Venezuela molesta a los pragmáticos del Mercosur y sus TLC – Por Eduardo Camin

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Tal vez sea muy fácil formular conjeturas respecto a la suerte futura de la revolución bolivariana, en especial cuando estás nacen a partir de la incertidumbre creada por la desenfrenada ofensiva mediática donde todos los golpes valen. Sin olvidar, que la actual situación política social económica de la Republica Bolivariana es ciertamente resultado en gran parte de acciones exógenas y endógenas que desestabilizan la acción del gobierno, intentando de esta forma crear las condiciones para hundir de una buena vez y por todas la alternativa generada por el proyecto bolivariano. Un breve repaso de los hechos y las consecuencias que Venezuela, genero en la región a partir de la irrupción del fenómeno antiimperialista, anticapitalista y antineoliberal, nos encamina a entender las complejidades de un proyecto diferente, inédito, e imposible de interpretar desde las perspectivas capitalistas y eurocéntricas de las burguesías vernáculas corporativizadas con poderosos factores exógenos generados por la globalización.

Acusada de todos los males, juzgada y condenada, antes del proceso, fue la evidencia misma, en la llamada crisis del Mercosur, culpable según sus socios de no cumplir “a tiempo” las normas del bloque. Todo esto sabiamente orquestado y dosificado por los “demócratas medios de información”.

No obstante la cuestión se complica cuando se analizan los hechos por lo que son y no por lo que queremos que sean, la realidad es que Venezuela cumplió el 93 por ciento de las normas en sus 4 años dentro del bloque, mientras sus socios no lo han logrado en 25 años de funcionamiento. Los propios documentos del Mercosur en nuestro conocimiento señalan que precisamente es Venezuela el país que más normativas tiene aprobadas, 1.479 de un total de 1.563, es decir, solo queda pendientes 5%. En cambio, Brasil tiene 42,4% por aprobar; Uruguay, 42,40%; Argentina, 37%, y Paraguay, 32,12%.

Parece ser entonces que la causa del quiebre se plantea en otro terreno, tal vez ¿ideológico? Pero debemos recordar que Venezuela fue incorporada como miembro pleno para completar y reforzar geopolíticamente al bloque, fortalecer la matriz energética y acumular poder para jugar con mayor fuerza en un mundo que el Mercosur, insistía que debía ser multipolar.

En realidad más allá de los pretextos evocados la separación de Venezuela del bloque regional, obedece a intereses más espurios ya que se da en medio de fuertes presiones para avanzar en el acuerdo de integración asimétrica del Mercosur con la Unión Europea, en una negociación en la que Venezuela por la vía de los hechos ha sido desplazada.

Todo parece indicar que Mercosur volverá a ser el organismo para el comercio de las grandes empresas trasnacionales y de intercambios comerciales en términos desiguales con grandes potencias, desconociendo las asimetrías existentes. En realidad el plan es el mismo del ALCA y hoy encuentra en los gobiernos “demócratas” de la derecha de Argentina y Brasil (uno llegado por los votos del Cordobazo, otro por golpe de Estado parlamentario generado por simples delincuentes) la decisión de retomarlo, hablando de flexibilización, modernización, e inserción en el mundo… parece que hasta ahora estuvimos en una órbita desconocida de la galaxia.

Para ello impulsan programas alternativos como un Mercosur más fuerte, con falaces argumentaciones jurídicas y con decisiones que no se adaptan a ningún tratado ni normativa –creando una realidad de inseguridad jurídica en la región que, obviamente, significará un cúmulo de dudas en el momento de exigir inversiones-, alentando una mayor concentración y menor importancia relativa del trabajo, la desregulación de las industrias de servicios y la ruptura de toda norma proteccionista, nacional o regional, en materia de compras gubernamentales.

En un reciente encuentro en la región denominado el pequeño “Davos” se fue todavía un paso más allá en ese marco se realizó un encuentro oficial entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur. Allí, los representantes de ambos bloques acordaron intensificar los esfuerzos a favor del libre comercio en la región y armaron una “hoja de ruta” para avanzar en ese sentido. Pareciera que ya no hacen falta Tratados de Libre Comercio de nueva generación: de facto, sin tener en consideración las constituciones nacionales ni las normas jurídicas internas e internacionales, la derecha rancia junto a los “progres” enquistada en el poder en Sudamérica avanza hacia la imposición de un bloque político-comercial, digitado por la globalización de los bloques económicos del capitalismo internacional los EEUU – UE.

Un acuerdo con cualquiera de los bloques (en crisis) profundizará las asimetrías en perjuicio de las economías y sociedades del Mercosur que basarían su economía en la exportación de productos agrícolas, que, en una balanza comercial, frente a la importación de productos tecnológicos e industriales, supondría una pérdida.

Esto nos lleva, por supuesto, a un análisis más general del modelo civilizatorio en el cual vivimos, lo que nos conduce, a su vez, a cuestionar seria y profundamente la existencia del capitalismo salvaje y proponer en su lugar un mejor sistema económico donde prevalezca el bien común, siendo abolida la plusvalía que va a manos llenas de los dueños del capital.

Para concluir diremos que la revolución bolivariana estaría, en una encrucijada difícil, pero, perfilándose en dicho fermento, diferenciándose amplia y significativamente de lo que ha sido hasta ahora la política clientelar tradicional; el entreguismo, en el cual siguen haciendo gala los actuales dirigentes del Mercosur.

He aquí sin lugar a dudas la razón de más para que revolucionarios y chavistas acentúen su responsabilidad ante la historia, esforzándose cada día para que la emancipación integral del pueblo de Venezuela se convierta en una utopía de la Patria Grande finalmente realizada.

(*) Periodista uruguayo. Jefe de Redacción Internacional del Hebdolatino Ginebra

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