y amigos, ¿ya identificaron en dónde está el peligro? – Por Rafael Cuevas Molina

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Si algo debería convocar toda nuestra atención y nuestras preocupaciones actuales son los Estados Unidos y no Venezuela. Esta no es más que una víctima más de los intereses de la potencia que, como ya lo anunció, hará nuevamente del carbón una fuente importante de energía para su industria, y que necesita asegurarse el mar de petróleo de la franja del Orinoco, la mayor del mundo.

En el preciso momento en que el programa Cuadriga, de la televisión internacional de Alemania, emitía hacia América Latina su enésimo programa sobre Venezuela con invitados todos a favor de sacar al peligroso y tonto dictador Nicolás Maduro del gobierno, en la Casa Blanca, al otro lado del océano, trascendía la que seguramente es la más importante decisión política para el futuro del planeta Tierra: la administración del cejijunto Donald Trump abandona el acuerdo de París sobre cambio climático, y echa por la borda años de negociaciones que habían llevado a tener una débil esperanza de que la debacle a la que nos estamos aproximando podía detenerse.

Esa misma tesitura, que invierte la lógica del mundo, es la que prima por doquier: apenas un día antes, al mismo tiempo que Donald el taciturno se reunía en su apartamento dorado en la cúspide de su Trump Tower en el corazón de Mahattan con su hijita Ivanka y decidían en conjunto, después de una larga y sesuda discusión, que sí, que mejor se salían de ese tratado concebido por mentirosos, y que fue pensado única y exclusivamente para hacerle daño a los Estados Unidos, la OEA se reunía en Washington, a no mucha distancia de tal reunión filial. Ahí, los Estados Unidos de América, en contubernio con un grupo de cancilleres latinoamericanos, hacían lo imposible (nuevamente) por defenestrar a Venezuela con argumentos similares a los que, al día siguiente, utilizarían los panelistas de la Deutsche Welle.

Como a estas alturas ya se sabe, la emboscada a la que había convocado el inefable Luis Almagro, secretario general de la OEA, fracasó. Las huestes de la libertad y la democracia, abanderadas por los Estados Unidos y guiadas en el campo de batalla por el señor secretario general, mordieron nuevamente el polvo de la derrota, y así lo dejaron ver en la conferencia de prensa a la que acudieron, luego de la reunión, cariacontecidos y apesadumbrados.

Vean ustedes a los Estados Unidos montado en caballo blanco blandiendo la espada libertadora, mientras su señor presidente tomaba con su hijita la decisión de borrar de un plumazo los esfuerzos a los que tan dificultosamente se había arribado.

En Venezuela hay, efectivamente, una situación de apremio en el que hay mucha gente sufriendo. Es una situación creada, en muy buena medida, por el dinero y las estrategias de ese mismo gobierno norteamericano que hoy nos aproxima un poco más a la debacle ambiental y, por lo tanto, a la posibilidad real del fin de la humanidad.

Hasta la saciedad ha sido demostrado el financiamiento externo a los grupos opositores venezolanos, y las estrategias de desabastecimiento que han impulsado para provocar descontento. Pero, a estas alturas de la historia, si de algo podríamos prescindir los latinoamericanos es de que nos demuestren el papel de los Estados Unidos en todas estas encerronas a las que nos someten cada vez que intentamos levantar cabeza. Lo han hecho una y otra vez, reiteradamente, obsecuentemente, sin siquiera cambiar el guion. Y no enumeraré aquí los países y los gobiernos que lo han sufrido porque ya todos los conocemos de memoria.

Si algo debería convocar toda nuestra atención y nuestras preocupaciones actuales son los Estados Unidos y no Venezuela. Esta no es más que una víctima más de los intereses de la potencia que, como ya lo anunció, hará nuevamente del carbón una fuente importante de energía para su industria, y que necesita asegurarse el mar de petróleo de la franja del Orinoco, la mayor del mundo.

Ya lo dijo Eduardo Galeano hace unos años: el mundo patas arriba. ¿Ya identificaron ustedes, amigas y amigos, en dónde está el peligro?

(*) Escritor, filósofo, pintor, investigador y profesor universitario nacido en Guatemala. Ha publicado tres novelas y cuentos y poemas en revistas. Es catedrático e investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos (Idela) de la Universidad de Costa Rica y presidente AUNA-Costa Rica.

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