Una candidata indígena para México – Por Martín Massa y Martina Dominella

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“Que retiemble en sus centros la tierra”

¿Una presidenta mujer para México? ¿Una presidenta mujer e indígena? La pregunta, de tan irreverente, empezó a resonar y los ecos en la selva, en la montaña, en los valles, en las diferentes lenguas, hicieron que la tierra comenzara a temblar desde su centro. Es el movimiento de hombres y mujeres que se agitan con digna rabia. Después de siete meses de consultas y trabajo, la iniciativa empezó a tener nombres, rostros, voces. “Conformar un Concejo Indígena de Gobierno (CIG) con representantes hombres y mujeres de cada uno de los pueblos, tribus y naciones que lo integran, y que este concejo tenga como vocera a una mujer indígena, que será candidata independiente a la presidencia de México en las elecciones del año 2018”. La propuesta fue presentada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en octubre del año pasado, durante la quinta asamblea del Congreso Nacional Indígena (CNI). Desde ese momento, el CNI se declaró en asamblea permanente y para enero ya había consultado a 525 comunidades de 43 pueblos en 25 estados de México, con una aceptación de la propuesta del 82 por ciento.

Los años de construcción y crecimiento de la autonomía indígena y el fortalecimiento del CNI generaron el momento de pasar a la ofensiva. El desafío es complejo y tiene algo novedoso. No se trata de formar un partido ni aliarse con partidos políticos como han hecho otros movimientos similares en Latinoamérica, sino de crear un órgano de gobierno plural y representativo y, de ahí, promover sus propuestas a través de una mujer indígena. Una iniciativa que intenta asegurar que la relación entre los pueblos que componen dicho concejo y su vocera-candidata sea más cercana. Es la búsqueda de un instrumento político que permita enfrentar la disyuntiva de cómo puede un movimiento popular ganar presencia nacional sin perder la relación con lo que llaman: “el poder de abajo que nos ha mantenido vivos”.

Del viernes al domingo pasado, se reunieron en el Centro Indígena de Capacitación Integral (CIDECI) 1482 representantes de los pueblos, tribus y naciones, entre delegados e invitados del CNI. “Decidimos no esperar el desastre, que indudablemente nos traen los sicarios capitalistas que gobiernan, sino pasar a la ofensiva y hacer de ella esperanza. Un Concejo Indígena de Gobierno para México que apueste a la vida desde abajo y a la izquierda anticapitalista, que sea laico y que responda a los siete principios del mandar obedeciendo como nuestra garantía moral”, anunciaron en la plenaria de cierre.

Un poder desde abajo

Una candidata a presidenta de la Nación que no aspira a la presidencia; una candidata que, en realidad, es la vocera de un concejo de gobierno que representa a casi un centenar de pueblos, que habitan los 32 estados de México. Todos voceros de una historia de más de 500 años de despojo y resistencia. “Nosotros tenemos que romper de raíz con este sistema que han impuesto desde la conquista. En México, fue desde que llegaron los europeos que nos arrebataron nuestra lengua, nuestra cultura, nuestra identidad, nuestra cosmovisión, religión, formas organizativas con que venían caminando…y dejamos de ser nosotros. Afortunadamente, los pueblos originarios estamos vivos y vamos con este esfuerzo a regresar a lo que somos nosotros: a nuestra identidad, usos y costumbres, nuestras propias formas de estructurar la sociedad, fuera del sistema capitalista. Es una oportunidad como país y pueblos del mundo ir caminando para rescatar lo que somos como pueblos”, explicaba Heriberto Salas, mientras esperaba para hacer su registro como representante del municipio de Atenco.

Lo que el CNI anunció formalmente a través de un comunicado, hoy Heriberto lo cuenta con sus propias palabras: “El objetivo de la participación electoral es poder acceder a los tiempos en radio y televisión (NdeR: que otorga el Estado para las campañas electorales) para que podamos caminar en todo el país y hacer visible todos los dolores de nuestros pueblos. No vamos a entrar al juego político de ganar o perder una elección. Queremos ganar la presencia de los pueblos originarios en la escena mexicana para rescatar lo nuestro. ¿Cómo lo vamos a dar a conocer si nosotros no tenemos forma ahora? Los medios controlados por el Estado, el presupuesto… Los pueblos originarios no tenemos formas para cómo nos están arrancando la vida desde el sistema capitalista”.

Gabriela Vega Téllez se suma a la charla. Viajó más de 16 horas desde Texcoco, oriente mexicano, para poder participar y está entusiasmada con esta iniciativa: “México vive momentos especialmente difíciles y esto viene a darnos un respiro en medio de esa crisis generalizada del sistema de partidos políticos que han perdido toda credibilidad, y de una alta corrupción que es más que evidente. De ver esa clase política y lo que están permitiendo en cuanto al arrebato de la tierra, la devastación ambiental, la afectación al pueblo. El Gobierno, en los tres niveles, está ayudando a esta explotación, protagonizada por empresas transnacionales. Esta propuesta viene a darle frescura a todo y a decir que todavía se puede lograr algo. Estamos en el momento de hacerlo”.

Una voz para la Nación

La asamblea constitutiva del CIG se realizó en San Cristóbal de las Casas, un punto de referencia a la hora de contar la historia de las resistencias indígenas. El 1 de enero de 1994 fue una de las siete cabeceras municipales tomadas tras el alzamiento zapatista y donde, semanas más tarde, tuvieron lugar los “Diálogos de la Catedral”, instancia donde el EZLN presentó ante el gobierno su pliego de exigencias y reclamos. San Cristóbal está ubicado al sureste, en el estado de Chiapas, el más pobre del país y con fuerte presencia indígena, donde algunas comunidades gestan espacios de autonomía y libertad en terrenos que, hasta bien entrado el siglo XX, pertenecieron a grandes finqueros que gestionaban imperios de explotación, violencia y autoritarismo.

Los periodistas se amontonan en la puerta de entrada al auditorio. Hay empujones y discusiones hasta que una mujer que forma parte de la organización pone orden: “Por favor, compañeros, hagan una fila y no se empujen. Si hay desmadre, no van a entrar porque no es lo que se propone. Respeten a sus compañeros”. Los delegados del CNI ingresaron por otra puerta y esperan sentados. Nadie se quiere perder este momento histórico. El auditorio está desbordado para presenciar la ceremonia de apertura.

“Esta asamblea es muy importante para nosotros, los pueblos indígenas de México, es un momento histórico en que vamos a dar una palabra a la Nación. Durante 20 años, en el CNI nos hemos encontrado, nos hemos reunido, hemos visto y expuesto todo el dolor, toda la destrucción, todo lo que está sucediendo con nuestros territorios; la organización comunal, las asambleas y todas las problemáticas vividas. Hoy estamos reunidos para que tomemos decisiones que nos ayuden a resolver esta problemáticas”, afirmó el delegado encargado de dar la bienvenida.

En el estrado, otras dos personas toman la palabra, hablan de la importancia del encuentro. Después es el turno de la Comandancia del EZLN, que se abre paso desde el fondo del recinto, donde cientos de pasamontañas observan. Atraviesan todo el auditorio el Subcomandante Insurgente Moisés, el Subcomandante Insurgente Galeano, un niño y una niña. El silencio es respetuoso de la importancia que estos hombres y mujeres tienen en esta historia. “Buenos días, buenas tardes, buenas noches a todos los que nos escuchan en el mundo. Queremos verdad y justicia para Ayotzinapa. Nuestro apoyo y solidaridad para el hermano pueblo wixárika. Bienvenidos y bienvenidas compañeros y compañeras del CNI. Aquí estamos para continuar y seguir hasta el final de lo que hemos acordado, así que entonces salgamos como pensamos, como queremos para este pueblo, y quizás un ejemplo para el mundo”, dice, sintético, Moisés.

Galeano espera parado detrás con su pipa en la boca. Toma el micrófono y se lo pasa primero a la niña que encarna el personaje principal de los cuentos del “finado” Subcomandante Marcos. “Yo me llamo defensa Zapatista. Sólo les quiero decir que no tengan miedo”. Después le pasa el micrófono al niño. “Mi nombre es Pedro y sólo quiero decirles que sigan adelante y no se rindan”. Entre aplausos se organiza nuevamente el pasillo que los lleva a su lugar en la parte posterior del auditorio.

¿Entonces el EZLN se presenta a elecciones?

Desde un primer momento, el EZLN dejó en claro que la candidata a la presidencia saldría del CNI, que ellos apoyarían pero no participarían directamente en las elecciones:

*No, ni el EZLN como organización, ni ninguna, ninguno de sus integrantes, va a participar por un “cargo de elección popular” en el proceso electoral del 2018.
*No, el EZLN no se va a convertir en un partido político.
*No, el EZLN no va a presentar a una mujer indígena zapatista como candidata a la presidencia de la República en el año 2018.
*No, el EZLN no “ha dado un giro” de los grados que sean, ni seguirá su lucha por la vía electoral institucional.

Un “parteaguas” a nivel internacional

Entre los referentes indígenas circulan curiosos, académicos, periodistas de distintos lugares del mundo. ¿Por qué tantos vienen de lejos a presenciar el anuncio de una candidatura por la cual no podrán votar, en un territorio tan distante para ellos?

Ahora con el gafete que indica su nombre y el de su comunidad, Heriberto circula entre el resto de sus compañeros y aclara: “Esto es más bien una participación que tiene que ver con la unidad de nosotros como país: no es una competencia el ver si queda alguien de un Estado u otro de vocera o concejal. Es estructurar con todo el mundo, con quien más se pueda una forma de gobierno diferente, que cambie el sistema político, social y económico donde vivimos nosotros. Es un gran desafío, no imposible, ya lo estamos caminando y creo que vamos bien. Esto no es nada más para México, el cambio tiene que ser para todo el mundo. Las fronteras vinieron a ponerlas los capitalistas, los que dominan. Es una gran tarea para nosotros, para todos los habitantes del planeta”.

Delegados, invitados, prensa, observadores e interesados siguen llegando al CIDECI, los colores son los dueños del paisaje. A pesar de la lluvia, son las mujeres sobre todo las que visten sus ropas violetas, amarillas, flúo, a rayas o a lunares, exhiben orgullosas su identidad, su origen. Yolanda Rentería Rodríguez, representante de Tlapacoya (Ixtapaluca), mira a un grupo de alemanes, estadounidenses y franceses que charlan a la sombra: “Yo creo que se ha dado a conocer mucho a este movimiento y está la inquietud de conocer de qué se habla, qué se hace, qué se está cociendo para la humanidad, qué esperanza hay para todos los conflictos que existen en muchas partes. Esto es un parteaguas para muchas comunidades a nivel internacional”.

Antes de octubre, Yolanda nunca había imaginado siquiera la idea de una candidata mujer e indígena para el país: “No puedo dar una opinión personal de cómo sería su gobierno o su administración, pero basándonos en los conceptos de nuestras culturas originarias de todas partes del mundo, de este continente y de nuestro México, creo que el papel que haría esta mujer va a ser muy digno. En nuestras culturas la mujer está consciente de su importancia. Está considerada como una “mamacita tierra”. Va a hacer un muy buen papel basada en la filosofía y pensamiento cosmogónico de nuestras culturas ancestrales”.

“La esencia de la conquista dejó el vicio de creer en una superioridad “natural” otorgada ni más ni menos que por una instancia legitimadora sobre terrena: el Dios cristiano”, describe la periodista Guiomar Rovira. El todopoderoso patriarca, estableció las diferencias entre hombres e indígenas, entre civilización y barbarie. Relegó a los pueblos originarios a la esclavitud, al látigo de los patrones blancos, al aniquilamiento por múltiples enfermedades, los obligó a negarse a sí mismos, a dejar su cultura y tradiciones, a la pobreza, a la locura. Ese dios también extinguió la dualidad masculina-femenina presente en la cosmogonía originaria, las mujeres nunca volvieron a ocupar un lugar igual al hombre. Las indígenas fueron obligadas a parir esclavos y a cuidarlos. Ellas, las relegadas entre los relegados, las desplazadas al cuidado del hombre y la familia, mantuvieron en silencio, con dolor, los símbolos, los recuerdos, los relatos, las canciones, la “memoria terca del abajo”, hicieron del olvido el espacio fértil para la resistencia. Bordaron flores rojas, azules, amarillas, violetas, llenando de alegría sus ropas tradicionales; hicieron vivir en los niños y niñas el tzeltal, el tzotzil, el tojolabal (lenguas originarias). Cocieron la ilusión y los sueños en el comal de las tortillas; bebieron del pozol (bebida indígena) la esencia misma del maíz para alimentar su leche, esa leche que pasa a través del pecho a los hijos e hijas y de ahí al futuro. Ejercieron pacientemente esa resistencia velada que dio vida a la rebeldía, a la lucha, a la dignidad que ellas llevan al frente como bandera y que hoy es la voz de las naciones, de los pueblos, de las tribus.

“En nuestros pueblos indígenas la mujer y el hombre siempre han ido de la mano (…) en cambio en el mundo occidental, en este sistema impuesto en el que hemos vivido, las mujeres son solo adornos, son piezas del capitalismo”, explica Mirna Valencia del pueblo mayo de Sonora ante la pregunta sobre la importancia de que sea una mujer la vocera del Concejo.

Los muros del capital y las grietas de la izquierda

Los y las 71 concejales junto con la vocera hacen su juramento al unísono. Se comprometen a portar la voz y las palabras de sus pueblos; a luchar por la justicia y la democracia; a respetar a la Madre Tierra y a las lenguas y cosmovisiones originarias; a permanecer anticapitalistas, abajo y a la izquierda; a construir rebeldías y resistencias junto con los explotados del país y del mundo, en contra de los de arriba; a no venderse, no claudicar ni rendirse.

Al igual que el resto de los presentes en el auditorio, escuchan atentos las conclusiones de las mesas de trabajo, los acuerdos alcanzados y la declaratoria de cierre: “Nuestra Asamblea constitutiva del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) ha decidido nombrar como vocera a nuestra compañera María de Jesús Patricio Martínez del pueblo Náhuatl. Que será portadora de la palabra de los pueblos que conforman el CIG, que es altamente representativo de la geografía indígena de nuestro país (…) Entonces pues, no buscamos el poder, queremos desmontarlo desde las grietas que somos capaces de generar, queremos hacer tantas grietas que ellas sean nuestro gobierno anticapitalista y honesto. Nuestro llamado es a organizarnos en todos los rincones del país para reunir los elementos necesarios para que el CIG y nuestra vocera sea registrada como candidata a la presidencia y sí, echarles a perder su fiesta basada en nuestra muerte y hacerla propia, basada en la dignidad, la organización y la construcción de un nuevo país y de un nuevo mundo”.

“Que retiemble en sus centros la tierra”, se propuso en octubre pasado el CNI. Ese temblor empezó con una pregunta resonando en la geografía mexicana y siguió con decenas de personas movilizándose para encontrarse, debatir y construir “ese mundo donde quepan muchos mundos”. La pregunta que queda ahora es por las derivaciones de este temblor, si realmente las ondas sísmicas alcanzarán a estremecer las bases de este México cada vez más sumido en la violencia.

Revista NAN

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