Latinoamérica, en la ruta de la producción de energías renovables – Por Tali Santos
Hora por hora, los 365 días del año. Así es la variación de la tarifa de energía eléctrica para hogares y empresas en Uruguay, una estrategia de la política energética de este país sudamericano que coloca a la demanda y no a la oferta como protagonista de un mecanismo que busca la optimización del consumo de la energía eléctrica, generada en un 93% a partir de fuentes renovables.
Esa es una de las estrategias que convierte a Uruguay en un referente del uso de este tipo de energías junto con otros países de Latinoamérica y que fueron nombrados en el marco del Programa de Entrevistas Climáticas organizado por ConexiónCOP y El Árbol con periodistas de la región.
En el escenario actual, el doctor Fernando Ferreira, secretario ejecutivo de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), advierte que llegar a una matriz productiva ciento por ciento renovable en la región hasta 2050 sería muy difícil de lograr debido a las particularidades de los diferentes países. Y recalca un aspecto fundamental: el tamaño de las economías.
“Algunos países tienen una economía que no permitiría hacer una generación a este nivel solo con energías renovables”, sostiene, al referirse a casos como los de Argentina o Brasil que tienen parques industriales que necesitan energía firme y constante las 24 horas del día.
Y suma a este análisis otro elemento:
“No todos los países tienen la misma capacidad de generar energías renovables, algunos son más privilegiados para generarla porque tienen condiciones que otros no alcanzan”.
El doctor Claudio Alatorre, especialista senior en cambio climático del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) analiza que tener una pequeña participación de renovables (20% o 25% de energía eólica o solar) es fácilmente viable, pero intentar llegar al 100 % sería sólo para ciertos países como Brasil o Colombia, que tienen una gran capacidad hidroeléctrica.
Y analiza el porqué:
“Esto implica implementar una serie de cambios en el sistema de generación y distribución que no son sencillos. Implica, por ejemplo, crear sistemas de almacenamiento, por baterías o por bombeo; o cambiar la manera como estamos operando las hidroeléctricas como lo ha hecho Uruguay, buscando maneras de hacer un control de la demanda, identificando algunos usos que pueden ser más flexibles a la hora de la operación”.
Refiere que Uruguay, además de aumentar la capacidad de producción eólica, empezó por establecer un mecanismo tarifario para el riego agrícola que usa mucha energía eléctrica, de manera que el bombeo pueda ocurrir a unas horas en las que está soplando el viento. “Es un muy buen ejemplo de los mecanismos regulatorios que van más allá de la simple capacidad, y que permite que los países vayan avanzando hacia un cien por cien de generación de energía eléctrica con fuentes renovables”.
En la región hay varios modelos exitosos de implementación de energía renovable y Brasil es el protagonista.
En el Reporte de la Situación Mundial de Energías Renovables 2016, publicado por la Red de Políticas en Energía Renovable para el siglo XXI, el gigante sudamericano aparece entre los cinco países líderes a nivel mundial ya sea por inversión anual en energías renovables, adiciones a la capacidad neta o en la producción de biocombustibles, en 2015.
Brasil es parte del grupo en varios frentes: es segundo en la capacidad de energía hidráulica, la producción de biodiesel y de etanol combustible. Aparece tercero en la capacidad de calentamiento solar de agua; y cuarto en la capacidad de energía eólica. En el mismo período Honduras se ubica en segundo lugar; Uruguay, en tercero; y Jamaica en quinto puesto en la inversión en electricidad y combustibles renovables por unidad de PIB.
En el selecto grupo de países líderes en la capacidad o generación total al final de 2015, Brasil se ubica en un tercer lugar en electricidad renovable, incluida la hidráulica. Y es el único país en la región con políticas de calentamiento y enfriamiento solar térmico entre 2010 y 2015.
El año pasado, la capacidad hidráulica de Brasil representó el 8.6% de una capacidad instalada mundial de 1.064 GW, según el reporte. Sin embargo, entre los diez países líderes por capacidad y adiciones de energía solar fotovoltaica, en 2015, no aparece ninguno de Latinoamérica.
El doctor Ferreira advierte que hay que considerar que los niveles de generación de energías renovables en los países no son estables, precisamente por su origen.
“Podemos decir también que son más sensibles al propio cambio climático, porque se generan a partir del agua, del sol, del viento; entonces son elementos que no son estables, que tienen intensidades diferentes, por regiones, por estaciones. No es algo que se puede trazar con un promedio elevado porque el sistema va a responder a cuestiones climáticas”, recalca.
Por eso el especialista recomienda que se desarrollen planes de implementación en torno a las renovables. “Siempre que hablamos de renovables parece que hablamos del lado de la oferta y cuando hablamos de ese lado parece que nuestro compromiso está cumplido y no es así. Tenemos que ver también la parte de la demanda, tratando a la energía como un producto, un insumo que tiene un mercado, un espacio como cualquier otro tipo de mercancía, que es vital para nosotros”.
Un aspecto que destaca Alatorre en el desarrollo de energías renovables es la integración regional, que permite compensar, por ejemplo, si está soplando el viento más en una región que en otra.
“Nosotros como organización que trabaja en el aspecto regional mucho más que nacional tenemos una visión de lo que puede ayudar en la complementación y es la integración. Así, el país que no puede generar o tener energía suficiente con renovables se puede conectar con otro país que sí lo tiene”.
Ferreira sostiene que en la región se ha aprovechado únicamente el 32% del potencial hidráulico. No se trata solamente de aprovechar su potencial hidroeléctrico, recalca, pues Uruguay, que no tiene condición de generar este tipo de fuentes y tampoco cuenta con grandes fuentes de no renovables, por necesidad, su opción fue caminar lo más pronto posible hacia una matriz limpia. “Tener una matriz más limpia también es una condición asociada a las necesidades y a las posibilidades de cada uno de los países”, recalca.
En México, por ejemplo, refiere Alatorre, se ha podido identificar que en el norte, donde ya hay algunos proyectos de energía fotovoltaica por el enorme nivel de radiación “la densidad de la energía solar es impresionante”. Se ha identificado que en un cuadrado de 25 km en el desierto de México se podría generar toda la electricidad del país; por supuesto no es sencillo, pero es muy notable la importancia que puede representar la energía solar”.
Varios países de la región aún están atados a los combustibles fósiles de los que dependen sus economías, pero para el representante de la OLADE, cuando todo gira alrededor de un determinado producto, como el petróleo en el caso de Venezuela y de otros países, la visión que hay que tener es muy sencilla:
“Que esa fuente de riqueza que debe financiar muchas cosas para el desarrollo del país, también debe financiar a la fuente que va a sustituirla en el futuro, pues todas las reservas probadas de no renovables en el mundo, tienen un plazo de duración, en un tiempo ya no se podrá contar con ese tipo de producto”.
Y da una recomendación: “A medida que ahorras algo para hacer inversiones en el sector de las renovables, estás permitiendo alargar el plazo del producto que tiene hoy, con la ventaja de que vas a tener una manera de generar una energía más limpia”.
Tali Santos. Es periodista de Ecuador y ha trabajado 19 años en El Universo, donde fue editora de Fin de Semana. Participó en el programa de Entrevistas Climáticas organizado por ConexiónCOP y El Árbol LAC, con el apoyo de la Fundación Konrad Adenauer.