Daniel Gedda, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile: «No hay voluntad política para avanzar en la gratuidad»

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Por Francisco Parra y Gerardo Szalkowicz

Después de cinco años de lucha estudiantil, el gobierno chileno presentó al Congreso un proyecto de ley de reforma a la educación superior. Sin embargo, para las y los estudiantes la propuesta mantiene una lógica de mercado e incumple la promesa de gratuidad universal. En esta entrevista, Daniel Gedda, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, explica las razones del rechazo al proyecto oficial.

-¿Cómo es, a grandes rasgos, la propuesta de reforma educacional que presentó Bachelet y por qué fue rechazada por el movimiento estudiantil?

– La propuesta del gobierno responde a más de cinco años de movilización. Se estructura a generar una nueva institucionalidad, que permita mayor fiscalización en las instituciones privadas de educación superior, ciertos cambios al financiamiento de las instituciones y un trabajo en torno a la gratuidad bastante modesta. Para nosotros es una reforma insuficiente porque en las atribuciones de fiscalización deja la puerta abierta al lucro en la educación superior. Nosotros queremos que el lucro no sólo sea prohibido sino que se tipifique como delito, cosa que la reforma no hace.

Y en cuanto al financiamiento, vemos que la educación pública vuelve a ser el gran ausente. En Chile no tenemos educación pública y solamente el 15% de la matrícula total de la educación superior se encuentra en instituciones del Estado. No vemos en esta reforma que se avance en reconstruir la educación pública. Por último, cuando hablamos de gratuidad, vemos que esta es una gratuidad insuficiente, que no cambia el paradigma de financiamiento que es a la institución, y además queda sujeta a los vaivenes macroeconómicos del país. Estaríamos hablando de que Chile tendría educación gratuita recién en el años 2060, 2070. Nos parece una falta de respeto a las movilizaciones sostenidas por las familias chilenas todos estos años.

– ¿Cuáles son los puntos centrales que ustedes proponen y que no están contemplados en el proyecto del oficialismo?

– Nuestra propuesta gira en torno al fortalecimiento de la educación pública, para que las instituciones del Estado crezcan llegando a cubrir, por lo menos, la mitad de la matrícula en el sector universitario y la reactivación de un marco regulatorio fuerte y potente, que fiscalice a las instituciones de la educación superior privada que hoy no tienen fiscalización alguna en términos de lucro, de reinversión de utilidades y de proyecto educativo en general. Y también que estas instituciones cuenten con mecanismos democráticos de participación de la comunidad. Por último, avanzar hacia una gratuidad universal con aportes basales a las instituciones. Nada se cumple con lo que propone el gobierno, no se habla de fortalecer la educación pública.

– Bachelet defendió su propuesta argumentando que es un proyecto “realista” y que va a ir gradualmente hacia la educación superior gratuita. ¿Es realista o se pudo haber hecho más? ¿Por qué el gobierno decidió no ir a fondo con el tema?

– El gobierno en su campaña prometió alcanzar la gratuidad universal para el año 2020. Desde ya es una irresponsabilidad tremenda entregar promesas en campaña que no se van a cumplir, pero más allá de la gradualidad o que sea realista o no, el problema es otro. Acá no hay voluntad política de avanzar hacia la gratuidad, por eso se la deja amarrada. Hoy en Chile existen los recursos para financiar la gratuidad en la educación, incluso más derechos sociales como salud, previsión, etc. El problema es que Chile es un país de una enorme desigualdad, donde el 1% concentra el 30% de los ingresos. Decir que hoy no existe la plata para financiar los derechos sociales no es realista, es falta de voluntad política de cambiar la estructura de desigualdad de este país.

– ¿Qué rol vienen desempeñando los ex dirigentes estudiantiles que han tenido gran protagonismo en años anteriores y hoy ocupan bancas en el Congreso, como por ejemplo Camila Vallejo quien forma parte de la coalición de gobierno?

– Ellos ahora desde la otra vereda, que es la institucionalidad, están intentando que la reforma y los cambios sean hacia las necesidades de las grandes mayorías. Aunque hay que hacer una diferencia. Dirigentas como Camila Vallejo y Karol Cariola lamentablemente son parte de una coalición que a nuestro parecer no es el camino para avanzar en estos derechos, es una coalición con demasiados intereses creados en negocios con la educación y distintos sectores. Con esta coalición, la Nueva Mayoría, no se puede trabajar, pero no por eso hay que pensar que el Partido Comunista no quiera avanzar en la consecusión de los derechos sociales. Por otro lado, me gustaría destacar la labor de Giorgio Jackson y Gabriel Boric, que desde su sector como parlamentarios han intentado levantar las demandas del movimiento social e instalarlas en la institución. Es un ejercicio muy válido y que nos permite disputar lo mismo desde veredas distintas. Eso ha fortalecido y nos ha ayudado en la disputa.

– Después de tantas idas y venidas el movimiento estudiantil sigue en las calles ¿Cómo sigue esta lucha? ¿Qué fortaleza tiene hoy para seguir peleando por estas demandas tan postergadas?

– Hoy estamos en pie de movilización, pero también guardando fuerzas para lo que serán meses posteriores que pueden ser más álgidos. No son sólo los estudiantes los que están peleando por esta reforma, hoy los trabajadores de la educación superior están movilizados, dando discusiones en los distintos espacios a nivel nacional para trabajar junto al movimiento estudiantil, en una propuesta de modelo educativo que solucione los problemas del modelo actual. También están los los rectores de las instituciones estatales. Hoy para que el movimiento estudiantil pueda seguir creciendo y seguir teniendo fuerza, tiene que consensuar las demandas con otros actores, para que lo que salga el día de mañana sea positivo y logremos aglutinar a amplios sectores sociales detrás de las demandas por una educación distinta. Ese es el trabajo en que estamos, que va dar frutos en los próximos meses y nos va a permitir pelear con más fuerza la reforma en todos los espacios posibles, tanto los institucionales como en las calles.

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