Se realizó en Argentina el primer festival latinoamericano de fútbol femenino

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El fútbol de mujeres es un festival

Soy mujer, puedes ver. Como ves, conquistando al mundo. Jugar no te hace más hombre ni menos mujer. Solo soy yo misma, sintiéndome libre y a gusto dentro de la cancha”. La frase quedó plasmada en un cartel pegado en una de las paredes del polideportivo municipal de Caseros, partido de Tres de Febrero, como cierre de uno de los talleres que compartieron el centenar de jugadoras que participaron del 1er Festival Latinoamericano de Fútbol Femenino y Derechos de las Mujeres, que se desarrolló con el lema “Mi Juego, Mi Revolución” y al que se sumaron 8 equipos, entre ellos, de la Villa 31, de Villa Martelli, un combinado de Zárate, uno de Córdoba capital, el combinado Las viajeras, formado por jugadoras de Alemania, de Brasil, una chilena y una inglesa, y otro equipo de Colombia. “Fue una experiencia de una diversidad importante a la hora de pensar el fútbol femenino, y encontramos muchos puntos en común: los prejuicios, la discriminación, la poca cabida en las federaciones, lo que dicen sobre tu cuerpo los demás”, resumió la DT Mónica Santino, alma mater del evento, que finalizó ayer, después de cuatro jornadas intensas de juego y reflexión.

El Festival fue organizado por la Asociación Civil La Nuestra Fútbol Femenino –que lidera Santino– en alianza con Discover Football de Alemania, y contó con apoyos de la embajada de EEUU, Flacso, Guerreiras Project (de Brasil) y la Fundación Friedrich Ebert Stiftung. El gobierno porteño les dio la espalda. Les pidieron micros para trasladar a chicas de la Villa 31, donde Santino viene desarrollando desde hace casi una década un enorme trabajo de promoción de derechos con la pelota entre las nenas de 6 años en adelante, pero se los negaron. Les pidieron viandas y apenas les dieron un alfajor y un juguito para cada una; ni siquiera les garantizaron un sándwich, sabiendo que muchas inician el día sin desayunar, y que la vianda era para cubrirles el almuerzo. Dolorosa falta de sensibilidad. Pero no sorprende. Está en línea con una decisión anterior: desde diciembre de 2015, el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta les quitó las becas que recibían las adolescentes por participar del proyecto.

También le dio la espalda al inédito Festival otro intendente macrista, el de Vicente López, Jorge Macri, que no quiso brindar ningún apoyo para contribuir en la participación de Las Panteras de Martelli, el equipo de un barrio popular de ese distrito. En cambio, el predio, donde tuvo lugar el encuentro fue cedido por el gobierno municipal de Tres de Febrero, que encabeza el periodista Diego Valenzuela (Cambiemos). “Lo conseguimos unos días antes”, destacó Santino. El intendente pasó el sábado por el Festival junto a la subsecretaria bonaerense de Políticas de Género y Diversidad, Daniela Reich. “Ojalá que este tipo de encuentros puedan replicarse, para meter género en el deporte abundantemente”, subrayó Santino en diálogo con PáginaI12. A su alrededor, resonaba la algarabía de chicas y jóvenes con distinta tonada latinoamericana.

Ayer se jugaron semifinales y finales. Salió campeón el equipo de Colombia. Le ganó 3 a 1 a Las viajeras. Pero el resultado fue lo de menos. “Este festival fue una oportunidad muy chévere de conocer chicas que viven una realidad distinta a la nuestra, pero donde nos une la pelota. La Nuestra hace una labor muy bonita en su barrio y eso es lo que nos llevamos”, comentó a PáginaI12 la colombiana Paula Botero. Tiene 30 años y juega desde los 10. Es entrenadora de fútbol en un colegio y en la universidad. Nació en Medellín pero hace tres años vive en Bogotá, donde es parte del equipo de futsal PYZ, con el que vino a Buenos Aires. Las colombianas descollaron. Sobre todo el sábado, cuando la lluvia las obligó a jugar en el gimnasio techado, y deslumbraron con toque y toque: ese día le ganaron por goleada, 14 a 0 a Las Panteras de Martelli. El resto del torneo se jugó en cancha de pasto. Con equipos de 7 jugadoras. Ahí los resultados fueron más parejos. “En Colombia el fútbol es el deporte del pueblo y en cada barrio hay una cancha. Las chicas juegan mucho más de lo que vi que se juega en Argentina. Cuando yo empecé a jugar a las mujeres nos decían marimacho, ahora ya no. Eso cambió en Colombia”, comentó Paula. El fútbol, dice, le dio la oportunidad de salir adelante: “Estudié becada gracias al fútbol”. Las colombianas pasearon por Buenos Aires y en el recorrido visitaron La Bombonera y la cancha de River.

El Festival combinó partidos y espacios de reflexión. Cada equipo compartió su experiencia. Las de Merlo, contaron que su club nació en un basural, que limpiaron comunitariamente y ahí mismo armaron la cancha. En el estatuto del club pusieron como cláusula que el presidente tiene que tener menos de 30 años, un ejemplo de promoción de liderazgos jóvenes, que podrían tomar otras instituciones deportivas y también sindicatos.

Unas treinta nenas y adolescentes de 6 a 14 años de la Villa 31 fueron invitadas al festival para participar de una clínica de fútbol. Las chicas de la 31 también tuvieron la oportunidad de sumarse a un taller sobre violencia machista. Una de las especialistas de la Casa de la Mujer de Vicente López que lo coordinó abrió la actividad preguntándoles qué tipo de violencias conocían:

–El abuso –fue la rápida respuesta que dio una de las chicas más chicas. Después mencionaron las peleas en la puerta de la escuela y destacaron el hecho de que las maestras no intervenían para frenar los golpes. Como cierre, les dieron papeles y pinturas para que escribieran o dibujaran lo que quisieran en una bandera. #NiUnaMenos, fue lo primero que se pintó.

Los prejuicios y las miradas estigmatizantes sobre las jugadoras fueron tema de reflexión entre las jugadoras más grandes. Como propuesta, en uno de los talleres con los 8 equipos, se dividieron en grupos, donde se mezclaron las procedencias, y cada uno dibujó una jugadora: adentro tenían que escribir palabras con las que querían que las identificaran; afuera las que no les gustan, pero que de alguna manera siempre están ahí, latentes. Adentro quedaron escritas: juntas, garra, ganas, respeto, juego en las venas, integración, mi cuerpo es mío, yo decido, yo elijo. Afuera: quieta, callada, las mujeres no pueden hacer nada juntas, falta de respeto, marimacho, menos público, más responsables.

Hicieron también un taller de autodefensa. Y otro sobre qué significaba el fútbol femenino. Entre las frases que escribieron en carteles, una resumió el espíritu del encuentro, en pocas palabras: “Quieren que sea quien no soy. Soy quien soy y me gusta”.

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