Organizaciones sociales y de DDHH denuncian que crece la violencia policial
Cuando la tortura cuenta con un paraguas oficial
Ezequiel e Iván son los dos jóvenes de la Villa 21, integrantes de la revista La Garganta Poderosa, que hace diez días denunciaron a más de diez prefectos por someterlos a torturas en la garita que tiene esa fuerza en Osvaldo Cruz e Iguazú, Barracas. Ayer, ambos volvieron al lugar, aunque esta vez acompañados por curas villeros, una multitud de vecinos de la villa Zavaleta y decenas de organizaciones sociales y de Derechos Humanos. Todos confluyeron en un acto que repudió el accionar de las fuerzas de seguridad, exigió el cese de la represión en los barrios populares y rechazó las torturas y la violencia institucional. “Es la primera vez en muchas décadas que desde la cúspide del poder baja un discurso de aval a la represión”, advirtió el presidente del CELS, Horacio Verbitsky, presente junto a Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora y otros referentes de DD.HH. Horas antes del acto –y 12 días después del episodio–, la Prefectura había informado la baja a seis de los siete efectivos presos por el hecho.
“Antes que nada quería agradecer a toda la gente que me dio el apoyo y que se juntó acá”, dijo Iván (18) y desató los aplausos y las muestras más cálidas de solidaridad. Junto a él estaba Ezequiel (15), la otra víctima. Iván mencionó a los maestros y compañeros de colegio que lo apoyaron. Y resaltó las muestras de familiares de chicos desaparecidos que “les paso lo que a mí, y no la pudieron contar”. Luego contó la nueva persecución y amenaza que sufrió esta semana después de relatar las torturas en un programa de televisión. Terminó con la voz quebrada, consolado por su madre.
El escenario estaba montado a solo unos metros de la garita de Prefectura donde fueron torturados Ezequiel e Iván. Las banderas de La Poderosa tapaban la vista de lo que, tal vez, tenía que ser expuesto. La calle frente al escenario se fue llenando de agrupaciones sociales y vecinales, algunos bombos y muchos carteles.
Entre las adhesiones, una que resaltó y que incluyó la transmisión de un audio fue la del Indio Solari (ver aparte). Después, una interminable lista entre las que estaban ATE, Colina, Pelota de Trapo, Frente Telefónico Foetra, Agrupación Pingüinos, Barrios de Pie, La Cámpora, Cetep, Corriente Clasista y Combativa, Mugica Vive, Unidos y Organizados, Movimiento Campesino Indígena, Aníbal Verón y seguían las firmas.
Mezcladas entre la multitud estaban, ahora, como tantas otras veces, las madres de víctimas de la violencia institucional: Rosa Bru, la mamá de Miguel Bru; Dolores Sigampa, la de Ezequiel Demonty, y Gumersinda Giménez, la de Judith Giménez, entre otras. También dieron el presente Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, y Pablo Pimentel, de la APDH de La Matanza.
Pasadas las cuatro y media de la tarde, los curas villeros oficiaron una misa en el lugar (ver aparte). Luego, Nacho Levy, de LGP abrió la mesa y cargó contra el comunicado de Prefectura. “Es una burla, qué casualidad que lo emiten hoy (por ayer), dicen que ellos dieron de baja a estos prefectos que están enjaulados en Marcos Paz, pero quienes los dieron de baja fueron los gritos de todos ustedes”, arengó y resaltó que “fueron los huevos de Iván y de Ezequiel los que dieron la baja a esos prefectos, la lucha y la organización popular”.
El miembro de la revista que visibiliza la situación de las villas en la ciudad puso en evidencia que “a diez días de las denuncias ni la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ni el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, se pronunciaron. No dijeron una sola palabra”. Y contó que los vecinos de la Zavaleta se tuvieron que organizar, a través de una comisión que trabaja en contacto con los organismos de derechos humanos, para “cuidarnos de quienes vienen a cuidarnos”. “Para que no haya allanamientos sin órdenes judiciales, para que no decomisen la droga y no la registren, para que no armen causas. Todo eso lo regula la comisión de vecinos, y necesita de sustentabilidad. Queremos que esta lucha se transforme en un proyecto legislativo para combatir la violencia institucional y nos permita frenar, por ejemplo, la barrabasada de la ministra Bullrich de crear una nueva oficina del Ministerio de Seguridad que controlará a las fuerzas federales. ¿Y quién las controlará? Los mismos que las vienen patrocinando”, aseguró.
Finalmente, remarcó que “necesitamos más participación, la posibilidad de asomar la cabeza. Hay panelistas rubios y morochos, altos y bajos, flacos y gordos, pero panelistas pobres no hay. Y se tiene que empezar a escuchar la voz de los vecinos que hicieron de estos barrios la dignidad”.
Luego, Verbitsky aclaró de entrada que “el comunicado de Prefectura es una expresión que no significa nada, es como decir que les tiramos de las orejas. No existe dar de baja, hay otras sanciones, que van desde el apercibimiento a la exoneración luego de un sumario y una investigación interna. Y no han hecho nada”. Subrayó que “el Ministerio de Seguridad no da la cara para informar, es la Prefectura la que informa” y argumentó que “no hay mejor demostración de la absoluta falta de control del Gobierno nacional, que les suelta las riendas para que hagan lo que ellos quieran y los respaldan hagan lo que hagan”. “Es una vergüenza que el Ministerio no haya dicho una palabra –sostuvo–, pero es coherente con ese Ministerio que inició su gestión con un protocolo de la protesta social que no pudieron aplicar, porque fue rechazado masivamente en todo el país”. Si bien recordó que “esto no comenzó ahora” y para ejemplos estaban los casos de Bru, Demonty y Arruga, entre otros, resaltó que “en los últimos diez meses esta política de estigmatización de los jóvenes de los barrios pobres, de hostigamiento, de verdugueo, torturas y humillación ha sido redoblada porque es la primera vez en muchas décadas que desde la cúspide del poder baja un discurso de aval a esta represión”.
A su turno, Nora Cortiñas agradeció “poder compartir este momento con Iván y Ezequiel, que nos devuelven el valor que tuvieron nuestros hijos e hijas. En la dictadura nos preguntábamos por qué habían secuestrado a nuestros hijos: fue porque eran luchadores populares como estos jóvenes de La Poderosa. Durante 40 años, las madres salimos a la calle y ahora debemos seguir peleando como nos enseñan estos chicos”.
El público aplaudió, una vez más. En toda la zona, en la propia garita de las torturas, ayer los prefectos desaparecieron. Quienes estaban a cargo de la seguridad del acto fueron los docentes. “Porque en esta seguridad creemos, en la de los guardapolvos blancos”, dijo desde el palco uno de los organizadores.