Mujeres de todo el mundo debatieron en Brasil sobre sus derechos y la lucha feminista

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Un espacio de construcción de futuro en clave feminista

Yasmín Thayná tiene el pelo mota alto: es la marca más visible de su negritud y por eso se lo deja así, para que se note, porque en su infancia se lo aplastaban, porque su piel es clara y podía disimularlo, y así escapar de la discriminación histórica hacia las personas de color en este país. Esta cineasta de 23 años, de Río de Janeiro, hija de una empleada doméstica y primera mujer de su familia que entró a la universidad “por la puerta de adelante” (“siempre entrábamos por la de atrás, para limpiar”), “fruto del gobierno de Lula y los movimientos sociales” –como se definió–, creó Afroflix, una plataforma en la web de películas y otros contenidos visuales producidos, dirigidos o filmados por personas negras, con el objetivo de mostrar y promover otras narrativas, distintas a las “estigmatizantes”, que difunden los medios hegemónicos. Yasmín fue una de las feministas jóvenes que conmovieron con sus palabras en el 13º Foro de AWID. “El arte es una herramienta política, un lenguaje universal de resistencia feminista”, dijo, ante un auditorio de alrededor de 1800 participantes, de más de un centenar de países.

La conferencia global más grande sobre derechos de las mujeres y desarrollo de los últimos años, finalizó, en este punto del nordeste brasileño, frente al mar esmeralda, después de cuatro días de intensos debates, en los que se abordaron múltiples temáticas, como el impacto de los fundamentalismos religiosos en los derechos sexuales y reproductivos, la violencia en el ámbito laboral, las disidencias corporales y sexuales, el estado de los movimientos feministas, entre tantísimos ejes que propuso el extenso programa. Varias argentinas estuvieron presentes, entre investigadoras, abogadas de derechos humanos, activistas feministas, de la diversidad sexual y por la legalización del trabajo sexual.

La necesidad del autocuidado, como un ejercicio colectivo, no solo para disminuir los impactos del desgate que produce el mismo activismo, sino para enfrentar los niveles de violencia que están sufriendo muchas mujeres en distintos países, fue un tópico novedoso que surgió en los debates. La joven kurda Dilar Dirik, de 25 años, lo dijo con claridad. Fue una de las voces más inspiradoras del Foro. En una sesión plenaria convocada para pensar “nuevos futuros juntxs”, sorprendió a la moderadora, al plantearle que ella no podía hablar de futuro: “Hoy nos autogobernamos”, señaló. Vive en un campamento de mujeres y niños al norte de Siria. “Somos una democracia radical, gobernada por mujeres en base a la ética del cuidado. Una revolución de mujeres está teniendo lugar en el norte de Siria y mucha gente lo desconoce. Practicamos la teoría de la rosa, nos protegemos unas a otras como los pétalos”, describió.

Lo que queda

“Cómo hacer más sostenible el activismo y que nos permita tener mayor resiliencia, cuidándonos unas con otras y otres, es una de las miradas que nos deja el Foro, desde una perspectiva que rompe con la lógica del autocuidado como una forma individual”, apuntó a este diario Lydia Alpízar Durán, directora ejecutiva de la Asociación para los derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID, por sus siglas en inglés), al hacer un rápido balance sobre el 13º Foro. ¿Qué más deja? “Vimos movimientos como el indígena que ya están viviendo y se están conformando desde la intersectorialidad, donde se cruzan dimensiones de género, raza, etnia, de forma más fluida de lo que se veía antes. Se reafirma, para nosotras, la necesidad de establecer alianzas entre movimientos, en un contexto cada vez más difícil”, indicó la costarricense/mexicana. “El tema de los recursos sigue siendo un gran pendiente, el dinero para nuestras luchas es escaso”, agregó Alpízar. También destacó la presencia en el Foro de diferentes actores “muy importantes, como las feministas negras, las compañeras indígenas, las mujeres con discapacidad, el movimiento trans, las trabajadoras sexuales, haciendo aportes increíbles”. “Hemos logrado integrarlas mejor y ellas se sienten cómodas y respetadas. Y en esa línea, el rol de las jóvenes, con mucha reivindicación feminista y gran creatividad, el aire fresco que el movimiento feminista necesita, ellas son el presente y están apoyando de forma muy fuerte las luchas”, enumeró, al sacar algunas conclusiones.

Creatividad en las luchas

Los ejemplos originales y exitosos de activismo contra las opresiones –en distintos ámbitos y geografías– tuvieron un espacio destacado. La brasileña Yasmín Thayná fue una de las oradoras en la sesión plenaria sobre “Experiencias de solidaridad, resistencia y creaciones disruptivas”, donde contó sobre la creación de Afroflix, a partir de su película Batalhas, para reflejar otros relatos de mujeres negras, reales. “Los medios de comunicación en Brasil están en manos de unas diez familias, con vínculos políticos. Esos medios narran las historias de personas negras de forma estigmatizante. Las mujeres aparecen sexualizadas, vinculadas al carnaval o son siempre sirvientas”, describió. En el mismo panel sobresalió el carisma de Alicia Garza, de 35 años, de Oakland, California, líder negra de la Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas de EEUU y creadora del #BlackLifeMatter (Las vidas negras importan), que en apenas tres años derivó en una organización nacional contra la brutalidad policial y el racismo, con gran protagonismo en las protestas de Ferguson, y está convirtiéndose en un movimiento internacional por los derechos de las personas negras. En 2013, luego de la absolución de un policía por el asesinato de un adolescente negro, Alicia escribió en su Facebook un texto con esa frase y una amiga la tuiteó, y empezó a reproducirse en redes sociales. Así, ellas dos y una tercera amiga le dieron vida al movimiento #BlackLifeMatter. En 2014 fue votado como uno de los 12 hashtag que cambiaron el mundo. “Estamos en un mundo capitalista. Ahora tenemos que evitar que el hashtag se convierta en una marca en lugar de una causa”, comentó Alicia.

También contó su experiencia de lucha y empoderamiento Arelis Uriana, indígena wayúu del norte de Colombia e integrante de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y líder del Enlace Continental Indígena. “Como mujeres indígenas hemos sufrido mucho, primero tuvimos que romper esas barreras del machismo dentro de nuestros pueblos. Antes no hablábamos, nos resultaba muy difícil estar solas en un escenario público, como este. Hoy somos miles a nivel del continente alzando nuestras voces, hoy somos muchas en distintos lugares de poder y nos sentimos muy bien representadas a nivel local, nacional e internacional. Nos hemos aliado con feministas, con organizaciones de la sociedad civil, no nos resulta ajena la lucha de las mujeres negras. Decimos que el territorio es sagrado, el cuerpo de nosotras es territorio y por eso tenemos que defenderlo”, subrayó, y recibió una ovación.

La cuarta panelista, de esta sesión plenaria, fue una activista queer tunecina, Khouloud Mahdhaoui, de la organización Chouf, que creó hace dos años un festival internacional de arte feminista en su país, con una expansión enorme. En su segunda edición, en 2015, tuvo 136 participantes de 34 países, contó. “El arte es un vehículo internacional. No hace falta traducir”, dijo Khouloud. Y contó que en esa región del norte de África el discurso sobre las mujeres es fundamentalmente victimizador. “Estamos cansadas de esa perspectiva. El festival es un espacio revolucionario, libre, sin censura. Se trata de redefinir lo que se entiende por mujeres”, explicó. Y denunció que el gobierno de Túnez está tratando de “destruir” ese festival.

La sesión plenaria matutina estuvo precedida por una marcha de tambores, a cargo de una banda de percusionistas negras, que ingresó al auditorio principal de este complejo de vacaciones. Y terminó con el grito de las activistas presentes de: “El pueblo unido jamás será vencido”, en su versión en inglés. Luego, el repetido, en este espacio de construcción feminista en alianza con otros movimientos sociales: “¡Fora Temer!”.

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