Maltrato a periodistas en Chile – El Deber, Bolivia
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Torpe, intolerante e incomprensiblemente autoritaria. Así fue la decisión de las autoridades chilenas de hostigar a un grupo de periodistas bolivianos, entre los que estaba Deisy Ortiz, de EL DEBER, cuando estos intentaban ingresar al vecino país para la cobertura de un vuelo inaugural de la aerolínea Latam. El grave incidente afecta directamente un derecho humano fundamental: la libertad de expresión y de prensa, en un país que se dice formalmente democrático. Expresamos en este sentido nuestro más vehemente repudio al atropello que sufrieron los comunicadores por parte de las autoridades de las oficinas de Migración en el aeropuerto internacional de Santiago de Chile.
La retención de los periodistas se produce en un momento de máxima crispación entre los gobiernos de Bolivia y Chile con el trasfondo de un grave conflicto diplomático desatado con motivo de la demanda marítima activada en el Tribunal Internacional de La Haya. Lejos del diálogo y la negociación, las cabezas de ambas administraciones se han embarcado en una riesgosa e improductiva campaña de agravios y ataques mediáticos que no han hecho más que afectar una relación internacional fundamental para ambos pueblos hermanos.
Nada justifica las acciones que ha emprendido el Gobierno de Chile contra la prensa boliviana. Comenzó con la expulsión de periodistas y camarógrafos del canal estatal Bolivia TV, que repudiamos abiertamente por afectar también la libertad de prensa que deben tener los periodistas y los medios de comunicación en una sociedad democrática. Nos preocupa que este clima de confrontación entre ambos países pase a mayores. Especialmente, porque puede afectar los derechos de los ciudadanos, a quienes se deben los funcionarios de uno y de otro lado de la frontera. Es lamentable que ambos gobiernos utilicen este conflicto para saldar sus intereses particulares y sopesar las bajas en sus índices de popularidad.
La demanda marítima boliviana es justa y necesaria desde todo punto de vista. Incluso para el bienestar de los propios chilenos, que hoy cargan con los resultados dramáticos de una guerra que cercenó a Bolivia de su libre, legítimo y soberano acceso al océano Pacífico. Ojalá bajen las aguas de la confrontación y den paso al diálogo, la única vía para resolver este centenario conflicto que hoy divide a bolivianos y chilenos. La intolerancia y el autoritarismo solo nos llevarán a otros 100 años de separación. Nadie gana con ello, solo los políticos oportunistas.