María Ángela Holguín, canciller de Colombia: «El punto no es que las Farc bailen. El punto tiene que ver con la conducta de los observadores de la ONU»

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Cuando se habla de Francia, la comunidad internacional tiene claro que se trata de uno de los cinco países más poderosos del mundo. Ser miembro del Consejo de Seguridad de la ONU —junto con Estados Unidos, China, Inglaterra y Rusia— significa, ni más ni menos, hacer parte del exclusivo grupo que tiene a su cargo, entre otras cosas, tomar decisiones que respondan a las crisis que hay en el mundo y, sobre todo, determinar cuándo y dónde se debe desplegar una operación de mantenimiento de la paz.

Eso lo tuvo claro el presidente Juan Manuel Santos cuando, en noviembre del 2015, llegó a Manila (Filipinas) a participar en la Cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). Desde allí aprovechó para abonar el terreno que, posteriormente, definiría el rol de Naciones Unidas en la implementación del Acuerdo de Paz. Cuando Santos habló con los cinco presidentes de los países con presencia permanente en el Consejo de Seguridad, pronto se confirmó que habría una misión en Colombia verificando el cese bilateral del fuego y las hostilidades con las Farc.

Por eso, no sorprende la visita que hará el presidente de Francia, François Hollande, a una de las zonas de ubicación donde estará la guerrilla. Ya lo hizo su embajador, Jean-Marc Laforêt, quien estuvo hace pocos días en el caserío de La Elvira, en el Cauca, y, en todo caso, como dijo la canciller María Ángela Holguín en entrevista con El Espectador, es indudable que su visita le dará un impulso a la implementación de los acuerdos de paz.

Es cierto que el de Hollande ha sido un gobierno criticado, y Francia se enfrentará en pocos meses a unas elecciones nada fáciles. Los ciudadanos del país de la libertad y la fraternidad buscarán un candidato que les asegure que no se repetirán actos terroristas como los perpetrados en París y Niza, pero, en todo caso, las masacres yihadistas que se han registrado en otros continentes no pueden ser usadas como botín político para cuestionar la visita de Hollande, tildándolo de incapaz de hacerle frente a un conflicto de siglos, como lo hizo el expresidente Álvaro Uribe.

Sobre esa visita, que se suma al debate generado por el episodio de fin de año en el que integrantes de las Farc aparecen bailando con observadores de la ONU y por la decisión de expulsarlos, y sobre el futuro de las relaciones con Estados Unidos cuando el 20 de enero se posesione el presidente electo, Donald Trump, habló la ministra Holguín con este diario.

Empecemos por hablar sobre la visita que hará el presidente francés, François Hollande, a las zonas de ubicación de las Farc, en dos semanas. ¿A qué irá exactamente a esas zonas?

El presidente francés había manifestado su voluntad de venir a Colombia desde hace algún tiempo. En la organización de la agenda, el gobierno francés manifestó su intención de visitar una zona veredal, como parte del apoyo al proceso de paz. Francia, desde el Consejo de Seguridad, ha apoyado el proceso, y participa en el fondo recién creado de la Unión Europea. Así que el Gobierno aceptó dicha visita, en la cual estará acompañado por el presidente Juan Manuel Santos.

A la visita del presidente Hollande se sumaron las críticas en torno al baile navideño que hubo entre integrantes de la misión de la ONU con integrantes de las Farc. ¿Le parece que estuvo mal este episodio o, por el contrario, es mejor verlos bailando que matándose en el monte?

La Misión de la ONU es una misión neutral e imparcial que viene a verificar y monitorear el cese del fuego y la dejación de las armas. Como neutrales e imparciales que son, así se deben comportar. El trabajo de la misión es fundamental para el éxito en esta etapa del proceso. El punto no es que las Farc bailen. Qué bueno que bailen y, como usted dice, mejor a que estén en el monte. El punto tiene que ver con la conducta de los observadores de la ONU.

¿Qué opina de los sectores que precisamente se han aprovechado de este tipo de situaciones para poner en tela de juicio la credibilidad del Acuerdo de Paz?

Eso lo harán los sectores que están en contra. Con o sin baile, lo importante es que se mantenga una conducta propia de la importancia de este proceso. Sin duda, oiremos críticas por cualquier razón.

Le cambio de tema. Usted ha estado al frente del programa de desminado humanitario y de la entrega de El Orejón (Antioquia) como territorio libre de minas. ¿Cómo avanza ese proceso para lograr que Colombia sea en el 2021 un país libre de minas?

La experiencia de El Orejón ha sido exitosa. No es fácil porque son muchas minas sin un mapa claro de dónde están. El trabajo con la comunidad ha sido fundamental. Eso hicimos en El Orejón: escuchar sus necesidades, y hoy hay proyectos productivos. El desminado y la sustitución de cultivos van de la mano de proyectos sociales para darles a las comunidades una posibilidad real de subsistencia. Es un reto inmenso, pero la voluntad y el compromiso del Gobierno son totales.

Finalmente, se acerca la posesión del presidente electo de Estados Unidos, el 20 de enero. ¿Cómo cree que se afectarán las relaciones bilaterales y el mismo Acuerdo de Paz con la llegada de Donald Trump a la Presidencia de ese país?

Como el mundo entero, estamos a la expectativa. Esperamos que las relaciones bilaterales no se afecten y que el apoyo al proceso de paz continúe como hasta ahora. Este proceso le conviene a los Estados Unidos: el punto 4 del Acuerdo, sin duda, va a ser positivo tanto para Estados Unidos como para la lucha global contra las drogas. Además, para el gobierno de Estados Unidos, que se acabe una guerra, la última del continente, es importante.

El Espectador

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