Entrevistas de Nodal a mujeres latinoamericanas sobre el #8M

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Entrevista de Nodal a la periodista y escritora argentina Marta Dillon, integrante del espacio #NiUnaMenos: “El 8 de marzo tenemos el desafío de construir una movilización transversal, heterogénea y poderosa”

Por Tomás Forster – Nodal

El miércoles 8 de marzo se conmemorará el Día Internacional de la Mujer mediante un Paro Internacional de Mujeres (PIM). En Argentina, donde surgió la consigna #NiUnaMenos a partir de la movilización del 3 de junio del 2015 y el movimiento feminista propició una sucesión de jornadas multitudinarias en los últimos tiempos, la protesta coincide con un momento de marcada agitación política y social. La huelga y manifestación impulsada por las mujeres se realizará casi en simultáneo con un paro nacional docente (lunes 6 y martes 7) y una marcha convocada por la Confederación General del Trabajo (CGT) para el martes 7.

“El movimiento de mujeres está fuerte, movilizado, generando una revolución sensible hacia dentro de los lugares de trabajo, de las casas, en los territorios y en las calles”, afirma Marta Dillon al describir el presente del feminismo argentino en este diálogo con Nodal.

Referente del colectivo #NiUnaMenos, directora del suplemento Las12 y fundadora del suplemento Soy del diario Página 12, militante por los Derechos Humanos, activista por la diversidad sexual y escritora de talento, Marta Dillon analizó en profundidad el contexto, los motivos y características que atraviesan lo que se espera sea un nuevo hito en la lucha histórica de las mujeres por el reconocimiento de sus derechos y el fin de todas las formas de opresión.

¿En qué momento de su historia encuentra al movimiento de mujeres la jornada de lucha del próximo 8 de marzo?

El movimiento de mujeres está fuerte, movilizado, generando una revolución sensible hacia dentro de los lugares de trabajo, de las casas, en los territorios y en las calles. El umbral de tolerancia frene a las violencia machista se corrió definitivamente y esto lamentablemente genera más descarga de violencia. Sin embargo, es indudable que vivimos un momento de inflexión: los y las adolescentes se politizan desde el reconocimiento de las cuestiones de género como primera opresión, como una relación de poder que no quieren sostener. Eso tiene una relevancia enorme y se puede ver a simple vista. El llamado al paro de mujeres fue hecho por fuera de las estructuras sindicales pero se fue tejiendo con las organizaciones de base y generó una enorme discusión hacia adentro de las organizaciones. Creo que esos debates y esa presión de las mujeres de base habla de una voluntad por sostener esta desobediencia al mandato patriarcal y a las organizaciones machistas. Esta dinámica genera alianzas insólitas, transversales, que hacen emerger a las mujeres como un actor político inesperado, que desestabiliza en el mejor sentido de la palabra y obliga a revisar prácticas.

¿Cuáles son las principales demandas y desafíos?

Nuestras demandas son muchas: hablan de la autonomía de nuestros cuerpos y decisiones. Eso implica desde el aborto legal, seguro y gratuito hasta el derecho al parto respetado en todos los centros de salud y el derecho a meterse al mar sin corpiño. El derecho a migrar sin ser criminalizadas, el derecho a la tierra y el respeto a las mujeres de pueblos originarios. Nuestro derecho a una vida digna y sin violencia. Demandamos también que se termine la discriminación en el acceso al trabajo y la feminización de la pobreza. A cortísimo plazo está el desafío de que los medios hegemónicos dejen de ver a las mujeres y a sus acciones como “notas de color”. Nosotras hacemos política y sin embargo pocas veces salimos en las secciones de política. Esto habla de una mirada patriarcal que cuesta modificar, es como si nos infantilizaran, como si sólo hiciéramos acciones testimoniales y lo cierto es que ya hicimos tres marchas masivas en menos de dos años. Esas marchas obligaron a todas las fuerzas políticas a tener posiciones en cuanto a los reclamos de género. Y cada vez se profundiza más la interseccionalidad de nuestro movimiento: el feminismo del que hablamos se construye en la práctica, en el encuentro con otras, en la toma de conciencia cotidiana en torno a las relaciones de poder. El 8 de marzo tenemos el desafío de construir una movilización transversal, heterogénea y poderosa. El primer paso está dado con la convivencia de sectores muy distintos: desde las luchas por la tierra en Latinoamérica hasta el reclamo por la libertad de la dirigente social Milagro Sala, desde las demandas de las sobrevivientes de violencia hasta el fin del ajuste. Desde la izquierda troskista hasta el kirchnerismo. No veo ningún otro espacio que pueda convivir en esa heterogeneidad: las mujeres lo estamos haciendo.

En Argentina, el paro de mujeres se realizará en un contexto político también convulsionado por un paro docente y una marcha convocada por la CGT. ¿Cómo analizás esta situación de simultaneidad?

No la veo inocente en el siguiente punto: la decisión de la conducción de la CGT de hacer una movilización el 7 de marzo se comunicó inmediatamente después del llamamiento a nuestro paro, sabiendo que era un paro internacional y que se estaba convocando desde las centrales sindicales internacionales. Y también sabían que venía un paro docente y que no iban a empezar las clases. Nosotras estamos tejiendo el paro con organizaciones sindicales desde hace mucho tiempo y una de las preguntas que nos hacíamos era qué iba a pasar con el paro docente. Lo más probable era que se superpusieran las acciones y finalmente fue lo que ocurrió. De todos modos, de lo que habla esto es de una enorme conflictividad social y cierto hartazgo frente a las mentiras y el cinismo del gobierno macrista. Dicho esto, el 8 de marzo es una fecha internacional que se recuerda desde principios del siglo veinte, que siempre estuvo anclada en la memoria de las mujeres trabajadoras (y trabajadoras somos todas o casi todas: las que hacen tareas dentro de sus casas, las que están precarizadas, las empleadas, las que cobran un subsidio social para salir adelante. Trabajadoras somos todas menos las adineradas que viven del trabajo ajeno). La cúpula de la CGT está muy reactiva a este paro de mujeres y sabemos que lo que intentan es diluirlo o romper la marcha, cosa que esperamos que no suceda.

¿Cuáles fueron las políticas del presidente Macri en relación a la problemática de la violencia de género y a los derechos y demandas planteados por el movimiento de mujeres?

Macri pretende apropiarse de nuestra consigna tal como se vio en la apertura de las sesiones legislativas cuando dijo “Ni una menos”, mientras implementa severas políticas de ajuste y recorta programas fundamentales como los que tienen que ver con la ley de salud sexual y reproductiva, el vaciamiento de los programas de educación sexual integral, reduce el presupuesto de salud y provoca la falta de medicamentos para las personas que viven con VIH. Esta apropiación también se da cuando designa a una feminista (por Fabiana Tuñez) en el Consejo Nacional de las Mujeres que dice que estuvo en el #NiUnaMenos aunque nunca formó parte del colectivo. Elaboran un plan en el que recortan presupuesto pero luego dicen que fue un error –como suelen justificar cada atropello- y resulta que 67 millones de pesos estuvieron en un limbo sospechoso durante dos meses. Los recortes a todos los programas que tienen que ver con las demandas de las mujeres son infinitos: desde el cierre de centros de atención, el desmembramiento de la línea 137 que era el único servicio que intervenía cuando la violencia contra la mujer estaba en curso y el cese de las brigadas que acompañaban a las víctimas de abuso sexual.

¿Por qué crees que, a partir de la de la consigna #NiUnaMenos, el movimiento de mujeres alcanzó este nivel de gravitación a nivel nacional, latinoamericano y mundial?

Nosotras hablamos de una práctica feminista. Cuando se hizo el primer #NiUnaMenos, muchísimas de las mujeres que estábamos en la plaza ese día tomamos la calle impulsadas por una sensación de duelo y de fiesta a la vez. El duelo era y es por todas las mujeres que nos faltaban y faltan, víctimas del femicidio. El duelo por nuestras propias heridas y marcas como mujeres porque el ser mujer y el socializarse como mujer implica conocer todo un mapa de violencias que sufrimos cotidianamente desde muy chiquitas. Desde que te subís a un colectivo y te apoyan cuando vas a la escuela. De ser observadas y ser sujeto de múltiples instrucciones sobre cómo deberíamos vivir. Cuando toda esa inmensa y diversa mayoría de mujeres que se encontró en la calle compartió un eco común, nos reconocimos en cada una y en la otra, sentimos que nuestras voces estaban resonando con otra potencia y se abrió un horizonte nuevo. Muchas mujeres que estuvieron en aquella primera movilización quizás no se reconocían como feministas, pero esa plaza fue feminista. Sin dudas. Y las plazas que siguieron lo fueron mucho más. El nuestro es un feminismo popular, que nace de la práctica. Esta mezcla entre el duelo y la fiesta que pusimos en acto en el primer #NiUnaMenos, y que se siguió poniendo en acto en las dos marchas que hicimos después, es algo que contagió al mundo desde aquella primera vez. El #NiUna Menos es una válvula de escape enorme para las opresiones que las mujeres tenemos desde siempre y que el sistema neoliberal las agudiza porque sofoca los deseos, nos convierte en mercancías y nos obliga a la obediencia. Algo de esta experiencia se vive en todo el mundo. Esta posibilidad de salir a la calle, de consustanciarse con otras, de encontrarse en una consigna que era lo suficientemente amplia como para que fuera muy difícil que alguien estuviera en contra. Lo que se produjo fue una modificación en el sentido de lo común, la posibilidad de poder diseñar nuevos modos de relacionarnos y esto se construye a partir de una puesta colectiva inédita. Queremos estar del lado de la vida, del lado de la libertad de elegir, del fin del patriarcado. Entonces todo esto es algo que se contagia a varones y mujeres, de una manera muy revolucionaria y provocadora porque obliga a revisar las propias prácticas.

Nodal


Entrevista de Nodal a integrantes de #NiUnaMenos Chile: “La violencia hacia las mujeres se sustenta por la influencia dogmática de la iglesia en alianza con los partidos de derecha”

Por Nadia Luna – Nodal

La colectiva Ni Una Menos surgió de manera espontánea a principios de 2015 ante la necesidad de decir basta al número creciente de femicidios cometidos en la Argentina. De inmediato, la chispa prendió en otros países de la región, como Chile, México y Uruguay, que el 3 de junio de ese año se sumaron a una movilización inédita para pedir que no haya “ni una menos” y gritar con fuerza latinoamericana: “¡vivas nos queremos!”.

En este diálogo con Nodal, Ximena Riffo y Maura Gálvez, miembras de Ni Una Menos Chile, hablan sobre las formas de violencia cotidianas que sufren en el país, las principales demandas, la falta de políticas públicas sobre el tema y cómo se preparan para el 8M.

¿Cuáles son las principales problemáticas que enfrentan las mujeres en Chile?

Ximena Riffo: Como otras partes del mundo, el patriarcado en Chile es extremo, naturalizando la violencia hacia las mujeres por medio de las políticas públicas, la cultura, los medios de comunicación y la cotidianidad. Desde lo íntimo, las mujeres son esclavizadas por un sistema patriarcal que considera al varón como el dueño de su compañera, esposa o conviviente, a la que busca controlar por medio de la dominación psicológica, verbal, económica y física.

No tenemos derecho a decidir sobre nuestros cuerpos. Forzadas a una maternidad obligatoria, no podemos optar por un aborto libre, seguro y gratuito. En Chile, recién se está discutiendo el derecho a la interrupción del embarazo en tres causales: riesgo de la madre, inviabilidad del feto y violación. La violencia hacia las mujeres se sustenta por la influencia dogmática de la iglesia chilena en alianza con los partidos de derecha.

La lesbofobia y la transfobia son violencias específicas a mujeres que son invisibilizadas, ridiculizadas,  amenazadas, golpeadas y asesinadas por ser lesbianas y transexuales. No existen programas de educación escolar que las incluya, ni políticas públicas de reconocimiento de la identidad de género, o políticas de salud específicas.

¿El Estado implementa políticas que intenten, de alguna manera, disminuir las diversas formas de violencia contra la mujer?

XR: El trabajo doméstico, por ejemplo, no es reconocido y esto precariza la vida de las mujeres al impedirles contar con sus propios recursos para subsistir. Entonces, muchas mujeres deben permanecer en los hogares, pese a las violencias que reciben, por no tener donde ir o como sustentarse. Muchas se encuentran en un estado de abandono por parte del Estado, el cual no lo considera relevante dentro de sus propuestas de políticas públicas. Más bien, asume acciones vagas, inconsistentes y que no son suficientes para generar bienestar para las mujeres. Creemos que el Estado en materia política y educativa no ha tomado conciencia de lo que sucede, sus acciones y recursos son más bien insignificantes para lo que queremos: un cambio radical del sistema capitalista y patriarcal.

También se agrede a las comunidades indígenas intentando amedrentarlas, han arrestado a la Machi Francisca Linconao y otras mujeres de comunidades mapuches para que dejen de luchar y guarden silencio. Mientras, el Estado dominado por el capital sólo funciona como administrador de políticas públicas para favorecer a las familias más poderosas en el país. En este sentido, la corrupción en Chile se ha transformado en un ejercicio cotidiano de los grupos políticos, apareciendo en estos últimos años innumerables casos de coimas, abusos, desfalco económico y robos a las arcas públicas, las que quedan sin ninguna sanción política, ni económica, ni social.

¿Tienen estadísticas que den cuenta de los femicidios cometidos cada año?

Maura Gálvez: Contabilizamos el año pasado a 58 mujeres asesinadas. Esta cifra no cuenta las mujeres trans ni travestis. En 2017, contamos hasta el momento la cifra de 9 mujeres asesinadas.

XR: La violencia extrema de los femicidios no se detiene porque no existen políticas en la cual se involucre a toda la cultura. No hay leyes acordes, ni planes de educación social, ni cambios en las estructuras de poder que den cuenta real de la detención de esta violencia extrema.

¿Qué triunfos ha conquistado el movimiento feminista en Chile?

XR: El feminismo principalmente ha puesto en duda la autoridad patriarcal: desobedecer la cultura de dominación impuesta. Históricamente, ha conquistado el derecho a voto, a estudiar, a tener una mayor independencia económica. Lograr que se tome como política pública la píldora del día después, cuestión que, de todos modos, no soluciona el derecho a decidir sobre los propios cuerpos. Instalar las cátedras de género en las universidades.

El feminismo ha logrado instalar la incomodidad ante la situación de abuso, de esclavitud. Ha instalado la polémica sobre la maternidad obligatoria. Ha logrado visibilizar la violencia específica de los femicidios y la misoginia, para criticarlos y erradicarlos de una sociedad más crítica y respetuosa de los derechos humanos de las mujeres. Ha instalado la inquietud y la necesidad de cambiar los tratos desde el cotidiano a lo macro y para ello estamos en las calles, en los trabajos, en la redes sociales, universidades y desde el hogar realizando cambios de tratos, conductas y respondiendo a las agresiones con la determinación de erradicar la violencia extrema sustentada por esta cultura patriarcal y capitalista deshumanizada.

Esta movilización mundial es inédita. ¿Qué puntos en común se observan en las luchas de los países de la región?

MG: Primero, el derecho a la vida: que dejen de matarnos. Este es un derecho transversal a todos los países, que empezó a posicionarse más a partir del 2015, en la movilización de Ni Una Menos de las argentinas, el 3J. En Chile, hace unos 4 años, la movilización del 8M viene siendo una de las marchas más masivas. Otra demanda común que tenemos con las otras compañeras latinoamericanas es la demanda por el derecho al aborto legal, libre, seguro y gratuito. En Chile tenemos una legislación sumamente cavernaria respecto al tema.

También compartimos la demanda de “igual trabajo, igual salario”. Las mujeres chilenas recibimos en promedio un 30% menos que los hombres. Otra demanda relacionada con esa tiene que ver con el sistema de pensiones: al estar tremendamente precarizadas, implica que al final de nuestras vidas tenemos pensiones de miseria. Esto es tanto para hombres como para mujeres, pero nuestras pensiones son menores aún. Y queremos que se reconozca que nuestro trabajo doméstico vale: que las mujeres que cumplimos labores domésticas en el hogar, que es lo que permite que el capitalismo siga funcionando, debiéramos tener un pago del Estado por esa labor.

¿Cómo será la movilización que preparan para el 8M?

MG: Desde la coordinación de Ni Una Menos Chile, adherimos al paro internacional de mujeres y estamos llamando a una gran movilización a nivel nacional. Apuntamos a que este año sea una movilización histórica. A los gobiernos del mundo les decimos que las mujeres estamos organizadas y en la calle. Por eso, nuestra consigna para este año es: “Organizadas y en la calle, contra todas las violencias y por todos nuestros derechos”.

Nodal


Entrevista de Nodal a Gloria Tello, educadora popular y feminista mexicana: “Planteamos una lucha contra el patriarcado y el neoliberalismo”

Por Tomás Forster – Nodal

En México, los casos de violencia de género se repiten cotidianamente. “Aquí la violencia generalizada permea de manera brutal y, en particular, a las mujeres. Estamos hablando de que siete mujeres son asesinadas por día en nuestro país”, explica Gloria Tello de larga trayectoria en la defensa de los derechos de las mujeres ubicadas en los estratos más vulnerables de la sociedad mexicana. Integrante del espacio Las Constituyentes CDMX Feministas, Tello dialogó con Nodal sobre los elementos salientes que tendrá la jornada del 8M en la tierra de Frida Kahlo y Chavela Vargas.

¿Cómo espera que se viva en México el Paro Internacional de Mujeres?

Soy muy optimista: espero una movilización muy amplia, creativa, plural y con expresiones diversas. Contaremos con un grupo muy importante de académicas críticas que van a estar en el monumento a la “Ángela” de la Independencia, realizando actividades culturales. Una segunda iniciativa, en la que participamos nosotras, consistirá en un círculo alrededor de la Ángela de la Independencia formado por una veintena de organizaciones sociales, sindicales y universitarias en la que plantearemos nuestro posicionamiento político común. La tercera actividad prevista es una marcha desde la Ángela de la Independencia hasta el Zócalo de la Ciudad de México. De esta manifestación participarán grupos feministas y organizaciones sindicales. También se están llevando adelante convocatorias en varios estados del país.

¿Qué características tiene la iniciativa que la encuentra como una de las organizadoras y cuáles son sus reclamos fundamentales?

Nos proponemos rescatar la memoria histórica de las luchas de las mujeres trabajadoras. Buscamos apropiarnos de la herramienta del Paro Internacional como una posibilidad de visibilizarnos y decir “aquí estamos presentes”. Nosotras estamos muy conscientes que, en este momento, hay un giro neoconservador en América Latina y en el mundo. Particularmente, en nuestro país, esto lleva varios años. Es por eso que planteamos una lucha contra el patriarcado  y el neoliberalismo. Por eso este paro del 8M es un momento muy significativo en el que nos detenemos recordar que la mayoría de las mujeres que trabajan en México lo hacen en el sector informal, sin seguridad social, sin estabilidad ni derechos laborales, sin ingresos fijos y dignos. El salario percibido por las mujeres es cada vez más precario y la feminización de la pobreza en nuestro país aumenta día a día. También marcamos que las tareas del hogar y las tareas del cuidado que realizamos en el ámbito de lo cotidiano no se remuneran y al contrario se vuelven más intensas con la crisis económica que va empeorando estas condiciones. Marcamos que persiste la desigualdad, la discriminación y la segregación contra nosotras. Que seguimos enfrentando diferentes tipos de violencia en todos los ámbitos: en especial el acoso y el hostigamiento en el ámbito laboral que deterioran nuestras condiciones de vida. Y planteamos que no existen procedimientos eficaces en contra del acoso laboral y que la justicia suele mirar para otro lado en estos casos. Que los Estados criminalizan de manera muy fuerte a los movimientos migratorios y de manera particular a las mujeres migrantes. Paramos también por el derecho al aborto libre y para que no se obligue a ninguna niña a la maternidad.

¿Cuál es la situación que se vive actualmente en México respecto a la problemática de la violencia de género y los femicidios?

Aquí la violencia generalizada permea de manera brutal y, en particular, a las mujeres. Estamos hablando de que siete mujeres son asesinadas por día en nuestro país. Hay también una tendencia muy fuerte de crímenes de odio contra mujeres lesbianas y mujeres transexuales en un marco de gran impunidad. Existen, además, presas políticas perseguidas y asesinadas en nuestro país por la defensa de los derechos humanos, por los territorios y los recursos. Mujeres encarceladas por abortos inseguros, que son criminalizadas, u otros casos como los de niñas que son víctimas de violaciones y que se les impide también el derecho a decidir interrumpir el embarazo, a abortar, a tener la libertad de decidir sobre su propio cuerpo luego de sufrir un abuso sexual. Hay una gran cantidad de crímenes contra mujeres por parte del narcotráfico que quedan impunes y benefician al gran capital. Y nos faltan…nos faltan muchas mujeres desaparecidas por esta situación tan brutal de violencia de género.

¿Cómo analiza la posición del gobierno de Peña Nieto en relación a estas cuestiones?    

La primera exigencia al presidente Peña Nieto es el cese de la violencia. Demandamos que se ponga un alto a la violencia brutal de los grupos policiales y parapoliciales ligados al narcotráfico, en especial que se le ponga un freno desde el Estado a la trata de personas. Que los jueces, y las instituciones responsables de hacer que la justicia se cumpla, hagan responsablemente su papel. Es muy importante que la sociedad comprenda que el Estado debe hacerse responsable y ocuparse de esta violencia que estamos viviendo. Tiene que haber una alerta con el tema de la violencia de género a nivel nacional. Nosotras hablamos de la “Alerta de Género”, demandamos que el Estado ponga un freno a esta brutal situación de violencia contra las mujeres y se aborde en profundidad el problema. Y esto es responsabilidad del gobierno porque este tipo de violencia daña no sólo a las mujeres sino a toda la sociedad en su conjunto. Por eso nos parece tan relevante el paro de este miércoles. Es un paro también del trabajo doméstico, dejar de hacer las tareas cotidianas para que se vea y se valore ese trabajo que realizamos y se lo reconozca. Planteamos un sistema público de cuidados para que el gobierno, los patrones, las empresas, los hombres, la sociedad en su conjunto se hagan cargo de cumplir, acompañar y apoyar este trabajo doméstico y que no sea sólo responsabilidad de las mujeres.

Nodal

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