Entrevista a Luciana Peker, periodista argentina especializada en género: “El caso de Micaela habla de una reacción machista contra las mujeres que dicen NO”
Por Nadia Luna – Nodal
Quién es la entrevistada: Luciana Peker es periodista especializada en género en el suplemento Las/12 del diario argentino Página 12 y en Radio Nacional. Ha publicado recientemente el libro “La revolución de las mujeres”, donde realiza un recorrido por los hitos en la lucha contra la violencia de género que alcanzaron un punto emblemático con la primera movilización multitudinaria bajo el lema “Ni Una Menos”, el 3 de junio de 2015.
En esta edición de Nodal Pregunta, Luciana reflexiona en torno a dos cuestiones que sitúan el femicidio de Micaela en un contexto sistemático de violencia que va más allá del crimen: la responsabilidad del Estado y la demonización de las víctimas generada por algunos medios de comunicación.
Hubo una acusación generalizada al juez que otorgó la libertad condicional al presunto asesino de Micaela. Más allá de su responsabilidad particular, ¿cuál es la responsabilidad del Estado ante el aumento de estos casos?
Creo que la responsabilidad del Estado es múltiple. En principio, creo en la responsabilidad del juez y en que Wagner no tendría que haber salido en libertad antes de la condena, ni salir sin algún tipo de control en lo que respecta a una causa con antecedentes de violencia sexual. No creo que el agravamiento de las penas o el discurso de mano dura vengan a solucionar todas las violencias contra las mujeres pero la violencia sexual es muy específica y necesita una mirada que se salga de los paradigmas tradicionales de mano dura o de cuestionamiento general a los sistemas penales.
Después, hay responsabilidades del Estado por no dar seguridad a las chicas para que sean libres; por no haberle tomado debidamente la denuncia a la niña de 13 años que denunció a Wagner por abuso sexual y grooming; por no brindar educación sexual para que esa niña hubiera avisado antes a sus padres y en la escuela sobre el abuso que Wagner perpetró contra ella. Los femicidios como el de Micaela y los más de 300 casos que hay por año de forma sistemática contra las mujeres no son casuales y necesitan de muchas más redes y formas de protección.
¿Existen políticas integrales contra la violencia de género a nivel nacional?
Hay plan de acción contra la violencia de género que está presentado. Por un lado, que el Consejo Nacional de las Mujeres presente un plan siempre es positivo. Pero hay algo muy claro: el plan no alcanza, en ninguna situación de violencia, pero particularmente no contempla la protección de las chicas más jóvenes, que es lo que más me está preocupando en este tipo de casos. El 80% del presupuesto del plan va a ir a la construcción de refugios, que son necesarios y no se puede prescindir de ellos, pero son para situaciones puntuales de mujeres adultas en situación de convivencia que necesitan otro lugar a dónde ir. Por lo tanto, creo que las políticas no están teniendo una mirada sobre las jóvenes y no se está apuntando, por ejemplo, a paradigmas de ciudades seguras para las jóvenes, donde las chicas puedan ser libres y, además de estudiar, militar, trabajar, puedan divertirse.
Macri fue otro de los que apuntó contra el juez y señaló que las cosas no cambiaron a pesar de que hubo casos similares anteriormente, como si se él no fuera el principal representante del Estado actualmente. ¿La falta de políticas tendientes a erradicar la violencia de género se profundizó con el cambio de Gobierno? ¿Qué deudas vienen de la gestión anterior?
El gobierno anterior tenía una enorme deuda con la gestión en el CMN. Durante el kirchnerismo hubo políticas, especialmente de parte de Marita Perceval, que fue embajadora argentina ante Naciones Unidas y autora de la ley contra la violencia de género. Sin embargo, después hay un enorme bache en la implementación de un plan de acción contra la violencia y, según mi punto de vista, en la gestión del CNM con un presupuesto muy escaso, también denunciado por organizaciones como Mumalá. Se hicieron cosas, pero pocas, muchas menos de las que se tendrían que haber hecho. Es uno de los reclamos de Ni Una Menos.
En ese sentido, hay un recambio en la gestión del CNM con la llegada de Fabiana Tuñez, quien presenta un plan de acción contra la violencia que era una deuda de la gestión anterior. Sin embargo, la deuda crece porque las mujeres no terminan de estar protegidas y no es cierto que se esté redoblando la apuesta ni en presupuesto ni en acciones. Además, las políticas de género son transversales y hay áreas en las que se ha retrocedido. En educación sexual integral, que es la mayor herramienta que tenemos para prevenir abusos sexuales, se ha reducido el presupuesto y se han dejado de dar capacitaciones. La chica que denuncia al mismo violador que Micaela porque la quiso tocar en su propia casa tendría que haber recibido obligatoriamente información en el colegio de cómo prevenir una situación así. Hay obligación del Estado de decirles a las chicas cómo protegerse y denunciar el grooming. Las campañas del Ministerio de Justicia sobre grooming también han sido sacadas. Entonces, hay áreas donde se ha avanzado, pero con cuestionamientos, y áreas donde se retrocedió.
¿Hay programas en las cárceles que busquen evitar que los ofensores sexuales reincidan?
No hay programas. Hay una experiencia piloto en una cárcel pero no creo que un sistema de reinserción aislado en una cárcel sea suficiente. Hay que buscar mecanismos que son más complejos y no tienen nada que ver con otros delitos o con el problema general que hay en los sistemas penales en la Argentina. El área de violencia sexual es más compleja de entender porque estamos hablando de casos de adolescentes donde les dicen ‘vas a ser mía’, y hablan cabalmente de lo que decimos las feministas: no tiene que ver con locos o personas que tienen un deseo sexual, sino que tiene que ver con una idea de posesión de las mujeres, adolescentes y niñas como si fueran presas o animales.
¿Hay algún país de Latinoamérica que sobresalga por sus políticas en contra de la violencia de género o la situación en otros países es similar a la de Argentina?
En otros países hay situaciones similares pero el país que sobresale, justamente, es la Argentina. Y lo que nos está pasando no es solo por lo que nos falta en políticas, sino por lo que conseguimos las mujeres. Hoy, la Argentina es faro en Latinoamérica y el mundo. En eso, hay que tener orgullo, pero también hay que marcar que el caso de Micaela que, por su militancia, su remera de Ni Una Menos, habla de una reacción machista contra las mujeres que dicen ‘no’, contra el nivel de avance de las mujeres en la Argentina. Hay que conocer ese diagnóstico porque señala que hay que defenderse de un enemigo que es mucho más complejo y que tiene que ver con que quieren arrebatar los logros de las mujeres.
¿Cómo ha sido es tratamiento de los medios de comunicación hegemónicos sobre el caso de Micaela?
Nefasto, especialmente en el caso de Clarín. Creo que Clarín, que es el diario más vendido en la Argentina, tiene una responsabilidad y no se puede mirar para otro lado. Incluso La Nación, que es otro de los principales diarios y de características conservadoras, por lo menos en lo que respecta a violencia de género, no en derechos sexuales, ha avanzado y le han dado lugar a periodistas formadas. En Clarín también hay excelentes periodistas, el problema es que no les dan lugar e injerencia. Decir en una nota, cuando Micaela estaba desaparecida y con serias sospechas de asesinato por las connotaciones del caso, que le había sido infiel a un novio es un dato no solo de su vida privada, sino descalificativo, que no tiene nada que ver, que demoniza una víctima. Y poner en la tapa que es un “horror”, en vez de hablar de violencia de género, femicidio o violencia sexual, es lo que quieren imponer los medios: decirnos que es una película de terror que no podemos evitar. La diferencia entre monstruos y femicidas es que a los femicidas los podemos detener. No es un horror, es un femicidio, y Clarín ya cometió demasiados errores con víctimas adolescentes. No se les puede perdonar más.
¿Hay herramientas legales para sancionar este tipo de acciones?
En la Argentina lo que existe es la figura de violencia mediática, si alguien hiciera un amparo, la Justicia tendría que decidir. Podría hacerlo, por ejemplo, la familia de Micaela, pero si no lo hacen, el medio es el que se tendría que regular y debería incidir la ética periodística. La formación en género que hay en Argentina, España, Latinoamérica es muy potente y que el mayor diario argentino caratule el caso como un “horror”, como si una situación de violencia sexual sistemática contra las mujeres fuera un producto monstruoso, es imperdonable.
Una gran deuda de todos los gobiernos es el acceso al aborto legal, seguro y gratuito. ¿Qué otras políticas deberían implementarse con urgencia en lo que respecta a femicidios y violencia de género?
Muchas. El patrocinio jurídico gratuito es una ley que está agotada y no se implementa. Hay un plan piloto de tobilleras para los agresores que está dentro del plan de acción contra la violencia pero hoy no está funcionando. Creo que, además, se tienen que implementar mayores medidas contra el acoso sexual, también para generar mayores lazos sociales. En el caso de las jóvenes, implementar medidas tomadas por otros países latinoamericanos, como Colombia y México, de ciudades seguras para mujeres donde se proteja el derecho a circular libremente de día y de noche, para estudiar, para ser productivas y para divertirse. Sin lugar a dudas, educación sexual integral en todos los colegios secundarios y campañas contra el grooming y acoso por internet. Y es fundamental unificar las causas. Si hay una denuncia de violación previa respecto a una persona tiene que estar claro. A los casos de violencia sexual hay que darles otro tratamiento, jerarquizarlos y capacitar a la Justicia al respecto.
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