Conoce al astrónomo argentino que tiene un asteroide con su nombre
De chico lo apasionaban las novelas de Isaac Asimov. Durante la adolescencia lo alucinó el libro “Observar el cielo” de David H. Levy. Pero Cristian Giuppone comenzó realmente a interesarse en la astronomía cuando terminaba a secundaria, haciendo cursos y leyendo todo sobre descubrimientos astronómicos. Porque observar el cielo es algo que apasiona, que electriza, que estalla la imaginación, esa búsqueda de contestar las preguntas más intrigantes de la humanidad.
Ahora su nombre —se enteró el 13 de abril por la noche— entró literalmente en la historia del universo: el asteroide 10.267 pasó a llamarse Asteroide Giuppone.
Se sabe que este asteroide se encuentra entre Marte y Júpiter a 423 millones de kilómetros del Sol. Que durante su máximo acercamiento puede estar a unas 634 veces la distancia que nos separa de la Luna.
Más acá, el astrónomo —que nació en 1979 en Santa Fe, trabaja en el Observatorio de Córdoba, es profesor adjunto de la Universidad Nacional de Córdoba e investigador adjunto del Conicet— investiga sobre la resonancia coorbital, es decir cuando 2 cuerpos se mueven con el mismo período alrededor de uno más masivo.
Cuenta que lo deslumbran los exoplanetas: “Tener la evidencia científica que corrobora que cada estrella que vemos por la noche alberga potencialmente otro Sistema Solar ha cambiado nuevamente la concepción que tenemos del universo”, se entusiasma.
Que, musicalmente, le gusta el estilo del trío británico de trance, Above & Beyond. Y que lo apasionan las computadoras: “Estoy casi todo el día frente a una”, dice. La entrevista con Clarín se hace mediante Google Doc, la herramienta para trabajar un documento online y en vivo de manera compartida.
─¿Cómo fue el proceso para que le pusieran tu nombre a un asteroide?
─Fui informado al momento de la decisión final. El anuncio se hizo en el congreso internacional cuyo nombre era Asteroids, comets, meteors 2017 (ACM), realizado en Uruguay. Son reuniones que se realizan cada 3 años y el comité científico organizador sugiere nombre de jóvenes investigadores, generalmente del área de los pequeños cuerpos que hayan hecho alguna contribución importante y sean considerados como líderes del futuro. En ningún momento yo participé o me enteré de que mi nombre estaba siendo sugerido. Luego, los nombramientos se hacen oficiales en la circular del Minor Planet Center (MPC), de la Unión Astronómica Internacional, el organismo máximo que regula la actividad astronómica. El asteroide solamente lleva mi nombre: no significa que me pertenezca o algún equivalente. Es más que nada el reconocimiento mundial que esto significa.
─¿Qué dimensión le das a este reconocimiento?
─Siempre que recibo algún tipo de distinción me pregunto si realmente soy merecedor. Te replanteás algunos resultados. En mi caso me da un impulso personal para tratar de obtener más resultados relevantes dentro del área que estudio.
─¿Cuál es?
─Mi especialidad es mecánica celeste y ciencias planetarias. En particular el reconocimiento fue dado por mis trabajos relacionados con los estudios de la resonancia coorbital. Mis trabajos incluyen desde los métodos de detección hasta la formación de pares de planetas en esta configuración, analizando cómo varían su dinámica (movimiento a lo largo del tiempo). Si bien mi análisis específico no fue hecho sobre asteroides sino sobre exoplanetas, existe relación entre ambos sistemas.
─¿Cuando hablamos de exoplanetas nos referimos a los planetas que orbitan alrededor de estrellas diferentes al sol?
─¡Exactamente! Casi todos los “puntos” que vemos en el cielo a la noche son estrellas (digo «casi», porque también dependiendo de su posición relativa con respecto a la Tierra podemos ver a simple vista los planetas desde Mercurio a Saturno, en nuestro propio Sistema Solar).
Gracias a los grandes avances de la tecnología y a los desarrollos instrumentales de punta en los grandes observatorios del mundo, desde hace 20 años tenemos pruebas fehacientes que indican que cada estrella del firmamento debería tener al menos un planeta (incluso sistemas planetarios como el Sistema Solar).
Así y todo no es posible observar los planetas fuera de nuestro Sistema Solar, porque se encuentran muy lejos de nosotros y emiten miles de veces menos luz que la estrella alrededor de la cual se mueven. Entonces, observando algunas características intrínsecas de la estrellas durante muchos años, podemos inferir que algunas de las características de la luz que ellas emiten varían porque tienen algún objeto que gira alrededor de ellas.
─¿Cómo definirías, científicamente, a los asteroides?
─En realidad a los asteroides se los puede pensar como las “piedras” fundamentales que, en las etapas de formación de un sistema planetario, pueden dar origen a la formación de los planetas. En el caso del Sistema Solar en la actualidad existen más de 500.000 asteroides, clasificados por ejemplo en función de su ubicación o composición química.
Las regiones donde existe mayor cantidad es entre la órbita de Marte y Júpiter (donde se encuentra el cinturón de Asteroides) y en una configuración dinámicamente muy particular del Sistema Solar donde se encuentran los Asteroides Troyanos de Júpiter.
Las evidencias científicas de hoy indicarían que la vida en la Tierra se desarrolló gracias a los impactos de los asteroides que traían agua y, posiblemente, moléculas de carbono; es por ello que hay muchos proyectos y sondas espaciales de la NASA/ESA/etc que están destinados a estudiar estos objetos fundamentales del Sistema Solar.
─He leído que el Asteroide Giuppone se encuentra entre la órbita de Marte y Júpiter, ¿qué característica tiene? ¿A cuánto se encuentra del Sol?
─El asteroide 10.267 tiene más de 1.100 observaciones y fue descubierto en 1978 por E.F. Helin y S.J. Bus en el Observatorio del Palomar. Gracias a todas las observaciones se puede determinar muy precisamente su órbita y se sabe que se encuentra entre Marte y Júpiter a 423 millones de kilómetros del Sol (2,83 unidades astronómicas, es decir 2,83 veces la distancia media entre la Tierra y el Sol).
Durante su máximo acercamiento puede estar a unos 243 millones de kilómetros (unas 634 veces la distancia que nos separa de la Luna). Debido a su brillo y distancia, con cierto grado de generalidad podemos estimar que tiene un tamaño de 6 kilómetros de diámetro. Debido a su lejanía no existen imágenes directas que nos permitan saber su forma, aunque por las fotografías de diversas misiones de la NASA y la ESA se espera que su forma sea bastante irregular, producto de fragmentaciones, colisiones y aglomeraciones que sufren estos objetos.
─Supongamos que una persona aficionada a la astronomía quisiera observar el asteroide al que le pusieron tu nombre: ¿hay coordenadas de referencia?
─Sus coordenadas actualizadas se pueden conseguir en http://www.minorplanetcenter.net/db_search/show_object?object_id=10267
─¿Como llegaste a estudiar astronomía? Cuando eras chico, ¿eras de los que decía: “Yo quiero ser astrónomo” o esa pasión surgió de más grande?
─Desde chico siempre me apasionaron las ciencias naturales. Mis padres me incentivaron a que estudie en la Escuela Industrial Superior (dependiente de la Universidad Nacional del Litoral) en mi ciudad natal, Santa Fe. Elegí la orientación para estudiar técnico químico y comencé a interesarme en la astronomía cuando estaba finalizando la secundaria, haciendo cursos de astronomía y leyendo todo cuanto pudiera sobre noticias y descubrimientos astronómicos.
No tenía muy en claro si quería seguir física o astronomía y me vine a estudiar a Córdoba en la FAMAF (Facultad de Matemática Astronomía, Física y Computación) de la Universidad Nacional de Córdoba. Las carreras son muy parecidas en sus primeros años y decidí, finalmente, estudiar astronomía. Durante mi año de ingreso éramos 45, de los cuales solamente terminamos 3.
Observar el cielo es algo que a todo el mundo le apasiona, no obstante la astronomía es una ciencia exacta y uno debe incorporar durante la carrera muchísimos conocimientos de matemática y física para llegar a ser un astrónomo.
─¿Quién es tu referente en la materia, tu «Messi» de la astronomía?
─Cada área tiene su propio grupo de personas que estudia específicamente cada tema. No hay personas, sino grupo de personas que desarrollan y se destacan en la ciencia (basta ver que los últimos premios Nobel fueron entregados a grupos de personas).
En Córdoba me siento muy cómodo con mi grupo de trabajo. Uno de los lugares que admiro es el Observatorio de París: el IMCEE, donde tuve una estadía el año pasado y donde los mejores astrónomos de mi área y matemáticos del mundo han trabajado.
Del lado de acá
Cristian Giuppone vive en Córdoba. Además de las resonancias coorbitales, actualmente también trabaja con una alumna de doctorado tratando de entender algunas propiedades dinámicas en los anillos de Saturno: “Si bien mis estudios son a veces bastante teóricos —explica—, algunos resultados podrían aplicarse desde el movimiento de un satélite artificial con el mismo período orbital que la Tierra, hasta explicaciones sobre el movimiento de potenciales exoplanetas alrededor de otras estrellas”.
Dice que como hobby lo apasionan la tecnología y la computación. Que le gusta viajar bastante para especializarse y participar en congresos internacionales. Que le encantan todas las series y películas de ciencia ficción: “Las disfruto sin pensar mucho en cuán realistas son. Practicar deportes ayuda a desconectar la cabeza del estilo de trabajo que tenemos los investigadores y música escucho casi de todo, aunque últimamente estoy mucho con Above & Beyond”.
Hubo una película que lo impactó especialmente: «Ágora», que cuenta la historia de la matemática, filósofa y astrónoma Hipatia de Alejandría. “Creo que transmite la esencia de lo que hacía un astrónomo —desarrolla— y cómo un cambio de pensamientos puede influenciar directamente en la sociedad.”
Cristian cuenta que, tras la noticia del asteroide, ha recibido “miles de felicitaciones de familiares y amigos, aunque no muchos entienden qué es lo que hago, ni por qué he recibido la distinción”.
─¿Y cómo es un día tradicional en la vida de un astrónomo?
─Todo depende del área donde te desarrolles. Particularmente mi trabajo consiste en realizar simulaciones numéricas y analizarlas. Estoy casi todo el día frente a una computadora.
Además, hay que redactar informes de trabajo continuamente (ya sea para enviar resultados a revistas internacionales, para exponerlos en congresos o para que te evalúen tus colegas de la Universidad o Conicet).
Mucho del tiempo que estás en la oficina lo dedicás a discutir ideas con los alumnos y a analizar distintos problemas con el equipo de trabajo. Aparte, doy clases en la universidad donde disfruto del contacto con los nuevos estudiantes, tratando de transmitirles inquietudes y que no se queden en el mero aprendizaje de las ciencias exactas.
Como investigador, muchas veces tu día laboral no tiene horarios, desde el momento en que te levantás hasta el momento en que te acostás te quedás pensando en algún problema y cómo solucionarlo; durante fines de semana o feriados da lo mismo: tu cabeza sigue con ese problema.
El asteroide 10.267 (Asteroide Giuppone) tiene más de 1.100 observaciones y fue descubierto en 1978.
─“De alguna forma representa un paso a la inmortalidad”, dijiste sobre este nombramiento del asteroide: ¿por qué hecho te gustaría que te recordaran en este campo científico?
─La astronomía es una ciencia donde uno contribuye con resultados paulatinamente. Cuando empezás a estudiar un tema nunca se sabe si vas a llegar a descubrir algo y, a veces, es motivo de diferentes grados de frustración. Creo que lo mejor que te puede pasar, además de contribuir internacionalmente a entender distintos problemas de la astronomía, es poder transmitir conocimientos a las futuras generaciones.
─Este es este cuarto asteroide que recibe el nombre de un astrónomo del Observatorio de Córdoba.
─Sí. Y en el último congreso del MPC fuimos nombrados en total 6 astrónomos del Conicet que participamos en diferentes áreas de la astronomía. Ellos también fueron distinguidos nombrando asteroides. Son Gonzalo De Elía y Romina Di Sisto (IALP, CONICET–UNLP); Mario Melita (IAFE, CONICET–UBA y IALP, CONICET–UNLP); Marcela Cañada Assandri y Jorge Correa Otto (CASLEO, UNLP–UNC-UNSJ).
─¿Cuántos asteroides llevan el nombre de astrónomos argentinos?
─Desconozco el número total. Sé que hay muchos argentinos que viven fuera que tienen su asteroide asignado. Los astrónomos argentinos tenemos un amplio reconocimiento internacional y eso está relacionado con la tradición del estudio de ciencias básicas en nuestro país. Los astrónomos que fueron distinguidos este año están en otros institutos astronómicos de Argentina y nos conocemos.
Las ciencias básicas, la astronomía y el Estado
─¿Qué lugar creés que debe tener la ciencia, y particularmente la astronomía, en las políticas estatales?
─Sin lugar a dudas, la ciencia debe ser promovida como política de Estado. Para contestar bien esa pregunta primero tengo que decir que la astronomía es una ciencia básica y, como tal, se lleva a cabo sin fines prácticos inmediatos, sino con el fin de incrementar el conocimiento o la predicción de los principios fundamentales de la naturaleza o de la realidad por sí misma. La fuente de financiamiento de las ciencias básicas (como astronomía, la física teórica o la matemática pura) es a partir de la promoción de su estudio por parte del Estado nacional.
─¿Para qué estudiar ciencias básicas?
─Por ejemplo, estudiar exoplanetas nos permite conocer cómo son los procesos de formación de los sistemas solares y eventualmente identificar alguno tan parecido al nuestro, a donde podamos apuntar nuestros telescopios y contestar una de las preguntas más intrigantes para la humanidad: la existencia de seres vivos más allá de nuestro planeta.
Algunos problemas estudiados en ciencias básicas parecen no tener ninguna aplicación al momento de desarrollarlos, pero muchos años después se ven sus aplicaciones. Por ejemplo, el sistema de posicionamiento global GPS (empleado en los teléfonos celulares y demás) tiene como corazón de su funcionamiento la utilización de relojes atómicos, que son fruto de estudios teóricos realizados 20 años antes. Incluso, mucho antes de la aparición de los satélites y misiones espaciales la astronomía había estudiado teóricamente cuáles eran órbitas más adecuadas para dichos objetos.
─¿Por qué estudiar astronomía en Argentina?
─Argentina tiene una amplia y sólida historia en desarrollo de ciencias básicas. Es por ello que siempre encontramos científicos argentinos participando en proyectos de envergadura internacional, que siempre nos enorgullecen. Recordemos que en plena organización del Estado nacional, el Presidente Domingo Faustino Sarmiento funda la Academia Nacional de Ciencias (1869) y el Observatorio Nacional Argentino en Córdoba (1871) con el claro objetivo de desarrollar las ciencias básicas en el país. Imaginen lo que debió ser justificar esta decisión en aquellos tiempos…
El Observatorio de Córdoba participó en incontables proyectos que involucraban la medición de las posiciones de las estrellas en el cielo. Muy poca gente sabe que hasta hace 50 años la única forma de determinar las coordenadas geográficas y la hora en cualquier punto de la Tierra era conociendo de forma precisa las coordenadas de las estrellas (un ejemplo de los logros del Observatorio de Córdoba puede verse aquí https://historiadelaastronomia.wordpress.com/documentos/arcomeridiano/).
Todos los países desarrollados del mundo invierten fuertemente en ciencias básicas porque es indiscutible que su desarrollo conlleva a grandes beneficios para las sociedades.
─¿Cómo evalúas la situación actual de la ciencia en el país?
─Afortunadamente durante los últimos 15 años se apostó fuertemente al desarrollo de las ciencias y se continuaron con proyectos que venían siendo desarrollados (con mayor o menor apoyo, dependiendo del gobierno de turno). Por ejemplo, el desarrollo de nuestros satélites nace en la década de los 90 con la creación de la CONAE y el desarrollo de los usos de la energía nuclear nace con la creación de la CNEA en 1950.
Desde hace unos 15 años Argentina invierte en el crecimiento de la planta de investigadores científicos (el Conicet) y su relación con las universidades nacionales. Este sistema brinda un espacio de desarrollo para las ciencias como en casi ningún otro país del mundo donde he trabajado.
Si bien los ritmos de ingresos han cambiado y no son tan amplios como estábamos acostumbrados, se siguen incorporando continuamente becarios e investigadores.
Durante los últimos años el gobierno nacional apuesta a la transferencia de conocimientos y desarrollo de tecnología aplicada, tratando de vincularla mejor con el sistema privado; tarea nada sencilla para ciencias tan básicas como la astronomía, que a veces se ve perjudicada por este tipo de políticas.
Algo que ha cambiado positivamente en el último tiempo es poder contar de manera menos burocrática con tecnología más moderna, que nos permite analizar imágenes astronómicas o realizar nuestros cálculos.
─¿Qué consejo les darías a los jóvenes interesados en la astronomía?
─A los que quieran enamorarse del cielo y las noches estrelladas se pueden hacer una escapada fuera de la ciudad y mirar con un binocular. Hay que empezar preguntándose cosas básicas: ¿por qué el cielo es azul? ¿Por qué la luna «parece» gigante en el horizonte cuando sale? ¿Por qué en un eclipse la luna se pone roja, si es tapada por la sombra de la Tierra? ¿Por qué las estrellas titilan? A los que quieran estudiarla… que no se desanimen. Es una carrera que requiere muchísima pasión y perseverancia.