Guatemala: identifican los restos de desaparecidos durante la dictadura

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Por más de 30 años, los restos de Juan y José no fueron más que una pila de huesos sin nombre.

Las osamentas se hallaron en una fosa común del cementerio de La Verbena, en la ciudad capital, y son un recordatorio de la guerra que afectó a Guatemala entre 1960 y 1996.

Juan Estuardo Orozco López y José Zenón Hernández Cusanero son dos de 500 cadáveres desaparecidos identificados hasta el momento, pero de acuerdo con un informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico —auspiciada por la Organización de las Naciones Unidas— aún hay pendientes por saldar: en la guerra desaparecieron 45.000 personas y murieron 200.000.

La Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) logró la identificación de los restos tras realizar comparaciones con muestras de ADN de las víctimas con sus familiares. Aunque el proceso inició a mediados de 2016, la información no se había dado a conocer a la prensa sino hasta ahora.

Los nombres de Juan y José se suman a una lista de 183 que aparece en una bitácora conocida como Diario Militar, cuya existencia se dio a conocer en 1999 y constituye un registro de quienes fueron detenidos tras acusaciones de subversión y haber pertenecido a la guerrilla.

Señalados como enemigos de los regímenes militares que entonces gobernaban el país, miles de integrantes de organizaciones sindicales, estudiantiles o campesinas se convirtieron en víctimas del conflicto.

El Diario Militar, que identifica con fotografía a cada víctima de las fuerzas de seguridad, detalla lo que ocurrió tras su detención. Entre otras cosas, ahora se sabe que el número “300” era una clave para detallar que alguien había sido asesinado.

Por más de 30 años, los restos de Juan y José no fueron más que un par de osamentas marcadas con números —496 y 1200— en una fosa común. Como ellos, muchos otros cadáveres anónimos ampliaron la cifra de miles de desaparecidos a causa de la guerra.

Según los testimonios de la familia de Juan, un ingeniero eléctrico que tenía 29 cuando desapareció, el joven fue atacado en la zona 11 de Ciudad de Guatemala tras resistirse a ser detenido por fuerzas de seguridad en agosto de 1983. Nunca dieron con su paradero.

El Diario Militar identifica a Juan con el número 2. Asimismo, la bitácora establece que utilizaba el seudónimo de “Miguel y Marín” y que era un supuesto miembro de la Organización del Pueblo en Armas (ORPA), una de las cuatro fracciones de la guerrilla conocida como Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).

El informe detalla: “cayó abatido al oponerse a su detención”.

José, por su parte, desapareció el 23 de abril de 1983. Tenía 25 años y según los testimonios salió de su comunidad en San Martín Jilotepeque, en el departamento de Chimaltenango, hacia la capital. Luego no se supo más de él.

En el dossier, José es el número 112. Su seudónimo era “Marco Antonio” y, según los militares, era miembro del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), una fracción de la URNG. De acuerdo al documento, las fuerzas de seguridad lo identificaron y trataron de detenerlo.

En lo que fracasaron los hombres, tuvieron éxito las armas: “al darse cuenta de los vehículos, se quiso poner en fuga, por lo que tres impactos de (un fusil) M-16 lo detuvieron”.

El informe detalla: “300 en el lugar”.

De las 183 personas que aparecen en el diario militar, 101 fueron ejecutadas. Algunos cuerpos se localizaron; otros nunca aparecieron. Del resto —82— algunos fueron puestos en libertad; del resto no se sabe más.

José Suasnavar, director de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, dijo que en La Verbena se han localizado 3.323 osamentas que se han comparado con más de 13.000 muestras de ADN del Banco Genético Nacional de familiares y Víctimas de Desaparición Forzada, donde se han localizado a ocho personas que aparecen en el Diario Miliar.

En 2012, la Corte Interamericana condenó al Estado guatemalteco por violación a la vida, integridad y derechos de las víctimas. Desde entonces, el Estado está obligado a resarcir a sus víctimas y a buscar a los desaparecidos.

La Hora

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