Madurez frente a El Niño – El Comercio, Perú
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
Sesenta y dos personas fallecidas, 11 desaparecidas y 62.642 damnificadas; 115.748 viviendas afectadas y 7.974 colapsadas. El 22% de la red vial nacional afectado por las lluvias, aproximadamente 750 distritos y 11 regiones en emergencia. Y, lamentablemente, las cifras que ayer reportaba el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN) siguen en aumento.
Aunque El Niño es un fenómeno cíclico, la magnitud y la recurrencia de los desastres que viene sufriendo el país como consecuencia de las lluvias, desbordes y huaicos ocasionados por el denominado Niño costero han afectado a gran parte de la población en una forma que pocos imaginaban posible cuando se reportaban las primeras temperaturas elevadas e inusuales lluvias en diciembre del año pasado.
En medio de un contexto en el que los principales debates se centraban en la pertinencia de continuar con la organización de los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y la interpelación al ministro de Transportes y Comunicaciones, Martín Vizcarra, la emergencia llegó a nuestras puertas en forma de un río desbordado, un huaico inclemente o una carretera convertida en laguna. Pero, felizmente, despertó a nuestras autoridades.
El Congreso, por ejemplo, entendió que había intereses superiores por atender y acertadamente decidió suspender la sesión de interpelación programada para el día de ayer; a la vez que resolvió adelantar la semana de representación para que los parlamentarios de las diversas localidades afectadas pudieran acudir a sus respectivas ciudades. Con ello, además, permitió que el Ejecutivo dedique toda su atención a las emergencias que siguen ocurriendo hasta este momento.
El gobierno ya ha dispuesto algunas medidas de urgencia, como la implementación de un puente aéreo entre Chiclayo, Piura y Tumbes (tres de las ciudades más impactadas por las lluvias) para la población más necesitada, la instalación de zonas de refugio en las regiones más afectadas y la asignación de S/800 millones para la reconstrucción de las ciudades del norte del país, S/160 millones para las familias que perdieron sus viviendas y S/50 millones para las labores de drenaje, entre otras acciones.
Varios congresistas, por su parte, acudieron a la sede del COEN y han empezado a supervisar las acciones de rescate y reparación. A ello deberían sumar el conocer de cerca las principales deficiencias de infraestructura y acciones de prevención que requieren sus respectivos departamentos –y sus presupuestos– para evitar que la inclemencia climática en el futuro encuentre las mismas trágicas consecuencias.
Y, por supuesto, son las autoridades locales y regionales las llamadas a tener un papel protagónico en las acciones de reparación y mitigación de los desastres, de modo tal que permitan atenuar la ausencia de medidas de prevención que se evidencia con el bajo nivel de ejecución presupuestaria (en el 2016, los gobiernos locales de las regiones Lambayeque, Ica, Piura y la Libertad –que concentran el 75% del total de afectados– apenas ejecutaron el 64,4%, 67,5%, 68,2% y 76,6% del presupuesto para la atención de emergencias, respectivamente).
Sin perjuicio de que llegará el momento para determinar responsabilidades y adoptar acciones correctivas, la emergencia actual demanda más bien una actitud colaborativa de parte de todos los actores públicos y privados.
Por ello, quizá más importante aun que la decisión del Congreso, es el sustento de la misma, expresado ayer por su presidenta, Luz Salgado: “Frente a la emergencia, todos los peruanos unidos como un solo puño […] primero están nuestros ciudadanos y en eso no hay ninguna etiqueta política que nos diferencie”. Un mensaje de unidad que coincide con el que dio también el día anterior el presidente Pedro Pablo Kuczynski: “Tenemos que tener fe en nuestro país […] yo estoy seguro de que el Congreso nos apoyará. Esto es una emergencia nacional, nada tiene que ver con política”.
Por primera vez desde que un nuevo Ejecutivo y un nuevo Parlamento se instalaron en julio del año pasado, ambos poderes del Estado han proferido un mensaje unívoco, dejando de lado las estrategias políticas y las conveniencias partidarias. Y eso es una buena noticia, pues mientras mayor es la adversidad, más sólida es la fuerza que se requiere para enfrentarla.