América Latina: entre Trump y la televisión española – Por Rafael Cuevas Molina

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Para quien lo hubiera dudado, la semana anterior ha sido rica en recordatorios de quiénes somos y cuál es el lugar que se nos asigna en el concierto de la eufemísticamente llamada “comunidad internacional”, que no es más que el puñado de países poderosos con vocación imperialista y sus respectivas cohortes regionales en distintas partes del mundo.
En lo que respecta a nosotros, es decir a América Latina, tanto el actual señor presidente de los Estados Unidos, como el señor director del sistema nacional de radio y televisión de la otrora capital del Imperio, España, nos han puesto los puntos sobre las ies sin ambages de ninguna especie.

En lo que respecta al primero, sin ocultamientos ni rubores ha echado mano de esa institución que con toda propiedad ha sido catalogada de Ministerio de Colonias, es decir, la Organización de Estados Americanos. Lo ha hecho por enésima vez en relación con Venezuela, como parte de un evidente plan articulado de forma coherente para tratar de dar la “estocada final” al gobierno de Nicolás Maduro al que, sin embargo, no solo no logran derrocar sino que por el contrario (¡Oh, Dios mío, por qué nos has abandonado!) da muestras de recuperar legitimidad frente a la población según últimas encuestas.

El caso de Venezuela es el de la plaza sitiada. Deberíamos agregar el de prolongada plaza sitiada, en el que eventos como los de esta semana, que han tenido como escenario principal la OEA y su secretario general (con escenas colaterales pero siempre contribuyentes al cuadro final), no son más que episodios de un asedio con una inmensa gama de posibilidades.

En el centro de esa estrategia de asedio están los Estados Unidos y la banda de forajidos, ignorantes y mentirosos que los gobiernan en la actualidad. Ellos no son más, sin embargo, que continuadores torpes del “inefable” Obama y su política del soft power (que no fue más que la versión gringa del “mano de hierro en guante de seda”), que pretendió arrinconar a Cuba “por otros medios” que los que utilizaron y no les dieron resultado durante más de cincuenta años; y a Venezuela a través de una guerra que incluye todas las dimensiones posibles: económica, ideológica, política y cultural. Con esta última aún se encuentran en la fase de probar con el garrote para después calibrar si pasan a la etapa de ofrecer la zanahoria.

Como puede observarse, el papel que nos es asignado a los latinoamericanos en esta puesta en escena es el de comparsas, papel por cierto en el que nuestras clases dominantes no solo se siente muy cómodas, sino que han venido ensayando desde hace bastante tiempo, tanto que algunos creen que forma parte de nuestra esencia identitaria.

Para reafirmar este triste papel de comparsa periférica que se le asigna a Nuestra América en estos espacios en donde resuenan los ecos imperiales , esta semana ha saltado a la palestra alguien aparentemente muy conocido en España, aunque menos, o casi nada identificado por estos lares del otro lado del Atlántico; se trata nada más y nada menos que del director general de Radio y Televisión Española (RTVE), un tal José Antonio Sánchez, un españolete con ínfulas de glorificador de los Reyes Católicos (los de entonces y los de ahora), quien para celebrar un convenio con esa institución que llaman Casa de América, se dejó decir más de dos sandeces de la relación entre España y nosotros.

Tales sandeces no las repetiré aquí pues han circulado profusamente en redes sociales. Se trata, en última instancia, de retomar la idea del papel civilizador de la Corona española en América, de negar las barbaridades que la tal Corona infligió por acá y de glorificar el papel de España en la historia mundial, para terminar extrapolando tales bellezas al presente, y atribuyéndole a la RTVE ese papel en la contemporaneidad.

Lo bueno de esto es que, en el futuro, cuando RTVE tome partido en sus noticiarios, sus programas de actualidad y de análisis y, en general, en su programación, quedaremos relevados de tener que evidenciar desde qué visión del mundo lo hacen, a qué intereses sirven y cuáles son sus intenciones. Estamos esperando declaraciones similares de algún directivo de la televisora alemana Deutsche Welle (DW).

Desde este territorio de bárbaros condenamos tanto a los prepotentes trumpistas como a los obsecuentes genuflexos latinoamericanos de la OEA; a los cavernícolas nostálgicos imperiales de España, como a los que aquí les hacen eco a pesar de decir que no extrañan “los goces de Europa”.

No nos dejemos engañar.

(*) Escritor, filósofo, pintor, investigador y profesor universitario nacido en Guatemala. Ha publicado tres novelas y cuentos y poemas en revistas. Es catedrático e investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos (Idela) de la Universidad de Costa Rica y presidente AUNA-Costa Rica.

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