Chile: por primera vez una encuesta oficial incluye la identidad sexual

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El 1% de la población nacional mayor de 18 años se declara homosexual, según Casen

Conocer el número de personas de la población que se reconocen homosexuales ayuda a mejorar la aceptación social a la diversidad sexual en un país. En EE.UU., por ejemplo, estadísticas muestran que la prevalencia de este grupo varía entre 3% a 10% de la población adulta.

En Chile, los datos son escasos. Uno de ellos data de hace casi 20 años. La Encuesta Nacional de Comportamiento Sexual de la Comisión Nacional del Sida (Conasida), hecha en 1998, estableció que el 0,3% de los hombres y el 0,1% de las mujeres se consideraban homosexuales, mientras que 0,1% de los hombres y 0,1% de las mujeres se reconocían bisexuales.

¿Cuántos homosexuales hay en Chile? Para saberlo, la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) 2015, publicada la semana pasada, incorporó la pregunta ¿cuál de estas alternativas define mejor su orientación sexual? Las posibilidades de respuestas eran: heterosexual, gay/lesbiana, bisexual u otra.

Un análisis de los resultados que el Centro de Encuestas y Estudios Longitudinales de la U. Católica (Ceel UC) realizó a La Tercera mostró que el 98,5% de los consultados se reconoció heterosexual, otro 1,0% como gay o lesbiana, el 0,4% bisexual y 0% en otra.

Es decir, el 98,5% de la población mayor de 18 años en Chile es heterosexual y tan sólo el 1% es homosexual (gay o lesbiana), según Casen, la principal encuesta de caracterización económica y social a nivel nacional, regional y comunal.

Pregunta sensible

¿Es ese el porcentaje? es la reflexión que el resultado motiva, dice David Bravo, director del Ceel UC. El análisis de la cifra debe tomar en cuenta el error muestral. “Si se considera que para la tasa de pobreza (en la misma Casen) el error muestral fue de 0,4 puntos porcentuales, para un indicador que asciende al 1% en una estimación nacional, un intervalo de 95% de confianza mostraría ese indicador entre 0,6% y 1,4%”, dice Bravo.

Sin embargo, lo que técnicamente se denomina “error no muestral” es lo más preocupante. “En este caso, al tratarse de preguntas sensibles, es muy relevante la forma en que se aplica la pregunta”, dice Bravo.

Del cuestionario y del manual del encuestador de Casen se puede ver que la pregunta se aplicó a mayores de 18 años presentes en el hogar. “Se entiende que deben ser contestadas directamente por las personas de 18 años o más presentes (el resto del cuestionario es contestado por un solo informante)”, aclara Bravo.

Por eso, más allá de la confidencialidad que se le asegura a quien contesta, resalta Bravo, surgen dudas respecto de la disponibilidad de las personas a responder ese tema frente a un entrevistador. “La disponibilidad o factibilidad de que otra persona de 18 años o más al interior del hogar sea llamado por quien está respondiendo a contestar esa pregunta y entregue una respuesta veraz, sin sentirse cohibido tanto frente al entrevistador como a otras personas del hogar, es difícil”, dice Bravo.

Una forma de enfrentar ese tipo de preguntas sensibles, como el uso de drogas, por ejemplo, es hacer la encuesta en una tableta y al llegar a la pregunta sensible se le pasa al encuestado y este responde directamente. “Es un tema metodológico que debe evaluarse, porque evidentemente puede sesgar la respuesta”, aclara el director del Ceel UC. Sería interesante, dice, conocer el resultado de esa pregunta en el piloto de la encuesta hecho antes de su levantamiento.

Cifras en el extranjero

Grandes estudios en otros países hablan de 3%, 4% o 5% de población homosexual, aproximadamente, dice Francisco Aguayo, psicólogo, director de Masculinidades y Equidad de Género. Sería razonable, dice, esperar entre 3% y 5%.

Pero que se haga en el hogar, más el temor a que alguien escuche en casa, ayuda a entender la baja cifra. “Hay muchas personas que viven sin revelar su orientación sexual. Además, están las limitaciones culturales para revelar por estigma, discriminación, etc.”, dice Aguayo.

Pablo Astudillo, sociólogo del Programa de Acceso Inclusivo, Equidad y Permanencia de la U. de Santiago, indica que al ser la primera vez que se hace la pregunta, la cifra podría tomarse sólo como una aproximación.

La construcción de la pregunta, indica Astudillo, obliga a reconocer a viva voz la orientación sexual. Además, es un proceso de autodenominación donde la persona declara quién es, “y puede tenerlo claro, pero no están las condiciones para declararlo. Y no es que no confíe en el encuestador o en el Estado, sino en las condiciones materiales al minuto de responder”.

El reconocimiento de homosexualidad es mayor en hombres que en las mujeres, 1,5% y 0,6%, respectivamente, según Casen. Una diferencia que puede suponer que ellas estén subrepresentadas, dice Astudillo. “El reconocimiento de la orientación sexual se da con más facilidad en los hombres, porque la sexualidad masculina es más validada, en cambio, para las mujeres es más difícil”.

Sanción social

“Es impresionante el número de personas que se declara heterosexual”, resalta Silvia Lamadrid, socióloga experta en género del Departamento de Sociología de la U. de Chile.

“En encuestas como Conasida, un 5% indicó conductas homosexuales. Es evidente que falta conocimiento sobre sexualidad”, dice. Pero cuando el tema se ve en encuestas, siempre los porcentajes son más bajos de lo que se supone en realidad, agrega, “porque en todas partes del mundo se sanciona la homosexualidad”.

Es una cifra que no puede usarse como el porcentaje de población homosexual en Chile, dice Florencia Herrera, socióloga y académica de la Escuela de Sociología de la U. Diego Portales (UDP). “Habla de cómo la orientación sexual diferente es castigada socialmente. Es vista como algo negativo y se les pide admitirla”.

Es complejo, indica la experta, porque sectores conservadores pueden decir que no tiene relevancia que un 1,4% de la población mayor de 18 tenga una orientación sexual diferente. “Pero, además, es triste que muchas personas con orientaciones sexuales diversas se vean obligadas a negarlo”.

Es ingenuo pensar que se responderá con la verdad cuando en Chile sigue habiendo sanción a los que no tienen orientación heterosexual, indica Lamadrid. “Es obvio que en una encuesta vinculada a pobreza y políticas sociales, la gente diga lo adecuado. Y la norma social es que tu deseo sexual sea heterosexual”. Les preguntan como si fuera uso de internet y no tiene el mismo significado en términos sociales, agrega.

Es una respuesta que no se limita sólo por la homofobia, dice Astudillo. También puede estar condicionada por cómo la persona se siente observada por su entorno. “Una mujer casada que puede estar cuestionando su identidad sexual, no lo admitiría. O una persona puede responder que no en la encuesta, pero lo dice en su trabajo, porque lo ha socializado, pero en la casa no”.

Jaime Barrientos, académico de la Escuela de Psicología de la U. de Santiago, indica que Chile no es el mismo que hace 15 años en este tema. “La situación para gays y lesbianas ha mejorado, pero hay que avanzar en lo que refiere a la discriminación que se ejerce en diversos contextos”. Señales de ese avance es que hoy exista una ley antidiscriminación y la Ley de Acuerdo de Unión Civil.

Claudio Martínez psicólogo, docente de la Facultad de Psicología de la UDP, aclara que temas como este, con una fuerte base cultural, se demoran en cambiar. “La cultura ha sido homofóbica, en general. Las futuras generaciones van a ir cambiando, porque van a escuchar discursos distintos, pero de eso a que vaya decantando en la sociedad, toma más tiempo”.

La Tercera


Movilh dice que es una cifra absurda y que porcentaje real es entre 5% y 10%

En 2012, y después de 10 años de trabajo y conversaciones, el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) consiguió que el censo consultara sobre convivientes del mismo sexo.

“Un hito que abrió la puerta a la incorporación de más preguntas sobre minorías sexuales en otros instrumentos oficiales, que sirvió como un argumento más para el reconocimiento legal de las uniones de hecho”, dice Oscar Rementería, vocero del Movilh.

Del mismo modo, entre el 2012 y el 2014 “conseguimos que el tema fuera incorporado en la Encuesta Nacional del Injuv, en una encuesta nacional sobre discriminación de la Segegob y en las estadísticas de violencia escolar del Mineduc”, indica.

En ese sentido, dice Rementería, la incorporación de la diversidad sexual en la encuesta Casen era el paso siguiente. “El 26 de agosto del 2014, el Movilh solicitó a la entonces ministra de Desarrollo Social María Fernanda Villegas que la diversidad sexual fuese incluida en la Casen y en el Registro Social de Hogares”.

Un año más tarde se confirmó que Casen incorporaría las preguntas sobre diversidad sexual. “El tema fue incluido porque lo propusimos y exigimos. También participamos de una mesa técnica para dar sugerencias metodológicas y de aplicación. Pero respecto de las variables y metodología que aplicaron, no sabemos qué consideraron o no. Pero ese 1% de resultado es absurdo”, sostiene el representante del Movilh.

Pese al resultado y los cuestionamientos, se trata, de todos modos, de un avance, sostiene Rementería. “Pero hay que esperar que en las próximas mediciones se mejore la recolección de datos. Las estadísticas hablan de un 5% a 10%”.

Por su parte, Francisco Aguayo, psicólogo, director de Masculinidades y Equidad de Género, señala que la evidencia comparada habla de un 4%.

“Me parece bien que se incluyan estas preguntas en encuestas importantes, pero hay que pensarlas mejor y ver en qué condición se hace la pregunta. Tenemos que entender que la identidad sexual es un proceso complejo”, señala Florencia Herrera, socióloga de la Escuela de Sociología de la U. Diego Portales.

Pablo Astudillo, sociólogo del Programa de Acceso Inclusivo Equidad y Permanencia de la U. de Santiago, destaca que el haber incluido esa pregunta revela que existe una preocupación social sobre el tema. “La encuesta revela una intención, se reconoce una realidad y se quiere cuantificar”.

La Tercera

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