Cecilia Nahón, exembajadora en EEUU y economista: «Argentina nunca se fue del mundo, lo que está cambiando es la forma de vincularse con el resto del mundo»

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Por Diego Sehinkman

La entrevista tuvo lugar en la casa de la ex funcionaria, en Belgrano.

– En 2007 Cristina prometía dos cosas: más calidad institucionalidad y mayor inserción en el mundo con dos mujeres como espejo: Hillary y Merkel. ¿Cómo se produce el giro hacia Venezuela?

– No sé si hubo un giro en esos términos, a lo mejor fue una caracterización pública. Quizás en términos comunicacionales no terminamos de explicar la política exterior que se llevó adelante. O en algunos sectores no se terminó de entender cuáles eran los ejes principales. A partir de 2008 los países más desarrollados pasaron a tener una situación económica crítica. Hubo crisis o crecimiento muy moderado en el caso de EE.UU. Entonces las mayores oportunidades de inversiones e intercambio estaban por lejos en los países emergentes. No fue irracional, había un diagnóstico sólido. Se llevó adelante una política exterior autónoma en un mundo multipolar, priorizando la defensa de los intereses nacionales y la integración con la región.

– ¿Entonces qué es lo que no comunicaron bien de la política exterior?

– No se comunicó o no fue reproducido fielmente por los medios mayoritarios. El resultado fue que muchas veces se terminó caracterizando nuestra política como confrontativa o aislacionista. Un ejemplo: en 2012, después de más de 10 años de reclamos unilaterales a EEUU porque nos impedían exportar carne o limones con excusas fitosanitarias, pedimos a la OMC que se expida. La lectura de los medios fue que Argentina peleaba contra EE.UU. porque sí. De hecho, este año el gobierno de Mauricio Macri cosechó los frutos de las demandas argentinas en el caso del biodiesel con la Unión Europea y de la carne con los Estados Unidos.

– Usted dice que Macri cosechó la siembra del gobierno de Cristina. ¿No es vital para poder «cosechar» que haya sintonía política?

– Si EE.UU o algún país reconoce algo así, estarían violando lo establecido por la Organización Mundial de Comercio. Tienen la obligación de cumplir con el fallo, que en el caso de la carne fue contundente a favor de la Argentina.

– ¿No cree que el famoso episodio del alicate de Timerman fue un gesto que no ayudó en la relación con EEUU?

– Las relaciones bilaterales se construyen de a dos. Dejame decir que EE.UU fue un socio muy importante para la Argentina. Sus empresas mantuvieron y, en muchos casos, acrecentaron sus inversiones. No es cierto que se retiraban del país. Hubo una relación, incluso en los momentos de mayor tensión, que se mantuvo muy activa en términos económicos, comerciales y de cooperación científica.

– ¿Y cómo se inscribe entonces lo del alicate en este contexto de colaboración que usted relata?

– Por supuesto tuvimos muchas áreas de tensión con EE.UU, no las vamos a negar. Argentina fue durante la última década un país que, afortunadamente, cuestionó con argumentos las reglas injustas del sistema económico y financiero internacional, las cuales fueron escritas por los países más desarrollados. No lo digo yo. Recomiendo leer a un economista surcoreano brillante que trabaja en la Universidad de Cambridge, que se llama Ha-Joo Chang, que escribió el libro «Pateando la Escalera», donde dice que las herramientas que tuvieron los países desarrollados para crecer en el siglo diecinueve y veinte, fueron abolidas luego para que los países como el nuestro no pudieran hacerlo.

– ¿EE.UU nos pateó la escalera?

– Sí, nos pateó la escalera. Junto con Japón y Europa han escrito reglas de comercio internacional que los favorecen, especialmente a los sectores más concentrados del capital norteamericano. La tensión bilateral surge cuando tenés intereses y posiciones que no confluyen, lo que a veces es inevitable entre países con dimensiones, necesidades e identidades estructuralmente diferentes. Excepto si se elige una política de alineamiento automático, o subordinación. Pero nosotros elegimos en cambio una política exterior independiente y soberana. Además, en este caso hubo una brutal campaña anti argentina que los fondos buitres llevaron adelante en Estados Unidos. No sé si desde Argentina se dimensionó.

– ¿Qué posición tomó Obama?

– Ellos siempre dijeron que cuestionaban la decisión del juez Griesa sobre el fallo pari passu. Avanzaron fuertemente en el FMI solicitando cláusula antibuitres en futuras emisiones de deuda. Pero cuando se ratificó el fallo nunca se animaron a denunciar lo nocivo de estas prácticas. A pesar de que Obama durante la campaña los calificó como «especuladores de Wall Street», el gobierno de EE.UU fue el único país sistémico y grande que no se expresó públicamente contra los buitres. Lo hizo China, Francia, Rusia, Brasil, Reino Unido, estos países fueron muy claros, no fueron ambiguos.

– ¿Obama fue ambiguo?

– No se expresó. Y quedarse callado en ese momento fue elocuente. El silencio aturdía. Y eso también generó un daño en la relación bilateral.

– ¿Obama podría haber hecho más por Argentina?

– Sí, pero priorizó más su política doméstica porque la campaña antiargentina instalada por los fondos buitres en el congreso y los medios de comunicación de EE.UU aumentaron mucho el costo político interno que él debía pagar si expresaba públicamente su solidaridad con nuestra posición.

– ¿Cómo entiende usted el Tratado de Entendimiento con Irán?

– Fue un intento muy osado de contribuir con la búsqueda de justicia y terminar con la impunidad en los ataques terroristas, en particular el de la AMIA; pero no se pudo implementar. Se quería facilitar la toma de declaración de los acusados e imputados para iniciar un juicio en Argentina.

– ¿De verdad pensaban que esos acusados, varios de los cuales fueron candidatos a presidente de Irán, declararían ante la Justicia? ¿No fue algo ingenuo?

– Se corrió un riesgo intentándolo, porque era una prioridad hacer justicia en el caso AMIA.

– Generó muchas suspicacias que el tratado sea más impulsado por el gobierno que por la mayoría de las organizaciones judías. ¿Para qué pagaría Cristina semejante costo político?

– La Presidenta y el canciller Timerman estaban muy interesados en avanzar y contribuir en el avance de la causa AMIA. Estoy convencida de eso pero también se despertaron fantasmas de todo tipo que contaminaron el proceso de discusión.

– ¿Ese fue un déficit del gobierno de Cristina, la imposibilidad de comunicar mejor?

– Creo que podríamos haber sido mejores en nuestra comunicación. Lo digo desde mi individualidad en la embajada en EE.UU y como parte de la Cancillería.

– ¿Qué hubiese comunicado mejor usted?

– Los fundamentos de la política exterior, las razones que motivaron muchas decisiones que fueron tildadas de caprichosas cuando no fue así.

– Asumió Macri y fue visitado por Hollande, por Obama, se reunió con Cameron, también fue a…

– (interrumpe) El viaje de Hollande ya estaba pactado desde el año pasado antes de asumir Macri pero se postergó por los atentados terroristas en París, esas son las cosas que no se dicen.

– ¿Qué opina de esta frase: «con Macri, Argentina volvió al mundo»?

– Argentina nunca se fue del mundo, lo que está cambiando es la forma de vincularse con el resto del mundo. Donde sí volvimos fue al mega endeudamiento, a Davos, al FMI. En ausencia de una estrategia propia y seria de inserción internacional, se adoptan hoy agendas y prioridades de los países dominantes.

– Usted habla de agenda propia y durante el gobierno anterior no se pudo concretar ni la venta de una cosechadora a Angola.

– El caso de Angola fue una anécdota. Las exportaciones más que se duplicaron durante los doce años del kirchnerismo y se diversificó la matriz exportadora como no sucedió nunca antes. Este gobierno, con el latiguillo de volver al mundo, en realidad acepta pasivamente agendas de otras latitudes. Más que una lluvia de inversiones hubo una lluvia de concesiones en todos los órdenes de la política.

– ¿Qué pasaría si se firma un tratado de libre comercio con EE.UU como impulsa el gobierno?

– Me parece que hay sobreactuación en la relación con EEUU. A los que sí hay que felicitar es a los funcionarios del Departamento de Estado y de la Casa Blanca que consiguieron que Argentina firme en pocos meses todos los acuerdos que buscaban. Hubo concesiones en finanzas, comercio, cambio climático, seguridad, defensa y narcotráfico. No hay que venderle a la gente pescado podrido. Además no existe el libre comercio porque todos los tratados tienen reglas que generalmente las escriben los países más fuertes. Esto arrasaría con la industria nacional y destruiría millones de empleos.

– ¿Macri no podría firmar acuerdos con EEUU que a la vez contemplen la protección de la industra nacional?

– Macri implementa un programa neoliberal con un envase new age, con una pátina de revolución de la alegría que no es tal salvo para los sojeros, los mineros y los buitres.

– ¿Es neoliberal sin sacar los planes sociales?

– Hay una reducción en términos reales de todos los programas de transferencias de ingresos a los sectores más vulnerables.

– Pero su gobierno terminó con 30 por ciento de pobreza.

– La pobreza se redujo a la mitad, la midas como la midas. No te olvides del punto de partida de 2003. Macri adopta un programa neoliberal porque la esencia se inspira en la teoría del derrame, que dice que al darle beneficios a las grandes empresas, a las mineras, a los sojeros y las corporaciones redundará en un derrame que beneficiará al resto de la gente. Pero eso no pasó nunca ni en Argentina ni en el mundo. Hoy Hillary Clinton es la principal crítica en EEUU de la teoría del derrame.

– ¿Cómo ve la gestión de Martín Lousteau como embajador en EEUU?

– Me sorprende la actitud de Lousteau, con quien tuvimos una buena reunión de transición cuando yo terminé en la embajada. Alguien que estuvo a punto de ganarle al Pro en la ciudad con una alternativa supuestamente progresista ahora en Washington es parte de este proyecto neoliberal acompañando el acuerdo de libre comercio. Al menos en la foto está. Creo que debe una explicación.

La Nación

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