Con la ausencia del oficialista Lenín Moreno, candidatos participan en primer debate

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Debate a fuego cruzado entre Viteri y Lasso

Un debate presidencial matizado con intercambios de críticas entre los participantes y contra el Gobierno. Por momentos, la exposición de propuestas se intercaló con acusaciones, especialmente entre los candidatos Cynthia Viteri (PSC) y Guillermo Lasso (CREO-SUMA).

En el encuentro político, organizado por la Cámara de Comercio de Guayaquil y que se realizó en el Centro de Convenciones de Guayaquil, participaron 7 de los 8 aspirantes a Carondelet. Lenín Moreno, de Alianza PAIS, anticipó que no participaría, no obstante, los organizadores reservaron el espacio.

Abdalá Bucaram (FE), Patricio Zuquilanda (PSP), Iván Espinel (Fuerza Compromiso Social), Washington Pesántez (Unión Ecuatoriana) y Paco Moncayo (ID) también expusieron sus propuestas matizando sus discursos con críticas al Gobierno en temas como la lucha contra la corrupción, reforma tributaria y libertad de expresión.

Fue en la primera parte cuando comenzó el cruce de críticas. En el capítulo sobre mercado laboral, la aspirante socialcristiana, tras exponer sus argumentos, acusó a su contendor, Lasso, de haber despedido a cientos de empleados cuando fue parte del sistema bancario.

La respuesta del aludido fue inmediata al sostener que no la iba a atacar ni tampoco a defenderse, instándola a no confundir la política pública con la privada. Espinel, por su parte, mientras exponía sus planes, se refería a Moreno como el “candidato ausente”, pero también dirigió sus críticas contra Lasso.

Bucaram, en cambio, como si fuera moderador, en varios momentos se dirigió a los aludidos y al público que asistió al evento para pedirles respeto.

Lejos de que los ánimos se calmaran, Viteri volvió a cuestionar a Lasso respecto del desempleo. Lo hizo luego de exponer su tesis de 0 impuestos. “Candidato Lasso, yo soy seria, tengo los papeles del Banco de Guayaquil donde está el desempleo. Esas familias quedaron en la calle”, respondió.

Vino la réplica. Lasso afirmó que las cifras que mostró su contendora corresponden a una página de Facebook del Municipio de Guayaquil, que impulsa la campaña de Viteri y lo ataca.

Cuando le tocó el turno a Bucaram expresó: “Por Dios, dejen de pelear y concéntrense en sus propuestas”. Hubo instantes en que la moderadora, Andrea Bernal, llamó la atención al público que, entre los mutuos ataques, gritaban enardecidos a favor de sus candidatos.

Como corolario del evento, hubo problemas con los micrófonos, especialmente cuando le tocó el turno a Iván Espinel, justo en el momento en que exponía sus planteamientos sobre mercado laboral. El audio falló en 2 ocasiones y la molestia del candidato fue evidente.

A mitad del evento, los ánimos se atenuaron. Durante las 2 horas que duró, cada uno expuso su tesis sobre libertad de expresión, seguridad, consumo de drogas, política tributaria, macroeconomía, gobernabilidad y seguridad social.

En la parte final, todos tuvieron un minuto para dar un mensaje a los electores. “No se trata de reemplazar a un presidente, sino a un sistema que ha sumido al país en el desempleo y la inseguridad”, sostuvo Pesántez. Moncayo, en cambio, pidió a la ciudadanía que no votara por quienes quebraron el país en 1998 y 1999 y tampoco por quienes lo volvieron a quebrar en el tiempo de mayor prosperidad, sino por las listas de Acuerdo Nacional por el Cambio.

El Telégrafo


El debate de nadie contra nadie

Un debate de metro cuadrado. Los siete candidatos que, con excepción del oficialista Lenín Moreno, se atrevieron a comparecer al primer encuentro presidencial, ayer por la noche en Guayaquil, reestrenaron una tradición política perdida en la última década. El óxido se dejó ver en una noche de discursos sordos.

Con la silla vacía de Moreno en el centro del escenario, su no presencia se volvió incómoda. Porque, aunque no estaba allí, estaba. No fue por su nombre propio, que demoró una hora y cincuenta minutos en aparecer, cuando el show se agotaba; tampoco en su rostro que asomó fugazmente de la mano de Patricio Zuquilanda (PSP) cuando subió a la tarima con una foto de Lenín para dejarla sobre la curul y poder así verle la cara; ni por el vídeo con sus declaraciones que se llevó un sonoro abucheo. No. Lenín Moreno, a quien Iván Espinel (FCS) bautizó como “el candidato ausente”, estaba allí con nombres ajenos: Correa, este Gobierno, la última década, las cifras oficiales; con culpas ajenas.

El sorteo que definió las posiciones sobre el escenario tuvo a bien mantener distantes a Guillermo Lasso (CREO) de Cynthia Viteri (PSC), que jugó ayer a desdoblarse entre la candidata-madre y la política incisiva, y tardó apenas 15 minutos en sacar el puño: acusó a Lasso de prometer un millón de empleos y representar a un banco que en los últimos años redujo en 10 % su personal. Si alguien la conoce tuvo que haberlo visto venir. Cuando Viteri toma notas del discurso ajeno, un hábito que hizo suyo en la Asamblea, está preparando el contraataque. O en esta ocasión, el ataque. La estrategia terminó por concederle tres espacios adicionales a su contrincante.

Lasso, de vuelta a la formalidad que había abandonado para los mítines electorales, no picó la subida de tono. En actitud presidencial evitó devolver el golpe: “Cynthia, tú no eres el enemigo”, le repitió en tres ocasiones, con voz calma. Hasta que, llevado al rincón bajo la acusación socialcristiana de “financista de este Gobierno”, devolvió el guiño: “Cynthia”, empezó, siempre por el nombre que delata su antigua afinidad, “yo me cansé de esperar a los políticos que rehuyeron de su deber. Por eso estoy aquí”, le reprochó.

En total, Lasso recibió nueve ataques directos e igual número de participaciones adicionales. “Parece que soy el favorito”, bromeó. Fue el único con opción a réplica ante acusación directa.

En medio de ambos, desfilaba un nadie contra nadie. El debate, moderado por la periodista Andrea Bernal, quien parecía más concentrada en cubrir las fallas técnicas de audio y de mantener bajo control a una audiencia con fervor de estadio, fue una cadena de propuestas estilo correcaminos, apuradas por el tiempo. Poco espacio hubo para la propuesta o siquiera para atender al tema. En más de una ocasión, Bernal tuvo que pedir que los candidatos se limitaran a responder la pregunta. No tuvo éxito.

En un debate de nadie contra nadie, todos van a su ritmo. Dalo Bucaram (FE) se permitía llamar a la calma a los candidatos que la perdían y se dio licencia para una broma cuando, durante su primera intervención, Cynthia Viteri remarcó “tengo fe” en una de sus declaraciones; Paco Moncayo, el único candidato que se mantuvo centrado en sus propuestas, fue también el único que evitó a toda costa el ataque directo o indirecto; Washington Pesántez no pudo siquiera abandonar el monotemático discurso de la justicia, su principal activo.

Fue un encuentro de salpicones. Salpicado de críticas por la corrupción “histórica”, por la administración pública llena de “despilfarro”, por desempleo, por libertades perdidas, por totalitarismo en el poder, por excesivo gasto público; por todos los temas que salían de la boca de un candidato y terminaban sin respuesta ni opción a réplica en el centro del escenario, en una silla vacía, en una falta de diálogo que ha prometido un cara a cara en 10 días.

Las barras, los otros protagonistas de la cita

Todos bajo un mismo techo… o casi todos. De diferentes banderas, ideologías. Algunos enfrentados en una papeleta electoral, pero eso no impide darse un estrechón de manos o saludarse de lejos.

Cinco grandes pantallas con la leyenda ‘Debate Presidencial’ guían a las decenas de asistentes en el salón A del Centro de Convenciones de Guayaquil a las 1.500 sillas dispuestas. Dentro, de a poco, cada asiento consigue un dueño. Las barras desde afuera alientan a sus candidatos. Asambleístas, concejales, dirigentes políticos y candidatos forman grupos.

Ocho atriles con el logotipo de la Cámara de Comercio de Guayaquil, organizador del debate, esperan a los candidatos. Tres llamadas previas por altoparlante alertan a los asistentes que el reloj está por marcar las 21:00. Una dama con un vestido negro aparece en la escena frente a todos. Es Andrea Bernal, la moderadora del evento. Da la bienvenida a las decenas de personas en el lugar y la palabra al presidente alterno de la Cámara, Miguel Ángel González.

Las pantallas inician la transmisión. Cada candidato que aparece en la introducción arranca más o menos aplausos de apoyo al momento de su ingreso al salón. Una guerra de barras desde los asientos entre quienes apoyan a la candidata Cynthia Viteri (PSC) y el postulante Guillermo Lasso (CREO-SUMA) mientras ellos y otros lanzan y responden acusaciones desde los micrófonos. Bernal no puede de momento controlar las barras que de a poco apaciguaron sus gritos. Así transcurre el primer debate de quienes aspiran al sillón presidencial… menos uno.

Expreso

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