Uruguay: El Frente Amplio y su futuro – Por Alberto Couriel
En estos días comienza el análisis, el debate, la discusión de la estrategia del Frente Amplio hacia el 2020. Es un momento muy relevante, por los cambios en la economía mundial, por las nuevas definiciones regionales y por la especial situación del propio FA. En efecto, después de tres victorias consecutivas en el plano nacional y 27 años en el gobierno de Montevideo, el FA comienza a sufrir descontentos y desencantos en sus propias filas. En la actualidad, las distintas encuestas no le son favorables. Por ello el análisis de su estrategia es un elemento fundamental para enfrentar el futuro.
Se requiere definir qué país queremos en el plano económico, social, político y cultural. Se requieren definiciones sobre la igualdad, la no discriminación, la atención de los derechos humanos, la formación ciudadana, los necesarios cambios en valores y cultura como el pasaje del individualismo hacia valores más solidarios. Todo ello requiere cambios en la estructura de poder, manteniendo y garantizando los principios de la democracia política, económica y social. No es ajena a esta ruta hacia el país que deseamos, la discusión sobre el funcionamiento del régimen capitalista y sus posibilidades de transformarlo.
También es imprescindible analizar la estrategia para qué: para ganar las elecciones del 2019 y nuevas intendencias departamentales; para profundizar las transformaciones económicas, sociales y culturales; para la transformación del propio Frente Amplio para garantizar el logro de los distintos objetivos planteados.
Uno de los elementos centrales para abordar las próximas elecciones del 2019 es el análisis de los descontentos y desencantos que surgen de las más diversas manifestaciones de ciudadanos frentistas. Para ello es fundamental estudios específicos sobre el tema para conocer sus causas. Estas pueden derivar de acciones de los gobiernos frentistas, de la fuerza política, del incumplimiento de su programa y cuáles son los temas más relevantes. El descontento puede derivar de las formas de afrontar los temas de la seguridad, con las dificultades en la educación, con diversos temas económicos como la desocupación, los impuestos, la distribución del ingreso. Es muy importante analizar dónde ocurre este descontento: en Montevideo, en qué barrios de la zona metropolitana, en el interior, en el medio urbano o en el medio rural. También es muy relevante analizar el descontento según los sectores sociales y si es posible en función de las distintas clases sociales. La estrategia de futuro debe contemplar a qué sectores sociales queremos ganar, cuáles son los potencialmente ganables, y sobre todo como influir sobre las nuevas generaciones, sobre los más jóvenes que, de alguna manera, hoy sienten cierto grado de discriminación porque constituyen los sectores de más elevada desocupación junto a las mujeres y a los de origen africano. Es muy importante definir acciones sobre las capas medias y especialmente el papel de los empresarios privados. También es muy relevante si los sectores sociales que se vieron beneficiados por las políticas frentistas –como los que salieron de la pobreza- son conscientes de la causa de sus logros.
Otro objetivo de la estrategia es analizar los cambios estructurales en materia económica, social, política y cultural para avanzar hacia sus grandes objetivos. Sin duda este es uno de los grandes temas donde la izquierda muestra debilidades en el plano internacional, regional y nacional. Aquí surgen interrogantes sobre cómo enfrentar el capitalismo, si alcanza con transformarlo manteniendo sus principios básicos. No se cuenta con elementos paradigmáticos que ayuden en esta tarea.
Surgen interrogantes sobre cuáles deben ser las características de un futuro socialismo, como se resuelve el tema de la propiedad de los medios de producción, dadas las limitaciones de la autogestión y de las cooperativas y del gran poder de las grandes empresas transnacionales. Es imprescindible avanzar en definiciones sobre las futuras reformas estructurales que abarcan el plano nacional, pero también el nivel regional porque la integración es un elemento central de la estrategia de desarrollo para un país pequeño como el Uruguay, al lado de dos grandes vecinos.
Muchas veces se plantea el bloque social para los cambios, pero también es imprescindible definir cuáles son los distintos sectores sociales que lo integran.
Otro objetivo central de la estrategia del FA lo constituye el análisis de su propia estructura. Es imprescindible estudiar con total objetividad las causas que limitan la existencia de una verdadera dirección política, que sea respetada por todos los sectores, por sus bases y por el propio gobierno. Hoy no hay debates en profundidad dentro de la fuerza política. En su orgánica no se integran sus principales figuras, como por ejemplo ocurría cuando el FA estaba en la oposición y se juntaban los cabezas de lista con Tabaré. La orgánica centrada en el Congreso, el Plenario y la Mesa Política tiene que sufrir transformaciones a la luz de los cambios ocurridos en el país. La fuerza política tiene que tener más diálogo con la sociedad, con las organizaciones sociales a las que debe escuchar y representar en las instancias correspondientes. Es muy importante analizar con detalle el relacionamiento de la fuerza política con el gobierno al que debe apoyar, pero también controlar de los desvíos con respecto a las bases programáticas o a las formas de relacionamiento con las organizaciones sociales. Hay que tratar de comprender las causas de que los jóvenes no concurren a los comités de base y, por lo tanto, es imprescindible una verdadera autocrítica de los mismos comités.
La estrategia es necesaria, es imprescindible en esta etapa histórica y se requiere una tarea fundamental de los dirigentes políticos, pero también de los intelectuales, de la academia, y de todos los que se sientan involucrados en el futuro del Frente Amplio.
(*) Contador público y político uruguayo. Exsenador de la República por el Frente Amplio. Ha ejercido la docencia universitaria en el Uruguay desde la década del 60 y la postuniversitaria en distintos países tales como Chile, Perú, Brasil, México, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Ecuador, Argentina y España. En la década del 70 fue consultor de organismos internacionales como la CEPAL, la OIT y consultor de la UNCTADT en Perú. Fue colaborador externo de PREALC, Santiago de Chile y consultor de distintos proyectos del PNUD en México. En la década del 80 fue Asesor Técnico Principal Proyecto PNUD – UNCTAD en Nicaragua. Fue Programador General y consultor de la CEPAL y de la OEA en Washington.