El nuevo fracaso de la teoría del derrame (Centro de Economía Política Argentina)

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Un análisis de las ramas ganadoras y perdedoras de la etapa (2015-2016)

Con el arribo de Mauricio Macri a la Casa Rosada a fines de 2015 existió un “cambio” rotundo en las políticas de Estado. Este viraje estuvo dirigido a beneficiar a algunos sectores económicos por sobre otros, generando un nuevo esquema de ganadores y perdedores en la Argentina. En este informe se pretende identificar qué sectores de la actividad económica fueron beneficiados y qué sectores perjudicados durante el primer año de gestión de Mauricio Macri.

Ganaron, pero no derramaron

Las cuatro principales ramas “ganadoras” avanzaron 2,63 p. p. en la distribución del VAB. Entre los ganadores, se encuentra en primer lugar la agricultura, ganadería, caza y silvicultura que aumentó su participación en la economía 1,88 puntos porcentuales, posicionándose contundentemente por encima del resto de los sectores. En un segundo grupo de ganadores, se encuentran la intermediación financiera (con un incremento de 0,42 puntos porcentuales);electricidad, gas y agua (incremento de 0,18 puntos porcentuales) y la explotación de minas y canteras (incremento de 0,15 puntos porcentuales).

En la evolución del VAB estas cuatro ramas crecieron sensiblemente en la comparación interanual. Si el promedio fue de 38,57%, todas ellas superaron ampliamente este guarismo: agricultura, ganadería, caza y silvicultura, 75,33%, intermediación financiera, 52,80%, electricidad, gas y agua, 55,58% y explotación de minas y canteras, 43,78% (56,87% en promedio para las cuatro ramas). El avance de estas ramas no se produjo por un aumento de volumen físico, ya que sólo una de ellas (electricidad, gas y agua) tuvo un desempeño positivo en términos de producción física (2,38%). El resto cayeron sensiblemente: agricultura, ganadería, caza y silvicultura, 6,26%, intermediación financiera, 3,89%, y explotación de minas y canteras, 4,83% (3,15% en promedio para las cuatro ramas). El diferencial fue generado por la variación de precios que tuvo un desempeño excepcional: agricultura, ganadería, caza y silvicultura, 87,05%, intermediación financiera, 58,99%, electricidad, gas y agua, 51,96% y explotación de minas y canteras, 51,07% (62,27% en promedio para las cuatro ramas). Esta performance se encuentra íntimamente ligada al beneficio de la quita de retenciones, junto con la devaluación, la suba de tarifas y el aumento de la tasa de interés.

El sensible aumento del VAB de la rama no se tradujo en la generación de nuevos puestos de trabajo, sino que, por el contrario, este entre las cuatro ramas se despidieron 2.245 personas en la comparación interanual entre los tres primeros trimestres de 2015 y de 2016 (entre diciembre 2015 y septiembre 2016 los despidos fueron 5.483 casos). Estos cuatro sectores han representado históricamente sólo el 11,24% del empleo total, manteniéndose relativamente estable durante el periodo. La reducción de puestos de trabajo fue acompañada por una reducción en la producción, en mayor cuantía (0,88% vs 3,15%).

En cuanto a los salarios, estos se incrementaron al 30,19%, muy por debajo de la variación de los precios (56,87%), generando una pérdida vía precios al interior de la porción de participación de los salarios en el ingreso de la actividad de 19,30%. Adicionalmente, si se considera que cayó la productividad por hombre ocupado, el retroceso de la participación de los trabajadores en el ingreso de la rama se reduce a 17,39%.

Si se toma como valor de referencia una participación de los trabajadores en el ingreso nacional de 51,20% en 2015(UMET-CITRA), estimándose válido ese guarismo para las cuatro actividades mencionadas, dicho porcentaje sufrió una merma de 17,39%, es decir, los trabajadores habrían perdido 8,91 p.p. de participación en el ingreso total de las cuatro actividades.

Por su parte, las dos principales ramas “perdedoras” evidenciaron un retroceso de 1,85 p.p. La actividad más afectada de toda la economía es la industria manufacturera la cual vio retroceder su participación porcentual en 0,93 puntos, seguida por la construcción que retrocedió 0,92 puntos porcentuales al interior del VAB.

En la evolución del VAB estas dos ramas estuvieron muy por debajo de la media, explicando allí la perdida de participación. Si el conjunto de las ramas creció a un promedio de 38,34%, la industria manufacturera sólo lo hizo al 31,02%, mientras que la construcción aumentó un reducido 16,07%.

El retroceso de estas ramas se produjo por una sensible reducción de volumen físico, de 11,49% en construcción y de 5,72% en industria manufacturera, muy por debajo de la retracción media que implicó una caída de 2,47%. El precio también tuvo su efecto, ya que la variación no llegó a compensar la retracción de la producción e incluso profundizó la trasferencia: industria manufacturera creció 38,96, y construcción sólo 31,13%, ambas por debajo del promedio de 42,08% del conjunto de las ramas.

La apertura de las importaciones, la caída del salario real junto con la consecuente depresión del mercado interno, las altas tasas de interés, y el tarifazo, a lo que se suma la paralización de la obra pública han afectado manifiestamente la actividad industrial y de la construcción.

En términos de empleo, estos dos sectores despidieron 67.105 personas en la comparación interanual entre el primer, segundo y tercer trimestres de 2015 y el mismo periodo de 2016 (entre diciembre 2015 y septiembre 2016 son 59.914 casos). Estos dos sectores representaron en los últimos veinte años el 27,60% del empleo total, manteniéndose relativamente estable durante el periodo. La reducción de puestos de trabajo fue acompañada por una reducción en la producción, levemente superior (5,87% vs 8,60%).

En cuanto a los salarios, estos se incrementaron al 30,49%, muy por debajo de la variación de los precios (35,05%), generando una pérdida vía precios al interior de la porción de participación de los salarios en el ingreso de la actividad de 3,33%. Adicionalmente, si se considera que cayó la productividad por hombre ocupado, el retroceso de la participación de los trabajadores en el ingreso de la rama se reduce a 0,50%.

Si se toma como valor de referencia una participación de los trabajadores en el ingreso nacional de 51,20% en 2015, estimándose válido ese guarismo para las dos actividades mencionadas, dicho porcentaje se mantiene estable, sufriendo una merma de “sólo” 0,50%, es decir, los trabajadores habrían perdido 0,25 p.p. de participación en el ingreso total de las dos actividades.

En definitiva, las sustanciales transferencias de ingresos reflejadas en el presente informe a cuatro actividades en particular no han redundado en mayor empleo ni en aumentos salariales.

Es posible concluir que las ramas “ganadoras” son aquellas que se quedaron con parte de los ingresos que anteriormente recibían otras actividades (avanzaron 2,63 p.p. en la distribución sectorial del VAB) y a la vez, se apropiaron sensiblemente de los ingresos de los trabajadores en un contexto mayormente de retracción de productiva (los trabajadores perdieron 8,91% de su participación en el ingreso total de las cuatro actividades considerando una participación de los trabajadores en el ingreso nacional a 2015 de 51,20%). El incremento del Valor Agregado Bruto de estas actividades no ha redundado en un beneficio para el conjunto de la sociedad argentina, sino que ha significado estrictamente un aumento de la renta extraordinaria apropiada por este sector.

Tampoco en términos generales, el incremento del Valor Agregado Bruto total ha redundado en un beneficio para el conjunto de la sociedad argentina. Entre todas las actividades, la apropiación del excedente de los trabajadores por parte del capital ha sido del orden de 2,85 p.p. proyectados sobre la participación de los trabajadores en el ingreso nacional de 51,2%.

La decisión de invertir en actividades que generan poco empleo provocaron, indefectiblemente escaso dinamismo sobre el trabajo nacional. Las cuatro actividades “ganadoras” no han representado históricamente más del 12% del empleo en la Argentina. Ello revela, nuevamente, el fracaso de la teoría del derrame, que establece que las mayores ganancias del capital redundan en beneficios en el conjunto de la economía, y particularmente en la generación de empleo.

El nuevo esquema de ganadores y perdedores propone una nueva situación estructural en la cual los sectores que más trabajo aportaron durante los últimos años empiezan a reducir su participación, y los tradicionales sectores ligados a las ventajas comparativas del sector primario comienzan a ser protagonistas. Es esperable, entonces, que de no revertirse este proceso, en el futuro nos enfrentemos a una economía crecientemente primarizada y con eje en la especulación financiera, escasa transformación industrial y consiguientemente mayor desempleo.

Informe Completo:

Alai

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