Colombia: universidades quieren llevar la academia a las zonas rurales afectadas por la guerra
Por Esteban Dávila Náder
El posconflicto les abrió las puertas de las zonas rurales afectadas por la violencia a las instituciones de educación superior. Treinta de ellas, todas públicas, se unieron con el objetivo de encontrar fórmulas para llevarles la academia.
El acceso a la educación superior en las áreas rurales de Colombia está en problemas. De acuerdo con el Ministerio de Educación, apenas el 1 % de las matrículas universitarias que se registraron en 2016 provienen del campo. En 2015 era el 2 %. No obstante, el posconflicto se configura como la oportunidad perfecta para lograr que esas cifras despeguen, y son las universidades públicas, con apoyo de esta cartera, las que están tomando la batuta.
A mediados del mes pasado, el Ministerio y la Universidad Nacional anunciaron la creación de la Red por una Educación Superior para la Paz, conformada por 30 instituciones del país, en su mayoría de regiones fuertemente golpeadas por cincuenta años de conflicto armado. El objetivo no es otro que llegar a estas zonas con diferentes estrategias académicas que ayuden a fomentar la convivencia y la integración de los distintos actores de la guerra.
La Red, explica Alejo Vargas, director del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional, es fruto de meses de trabajo con 17 universidades del Llano, la Amazonia, Córdoba, Nariño, Cauca, Huila, Magdalena y Boyacá, entre otras. “Esto nace como un producto del diplomado sobre paz, universidad y territorio, en el que invitamos a las instituciones a pensar lo que estaban haciendo y lo que podían hacer en función del posconflicto”.
Posteriormente, 13 instituciones más se unieron a la causa. Según el académico, la clave del éxito de esta ambiciosa apuesta es el trabajo colaborativo entre las universidades. Por eso, luego de las conferencias en las que cada una compartió las ideas que venía trabajando, con la respectiva retroalimentación y mejoras a las propuestas, nació la red.
De esta manera se logró “comprometer a las instituciones desde sus directivos hacia abajo”, para darles más impulso a las ideas, agrega Vargas. Las estrategias son claras. Hay que crear procesos de capacitación en el interior de las instituciones, levantar diagnósticos de manera conjunta, programas curriculares e investigaciones que aporten soluciones a las necesidades económicas y sociales, así como cátedras de paz, señala el Ministerio.
Algunas universidades que ya han desarrollado estrategias enfocadas son la de Córdoba, que adelanta un plan maestro y ofrece soluciones para acceso a la educación, sustitución de cultivos y seguridad alimentaria; la de la Amazonia, que según el Observatorio de la Universidad Colombiana, implementó una plataforma virtual para compartir los acuerdos de Colombia y de otros países con la comunidad, y la de Nariño, que está liderando procesos psicológicos y artísticos para apoyar a las víctimas del conflicto en la región.
De esta manera se busca lograr “la dinamización y articulación de las regiones a través de sus instituciones en la construcción del Plan Especial de Educación Rural y Construcción de Paz”. Esto es importante si se tiene en cuenta que el campo es uno de los ejes fundamentales del Acuerdo de La Habana.
Justamente, este es el verdadero reto para la red. Según Vargas, quien además se desempeña como docente de la Facultad de Derecho, la educación relacionada con el mundo de lo rural “ha venido siendo dejada de lado por las universidades. En áreas como el derecho y la economía está olvidado casi por completo, e incluso en el campo de las ciencias agropecuarias la orientación se fue hacia la gran producción y los cultivos comerciales, no necesariamente hacia la producción campesina”.
Lo primero, entonces, será robustecer la oferta en programas de calidad con enfoque rural. Asimismo, señala el Ministerio, hay que promover el fortalecimiento de la oferta en las zonas rurales para evitar la migración de estudiantes a las ciudades. “Sin embargo, no puede desconocerse que en las áreas donde no se cuente en el corto plazo con las condiciones mínimas de calidad, será necesaria la promoción de estudiantes a zonas que sí cumplan con las mismas”, explican voceros de la cartera.
Hasta el momento, las acciones en busca del cumplimiento de estos objetivos no son muchas, principalmente por lo joven del proyecto. De acuerdo con Vargas, a mediados de este año se desarrollará una segunda fase del diplomado con mesas de trabajo regionales. Además, el Mineducación se encuentra en proceso de articulación de iniciativas con las carteras de Agricultura y TIC, así como con Ascun. La meta, por ahora, es ganar más aliados en la carrera por fortalecer la educación rural en el posconflicto.