Memoria encarnada (Argentina) – Por Washington Uranga

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Una vez más ha quedado de manifiesto que la memoria, siempre fragmentada por las circunstancias y los acontecimientos, se hace historia cuando se encarna en un pueblo y en sus manifestaciones masivas y populares. La vergonzosa decisión de la Corte Suprema de Justicia autorizando el 2×1 para los genocidas se constituyó en una inimaginable oportunidad que da lugar al surgimiento de un acontecimiento histórico, político y cultural que, sin duda, quedará marcado en la vida de la comunidad de los argentinos y las argentinas.

Lo genuino y espontáneo de la reacción popular y de la enorme mayoría de los sectores que componen la sociedad, dio por tierra de manera contundente con las maquiavélicas estrategias concebidas desde centros de poder que, con más o menos maquillaje, siguen alimentando posturas antidemocráticas, contrarias a la vigencia plena de derechos y que pretenden convertir el pasado apenas en un repositorio sin sentido, en un archivo inerte y sin valor.

Si algo demostró la rebeldía de la sociedad es que la perspectiva de derechos está fuertemente enraizada sobre los pilares de memoria, verdad y justicia, y que forma parte esencial de la conciencia de los argentinos y las argentinas. Nuestro pueblo está dispuesto a defender mediante su movilización los logros alcanzados, a no resignar derechos y, a pesar de las dificultades, a seguir construyendo vida y futuro sobre esas bases. Mal que les pese a quienes hoy ejercen el poder en el país, desde cualquier lugar del Estado o de la sociedad, llámense gobernantes, dirigentes políticos, religiosos, jueces o comunicadores sociales.

Todo sirve para ratificar que la única frontera que resulta infranqueable es la del poder popular cimentado en su capacidad de movilización. De esto deberían ir tomando nota quienes hoy gobiernan como partícipes necesarios que son del atropello que se intenta consumar, aunque ahora pretendan mediante artilugios formales eludir las responsabilidades y lavar sus culpas.

(*) Periodista, docente e investigador de la comunicación.

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