México: Los desafíos del presente – Por Josefina Morales

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En los primeros días del 2017 se precipitan y condensan en el país todos los errores/horrores del imperialismo, del capitalismo en esta fase de su crisis civilizatoria, que presiden la política económica neoliberal en nuestro país desde 1982. Política constitucionalizada con el TLCAN desde 1994, reforzada con la Iniciativa Mérida y la guerra contra el narcotráfico con el panismo de Fox y Calderón y profundizada con el entreguismo del priísmo de Peña Nieto a partir de 2013 con el mal llamado Pacto por México y susreformas estructurales: fiscal, educativa, energética y el proyecto en curso para institucionalizar la participación militar en los asuntos de seguridad interior reforzando las tendencias autoritarias del régimen en descomposición.

El primero de enero el gasolinazo de un 20% en el precio de la gasolina prendió fuego y dio cauce a la protesta popular, espontánea y simultánea en casi todos los estados de la República con numerosas manifestaciones, cortes de carreteras, cierres simbólicos de instalaciones de Pemex y otras muestras de descontento y rechazo popular. Al mismo tiempo se presentaron tumultos -provocados, orquestados o no-que llevaron al saqueo de centenares de tiendas de la esquina y de autoservicios en varias entidades y a la detención de centenares de personas.

Hierve el caldo de la ira popular atizado por el empobrecimiento creciente y el continuo deterioro de las condiciones de vida, por el ascenso de la política represiva frente a las resistencias populares, la corrupción vergonzante de la élite política y el entreguismo y sometimiento más descarnado de un débil ejecutivo al imperialismo estadounidense, ahora personificado en el multimillonario racista, xenéfobo y neofacista presidente electo de los Estados Unidos que está sometiendo a nuestro país a una ofensiva sin precedente en las últimas décadas, violando todas sus reglas del supuesto libre comercio.

La insatisfacción creciente de la sociedad mexicana encuentra sus raíces en la política del capitalismo neoliberal que ha provocado la máxima concentración de la riqueza a partir de la sobreexplotación del trabajo que ha llevado a la pérdida prolongada del poder adquisitivo del salario y la precariedad creciente de las condiciones de trabajo. Así tenemos en México a uno de los empresarios más ricos del mundo y uno de los salarios mínimos más bajos del mundo.

El ingreso promedio de los trabajadores, equivalente a dos o tres salarios mínimos insuficiente para satisfacer el costo de la canasta básica, enfrenta una fulminante pérdida del poder adquisitivo por el impacto de este aumento en el transporte del abasto popular, de los trabajadores y de los escolares (de todos lo niveles). El gasto promedio de los hogares destinado a transporte y comunicaciones representaba 18.8% del total en 2015, gasto proporcionalmente mayor para los sectores de menores ingresos.

La devaluación en curso nos arrastra a la espiral inflacionaria frente a un raquítico aumento salarial. A finales de enero de 23017, el salario mínimo es equivalente a 115 dls. mensuales.

La renovada ofensiva del capital contra el trabajo y el creciente autoritarismo del poder en la crisis orgánica por la que atraviesa el régimen político se expresa en la ancestral explotación y dominio de los pueblos indígenas del país; el violento e ilegal cierre de fuentes de trabajo como la de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y de Mexicana de Aviación; el intenso despojo de la tierra y el agua de los pueblos por la minería depredadora del gran capital; en la reforma educativa de este sexenio rechazada por los maestros, masivamente por la Coordinadora Nacional de la Educación; en la ofensiva contra los trabajadores mineros o en la creciente problemática urbana provocada por el voraz sector inmobiliario.

México y el imperialismo: el saldo económico del TLCAN y Donald Trump

La política económica neoliberal del país, de De la Madrid (1982-1988) a Peña Nieto (2012-2018) priorizó el mercado externo abandonando el mercado interno y nos ha llevado a un crecimiento raquítico y desigual.

La globalización con el neoliberalismo y el TLCAN conformaron un capitalismo neocolonial en el que México ha perdido su soberanía nacional: de la pérdida de la soberanía alimentaria a la monetario-financiera y a la de seguridad nacional. La reproducción de la dependencia se manifiesta al enlazarnos en las cadenas trasnacionales de valor en las que trabajan cerca de 2.5 millones de trabajadores mexicanos, como el eslabón más débil de la cadena que puede romperse y del que, en su caso, pueden llegar a prescindir.

Crítica es la situación energética provocada por la reforma del sector que nos ha llevado a una creciente importación de gasolina, hoy desabasto especulativo ante la liberalización, entrega del petróleo al capital extranjero.

El comercio exterior mexicano, dominado por las trasnacionales, ha mantenido el déficit estructural característico de las economías dependientes, sólo durante los primeros siete años de tratado de libre comercio fue positivo. Lo que sí ha presentado es un superávit con Estados Unidos y un déficit con el resto del mundo y, sectorialmente, sólo registra un superávit en el sector automotriz.

Las exportaciones a Estados Unidos se multiplicaron seis veces y en 2015 alcanzaron 308 788 millones de dólares, 85% del total, mientras las importaciones se diversificaron a partir del 2000 cuando Estados Unidos todavía concentraba cerca de las tres cuartas partes del total y menos de la mitad en el último año, mientras las de Europa alcanzaban 11.1% y las de Asia 34.3%, correspondiendo a China más de la mitad de éstas.

En México, la Inversión Extranjera Directa que soporta este capitalismo exportador, superó los 350 000 millones de dólares entre 1999 y el tercer trimestre de 2016, cerca de la mitad nueva inversión y una tercera parte destinada a la adquisición de empresas mexicanas. La de Estados Unidos bajó de representar 72% de la total al 45.9% en esos años, concentrada en la industria automotriz. Parte de la inversión y de las importaciones no estadounidenses fueron para productos que serían exportados a Estados Unidos.

Los flujos financieros son crecientes y van en gran parte a los bonos públicos que han multiplicado la deuda interna en los últimos años.

La deuda pública total representa más de la mitad del PIB y con la privada externa supera el 60%.

Desde 2015 se registra un proceso de deterioro de la balanza de pagos con la caída de los precios del petróleo, el menor crecimiento de las exportaciones y el cambio de la política monetaria de Estados Unidos.

Esto provocó a lo largo de 2016 mayores flujos especulativos de entrada y salida y un continuo proceso devaluatorio del peso mexicano que cayó de 13.9 pesos por dólar en noviembre de 2014 a 16.6 en 2015 y a 20.6 en 2016. A finales de enero de 2017 el tipo de cambio ronda los 22 pesos por dólar.

El otro factor determinante en la economía nacional, amenazado por la política de Donald Trump, es el de las remesas enviadas por millones de trabajadores mexicanos que con papeles y sin papeles laboran en condiciones de precariedad en Estados Unidos. Entre 1995 y 2015 llegaron al país 334 880 millones de dólares por remesas y desde 2015 han superado a los ingresos petroleros.

La respuesta del gobierno mexicano ante las amenazas racistas de expulsión de millones de trabajadores mexicanos sin papeles, la construcción de un muro en la frontera que deberán pagar los mexicanos y el neoproteccionismo es casi inexistente. Acepta sumiso las amenazas y a lo más recicla a Videgaray, anterior secretario de Hacienda responsable de la invitación a Trump cuando era candidato que fue ampliamente rechazada en el país y llevaron a su destitución. Antes de la toma de posesión del nuevo presidente estadounidense fue designado secretario de Relaciones Exteriores esperando que pueda abrir las puertas con Donald Trump.

En el gobierno de Peña Nieto no se habla, siquiera, de aplicar el capítulo del TLCAN de solución de controversias ante las medidas unilaterales de Trump y de la Ford que antes de su toma de posesión ya cancela inversiones en nuestro país y habla de poner impuestos violando los términos del tratado.

Desde la negociación del TLC, a principios de los años noventa, varias voces señalaron lo lesivo para los trabajadores y para la nación en su conjunto. El libre comercio no ha favorecido a los trabajadores mexicanos ni a los trabajadores de ningún país, los beneficiados han sido los grandes capitales trasnacionales y financieros. Hoy, los desafíos son mayores para las fuerzas sociales y políticas de nuestro país. El imperialismo afila sus garras mientras el gasolinazo del primero de enero, que responde a la entrega del mercado nacional de energéticos al capital, nacional y extranjero, ha desatado la ira popular.

(*) Investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM y secretaria de la Sociedad de Economía Política y Pensamiento Crítico de América Latina.

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