Bienvenido a tu Borikén, Oscar (Puerto Rico) – Por Rosita Marrero
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Luego de 35 años de largo encierro y de pasar los últimos tres meses “confinado” en la casa de su hija, imagino que contando los días que aún faltaban, para la conclusión definitiva de una condena enconada y sañuda, Oscar López Rivera, a sus 74 años, caminará libremente hoy por las calles de Borikén.
Son muchos los puertorriqueños que celebran el regreso de Oscar a su libertad, extendiéndole los brazos, estrechándolo en un caluroso y apretado abrazo, haciendo patente la solidaridad y la alegría de tenerlo en casa.
Saludos Oscar, ¡bienvenido a tu casa, a tu familia, a tu pueblo, a tu patria!
Desde hoy y por el tiempo que disfrutará de vida, caminará libremente por las calles de Borinquen, respirará y se dejará acariciar por la brisa marina, mojará sus pies en el agua salada que baña nuestras costas y escuchará a sus hermanos boricuas hablar, reír, llorar, bailar, cantar, amar, “pelear” y también luchar.
Se le acusó de conspirar para derrocar a los Estados Unidos. Conspiración sediciosa, se le llama. Le echaron 55 de años de prisión, de los cuales pasó 15 en solitaria. Suficiente para quebrantar el espíritu, que es lo que se intenta hacer contra quien se rebela.
Consigno para la historia que otro significado de “conspiración sediciosa para derrocar el poder de los Estados Unidos sobre Puerto Rico”, es la tipificación como delito de “la lucha de un pueblo, aunque sea un solo ciudadano, aunque sea una minoría, por la liberación de un país sojuzgado por el poder del imperio”.
Todo depende de quién ostenta el poder, como expuse en otra columna: “Los revolucionarios George Washington, John Adams, Thomas Jefferson, Benjamín Franklin, James Madison, Alexander Hamilton y John Jay, considerados los fundadores y “Padres de la Patria”, formaron un ejército para enfrentarse a Gran Bretaña.
Tras la victoria, consignaron en su Declaración de Independencia el derecho a la libertad, la vida y la felicidad.
Entre 1861 a 1865, durante la Guerra Civil norteamericana, las autoridades del Norte aplicaron el estatuto de conspiración sediciosa contra los confederados del Sur que querían derrocar al gobierno de los Estados Unidos.
Después de su cruento, prolongado, desproporcionado castigo y encarcelamiento, Oscar caminará libremente por las calles su patria.
Han cambiado tantas cosas desde su arresto, el 29 de mayo de 1981. Algunos cambios son resultado del desarrollo desmesurado, no planificado. Nublará sus ojos el deterioro social, como consecuencia de la falta de soberanía política, que ha impedido el desarrollo económico propio. Pasará juicio, sí así lo siente su corazón, sobre las actuaciones irresponsables y negligentes, y en algunos casos, corrupta, de los que han estado al mando, que nos sumieron en el abismo en el que nos encontramos.
Luego de 35 años alejado físicamente de su pueblo, Oscar comenzará a ver los contrastes. Observará el resultado de la tala indiscriminada de árboles, la contaminación rampante, la ausencia de un desarrollo agrícola sustentable.
La Isla, ante sus ojos, se verá, a su vez, tan o más hermosa que nunca. Tal como la soñó su corazón y la conservó la imaginación. Lo deslumbrará la belleza de nuestras playas y montañas.
Oscar estrenará lienzos nuevos para plasmar esos paisajes grabados en su memoria, sin limitaciones de luz, de color, de tiempo y espacio.
El ex prisionero político se conmocionará, presumo, con la amarga realidad de que su País, a pesar del sacrificio personal que conllevó su encierro, continúa siendo esclavo, esta vez dominado por una Junta de Control Fiscal.
Será testigo del ambiente de hostilidad que se acrecienta y de las amenazas solapadas y encapuchadas hacia los que protestan por los abusos y medidas de austeridad impuestas por la Junta de Control Fiscal.
Oscar volvió a su patria para presenciar como sectores amplios del pueblo se tirarán a la calle a protestar y luchar contra un imperio, para pagar una deuda de la que no son responsables, ni los estudiantes, ni los trabajadores, ni los pobres.
Será testigo nuevamente de la represión que por tantos años sufrió.
Bienvenido a tu patria Oscar, los puertorriqueños te abrazamos.
(*) Periodista puertorriqueña. Columnista de Primera Hora.