Liberar a Oscar López es un acto de justicia – El Nuevo Día, Puerto Rico

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Contexto Nodal
Oscar López Rivera es un líder independentista puertorriqueño, considerado el preso político más antiguo del mundo. Nació en 1943, fue veterano en la Guerra de Vietnam y en 1976 se integró a la lucha clandestina por la independencia de Puerto Rico en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN). En 1981 fue capturado por el FBI y condenado a 70 años de prisión por el delito de “conspiración sediciosa”. Puerto Rico es un Estado Libre Asociado de Estados Unidos.

Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El justo reclamo del pueblo de Puerto Rico se hizo realidad ayer cuando, en una de sus últimas acciones presidenciales, Barack Obama ejerció su clemencia ejecutiva para conmutarle la sentencia al líder independentista Oscar López Rivera, quien quedará finalmente en libertad el 17 de mayo próximo.

Obama atendió así una petición, que a fuerza de perseverancia y convicción se hizo internacional, a menos de 72 horas de que finalizara su segundo término en la Casa Blanca.

Previo a esta concesión, el liderato político del país rompió su acostumbrado atrincheramiento en posturas contrarias para pedir la excarcelación por claras razones humanitarias. Con ello se unieron a los sectores religiosos, artísticos, culturales y cívicos en y fuera de Puerto Rico que se movilizaron para solicitar el indulto al preso boricua, quien el pasado 6 de enero cumplió 74 años.

Y en días recientes fue el papa Francisco quien públicamente renovó su llamado a la compasión y el perdón para que Obama actuara antes de entregar el mando al presidente electo Donald Trump.

Fue decisiva también la coalición de las fuerzas políticas en Washington DC y otras ciudades de Estados Unidos y de la diáspora, que fue creciendo en fuerza e influencia. Entre ellos, el congresista boricua por Illinois, Luis Gutiérrez, un aliado político de Obama, fue uno de los más persistentes propulsores de la excarcelación de su compatriota, que vivió gran parte de su vida adulta en Chicago.

Para Oscar López Rivera, la larga espera por una respuesta terminó por fin este martes.

El puertorriqueño, quien concluirá así 35 años tras las rejas, 12 de ellos en solitaria, podrá ver cumplido su sueño de regresar a Puerto Rico, donde se anticipa que será objeto de un caluroso recibimiento. Antes de venir a establecerse en San Sebastián, su pueblo natal, López Rivera ha dicho que quiere ir a Chicago, la ciudad a la que llegó a los 14 años de edad y donde reside parte de su familia.

En este mismo espacio hemos afirmado en múltiples ocasiones que ya era tiempo de que López Rivera volviera a casa.

El peso de 55 años de prisión resulta muy severo para el delito de conspiración sediciosa por el que fue sentenciado un hombre al que nunca se le imputaron hechos de sangre y que en todo caso actuó motivado por sus ideales de libertad para su patria. El tiempo que ha pasado Oscar López confinado incluso es mayor que el que han cumplido delincuentes condenados por cargos de asesinato y trasiego de drogas, por ejemplo.

Hasta ahora Obama no había reconocido, al menos públicamente, la situación del puertorriqueño, a pesar de que en el pasado propulsó, y eventualmente celebró con regocijo, la liberación del líder sudafricano Nelson Mandela, ahora fallecido, quien pasó 27 años encarcelado en su país, convicto por delitos relacionados a su lucha en contra del apartheid.

López Rivera fue arrestado el 29 de mayo de 1981, imputado de conspiración contra el gobierno de Estados Unidos. En 1988, a la sentencia original de 55 años se le agregaron otros 15 por un supuesto intento de fuga. Nunca se le ha vinculado a los ataques de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional que causaron muertes.

En 1999, el entonces presidente Bill Clinton le ofreció la conmutación de la sentencia a López Rivera, pero este la rechazó porque quedarían presos dos de sus compañeros, los que eventualmente también fueron puestos en libertad. La solicitó formalmente en 2011.

Con la conmutación de esta sentencia excesiva, Obama termina su mandato haciendo un esperado acto de humanidad y justicia que agradecemos, como lo hace la inmensa mayoría del pueblo puertorriqueño en la Isla y en el exterior.

El nuevo día

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