Consultorios de colores (Ecuador) – Por Fernando Cornejo León

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El Código Orgánico de Ordenamiento Territorial, Autonomía y Descentralización (Cootad) determina entre las funciones de los GAD municipales ejecutar una acción articulada y coordinada con el Gobierno Central y les asigna competencias exclusivas y concurrentes, entre las primeras se encuentra lo referente a alcantarillado, recolección de basura y saneamiento ambiental en general, tema fundamental para la salud pública.

Desafíos como el acceso a servicios de saneamiento, como agua, alcantarillado o eliminación de basura, alcanzan apenas el 56% en Guayas, siendo Guayaquil su municipio más grande y en donde se concentra la mayor cantidad de población.

Indicadores como el déficit habitacional cualitativo que describe el número de viviendas recuperables -mediante reparaciones, cambios de materiales, ampliaciones de superficie o más importante aún, conexión a servicios básicos-, no han mejorado, incluso hubo un retroceso en la misma provincia pasando de 37,6% a 39%.

Frente a las carencias y retos existentes no deja de ser inquietante que ciertos GAD se dediquen a realizar actividades en áreas en las que el Gobierno Central, por su naturaleza y competencias, ha destinado exitosamente importantes recursos económicos, tecnológicos y humanos, como el sector salud. Sobre todo en tiempos electorales es común ver en las calles y plazas “unidades móviles de salud” multicolores y con eslogan del alcalde de turno, lo cual constituye un elemento demagógico y poco eficiente.

Más cuando se conoce que se han conseguido importantes logros y mayor impacto, mientras el costo de estas actividades alcanzan mayores economías de escala (menor costo frente a mayor producción), caso claro campañas de vacunación, que de otro modo y como se ha comprobado en otras realidades, al ser enfocadas como una suma de poblaciones pequeñas se vuelven más costosas que al asumirse valiosas campañas y esquemas de cobertura nacional.

Habría que preguntar a los alcaldes cuáles han sido los logros en materia de prevención y tratamiento de las enfermedades más prevalentes, cuando han sacado sus variopintas unidades móviles, cuánto ha bajado la hipertensión o la diabetes en sus ciudades o cuánto subió la cobertura de control de niños sanos y de embarazadas.

Un sector político que se llena la boca hablando de austeridad, reducción del tamaño del Estado y recortes del gasto público, debería al menos ser consecuente con sus postulados y utilizar los fondos que les otorga el Estado en mejorar el alcantarillado y el saneamiento ambiental, temas básicos para tener una salud de calidad y dejar de vender a los ciudadanos atenciones poco eficientes en carritos de colores.

El Telégrafo

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