De visita en el país, Trump defiende el polémico muro fronterizo
Frenaré la migración, dice Trump
La comunidad de origen mexicano en Estados Unidos es «gente honesta y trabajadora; son personas de bien que respetan a la familia, la vida en comunidad y la ley», dijo el presidente Enrique Peña Nieto a Donald Trump. A diario, agregó, contribuyen a la prosperidad y desarrollo de ese país con su «trabajo, talento y creatividad».
El candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, vino ayer a México para reiterar desde Los Pinos, ante el presidente Enrique Peña Nieto, su intención de construir un muro en la frontera de su país con con México.
«Sí hablamos sobre el muro, no sobre el pago del muro; eso sería para una fecha posterior», aseguró.
Ante la declaración del empresario, quien reiteradamente ha asegurado que cargará el costo de esa muralla a los mexicanos, Peña Nieto no respondió en ese momento. Sólo reiteró haber expresado a Trump que su responsabilidad como Presidente es defender a los mexicanos de aquí y quienes están fuera del país.
Sin embargo, dos horas después, cuando el político estadunidense ya volaba de regreso a su país, Peña Nieto publicó en su cuenta de Twitter: «Al inicio de la conversación con Donald Trump dejé claro que México no pagará por el muro».
Fuentes de Los Pinos revelaron que el tema de esa valla fue uno de los tópicos iniciales en la conversación de ambos políticos, y Peña Nieto, aseguraron, dijo de entrada que si bien cada país puede definir cómo proteger sus fronteras, México no pagaría por ese muro.
En conferencia de prensa, ante los micrófonos y con su anfitrión a su diestra, Donald Trump respondió a esa pregunta dos veces: «Eso no lo discutimos. No, no hablamos de esto. Quién va a pagar el muro, eso no lo discutimos».
Habían conversado más de 45 minutos en la biblioteca de la residencia Miguel Alemán de Los Pinos. Trump llegó a la cita en un helicóptero del gobierno mexicano, que lo trasladó desde el hangar presidencial del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, tras aterrizar a las 13:10 horas.
Por el gobierno mexicano estuvieron en el encuentro la canciller Claudia Ruiz Massieu; el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, y el jefe de la Oficina de la Presidencia, Francisco Guzmán.
Peña Nieto y Trump no se conocían hasta ayer. El mandatario mexicano habló de la determinación de su gobierno de no intervenir en las elecciones de Estados Unidos, pero sí de su interés en dialogar con los candidatos. «Cualquier relación cercana necesita ser revisada y renovada más de una vez», a pesar de no estar «de acuerdo en todo».
De ahí, explicó, la invitación vía cartas enviadas el viernes de la semana pasada tanto al republicano como a Hillary Clinton, candidata del Partido Demócrata, a quien espera ver pronto.
Trump respondió casi de inmediato. Y por medio del periódico The Washington Post anunció su viaje a México, mientras en Los Pinos la noche del martes reinaba la confusión.
Primero negaron la cita para este miércoles, y ante la confirmación de la visita desde la oficina del magnate admitieron que ésta sí se realizaría.
Ante unos 200 periodistas, y en dos podios donde sólo estaba la bandera mexicana detrás del presidente Peña Nieto, el político republicano dijo haber sido «muy directo» para expresar sus puntos de vista sobre el impacto del comercio bilateral y las políticas migratorias de su país.
Así, quien durante meses recientes ha endilgado a los mexicanos adjetivos de «criminales, violadores y narcotraficantes», entre otros, ayer no tuvo ningún gesto de retractación.
Su mayor alcance expresivo fue el de tener «gran respeto» por los valores de «familia, fe y comunidad» de los mexicoamericanos. «Se trata de personas espectaculares y trabajadoras», indicó Donald Trump.
Peña Nieto aprovechó las preguntas de los periodistas para asegurar que había transmitido a Trump la existencia de «malinterpretaciones o afirmaciones que lamentablemente habían lastimado y afectado a los mexicanos en la percepción que él viene haciendo de su candidatura, y de la cual soy absolutamente respetuoso».
Y dijo que también le habló del «agravio» del pueblo de México por comentarios de aquél, «pero que yo estaba seguro que su interés genuino es por construir una relación que nos lleve a darle a nuestras sociedades condiciones de mayor bienestar».
Durante la comparecencia pública no se vieron sonrisas, sólo gestos de cortesía. Así fue también en la conversación privada. «Sin ninguna agresión, pero tampoco alegre», señaló un testigo de la Presidencia.
Donald Trump insistió a su vez en su proyecto de poner fin a la inmigración ilegal, porque «esto es un desastre humanitario».
En sentido inverso, Peña Nieto afirmó que el flujo de indocumentados de México hacia Estados Unidos tuvo su punto máximo hace una década, y ha venido disminuyendo desde entonces, hasta ser negativa en términos netos. Sin embargo, admitió que este fenómeno sigue siendo “un reto compartido’’ para el cual se requiere un enfoque integral.
Ver sólo el tema fronterizo desde la migración, añadió, es incompleto, porque no se toman en cuenta los flujos ilegales hacia el sur de armas y dinero en efectivo con lo cual, además, se fortalece a cárteles y otras organizaciones criminales «que generan violencia en México y obtienen ganancias de la venta de drogas en Estados Unidos».
El planteamiento de Trump en todo momento abogó por levantar un muro en la línea divisoria común, pues tener una frontera segura «es un derecho soberano y mutuamente benéfico».
Aseveró que cualquier nación puede levantar un muro «para detener el movimiento ilegal de personas, drogas y armas».
En algunos temas coincidieron. El presidente Peña Nieto resaltó los beneficios que ha traído para ambos países el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Gracias al mismo, aseguró, muchos empleos no se desplazaron a otras regiones del mundo debido al desarrollo conjunto de una competitiva plataforma manufacturera y, en promedio, 40 por ciento de las exportaciones mexicanas está hecho en Estados Unidos.
Pero luego de 22 años de existencia, convino, el acuerdo comercial puede ser mejorado «en beneficio de ambas partes».
Donald Trump habló desde otra perspectiva: los trabajadores de ambos países, aseguró, necesitan aumentos salariales «desesperadamente». Los de Estados Unidos tienen 18 años con salarios caídos. «Hay mucho valor que se puede crear para ambos países trabajando bellamente juntos».
La significación que el gobierno de Peña Nieto dio a la visita del político abiertamente de derecha se puede medir en la comparecencia que ambos tuvieron para dirigir un mensaje, lo que sólo es común ver cuando se trata de presidentes o jefes de Estado de otros países.