Óscar Ortiz, vicepresidente de El Salvador: “El legado de los Acuerdos de Paz, a los 25 años, es la plataforma de una nueva construcción democrática”

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Por Beatriz Benítez

Sin temor a equivocarse, el vicepresidente de la república, Óscar Ortiz, sostiene que el mayor legado de los Acuerdos de Paz, que pusieron fin a la guerra civil, es la construcción de una plataforma democrática bajo la cual se creó una nueva institucionalidad. Pero, a 25 años, sostiene que la deuda y el desafío que tiene el país están enmarcados en la seguridad, economía y reformas a la Constitución. En esta entrevista, a Ortiz, quien fue miembro de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí, también se le cuestiona sobre los beneficios que reciben los funcionarios y que fueron temas que criticaron cuando fueron oposición política.

Estamos a escasas horas de cumplir 25 años de haber firmado los Acuerdos de Paz y se espera una conmemoración a lo grande este 16 de enero. ¿Cuál es la relevancia?

La relevancia es que en 1992, un 16 de enero, se tuvo una decisión sabia y con una visión de futuro, tomando en cuenta las partes actuantes en el conflicto y los principales liderazgos de aquel momento del conflicto tuvieron la sabiduría de saber interpretar el momento en que había que terminar con la guerra, en que había que cerrar un capítulo en la historia para volvernos a reencontrarnos como salvadoreños en una nueva plataforma de construcción democrática. Creo que el legado de los Acuerdos de Paz, a los 25 años, es la plataforma de una nueva construcción democrática del nuevo El Salvador. Y, sin duda alguna creo, sin temor a equivocarme, que es el mayor valor agregado de esos Acuerdos en este primer ciclo histórico. Uno puede identificar cualquier cantidad de limitaciones, de problemas, de desafíos que tenemos como país, pero no puede compararse El Salvador antes de los Acuerdos de Paz y después de los Acuerdos de Paz, son dos historias totalmente distintas, y eso prueba que más allá de las dificultades, más allá de las diferencias, los salvadoreños en la historia hemos demostrado que cuando tenemos voluntad de reunirnos, y cuando tenemos voluntad de trabajar por un punto en común, por una visión en común, por un sueño en común, somos capaces de desafiar y superar cualquier dificultad, y los Acuerdos de Paz lo demostraron, y es tan así que es uno de los procesos más exitosos en el mundo, porque a partir de que iniciamos esa nueva plataforma democrática hoy, al cerrar este primer ciclo histórico seguimos construyendo en esa dirección (…) El Salvador en este primer periodo histórico creo que es de los países con una institucionalidad democrática creciente, más fuerte y más sólida. Reformamos la Constitución, creamos instituciones que van creando cada vez más fuerza y autonomía. Por ejemplo, se creó una Procuraduría de Derechos Humanos, se ha dado más independencia a la Fiscalía, el Órgano Judicial recientemente fue tomando su papel como mandato constitucional, la Asamblea Legislativa dejó de ser una repetidora y pasó a jugar su papel. El Ejecutivo tiene su campo de acción, hay unos pesos y contrapesos mucho más claros, y sobre todo, más allá de las dificultades que tenemos, porque siempre es más complicado funcionar en una democracia que operar sin una democracia, pero la democracia es lo más aceptable y sostenible en el tiempo y creo que es innegable los cambios que nosotros hemos tenido en este primer periodo histórico.

¿Cuáles son las principales deudas de los Acuerdos de Paz?

Creo que el momento histórico de la firma de los Acuerdos de Paz, el liderazgo de aquel momento cumplió con un llamado, con una necesidad, y además, con un clamor ciudadano de las familias, que estaban fuera y dentro, y además de la comunidad internacional, pero sobre todo del clamor ciudadano de cerrar el ciclo de la guerra y abrir un proceso bajo nuevas normas de juego democrático.

A 25 años, hoy, la deuda y el desafío que tiene el país es renovar un nuevo tratado nacional, es actualizar un nuevo gran Acuerdo Nacional que tiene ahora similares desafíos en tiempos distintos y en dinámicas diferentes. Por ejemplo, de aquí a 2030, es clave que, a propósito de los 25 años de los Acuerdos de Paz, las fuerzas políticas, económicas y sociales centremos al menos tres grandes acuerdos, si queremos que este país siga creciendo, siga siendo viable, si queremos que este país tenga la posibilidad de entrar a una ruta de prosperidad y demás oportunidades. Lo primero que tenemos que hacer es refrescar nuestra Constitución. Ha llegado el momento de hacer un consenso básico sobre ciertas reformas constitucionales de cara a los nuevos tiempos, a los nuevos momentos.

Dos: En el tema de la seguridad necesitamos tomar un acuerdo de largo alcance. De aquí a 2030 no nos podemos dar el lujo de ser de los países más inseguros, más violentos, y donde se está sacrificando la vida de miles de jóvenes y exponiendo la vida de miles de niños. El país tiene que cerrar ese ciclo, y no debemos de pensar solo en dos años, debemos de pensar en cinco, 10, y 15. Y, ahí tenemos que entender que no hay ganadores ni perdedores. O sea, no es que gane un Gobierno porque hizo bien las cosas en seguridad, y pierde el otro que no lo hizo, es el país, el Estado; y el liderazgo político tenemos que entender que si no superamos estructuralmente el tema de la inseguridad, cualquier plataforma democrática que esté en marcha está profundamente amenazada.

Y, tercero: es sencillo de identificarlo, el acuerdo económico que esté centrado en el empleo. Hay que dejar de una vez por todas la latente realidad de que para tener éxito hay que irse del país. El país tiene que ser un lugar de éxito, y para eso hay que dar un giro casi completo en la nueva visión para generar empleo, tanto de la izquierda como de la derecha, nosotros necesitamos poner en el centro el empleo, y el empleo digno. Pero, para que eso se produzca en gran escala como lo necesitamos, tenemos que ponernos a trabajar todos en esa dirección, independientemente de quién esté en el Gobierno, y quién esté en la oposición, es el empleo. Porque a propósito de las situaciones que se vienen hoy, no es normal y debe avergonzarnos en el futuro a todos los liderazgos políticos, económicos y sociales que nuestro país siga siendo una plataforma que expulsa a su gente. Creo que un buen ejemplo que tenemos cerca, no hay que irse lejos, es Costa Rica, más allá de las dificultades que tiene Costa Rica, pero solo tiene 2 % de población que ha emigrado. O sea, quiere decir que se puede. Entonces, ahí tenemos tres temas que no hay que andarlos buscando, no hay que andar buscando tanto asesor, y tanta gente que nos venga a decir lo que tenemos que hacer, nosotros sabemos lo que tenemos que hacer, lo que se requiere es voluntad, seriedad, y la responsabilidad que tomaron los líderes allá en el 91, 92, para firmar los Acuerdos de Paz.

¿Cuando habla de reformas a la Constitución, en qué sentido deberían de ir?

En varios sentidos, casi en todos. En lo político hay que afinar temas de periodos electorales, muy cortos los periodos electorales; de niveles de representación para no andar haciendo cambios a cada rato; de, por ejemplo, de todo el tema que tiene que ver con los procedimientos constitucionales para no estar a cada rato también teniendo que recurrir a situaciones de inconstitucionalidad. En el campo social, por ejemplo, necesitamos hacer unas adecuaciones, los tiempos han cambiado mucho.

Y, en el tema económico está claro, necesitamos, tenemos que hacer movimientos porque la estructura del Estado en los últimos 30, 40 años, no se organizó para generar empleo, se organizó prioritariamente para otras cosas; hoy necesitamos un Estado y un Gobierno que esté organizado fundamentalmente para generar empleo, y dotar al país de aquellos servicios esenciales que permiten el desarrollo humano de una población como es educación, salud que es importantísimo, y hacer llegar hasta el último rincón del país todos aquellos servicios públicos.

¿Después de los Acuerdos de Paz, el desarrollo del país no se logró porque las élites políticas o los gobernantes, desde los gobiernos de ARENA, no tomaron decisiones pensando en el bien común, sino en intereses particulares?

Todo eso es bien relativo, hay que tener cuidado, no es que el país no se ha movido, el país se ha movido. Hoy tenemos la clase media mucho más extendida, lo que pasa es que las expectativas cambian, tus expectativas, por ejemplo, no son las expectativas de tu mamá o de tu abuelo, y la expectativa de nuestros hijos no va a ser la expectativa nuestra. Entonces, siempre es relativo. Porque en la medida que vos entrás a un escenario de mayor comodidad, tus aspiraciones crecen por encima de esa comodidad. Por ejemplo, las expectativas de los años ochenta ¿cuáles eran?, terminar el conflicto. Las expectativas de los años noventa ¿cuáles eran?, no regresar al conflicto. Las expectativas del año 2000 ¿cuál es?, más democracia. Y hoy, ¿cuál es la expectativa de la década del 10 al 20?, prosperidad y calidad de vida. Entonces, no hay que confundir los ciclos, sino que hay que conectarlos.

Uno de los logros del FMLN fue llegar al Poder Ejecutivo. ¿Han sabido responder estos dos gobiernos a la confianza del voto que les dio la gente? La pregunto porque en el pasado ustedes criticaban cosas como el despilfarro, el uso de vehículos, los seguros médicos privados, beneficios que son pagados con impuestos de la gente, y se le alega ahora que se siguen usando porque ya estaban, pero ¿por qué no se ha cambiado?

No porque hay que tener cuidado también en eso. Yo no soy muy partidario de eso. Porque nosotros tendemos a hacer otra simplificación de las cosas, de que todo lo que fue hecho por otros es malo y todo lo que hago yo es bueno, perdemos el sentido de proceso, y el país necesita recuperar el sentido de proceso. Por ejemplo, hace 10 años no había Ley de Acceso a la Información en el país, el mayor problema no era otra cosa, es que no había acceso a la información, hoy el 98 % de toda la información del Estado está abierto a los ciudadanos, ese es un éxito de proceso (…) Los casos de independencia de poderes, hace 15 años no había independencia de poderes, hemos avanzado, hoy tenemos otra realidad de una mayor independencia de poderes (…) Entonces, todo eso es parte del arte de la democracia. Y lo que no podemos nosotros es hacer una caricatura de eso (…) Es decir, hay quienes tienen su propio avión, hay quienes no lo tienen, eso depende de la capacidad económica de un país, porque si no en el futuro vamos a cuestionar de por qué un diputado anda una corbata, y por qué una guayabera, o puede ser hasta criminalizado alguien porque anda un carro, o sea, las cosas no se puede hacer caricatura de todo eso, yo creo que lo importante es saber cómo el país va generando condiciones para que la actuación pública cada día sea más abierta a los ciudadanos.

Pero, un funcionario se puede comprar su casa, su carro, su corbata con su sueldo, pero en este caso son beneficios que se los está pagando la población.

Pues sí, pero ¿cuál es el pecado ahí si está por ley?

Son recursos del pueblo…

No, ¿si está por ley?

Se puede quitar…

¡Ah bueno!, pues sí, pero eso ya es otro rollo, es parte de un proceso. Vos podés decir: ‘mire, no quiero que nadie tenga seguro’, es una decisión, si se toma, perfecto, yo estaría de acuerdo en eso. Pero no quiere decir eso que porque lo hace alguien en el marco de la ley sea un delito ni sea una (…) yo no tengo seguro como vicepresidente, ni el presidente lo tiene, ni cuando estuve de alcalde los concejales tenían. Pero, no quiere decir que sea ilegal otros que lo hacen.

¿No es cuestión moral?

Tampoco es cuestión moral. No, y ¿por qué va a ser moral? Pues sí, pero por eso te digo que hay que tener cuidado de esas caricaturas (…) Hay una campaña internacional de presentar a todos los políticos ahora o como corruptos o como incapaces o como irresponsables, pero nadie se atreve a ir a participar en una elección, porque incluso, los que más muchas veces critican son incapaces de ganar una elección, entonces los juegos democráticos son así.

¿Las celebraciones de los Acuerdos deben ser actos momentáneos o qué se debe de hacer para que siempre esté presente ese momento histórico?

Nosotros necesitamos cada año hacer una memoria histórica de lo que fuimos, para traer un pensamiento fresco de lo que somos, pero lo más importante ahí es tomar lo mejor de ese pasado, el ánimo de este presente para abrazar de una manera distinta y más prometedora el futuro. Yo creo que nosotros no nos podemos llenar de pesimismo, yo no creo en el pesimismo ni en la amargura ni en el odio, porque el país tiene algo más que ofrecer y eso tenemos que entenderlo porque las generaciones que vienen creciendo se merecen algo mejor y diferente, porque nuestros padres no nos dieron tampoco todo a nosotros, el destino nos encontró y tuvimos que ser guerreros de la paz y de la guerra, y hemos sido lo que somos. Esta generación de la posguerra, que se ha venido construyendo en los últimos 10, 15 años, tiene que tomar un renovado protagonismo y ponerse al frente del país. Los que hicimos la guerra, y hemos sido clave en la transición o hemos sido protagonistas, estamos tratando de cumplir de la mejor manera, pero hay otros, que son jóvenes ahora de menos de 40 años, que tienen que tomar un renovado compromiso con el país, y lo tienen que hacer con la misma fuerza.

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