Brasil: La implosión del sistema político como estrategia – Por Jeferson Miola

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El levantamiento del secreto de sumario de la operación Lava Jato tiene la virtud de causar un efecto explosivo en el sistema político brasileño. Lo cierto es que, en un sistema destruido, nada queda en pie, ni siquiera la candidatura de Lula. Esta medida no parece ser el fin ideal para la operación Lava Jato, pero puede ser la única alternativa posible para evitar el retorno de Lula a la presidencia de Brasil.

Es cada vez más evidente que Lula y el Partido de los Trabajadores (PT) fueron los objetivos estratégicos de la operación Lava Jato. Los estrategas del golpe esperaban que el éste causara la derrota del PT y la destrucción simbólica del ex presidente en el imaginario colectivo. Sin embargo, no fue eso lo que ocurrió. A medida que se afianzaba el golpe, Lula se fue consolidando como el único personaje, dentro del sistema político, con viabilidad electoral y, sobre todo, con autoridad moral y política para pacificar el país y dirigir la reconstrucción económico-social y la restauración democrática de Brasil.

Si se descarta a Lula, tan sólo quedan opciones al margen del sistema político tradicional: los outsiders, los aventureros, los demagogos populistas; un Silvio Berlusconi de la operación Lava Jato, alguien, por ejemplo, como el alcalde de São Paulo, João Dória.

El alcance y el carácter sistémico de la corrupción, que afecta a todo el sistema político brasileño, exige una reforma política radical que tenga dos puntos de partida: primero, el fin del financiamiento empresarial de la política, de las elecciones y de los partidos; y, segundo, la eliminación de la esquizofrenia que supone que un presidente con el 60% de los votos tenga menos del 15% de representación en el Congreso y sea obligado, por esa razón, a formar gobiernos de coalición sin identidad programática.

El grupo de presión que se encuentra tras la operación Lava Jato descarta la reforma política necesaria porque entiende que el sistema tiene que ser completamente destruido para dar lugar al nacimiento de nuevas estructuras, de nuevas instituciones y de políticos puros, limpios, honestos y probos como ellos, los jueces, los fiscales, los ‘gestores’, los ‘no-políticos’, los predicadores, los “joãos trabalhadores”…

La divulgación de la amplia corrupción que afecta a los partidos golpistas, en especial al PMDB, PP y PSDB, causa un efecto de falsa apariencia de imparcialidad de la operación Lava Jato, porque finalmente habría dejado de ser selectiva en las filtraciones y denuncias. Esta imagen de de imparcialidad, además, se complementa con la citación de todos los ex presidentes de la República.

Sin embargo, en verdad no se trata más que de un simulacro de justicia e indiferencia; es una falacia para seducir al sentido común y, al mismo tiempo, servir de coartada para el juicio preparado contra el ex presidente Lula.

Los líderes políticos de la derecha, un grupo muy numeroso, están todos protegidos por el aforamiento parlamentario, por lo que es poco probable que puedan ser juzgados antes de 2022. Los principales candidatos golpistas a la elección presidencial (Alckmin, Aécio y Serra), que ya tenían un escaso apoyo en las encuestas, quedaron completamente inutilizados al hacerse público los escándalos en que están envueltos, pero aun así, están protegidos por el aforamiento y la justicia va lenta.

Por otro lado, los ex ministros de los gobiernos del PT y en particular el ex presidente Lula –la joya de la corona de la operación Lava Jato-, serán juzgados en el 2017 con rapidez y bajo el arbitraje de un juez faccioso, dominado por sentimientos de odio y fascistas.

La destrucción del sistema político puede representar la estrategia del grupo de presión de la Lava Jato para impedir el regreso de Lula a la presidencia de Brasil, al precio de lanzar al país por un precipicio.

*Integrante del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea).Fue coordinador-ejecutivo del V Foro Social Mundial.

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