Fidel: seguiremos jugando a lo perdido – Por Rafael Correa
Pueblos de Nuestra América y del mundo: Fidel ha muerto.
Murió invicto, solo el inexorable paso de los años lo pudo derrotar. Murió el mismo día en que 60 años antes, con 82 patriotas, partió de México para hacer historia.
Murió haciendo honor a su nombre: Fidel, digno de fe. La fe que puso en él su pueblo y toda la patria grande; fe que nunca fue ni siquiera decepcionada, peor aun traicionada.
Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos.
Fidel seguirá viviendo en los rostros de los niños que van a la escuela, de los enfermos que salvan sus vidas, de los obreros dueños del fruto de su trabajo. Su lucha continúa en el esfuerzo de cada joven idealista empeñado en cambiar el mundo.
En el continente más desigual del planeta nos dejaste el único país con cero desnutrición infantil, con la esperanza de vida más alta, con una escolarización del ciento por ciento, sin ningún niño viviendo en la calle.
Evaluar el éxito o el fracaso del modelo económico cubano, haciendo abstracción de un bloqueo criminal de más de 50 años, es pura hipocresía. Cualquier país capitalista de América Latina colapsaría a los pocos meses de un bloqueo similar.
Probablemente, por tu formación jesuita, entendiste muy bien —como decía San Ignacio de Loyola— que en una fortaleza sitiada cualquier disidencia es traición.
Para evaluar su sistema político hay que entender que Cuba ha vivido una guerra permanente. Desde el inicio de la Revolución existe una Cuba del norte allá en Miami, asechando permanentemente a la Cuba del sur, la libre, la digna, la soberana, la mayoritaria en la tierra madre, no en tierras extrañas. No han invadido a Cuba porque saben que no lograrán vencer a todo un pueblo.
Aquí, en esta isla maravillosa, se han construido murallas, pero no de las que construyen los imperios, sino murallas de dignidad, de respeto, de solidaridad.
Cuba saldrá adelante por sus principios revolucionarios, por su extraordinario talento humano; pero también porque la resistencia está integrada en su cultura, y con el ejemplo de Fidel jamás el pueblo cubano permitirá que su país vuelva a ser colonia de ningún imperio.
No hay ser humano ni acción trascendente que no tenga detractores, y Fidel y su Revolución trascendieron en el espacio y trascenderán en el tiempo.
Contigo se cumple lo que nuestro viejo luchador, el general Eloy Alfaro, amigo de Martí, solía decir: Si en lugar de afrontar el peligro, hubiera yo cometido la vileza de pasarme al enemigo, habríamos tenido paz, mucha paz: la paz del coloniaje.
Cuba fue solidaria con la revolución liberal alfarista de fines del siglo XIX y ha sido solidaria con nuestra revolución ciudadana del siglo XXI.
Muchas gracias, Fidel; muchas gracias, pueblo cubano.
La mayoría te amó con pasión, una minoría te odió; pero nadie pudo ignorarte. Algunos luchadores en su vejez son aceptados hasta por sus más recalcitrantes detractores, porque dejan de ser peligrosos; pero tú ni siquiera tuviste esa tregua, porque hasta el final tu palabra clara y tu mente lúcida no dejaron principios sin defender, verdad sin decir, crimen sin denunciar.
Bertolt Brecht decía que solo los hombres que luchan toda la vida son imprescindibles. Conocí a Fidel y sé que jamás buscó ser imprescindible, pero sí que luchó toda la vida. Nació, vivió y murió con la necedad de lo que hoy resulta necio: la necedad de asumir al enemigo, la necedad de vivir sin tener precio.
Nosotros seguiremos jugando a lo perdido y tú seguirás vibrando en la montaña con un rubí, cinco franjas y una estrella.
Nuevas tormentas enfrenta Nuestra América, quizás más fuertes que aquellas que desafiaste durante 70 años de lucha, primero como estudiante y en el Moncada, luego como guerrillero en la Sierra Maestra, y, finalmente, al frente de una revolución triunfante.
¡Hoy más unidos que nunca, pueblos de Nuestra América!
Querido Fidel, tu honda convicción martiana te llevó a estar siempre no del lado en que se vive mejor, sino del lado en que está el deber.
“Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos;
es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas.”
Contigo, Comandante Fidel Castro Ruz, con Camilo Cienfuegos, con el Che, con Hugo Chávez Frías, aprendimos a creer en el hombre nuevo latinoamericano capaz de librar con organización y conciencia la lucha permanente de las ideas liberadoras para construir un mundo de justicia y de paz.
Por esas ideas seguiremos luchando, ¡lo juramos!
Un abrazo solidario a Dalia, a Raúl, a tus hijos.
Hasta la victoria siempre, Comandante
*Discurso pronunciado en La Habana el pasado 29 de noviembre.