El largo camino hacia la igualdad de derechos LGBTI en Costa Rica – Por Alessandro Solis
Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.
La mala noticia es que muy probablemente no será mañana, ni la otra semana, ni el próximo mes, y quizá tampoco el otro año que Costa Rica apruebe las uniones entre personas del mismo sexo, o que asuma desde el seguro social las necesidades médicas de los transexuales o que en general tenga una normativa integral que le otorgue igualdad de derechos a la comunidad LGBTI. En eso coinciden diputados, asesores y expertos bajo una misma consigna: falta mucho trecho por recorrer.
La buena noticia es que en una década de lucha cobijada bajo los valores de la bandera multicolor los logros están a la vista de todos, empezando por la profunda conversación que sobre el tema se ha levantado en los últimos años y terminando –por ahora– en la aplicación de derechos igualitarios en instituciones elementales como la Caja Costarricense del Seguro Social y el Ministerio de Educación Pública.
La huella de la comunidad LGTBI es imborrable, consecuencia de un movimiento global que pasó de la ilegalidad con pena de muerte en la Alemania nazi a reclamar su lugar en el Estado de derecho. Y aunque la resignación a veces parece inevitable ante la injusticia que no cesa, la perspectiva es necesaria para engalanar la determinación y darle continuidad a la lucha.
De conocimiento popular es que entender o recordar la historia es un valioso punto de partida para no desligarse de la esperanza, la inagotable fuerza detrás del ímpetu. Así las cosas, valga el presente recuento como un recordatorio del camino recorrido.
El oscurantismo:
Hace menos de un siglo, en Estados Unidos perseguían a organizaciones de derechos homosexuales y en Alemania se creaba una unidad especial para investigar y enlistar a todos los homosexuales del país. Era ilegal tener preferencia por el mismo sexo. Un beso entre dos hombres era causal de prisión.
Las cosas se pusieron peor cuando Adolf Hitler penalizó la homosexualidad con la muerte y envió a miles a campos de concentración. Allí, ser judío y gay era sinónimo del mal. Es hasta la década de 1950 que esto comienza a revertirse, al mismo tiempo que en Estados Unidos se forman las primeras organizaciones de homosexuales y lesbianas.
Ello no significó que durante los años siguientes no se persiguiera a la comunidad sexualmente diversa en esos y otros países, pero era el comienzo de una nueva era.
Despenalización y asociación:
Al igual que en muchos otros países, la conducta homosexual en Costa Rica fue ilegal hasta 1971, y desde entonces la “sodomía escandalosa” se convirtió en un delito, aunque hasta 2002 –año en el que se eliminó el artículo del Código Penal– no se registró ningún caso concreto en el país.
En 1978 se organiza el Movimiento para la Liberación Homosexual, ligado a la Organización Socialista de los Trabajadores. Fue el primer intento por reunir a la comunidad en una época en la que –a pesar de la liberación sexual– los homosexuales veían sus derechos pisoteados en ciudades como Nueva York, donde las autoridades los ostigaban en los bares y en las calles.
Con la explosión del sida en los años 80, la discriminación contra la comunidad homosexual aumentó considerablemente. No obstante, del otro lado del espectro, el espíritu de consciencia con respecto a los derechos humanos de la población con vih y de los homosexuales ganaba cada vez más terreno. Nació en Costa Rica la Asociación Nacional de Lucha Contra el Sida.
En 1987 se conformó la primera organización de lesbianas en el país, al mismo tiempo que el gobierno hacía redadas para arrestar a homosexuales por incumplir con la “moral” y pidió exámenes obligatorios de sida a todos sus funcionarios públicos. El hastío de la comunidad se reflejó en una carta a La Nación publicada en abril de ese año y firmada por el politólogo Jacobo Schifter y 153 académicos que repudiaban tal lesión a las garantías básicas de los costarricenses.
En 1990, un congreso de mujeres lesbianas y feminismo fue manchado con la polémica cuando algunos gobernantes le prohibieron el ingreso al país a “toda mujer sospechosa de ser lesbiana”, para conservar la moral religiosa que para ellos tenía Costa Rica. El congreso al final sí se realizó, y la negativa de la comunidad a aceptar los prejuicios de los diputados y la población sentó un precedente.
Fue después de ese lamentable hecho que la Sala Constitucional reafirmó que las personas LGTBI podían organizarse, formar grupos de derechos y establecer puntos de encuentro como bares y clubes. Con los años se crearon varios medios de comunicación dirigidos a la comunidad y se aprobó una ley para combatir el sida.
Una década revolucionaria:
Mucho había pasado antes de que se formara el Movimiento Diversidad, en 2005, la organización que –en el contexto de un impulso global– más logros ha facilitado para personas sexualmente diversas en el país. Ese año se presentan en la Asamblea Legislativa los primeros proyectos de ley para uniones entre personas del mismo sexo.
Desde entonces, nada ha sido en vano y todo ha sido ganancia. Los homosexuales pueden donar sangre desde 2007. En 2008 se declaró el 17 de mayo como el Día Nacional contra la Homofobia, Lesbofobia y Transfobia, con el cual el gobierno refuerza la idea de luchar contra la discriminación. Se empezó a hablar de un referéndum para decidir sobre las uniones homosexuales, y en 2010 se decidió que no tenía sentido someter a votación popular los derechos de una minoría tan vapuleada.
Ese año también se reconoció el derecho a la identidad de género en la foto de la cédula y en 2011 se decretó el derecho de visitación en cárceles para parejas del mismo sexo. Estas cosas eran imposibles de imaginar en un país que tan solo 20 años antes quería prohibir el ingreso de lesbianas invitadas a un congreso feminista.
Las marchas de la diversidad ya son inevitables, desde el comienzo de la década que corre, y cualquier acto discriminatorio que llegue al escrutinio público –venga de un diputado o de un establecimiento– es instantáneamente repudiado por buena parte de la población.
Carmen Muñoz fue la primera diputada abiertamente lesbiana del Congreso, en 2010-2014, y cuando su par Justo Orozco solicitó su destitución el país se le vino encima. Muñoz actualmente es viceministra de Gobernación y Policía.
En 2015, el gobierno emitió un decreto para eliminar todo tipo de discriminación en sus instituciones, y la Caja Costarricense del Seguro Social le dio el beneficio del seguro a las parejas del mismo sexo. La institución, este año, extendió el beneficio de pensión por muerte. Además, en 2015 se casaron dos parejas (una de hombres y otra de mujeres), a pesar de que las uniones civiles o las sociedades de convivencia para personas del mismo sexo siguen estancados en la Asamblea Legislativa.
Falta mucho por hacer, es cierto. Y hoy marcharemos todos los que creemos en la igualdad social y en el bien común. Y exigiremos más derechos y equidad, así como lo haremos mañana. Pero también podemos tomar unos minutos para celebrar, con la copa en alto, que el país (y el mundo) es un poquito mejor de lo que solía ser.
Nota del redactor: Este recuento fue elaborado a partir de documentos de prensa, estudios del Centro de Investigación Pew y la Organización de Estados Americanos, y entrevistas propias. Agradecimiento especial al artista colombiano Carlos Motta y al activista costarricense José Daniel Clarke (Frente por los Derechos Igualitarios y Asociación Ciudadana Acceder) por su compilación histórica La libertad es un proyecto colectivo, parte de la serie artística La forma de la libertad: Triángulo.
*Periodista de Entretenimiento y Cultura.