Masiva marcha a 10 años de la desaparición de un testigo clave de los juicios de la dictadura

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Masiva movilización reclamó justicia a 10 años de la desaparición de Julio López

Organizaciones de derechos humanos, estudiantiles, políticas y sociales marcharon hoy en La Plata y en la ciudad de Buenos Aires para recordar y exigir justicia por Jorge Julio López, el testigo clave en el juicio que condenó a prisión perpetua a Miguel Etchecolatz por crímenes de lesa humanidad.

Además, durante todo el fin de semana se realizaron jornadas en homenaje al albañil, cuyo paradero aún se desconoce.

La convocatoria en La Plata se realizó en Plaza Moreno, frente al municipio, donde hace 10 años se realizó el juicio contra Miguel Etchecolatz con el objetivo de recordar el día en que López desapareció para dirigirse a los tribunales platenses a presenciar la audiencia de alegatos.

En este marco, las distintas organizaciones de derechos humanos, sociales, movimientos estudiantiles y gremiales se convocaron bajo el lema «A 10 años de la segunda desaparición de López» y pidieron «juicio y castigo a los responsables y mantener vigente su presencia en la lucha por la memoria, verdad y justicia».

Rubén López, el hijo del albañil desaparecido en 2006, quien participó de la marcha, sostuvo en declaraciones a Télam que «hoy nuestro legado, compromiso, deber y obligación es que estos personajes nefastos permanezcan en la cárcel».

«Tenemos varias hipótesis, pero nosotros no somos quienes tenemos que resolver y la justicia no da respuestas, no investiga», sostuvo.

Por su parte, la abogada en los juicios por crímenes de lesa humanidad de La Plata y militante de derechos humanos Guadalupe Godoy manifestó que «este es un aniversario muy complejo porque hay un contexto político muy difícil» y sostuvo que hay que «evitar los retrocesos y que se consolide la impunidad».

Los organismos de derechos humanos como Hijos-La Plata y la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos pidieron la «aparición con vida ya» bajo la consigna «pasan los gobiernos y sigue la impunidad».

Además, reclamaron «juicio y castigo a los responsables de su secuestro y desaparición», repudiaron la posibilidad de que «Etchecolatz vaya a su casa» y exigieron «que todos los genocidas estén en cárcel común perpetua y efectiva».

A la multitudinaria marcha se sumaron dirigentes estudiantiles: «Es fundamental estar presentes, acompañar al conjunto de las organizaciones sociales en este momento donde se expresa una concepción de los derechos humanos y sociales totalmente distinta a la que compartimos», dijo el presidente de la Federación Universitaria de La Plata, Mateo Compagnucci.

De igual modo se expresaron desde los gremios agrupados en la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) Autónoma de la provincia de Buenos Aires.

En tanto, en la ciudad de Buenos Aires también marcharon organizaciones sociales, defensoras de los derechos humanos y partidos de izquierda.

Las columnas partieron desde el Congreso hacia Plaza de Mayo con las mismas consignas que se enarbolaron en la Plata.

Así, marcharon el MST, el Frente de Izquierda y los Trabajadores, la CTA Autónoma, el PCR, la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos y el Centro de Profesionales por los Derechos Humanos, entre otras agrupaciones.

Entre quienes encabezaron la marcha estuvieron Mirta Baraballe (Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora); Patricio del Corro (legislador de la Ciudad por el PTS en el FIT); Alejandrina Barry (hija de desaparecidos e integrante del CeProDH); Carla Lacorte (víctima de gatillo fácil, CeProDH), María del Carmen Verdú (Correpi) e H.I.J.O.S de zona Oeste.

Ámbito


A diez años, la Justicia no tiene pistas sobre su paradero

El albañil Jorge Julio López desapareció por segunda vez hace 10 años, tras relatar su primer secuestro en el juicio contra el represor Miguel Etchecolatz, testimonio que fue clave para la condena del ex policía, y hasta el momento no hay pistas firmes que permitan saber qué pasó con él.

La fiscalía que investiga la desaparición de López cotejó hasta el momento más de cinco millones de registros telefónicos, comparó el ADN de 98 cuerpos NN hallados entre el 2006 y el 2015, pero hasta el momento no logró saber qué pasó con el albañil el 18 de septiembre de 2006 y la causa no tiene imputados.

«A 10 años de la segunda desaparición de López», es el lema de la movilización prevista para el próximo domingo a las 16.30, convocada por organizaciones de derechos humanos, sociales, movimientos estudiantiles y gremiales, como el Suteba La Plata.
Las agrupaciones se concentrarán en la Plaza Moreno, frente al municipio de La Plata, donde hace 10 años se realizó el juicio contra Miguel Etchecolatz, y desde allí marcharán hasta la casa de Gobierno provincial.

López desapareció de su domicilio en el barrio platense de Los Hornos el 18 de septiembre de 2006, cuando se esperaba que se dirigiera a la sede municipal para presenciar los alegatos del juicio que el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata seguía al represor Miguel Etchecolatz por delitos de lesa humanidad.

El hombre había sido secuestrado en 1977 y estuvo detenido hasta mediados de 1979 en cinco centros clandestinos de detención, y al brindar testimonio detallado en el juicio, había sido muy claro al identificar a Etchecolatz como el hombre que dirigía y ejecutaba las sesiones de tortura con picana en esa sede policial platense.

López, albañil y militante peronista, había realizado durante el juicio varios reconocimientos oculares en los centros donde estuvo detenido, como la comisaría quinta de La Plata y el Pozo de Arana, donde su profesión de albañil le permitió identificar fehacientemente sus lugares de cautiverio, aún cuando algunos de ellos habían sufrido remodelaciones.

Aquella mañana del 18 de septiembre de 2006, sobrevivientes de la última dictadura esperaron por horas que el hombre se presentara a presenciar los alegatos, pero López nunca llegó y hasta hoy se ignora dónde está.

Tras la alarma de familiares y organismos de derechos humanos por el paradero de López, el entonces ministro del Interior, Aníbal Fernández, aseguró que el gobierno nacional no descartaba «ninguna hipótesis» sobre la desaparición de Julio López, y la administración bonaerense, encabezada por Felipe Solá, impuso una recompensa de 200.000 pesos para conocer datos sobre su paradero.

Además, a la búsqueda que lideró el ministerio de Seguridad provincial a cargo entonces de León Arslanian, se sumó la distribución de la foto del albañil desaparecido en todos los medios de transporte público y privado, en comercios, estaciones de servicio, en los vehículos oficiales de la provincia y los municipios y en las
escuelas.

Ya desde los primeros días y ante la ausencia de noticias sobre el testigo, se sucedieron las marchas en La Plata y en diferentes puntos del país reclamando por su aparición.

«Hay elementos con los que contamos que son demasiado importantes como para hacerlos públicos», dijo Fernández tres días después de la desaparición de López, y varias fueron las pistas surgidas durante los primeros días que finalmente no condujeron a ningún resultado.

Una de ellas fue el cuerpo calcinado hallado en la noche del 20 de septiembre en la localidad de Punta Lara, municipio de Ensenada, que finalmente pertenecía a un hombre de entre 30 y 50 años.

Si bien en un primer momento se especuló con la posibilidad de que López se hubiera perdido por un shock emocional, con el correr de los días la hipótesis del secuestro fue cobrando fuerza.

Una semana después de la desaparición de López, el gobernador Solá atribuyó el posible secuestro a su condición de «testigo fundamental» en el juicio contra el ex director de Investigaciones de la Policía Bonaerense y para «intimidar a futuros testigos o impedir su participación en otros juicios» a represores de la última dictadura.

«Esto no tiene nada que ver con una desaparición cualquiera», dijo Solá y sentenció: «es el primer desaparecido desde los años del terrorismo de Estado».

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