#PazEnColombia: el camino hacia el acuerdo final

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Los tres desafíos inmediatos que enfrenta el proceso de paz – Análisis

Uno es político, otro es el de la seguridad y el último, resolver los temas pendientes.

Por Marisol Gómez Girardo

Tras el histórico acuerdo del jueves entre el Gobierno y las Farc para ponerle fin a la guerra, el proceso de paz quedó frente a tres desafíos inmediatos: uno político, uno de seguridad y uno para la propia mesa de negociación, que aún debe resolver temas complejos.

De entrada, la emoción que le generó al país la foto del presidente Juan Manuel Santos y ‘Timochenko’ sosteniendo en sus manos los acuerdos para terminar el conflicto, deja a los negociadores de paz ante el reto de llegar pronto al acuerdo final.

Definir en el menor tiempo posible lo que está pendiente será necesario para mantener el entusiasmo nacional que produjo el acto del pasado jueves en La Habana. Este será decisivo para que el proceso de paz salga airoso de la refrendación.

Lograr el triunfo contundente del ‘Sí’ a los acuerdos de paz en las urnas es, precisamente, el gran desafío político de corto plazo para el Gobierno y las Farc.

Sobre todo, cuando hay una campaña en marcha del Centro Democrático para desacreditar lo pactado en Cuba y en contra del plebiscito. Este, que ya fue aceptado por las Farc como mecanismo de refrendación en los términos en que decida la Corte Constitucional, tiene pendiente el aval del alto tribunal.

Contra la campaña del Centro Democrático, la mejor estrategia es evitar que vuelva a caer el buen ánimo del país frente al proceso de paz, que según los primeros sondeos, subió el jueves.

Al final de cuentas, lo logrado ese día fue lo que más escepticismo provocaba en el país: el desarme de las Farc.

“Ese fue el tema más duro de la fase secreta”, dice Sergio Jaramillo, el comisionado para la Paz. Por eso, agrega, “es muy satisfactorio ver un acuerdo de desame con procedimientos y fechas precisas y verificación del a ONU. Hay que hacerles un gran reconocimiento a nuestros generales, por su trabajo excepcional”.

Lo pendiente

En la lista de los cerca de 40 temas pendientes que tiene la mesa de diálogos hay algunos tan difíciles como el número de hectáreas que tendrá el Fondo de Tierras para repartir entre los campesinos que hoy no las tienen. El punto de partida del Gobierno son 3 millones de hectáreas, pero a las Farc esa cifra les parece muy pequeña.

También falta definir el número de curules especiales que tendrán las Farc en el Congreso y las que se otorgarán a las regiones más golpeadas por el conflicto.

Estos dos temas, entre otros, hacen parte de lo que los negociadores llaman “salvedades” o “asteriscos” porque quedaron pendientes en los cinco acuerdos logrados hasta ahora: desarrollo rural, participación política, cultivos ilícitos, víctimas y fin del conflicto.

Falta, además, el acuerdo sobre la implementación y verificación de todo lo pactado. Y, como afirma un asesor de la mesa de negociaciones, en este punto, “la discusión debe ser más pragmática y menos sustantiva”. Se trata, dice, de “crear instancias bilaterales para acompañar y verificar los acuerdos”.

Dentro de lo que está por resolverse, figuran también las condiciones de la reincorporación de los guerrilleros a la vida ciudadana, pues con las Farc este proceso será esencialmente colectivo y no individual, como ocurrió con los integrantes de otros grupos armados con los que se ha hecho la paz en Colombia.

“Lo que toca en estos días es establecer procedimientos para que los negociadores resuelvan de manera ejecutiva lo pendiente”, afirma una persona cercana a los diálogos.

Seguridad, punto crítico

El tercer desafío inmediato del proceso de paz y de quienes están involucrados en sacarlo adelante es evitar que estructuras como las bandas criminales y el propio Eln copen los territorios que dejarán las Farc.

Es seguro que ahora que se conoce la ubicación de las 23 zonas veredales y los ocho campamentos donde se reagruparán las tropas de esa guerrilla, los otros grupos armados se están moviendo hacia territorios de narcotráfico y minería ilegal de los que saldrán las Farc, para coparlos.

“La ventaja que tenemos en este proceso de paz es que, con base en la experiencia pasada del país y de otros lugares del mundo, diseñamos unas medidas y protocolos de seguridad preventivos para enfrentar las amenazas”, afirma el general (r.) Óscar Naranjo, quien de parte del Gobierno ha estado a la cabeza de este tema. Por el lado de las Farc ha estado ‘Pablo Catatumbo’.

Entre ellos ha sido un tema puntual la seguridad de los líderes sociales de las zonas donde han vivido históricamente las Farc.

La inminente reagrupación de las tropas de esta guerrilla en lugares específicos puede motivar agresiones contra líderes sociales que serían vistos, por grupos criminales o de derecha extrema, como la avanzada política de las Farc.

Lo importante frente a estos desafíos, dice el jefe de los negociadores del Gobierno, Humberto de la Calle, es que el Estado actúe rápidamente “y no con el ritmo habitual”.

Paradójicamente, cuanto más avanzado está un proceso de paz, más vulnerable se vuelve en términos políticos y de seguridad porque es cuando sus enemigos se juegan los restos para sabotearlo.

El jefe máximo de las Farc, ‘Timochenko’, lo tiene tan claro, que ahora, más que antes, se cuida de salir en La Habana sin guardar estrictos protocolos de seguridad.

El Tiempo


Santos: “Nadie quiere regresar a la guerra que teníamos cuando empecé mi gobierno”

El presidente de la República despeja dudas sobre las reglas de juego para el cese de hostilidades pactado con las Farc. Pide al uribismo subirse al bus de la paz y fustiga al Eln.

La noticia de la suscripción de un acuerdo para el fin del conflicto entre el Gobierno y las Farc, quizá la más importante del último medio siglo en el país, le llegó en la noche del martes al presidente Juan Manuel Santos. Ese mismo día por la mañana habían viajado a Cuba los negociadores para darle la puntada final al pacto que cierra los detalles sobre el cese de hostilidades bilateral y definitivo, el funcionamiento de las zonas de concentración, el procedimiento para la dejación de armas y las garantías de seguridad.

Santos ha estado pendiente hasta del más mínimo detalle en las negociaciones y sabía que ese día se lograría el acuerdo. Lo recibió entusiasmado, pero con mucha prudencia, en compañía de un muy pequeño círculo de colaboradores, con quienes debatió el asunto hasta la madrugada del miércoles. A las 9:00 a.m. de ese día en La Habana se confirmaba la trascendental noticia.

¿Qué significa para usted lo que pasó el jueves con la firma del acuerdo sobre el fin del conflicto?

Es un momento histórico. Es el fin de la guerra con las Farc. Y, sobre todo, se abre una nueva esperanza para Colombia.

¿Por qué la presencia conjunta por primera vez del Presidente de la Asamblea General, del Consejo de Seguridad y del Secretario General de las Naciones Unidas y de tantos jefes de Estado?

Porque el tipo de acuerdos que hemos logrado son novedosos y están sentando precedente para solucionar otros conflictos armados. También por la importancia que tiene terminar el último conflicto armado del hemisferio, con la más antigua y poderosa guerrilla.

¿Cómo le contaron la noticia del acuerdo el miércoles en la madrugada?

Yo he estado al frente de cada paso de este proceso desde el primer momento. Sabía que íbamos a llegar a acuerdos muy pronto. Por eso le pedí el martes a los negociadores del Gobierno que aceleraran el paso y cerraran el punto 3. Lo lograron y me comunicaron el acuerdo el martes en la noche.

El primer gran tema de los acuerdos es el cese al fuego bilateral. En él le dejan a la misión de la ONU liderar el monitoreo y verificación ¿Qué características tendrá esa misión?

Las mismas de monitoreo y verificación que han tenido en otros procesos de paz, pero sin presencia de militares armados de otros países. La seguridad corre por cuenta de nuestras propias Fuerzas Armadas. Serán unos 500 observadores de distintos países amigos, incluyendo varios europeos.

¿En la práctica, qué es lo que hace diferentes los ocho campamentos establecidos de las 23 zonas veredales transitorias de normalización?

El tamaño. Los puntos campamentarios tendrán una extensión de 200 X 200 metros, mientras las zonas veredales tendrán el tamaño de una vereda, o menos. En lo demás, funcionamiento, controles y seguridad, son iguales. Serán sólo 23 veredas de más de 33 mil que tiene el país.

La seguridad en las zonas de ubicación va a ser el gran desafío inmediato para el proceso. ¿Qué tan tranquilo puede estar el país al respecto?

Muy tranquilo. Hay protocolos muy precisos y estrictos sobre la seguridad dentro y alrededor de las zonas. Cada una tendrá un cordón de seguridad de un kilómetro y, a partir de ahí, rodeando cada zona, estarán nuestros soldados y policías. La seguridad interna estará a cargo del sistema de monitoreo y podrá entrar nuestra Fuerza Pública en caso de ser necesario.

¿El acuerdo final se firma el 20 de julio? ¿O cuánto más cree que se puede demorar la firma del acuerdo definitivo?

No hay fechas establecidas. Lo que acordamos fue terminar el proceso lo más pronto posible.

¿Qué hacer con los otros actores del crimen organizado? ¿Cómo enfrentar a los paras y las bacrim?

Hay que seguir enfrentándolos con toda la firmeza y determinación, tal y como las hemos venido combatiendo. Llevamos más de 1.650 miembros de estas organizaciones, incluyendo varios cabecillas, capturados, dados de baja o que se han sometido a la justicia en lo que va corrido del 2016. Uno de los acuerdos del jueves fue precisamente unas garantías adicionales de seguridad contra estas organizaciones.

La paz es un ideal común. ¿Cómo convencer al uribismo y al expresidente Andrés Pastrana, quienes son escépticos frente al proceso con las Farc?

Nada me gustaría más que ellos dos, que tanto quisieron lograr la paz, se subieran al tren. Estoy seguro de que, cuando se publiquen todos los acuerdos y se den cuenta de que no le estamos entregando el país ni al narcotráfico ni al comunismo, se darán cuenta de que este es uno de los pasos más trascendentales y convenientes en la historia de Colombia.

¿Qué pasa si el pueblo vota no en la refrendación de los acuerdos?

Estoy convencido de que eso no va a suceder, porque nadie quiere regresar a la guerra que teníamos hace 6 años, cuando empecé mi gobierno.

¿Fue equivocación o estrategia que en sus discursos recientes hablara de la guerra urbana que prepararían las Farc, o los impuestos para la guerra si gana el no?

No fue ni equivocación, ni estrategia, ni mucho menos amenaza. Es sencillamente una realidad. Es lo que ha sucedido siempre en el pasado cuando se rompieron los procesos de paz: se recrudeció la guerra.

¿Cómo hicieron para que las Farc terminaran reconociendo la institucionalidad de la Corte Constitucional, la Policía y la Fiscalía?

Desde el principio puse unas líneas rojas para la negociación y ninguna la hemos cruzado. Es un éxito de esta negociación que las Farc hayan reconocido nuestra institucionalidad. De eso se trata un proceso de esta naturaleza.

¿Por qué no despega el proceso con el Eln? ¿Cuál es la estrategia ahora con ese grupo guerrillero?

Si renuncian al secuestro y liberan a los secuestrados que tienen, la fase pública del proceso podrá comenzar.

Al país le preocupa mucho el asunto de la continuidad en las políticas de paz. ¿Cómo blindarse para que su sucesor no adopte medidas contrarias a lo acordado con las Farc?

Precisamente lo que contiene el acto legislativo que aprobó el Congreso es la garantía de que el Estado cumplirá su palabra.

¿Cuáles serán las reglas de juego para que los 60 miembros de las Farc, autorizados para hacer labores políticas, se puedan mover por todo el país durante la vigencia de las zonas de ubicación?

Los que salgan de las zonas tendrán que ir desarmados y acompañados en todo momento por el sistema de verificación de Naciones Unidas y sólo para hacer pedagogía, no política.

¿Qué posibilidad existe de que los miembros de las Farc terminen integrando algún tipo de fuerza de seguridad estatal? ¿Qué tal una gendarmería?

No está contemplado.

¿Cómo va a quedar incluido el posconflicto en la reforma tributaria estructural que va a presentar en la segunda legislatura?

La reforma tributaria no tiene nada que ver con el posconflicto. Es una reforma estructural que el país está en mora de aprobar, con o sin posconflicto. El objetivo es doble: tener un sistema tributario más simple, más eficiente y equitativo, y garantizar la continuidad de nuestros programas sociales, de inversión y de empleo.

Usted dijo que con la guerra hay más impuestos. ¿Ahora que se firmó el fin del conflicto, cambian sus cuentas sobre lo que se debe incluir en la reforma tributaria?

Lo que dije, frente a una pregunta sobre si por culpa de la paz íbamos a subir los impuestos, fue que la guerra siempre es más costosa que la paz.

El Espectador


Acuerdo de paz: Sergio Jaramillo y Gonzalo Restrepo hablan sobre el proceso de paz

Para Sergio Jaramillo, alto comisionado de paz, y Gonzalo Restrepo, negociador del Gobierno en Cuba, lo acordado el pasado jueves en La Habana, cuando se silenciaron los fusiles, tras 52 años de guerra, se acogerá la decisión que adopte la Corte Constitucional sobre el mecanismo de refrendación y se establecieron los normas para la seguridad de quienes se desmovilicen, no cabe la menor duda de que el Acuerdo Final con las Farc será un hecho.

La trascendencia de lo acordado además se lo dio la presencia de presidentes de seis naciones, el secretario general de Naciones Unidas y delegados de EE. UU. y la UE.

A pesar de lo pactado entre las partes todavía persisten las dudas entre distintos sectores de la sociedad. Y eso lo tienen claro ambos. Por eso coinciden en que el desafío para socializar los acuerdos es enorme. Sobre esas inquietudes Jaramillo, – quien da la primera entrevista a un medio escrito nacional en cuatro años-, y Restrepo hablaron con EL COLOMBIANO.

Las preguntas más frecuentes reflejan las preocupaciones de la sociedad. ¿Cuáles han sido para ustedes las tres preguntas más frecuentes y por qué creen que no logran disipar esas inquietudes frente al proceso?

Sergio Jaramillo:

“En estos temas siempre hay que repetir, repetir y repetir. Los acuerdos son complejos, uno cree que ya se entendió, pero no le llegó a todo el mundo y cada vez hay que hacer un trabajo más grande de pedagogía. El reto enorme que tiene el proceso hoy es explicarles, con toda claridad, a los colombianos qué se acordó y aún más importante qué es lo que viene y en qué puede contribuir cada quien”.

Gonzalo Restrepo:

“Estoy en la misma línea de Sergio. Lo que se firmó el jueves disipa muchas dudas y quizá las preguntas más frecuentes dejarán de serlo. Una de ellas era si verdaderamente la guerrilla iba a dejar las armas y creo que apenas escucharon de parte del mismo “Timochenko” que es un hecho, hoy hay un cierto grado de tranquilidad y de comprensión mucho mayor”.

“Pero antes quiero decir algo: por primera vez hay una línea de tiempo clara, de 180 días, para que luego de la firma del Acuerdo Final, las Farc se desarmen y para que terminen las condiciones de ese acuerdo. Es decir, en 180 días Colombia pasaremos la página del conflicto armado y podremos dedicar a todos a la construcción de la paz”.

¿Cómo será el sostenimiento de las zonas veredales y cuáles serán las reglas de convivencia que se van a definir para que funcionen?

“Las zonas serán del tamaño de una vereda, teniendo en cuenta criterios como accidentes geográficos que las delimiten, vías de acceso que faciliten la logística y en general un tamaño que permita verificación de la ONU. Serán entonces veredas pequeñas, o partes de veredas. Es una especulación, pero me sorprendería si el total de las 23 zonas sumadas superara los 400 o 500 kilómetros cuadrados. Comparen eso con cualquiera de las zonas que ha habido en Colombia, con los 42.000 kilómetros del Caguán. Recordemos además que en el país hay más de 33.000 veredas y solo en 23 de ellas habrá zonas para la dejación. Es realmente poco. ¿Y cómo van a funcionar? En todas partes el acuerdo dice que seguirá rigiendo plenamente el Estado Social de Derecho y que las autoridades civiles seguirán ejerciendo sus funciones, sin ninguna limitación: pueden ingresar a las zonas cuando quieran. Y si hay cualquier incidente, entra también la Policía Nacional, en coordinación con el mecanismo de verificación. Ningún colombiano quedará desprotegido. El cese el fuego definitivo tiene además unas reglas precisas, que es uno de los anexos. Establecen lo que se puede y lo que no se puede hacer. Por ejemplo, desde el momento en que se firme el acuerdo las Farc tendrán que cesar toda actividad ilícita, como la extorsión”.

¿Cómo se van a financiar las zonas?

“Hay que separar la verificación con el funcionamiento de la zona. La misión de verificación de la ONU por supuesto que estará cubierta por la misma Organización. El funcionamiento y la logística estarán a cargo del Gobierno Nacional y estamos mirando exactamente cómo se van a financiar. Será probablemente una mezcla de fondos nuestros con apoyos de la cooperación internacional. En cuanto a las reglas de convivencia podemos decir que el cese tiene unas reglas precisas, que es uno de los anexos que se están terminando en este instante, que establecen lo que se puede y lo que no se puede hacer tanto en términos militares como en comportamiento que tiene un impacto en la población. Por ejemplo, desde el momento en que se firme el acuerdo final y comience el cese el fuego bilateral y definitivo las Farc no solo tienen que cesar su actividad militar sino que tienen que cesar toda actividad ilícita, por ejemplo de financiación de esa organización. No puede ocurrir que haya una zona y que alguien denuncie que está siendo objeto de extorsión. Eso sería una violación del cese. Toda actividad ilícita debe cesar con la firma del acuerdo y lo que hará el Gobierno es asegurar que no haya el mínimo trastorno de la vida de las personas que puedan habitar en esa zona”.

¿En las zonas se van a conservar las jerarquías de la guerrilla? Por ejemplo, los comandantes van a seguir teniendo mando sobre sus hombres… ¿Quién va a imponer la autoridad?

“Recordemos que en los campamentos las Farc aún no se han desarmado, están en proceso de desarme. La organización está en medio de la transición de organización militar, que está en las zonas precisamente para desarmarse, a movimiento político en la legalidad. Los comandantes deberán entonces que responder por sus propios hombres, tendrán que mantener la disciplina. Pero como ya dije, las autoridades seguirán cumpliendo sus funciones sin limitación en las zonas”.

¿Para la definición de estas zonas el Gobierno tuvo en cuenta la posición de los alcaldes y los gobernadores?

“Las zonas se han definido con unos criterios de carácter militar, consideraciones políticas también sobre dónde conviene para que se pueda agrupar el mayor número de hombres de las Farc. El Gobierno lo que está haciendo ahora, lo hace el presidente de la República y el ministro del Interior, es dialogando con los gobernadores y los alcaldes para explicarles el resultado de ese ejercicio y para que trabajemos de la mano y este proceso resulte de la mejor manera”.

Es decir, es más un asunto de conversación consultivo que pedirles permiso, por decirlo así…

“Primero la condición del orden público es una facultad del presidente de la República y esto tiene unos criterios objetivos: dónde están las Farc y dónde no están. Muchos alcaldes que hoy preguntan eso están en territorios donde no están las Farc y donde no habrá zonas. Lo que estamos haciendo es dialogando con ellos”.

“Las zonas se definieron más que por su tamaño, que ninguna es muy grande y ocupan en la mayoría de los casos porciones de veredas que fueron escogidas con base a la facilidad logística que puedan representar para suministros, que no estén cerca a áreas de frontera, que no estén ubicadas en parques naturales, encima de áreas de explotación minera, petrolera, que no haya infraestructura estratégica. La ocupación en territorio es muy baja: 23 en 33 mil veredas del país eso da menos el 0,07 por ciento del total de las veredas de Colombia. Se está haciendo un proceso de socialización con los gobernantes. A lo mejor esta es una oportunidad para esas poblaciones porque son zonas donde estará la ONU, el Ejército Nacional y habrá recursos. Las zonas tienen la característica de que son transitorias y como lo dijo Sergio muy bien, son 180 días a partir del día D que es el día de la firma del Acuerdo Final. Creo que a muchos alcaldes les va a gustar que existan estas zonas allí”.

¿El límite de movilidad de los guerrilleros será alguna zona perimetral trazada para el campamento o es la vereda en su conjunto?

“La zona puede coincidir con los límites de la vereda, o puede ser menor, como ya les expliqué. Supongamos que tiene 20 kilómetros cuadrados. Al interior de esa zona habrá una serie de campamentos. Supongamos que son cuatro. Las reglas son las siguientes: los hombres de las Farc pueden salir de los campamentos siempre y cuando lo hagan de civil y sin armas, pero sólo se podrán desplazar al interior de la zona. Regla número dos: un número máximo de diez hombres podrá salir de la zona para cumplir tareas relacionadas con el proceso, como identificar depósitos de armas, campos minados, o explicar el proceso. Lo harán de la mano del Mecanismo de Monitoreo y Verificación y para eso se destinaron dos equipos por zona que los acompañen. Esas son las reglas”.

Según lo que conversaron el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon y el presidente Juan Manuel Santos, ¿cuándo se conocerán los detalles de la comisión que llegará al país de parte de la ONU?

“En el comunicado público solicitamos al Secretario General que pusiera en marcha los preparativos para que a la mayor brevedad se pueda desplegar La Misión Especial de las Naciones Unidas, que es una condición sine qua non para el cese. En este momento el Jefe de la Misión Especial de las Naciones Unidas, Jean Arnault, está hablando con los diferentes países de la región para conseguir los oficiales que requiere la misión. También ampliará su red a los países europeos. Esperamos que lo más pronto posible por lo menos en las ocho oficinas que tendrá el mecanismo en las regiones ya tengan la gente”.

Hemos visto que ustedes han aclarado mucho esa cifra del millón 800 mil pesos para cada guerrillero diciendo que eso no será así. ¿Cuál será el componente económico de ayuda a los desmovilizados y unido a esto, la financiación correrá a cargo del Estado?

“Tradicionalmente quien deja una organización guerrillera en Colombia ha recibido un paquete de apoyo. Pero nosotros en La Habana nunca hemos hablado de que habrá un “estipendio” o mucho menos un “sueldo”. Normalmente el apoyo incluye dineros para un proyecto productivo. Lo que va a ser distinto en esta ocasión es que, dadas las características de las Farc y el enfoque territorial de este proceso, los procesos de reincorporación probablemente se darán más en zonas rurales y tendrán un más carácter colectivo. Es decir, los miembros de las Farc podrán utilizar los apoyos del Estado para crear cooperativas agrícolas o de construcción de pequeñas vías, por ejemplo, de manera que se beneficien ellos y se beneficien también las comunidades, que podrán participar en esas cooperativas. De esa manera cumplimos varios objetivos a la vez, en la lógica de este proceso de “engranar” soluciones: el de reincorporación, el de desarrollo rural y probablemente el de convivencia también. En todo caso será el Gobierno el que respalde esa reincorporación, sin perjuicio de que las cooperativas que beneficien a las comunidades reciban apoyos internacionales. De eso ya hemos hablado con la Unión Europea. En esto hay que meter también al sector empresarial, que está dispuesto”.

“El costo está relacionado más con el posconflicto que con el fin del conflicto, que es temporal. He sentido que las Farc quieren colaboración y ayuda para establecer sus propios sistemas logísticos y recibir instrucciones técnicas. Quieren hacer su propia formación para tener empresas o cooperativas de trabajo asociado y ya para eso hay muchas entidades internacionales que están dispuestas a colaborar y ayudar con recursos. Habrá algunos costos relacionados con el funcionamiento de los campamentos, con la seguridad, pero son costos que normalmente el Estado ya asumía”.

Las Farc han tenido unas actividades ilícitas que les han generado unos ingresos importantes de unas platas que han sido difíciles rastrear. ¿La guerrilla entregará esa información económica y será solidaria financieramente en los costos de este proceso y de esta integración?

“El punto cinco, Víctimas, que anunciamos en diciembre, fue de todos el más difícil de negociar, aunque este de las armas tampoco fue nada fácil, pero este fue el más difícil. Y el punto que resultó más duro, que fue la condición del Gobierno para cerrarlo, fue justamente eso, que tenía que quedar explícito un compromiso de las Farc de contribuir materialmente a la reparación de las víctimas y fue cuando las Farc dijeron sí que lo acabamos. ¿En qué se va a traducir ese compromiso? Eso es algo que todavía tenemos que discutir pero, por ejemplo, he sabido que las Farc a través de terceros disponen de tierras. Qué espera uno: que a la hora de pasar a la implementación las Farc pongan sobre la mesa tierras de manera que se contribuya a la reparación de las víctimas e incluso a la reincorporación de sus propios hombres y en beneficio de las comunidades en el marco de la implementación del punto de reforma rural integral. Pero esa es una discusión que en su detalle aún está pendiente”.

¿En materia de seguridad nos podría ampliar la figura mixta que se encargará de la protección de los desmovilizados?

“El general Oscar Naranjo hizo un excelente trabajo con “Pablo Catatumbo” en la comisión de garantías de seguridad. Esas garantías son para todos: para las comunidades en los territorios, y también para las Farc. La protección de las Farc estará a cargo de la Unidad Nacional de Protección. Eso es lo primero: las Farc no se van a dar su propia seguridad. Al interior de la UNP se creará una subdirección a cargo de ese programa de protección, en el que habrá miembros de la UNP, de la Policía Nacional y miembros de las Farc reincorporados a la vida civil y debidamente entrenados, que serán en efecto parte de la UNP y de la institucionalidad. El modelo mixto es un modelo totalmente institucional”.

¿Pero no se está pensando en figuras como las que han tenido otros procesos; por ejemplo en Medellín se crearon cooperativas de seguridad integradas por miembros de esos grupos ilegales que se desmovilizan, o sí?

“No. Lo que se acordó es que al interior de la UNP se crea una subdirección que supervisa los esquemas de seguridad para los hombres de seguridad que lo requieran y que tendrán una naturaleza mixta. Hombres que serán entrenados y que eran de las Farc y hombres que hoy están en la UNP o en la Policía Nacional”.

¿Al margen de los detalles de la metodología que concreten la ONU y la Celac, ya está ambientada e instruida la oficialidad y la tropa para la etapa que viene? Y se lo pregunto porque el jueves en la noche en Ituango, Antioquia, el Ejército comenzó a desmontar unas trincheras que llevaban más de 10 años…

“Esa es una coincidencia y si me permiten la palabra, muy bonita, es una muestra de que la guerra realmente terminó. Recientemente alguien me mostró unas imágenes de Algeciras, Huila, población muy azotada por la columna Teófilo Forero de las Farc, donde la Policía también empezó a desmontar trincheras porque la gente siente que la paz llegó. Pero su pregunta iba más allá y la respuesta es, no suficientemente. Ahora los miembros de la subcomisión técnica, nuestros generales que con tanto esfuerzo lograron este acuerdo, liderados por los generales Flórez, Rojas, Nieto, Rivera de la Fuerza Aérea, el almirante Romero, el general Pico de la Policía, tienen en adelante una tarea muy importante y es explicarles a nuestras Fuerzas y a la Policía Nacional qué fue lo que se acordó. El mismo reto lo tienen las Farc, que tendrán ahora, en algún momento ir a sus unidades y explicar qué fue lo que se acordó, para que la concentración de las Farc ocurra de la mejor manera”.

“Sin hablar de reestructuración porque no nos corresponde y no sabemos si habrá o no, de lo que sí se está hablando es de la estructuración de unos comandos especiales para manejar todo lo que tiene que ver con los traslados a las zonas, vigilancia, con los tránsitos a ellas, con el apoyo al mecanismo de verificación, etc, por parte de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional”.

En lo referente al cese el fuego, este diario ha denunciado que las Farc han solicitado “contribuciones voluntarias” y volvemos otra vez al caso de Ituango, allí pidieron contribuciones de este tipo. ¿En el punto del cese el fuego se comprometieron las Farc a acabar con las extorsiones y con prácticas de narcotráfico?

“La respuesta es sí. Distingamos entre la situación que existe hoy que es un cese unilateral declarado por las Farc de lo que se anunció el jueves, que es cese bilateral definitivo con unas reglas de juego claras y un mecanismo robusto de verificación bajo la supervisión nada menos que del Consejo de Seguridad de la ONU. Pronto se darán a conocer los anexos al acuerdo e incluyen las reglas del cese, la prohibición de cualquier actividad ilícita de financiación de la organización”.

¿En caso de que haya una violación por alguna de las partes, de lo que se ha acordado, cuál será el procedimiento a seguir?

“Sería un accidente y una tontería de cualquiera de las dos partes incurrir en la violación. No hay un mecanismo escrito en el sentido de que si hay una violación se rompe todo el acuerdo, tendría que ser algo fortuito que existiera pero sí hay un compromiso muy grande de que las violaciones no serán permitidas de ninguno de los dos lados. Lo que se convino el jueves es el inicio en firme y convenido del camino hacia el fin del conflicto que se habrá completado, no terminado que es distinto, a los 180 días que es el de la firma del acuerdo total. Obviamente es un camino que hay que configurar, que se empieza por montar en su lugar todos estos elementos”.

“Acordamos un esquema bastante original, que es un mecanismo tripartito de monitoreo y verificación, en el que participan el Gobierno, las Farc y las Naciones Unidas. Pero la función de verificación –de emitir un juicio sobre si se están cumpliendo las reglas o no- es exclusivamente de las Naciones Unidas. Si hubiera, como es su pregunta, un incumplimiento del cese, dependiendo de su gravedad, subiría del nivel local, al regional, y si es muy grave, al nacional. Sería por supuesto denunciado por la Misión de las Naciones Unidas y tendría toda la presión política que supone la vigilancia del Consejo de Seguridad”.

Uno de los grandes enigmas que hay en el país sigue siendo es cuántos hombres en armas tienen las Farc y el armamento que tienen. ¿Cuántos hombres-armas van a estar en esta dejación?

“El acuerdo del jueves dejó en claro cuáles van a ser las zonas, cómo es el proceso de desarme y sobre todo una línea de tiempo con unas fases de desarme claras. Una vez se haga viene un tránsito a la legalidad, un paso a la reincorporación. Ahí es cuando vamos a discutir con las Farc la conformación de los listados de sus miembros. El Gobierno tiene muy buena información sobre los hombres de las Farc en armas de los frentes y a eso también hay que añadirle un número equis de milicianos sobre los que también hay información pero menos precisa”.

¿Cómo garantizar la seguridad en el área de influencia en las zonas veredales en lo referente a otros actores armados como el Eln o las bandas criminales?

“El acuerdo tiene un anexo sobre las condiciones de seguridad y los compromisos. Creo que eso también debería darles una gran tranquilidad a los alcaldes porque lo que va a ocurrir por cuenta de la presencia de una zona o de una vereda, es que habrá una enorme atención del Estado y un compromiso para garantizar las condiciones de seguridad en ese lugar”.

“Ahí es precisamente donde el Gobierno Nacional va a invertir recursos en el sentido de garantizar una máxima protección y, por eso, se pensó que estas zonas deben estar delimitadas por características de tipo natural identificable y fácil para su manejo”.

El jueves se enfatizó en la lucha contra las organizaciones que ponen en riesgo a los activistas de derechos humanos, activistas sociales y políticos, atacados por la nueva generación de paramilitares ¿Eso significa que habrá una ofensiva del Estado contra las organizaciones que quedan en el conflicto armado?

“No podemos repetir los errores del pasado, de pensar que se desarma una organización y pasamos la página y no hay nada más que hacer. Ustedes en Antioquia han sido víctimas, como también ocurrió en otros lugares del país, de la desmovilización de una organización para luego ver que aparecen otros actores armados, organizaciones ilegales, crimen organizado. Qué vamos a hacer al respecto: desarrollar una estrategia de implementación rápida de los acuerdos y utilizar los importantes recursos que tenemos en seguridad para desarticular esas amenazas. También están los planes de poner en marcha políticas mucho más ambiciosas de sometimiento a la justicia de estas organizaciones, que no serían negociaciones políticas, no estarían en el marco de lo que hace la oficina del Comisionado de Paz, sino que sería un sometimiento a la justicia pero que bien estructurado podría ayudar mucho a que si estas organizaciones toman la decisión de dejar sus actividades y más bien sumarse a la construcción de la paz como queremos que ocurra en los territorios de Colombia”.

Surge una duda: ¿qué entienden las Farc como paramilitarismo hoy día porque esa es una obsesión de ellos? ¿Paramilitar es cualquiera que se oponga a sus cometidos?

“Esa discusión no vale la pena. Siempre hemos dicho: las autodefensas se desmovilizaron en el año 2006 y el Gobierno no reconoce hoy grupos paramilitares en Colombia. Pero el Gobierno no es ingenuo y sabe que hay unas organizaciones de crimen organizado llamadas bacrim que son una amenaza y vamos a actuar contra esa amenaza. Es importante para que no volvamos a ver fenómenos como los que ocurrieron en los años 80, que haya un consenso en la sociedad de rechazo a la violencia y de rechazo a la creación de grupos paramilitares o de cualquier tipo, también insurgentes. Y el acuerdo incluye el compromiso de promover un gran pacto nacional en contra de la violencia, pero también pactos regionales donde toda la sociedad y los actores de la sociedad: víctimas, gremios, empresarios, la Iglesia, las autoridades, los partidos políticos, tenemos que sentarnos en una mesa, tan pronto se firme ese acuerdo a preguntarnos: qué sigue, partir de una base y es el rechazo compartido de todos de la violencia, del uso de las armas en la política y que eso que ocurrió en estos 50 años nunca más se repita”.

“En este conflicto, con muchos participantes, el sistema de justicia transicional fue diseñado para tratar este caso, pero aplica para todos los que hayan actuado o participado de manera directa o indirecta en el conflicto, incluyendo terceros. Es importante que quienes digan la verdad y se acojan a ese sistema van a tener una escala de sanciones adecuada a un momento de reconciliación amplio, de un nuevo comienzo que el país debe abarcar pero igualmente como negativo o contraparte, a quienes no lo hagan les caerá el peso de la ley”.

¿Qué podría decir al respecto frente a las fases que debe cumplir el desarme?

“El proceso de dejación de armas comienza con la firma del acuerdo, ese es el día D. Las Farc primero darán información sobre todo su armamento y comenzarán a destruir explosivos, minas y materiales inestables. Luego recogerán todas las armas de apoyo (morteros, ametralladoras) y a más tardar el día D más 60. las Farc se van moviendo de donde están hoy a las Zonas Veredales Transitorias de las meten todas en unos contenedores. Habrá uno por zona y solo podrán acceder a ellos las Naciones Unidas. Luego las Farc comienzan en cada una de las zonas a dejar sus armas individuales en tres fases: a más tardar el día D+90 el primer 30 %; a más tardar el día D+120 otro 30%; y a más tardar el día D+150 el 40 % restante. Durante todo ese periodo hasta el las Naciones Unidas hace un control permanente del armamento en los campamentos, y por esa razón habrá oficiales de las Naciones Unidas de tiempo completo en los campamentos. Por último, a más tardar el día D+180, las Naciones Unidas extraen todos los contenedores de las zonas y ahí las Farc habrán dicho de manera definitiva adiós a las armas. Quedarán en poder de las Naciones Unidas para hacer unos monumentos que se acordarán entre el Gobierno y las Farc”.

Hace cerca de dos años y medio que usted este periódico dijo que lo asaltaba una inquietud sobre el proceso de asimilación de los hombres de las Farc de que van a dejar las armas. ¿Ve a los señores de las Farc convencidos de que ya las armas no son parte de su vida y cuáles serán las temáticas de esas esculturas que se planean con la fundición potencial de esas armas?

“Comienzo por el final. Las características de esos monumentos están por determinarse y serán acordadas por el Gobierno y las Farc. Respecto a lo primero: yo personalmente tengo la absoluta convicción de que las Farc van para el fin del conflicto pero no somos ingenuos y sabemos que tenemos unos retos importantes hacia adelante para asegurar que eso se haga de la mejor manera. Pero no perdamos de vista que lo que pasó el jueves realmente es un paso gigante. Llevamos casi cuatro años en arduas conversaciones. En abril del 2012 tuvimos una crisis en las conversaciones secretas que tuvimos con ellos por este tema de las armas y el Gobierno dijo: sino queda escrito en la agenda que van a dejar las armas, el Gobierno no entra a un proceso con ustedes. Solo cuando esto se resolvió seguimos adelante en la construcción de la agenda. Cuatro años más tarde tenemos un acuerdo detallado de cómo será la dejación de armas de las Farc, con un cronograma preciso y con la verificación de la Naciones Unidas. ¿Quién se hubiera imaginado eso? La dejación de las armas obviamente es una condición necesaria para el fin del conflicto y la construcción de la paz. Tenemos qué pensar qué es lo que vamos a hace todos en Antioquia y en los demás departamentos, para construir la paz. Para eso son los acuerdos de La Habana, para sentar unas bases sólidas para la construcción de la paz. Por eso yo digo: “desfarquicemos” este proceso, hablemos menos de las Farc y más de lo que tiene que hacer cada quien para construir conjuntamente la paz”.

El Gobierno usó el miedo recientemente como herramienta publicitaria y también ha utlizado lenguajes violentos contra la oposición. ¿Si hablamos de paz y este Gobierno es coherente, cómo le recomendaría usted al Gobierno que debe socializar lo acordado?

“Como miembro del Gobierno escasamente puedo hacer recomendaciones. Solo pienso que hay que tener un mensaje incluyente, un mensaje que incluya también a nuestros críticos, eso es obvio y natural”.

El Colombiano


¿En qué lugar de Colombia se firmará el acuerdo final?

Al agradecer al presidente de Cuba, Raúl Castro, porque no solo ha sido un “generoso anfitrión”, al acoger las delegaciones del Gobierno y de las Farc, que desde hace tres años y medio están en La Habana negociando los acuerdos de paz, sino porque su Gobierno, junto con el de Noruega, ha servido como garante en el proceso, el mandatario colombiano Juan Manuel Santos anunció que la firma del acuerdo final se realizará en Colombia.

Sin embargo, Santos no se refirió a alguna ciudad colombiana puntualmente.

Con la afirmación “el acuerdo final lo firmaremos en Colombia”, el jefe de Estado también envió el mensaje de que el acto de ayer era el último que se iba a realizar en la isla de los Castro, lo cual sorprendió, porque desde el comienzo de los diálogos de paz, en noviembre de 2012, La Habana ha sido sede, y los pronunciamientos conjuntos de las partes y los pactos logrados se han rubricado allí.

Y aunque el Presidente no dio detalles sobre la ciudad en la que se realizará el acto protocolario de la firma del acuerdo final, al que sin lugar a duda asistirán de nuevo los países que han acompañado este proceso y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, e incluso se espera la asistencia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sí empezaron a sonar posibles candidatas.

EL TIEMPO conoció que organizaciones sociales de Bogotá, Cartagena e incluso de Buenaventura, en el Valle, entraron en la puja por ser sede del más importante hecho de la historia del país en las últimas décadas.

Bogotá estaría en la baraja por ser la capital del país y la sede del Gobierno. La otra ciudad que se encuentra en el sonajero es Cartagena, donde se han realizado grandes eventos como la Cumbre de Las Américas (2012), con mandatarios del hemisferio, y la Cumbre Mundial Antidrogas (2015). El alcalde Manuel Vicente Duque dice que su ciudad “tiene las puertas abiertas para que se oficialice la firma de la anhelada paz”.

Y si bien Buenaventura no es capital de departamento, sí es representativa porque es una de las ciudades que más ha sufrido el impacto del conflicto. En este puerto sobre el Pacífico se ha concentrado un número importante de desplazados y también han tenido presencia de diversos grupos al margen de la ley. La gobernadora Dilian Francisca Toro dijo que “estaría dispuesta a recibir las delegaciones y crear las condiciones en cualquiera de los municipios del Valle”.

El Tiempo


Histórico inicio de acuerdo que finaliza 52 años de guerra

El jueves no hubo dudas ni sombras durante el apretón de manos entre el presidente Juan Manuel Santos y ‘Timochenko’. Ni el jefe de Estado cubano, Raúl Castro, tuvo que ayudar a que el saludo se sellara, como ocurrió el 23 de septiembre del 2015, cuando el mandatario colombiano y el jefe de las Farc anunciaron el acuerdo en justicia.

Esta vez, sin titubeos, de manera espontánea, Santos estrechó la mano de ‘Timochenko’ mientras cada uno sostenía una carpeta con los acuerdos que le pondrán fin a 52 años de guerra con las Farc. “Ahora sí”, decían algunos de los emocionados espectadores del histórico momento en el salón de protocolo de El Laguito, en La Habana.

La contundencia del cronograma pactado para el cese bilateral y definitivo del fuego y la dejación de las armas avalaba el entusiasmo del Presidente y de ‘Timochenko’, mientras los invitados aplaudían sonoramente.

Habían escuchado que solo un día después de la firma del acuerdo final de paz, las Fuerzas Armadas reorganizarán las tropas del Estado para permitir el desplazamiento de los frentes de las Farc hasta las 23 zonas veredales y los ocho campamentos que se definieron como sitios de ubicación de los guerrilleros, pero cuya ubicación aún se desconoce.

Y que al quinto día las tropas de las Farc estarán ya en marcha hacia esos puntos para hacer viable la verificación del cese del fuego bilateral.

Al comienzo se había hablado de 22 zonas y ocho campamentos, porque entre los negociadores del Gobierno había discusión sobre una de ellas, en Cabrera (Cundinamarca), y esta se había sacado de la lista. No obstante, las delegaciones del Gobierno y de las Farc se pusieron de acuerdo para reemplazarla por otra y mantener así 23.

Cabe aclarar que la diferencia entre una zona y un campamento es el tamaño. Obviamente, la primera será más grande. En todo caso, como explicaron bien las partes en La Habana, la amplitud de esos puntos de ubicación de guerrilleros está en función de facilitar el monitoreo que coordinará Naciones Unidas.

Precisamente, al destacar el acuerdo para ponerle fin al conflicto, el secretario general de ese organismo, Ban Ki-Moon, dijo que “la ONU hará todo lo posible para hacer realidad la paz de Colombia”.

En 6 meses, sin armas

La ONU también tendrá la tarea de recibir y fundir las armas de las Farc para convertirlas en tres monumentos a la paz, cuando se cumpla integralmente el desarme de esta guerrilla. Uno quedará en Colombia, otro en Cuba y uno más en Nueva York, sede de Naciones Unidas.

Según lo pactado, la dejación de las armas tendrá que culminar en 180 días después de la firma del acuerdo final de paz. El grupo guerrillero las entregará en tres etapas: primero las hechizas y los explosivos, luego las armas largas y pesadas, y por último las personales.

Si la paz, como quedó propuesto, se firma en agosto, en febrero del 2017 las Farc habrán desaparecido totalmente como guerrilla.

“Que este sea el último día de guerra”, fue la frase de ‘Timochenko’ al comienzo y al final de su intervención ayer, tras lo cual el presidente Santos le entregó una bala convertida en bolígrafo que le había dado la ministra de Educación, Gina Parody, quien estuvo entre el numeroso y variopinto grupo de personas que acompañaron al mandatario a La Habana, para ver hecho realidad el sueño de la paz con las Farc.

Eran de distintas tendencias políticas, pero todos celebraron. Había desde conservadores como David Barguil hasta Aída Abella, dirigente de la Unión Patriótica.

“Esta es la paz de todos los colombianos, la que soñamos y esperamos por tantos años”, dijo Santos antes de confirmar que el acuerdo final con la guerrilla de ‘Timochenko’ se firmará en Colombia.

De igual manera, con el pacto del jueves, la diferencia por el mecanismo de refrendación de los acuerdos de paz quedó resuelta. El Gobierno y las Farc acordaron acoger la decisión de la Corte Constitucional sobre el plebiscito. Si el tribunal lo considera viable, ese será el instrumento.

El jueves, en El Laguito, no pasó por alto el peso que tiene en el hemisferio el acuerdo entre las partes. “La paz de Colombia es la proclamación de esta región como zona de paz”, dijo el presidente Raúl Castro, quien la considera una “victoria para Colombia y para América Latina”.

En el mismo sentido se pronunció el mandatario venezolano, Nicolás Maduro. Él piensa que “la paz de Colombia es la paz de la región”.

Durante el trascendental acto en La Habana, también quedó claro que aún hay temas pendientes por acordar, y así lo ratificó Santos. Y hacia delante “no todo será color rosa”, admitió ‘Timochenko’, pero como dijo Castro, este proceso “no tiene reversa”.

Con esa certidumbre, faltando 15 minutos para las 7 de la noche (en La Habana), el Presidente abordó el avión Júpiter 1202 de la Fuerza Aérea que lo traería a Colombia. Lo esperaba un espontáneo aplauso de los casi 100 acompañantes de viaje. Acababa de cumplir la misión que se había propuesto hace seis años, cuando asumió su primer mandato: cerrar el conflicto con las Farc.

El Tiempo


“Claro que las Farc harán política, esa es nuestra razón de ser”: Timochenko

“Que este sea el último día de la guerra”, así empezó su discurso TimoleónJiménez, alias Timochenko, en La Habana, Cuba, donde se anunció el acuerdo del cese bilateral al fuego entre las Farc y el Gobierno.

Y aprovechó para rememorar “a un gran ausente: Hugo Chávez, expresidente de Venezuela”.

“Alguien sentenció alguna vez que los únicos sueños que logran alcanzarse son los que se intentan, hoy más que nunca sentimos que tiene una verdad indiscutible…”, añadió.

Y después de recordar los ideales de las Farc, en sus primeros años (1964) en Marquetalia, Tolima, expresó “que hoy, 52 años después, los guerrilleros de las Farc estamos sellando un cese al fuego bilateral y definitivo, un acuerdo de combate al paramilitarismo y dejación de armas que nos deja a las puertas de concretar, en un plazo breve, al acuerdo final”.

Aclaró “que lo que está apunto de sellarse es producto de un dialogo serio entre dos fuerzas que se enfrentaron durante medio siglo sin que la una pudiera derrotar a la otra”.

“Lo pactado no puede interpretarse de imposición de una margen a otra, hemos discutido ampliamente, incluso con callejones sin salida…”, expresó.

Y añadió que cree que la Nación colombiana le dará la espalda a quienes pretenden que el país continúe en guerra.

“Estamos muy cerca del acuerdo final que dará inicio a una paz estable y duradera. La firma de este acuerdo”, anunció.

Timochenko dijo que está apunto de definir algunos puntos pendientes del acuerdo final. Pero aclaró “que no será todo color de rosa y seguramente habrá que luchar para que cumpla totalmente lo firmado…”.

Hoy- dijo Timochenko- las Farc ven el sueño de la paz cada vez más cerca.

Caracol


El ABC del cese el fuego y hostilidades bilateral

1. ¿Qué es y en qué consiste el proceso de Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo?

Es un proceso técnico, serio, ordenado y verificable por la ONU en el cual las FARC terminarán definitivamente las acciones contra la población civil, la Fuerza Pública y la infraestructura del Estado. Se trata del fin del conflicto.

2. ¿Cómo se verificará el cese Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo?

La ONU encabezará el mecanismo tripartito de monitoreo y verificación con delegados del Gobierno Nacional y las FARC. La misión de parte de la ONU tendrá observadores no armados de los países miembros de la CELAC.

Este es un mecanismo de tipo técnico, eficiente y ágil que contribuye a la generación de transparencia, credibilidad y confianza en el proceso de cese al fuego y de hostilidades y de dejación de las armas.

3. ¿En la práctica cómo funcionará el mecanismo de monitoreo y verificación?

El mecanismo será tripartito (componente internacional en cabeza de la ONU, el Gobierno Nacional y las FARC) y estará encargado de analizar los posibles incidentes que se presenten en el terreno y que puedan afectar el cese al fuego bilateral y definitivo y el proceso de dejación de las armas. Para el cumplimiento de su misión, el mecanismo estará articulado con las comunidades, organizaciones sociales y las entidades del Estado, que podrán contribuir aportando información. La Misión rendirá informes periódicos a la opinión pública.

4. ¿Quién resolverá los casos que no tengan relación con cese al fuego y de hostilidades y de dejación de las armas?

La institucionalidad permanecerá vigente en todo el territorio nacional, incluyendo las denominadas “zonas veredales transitorias de normalización”. Las autoridades legítimas garantizarán la protección y el ejercicio de los derechos de todos los colombianos y en particular de aquellos que excepcionalmente se encuentren en estas zonas. La Fuerza Pública estará dispuesta para proteger y garantizar los derechos de todos los ciudadanos.

5. ¿Cuál es la diferencia entre monitoreo y verificación?

El monitoreo se refiere a la recopilación y documentación de información sobre las actividades relacionadas con la implementación del cese al fuego.

La verificación es el uso de esa información recopilada a través del monitoreo, para hacer recomendaciones acerca de si se está cumpliendo el acuerdo. El objetivo es facilitar el cumplimiento de los compromisos y evitar incidentes que puedan poner en riesgo el acuerdo del cese al fuego.

6. ¿Qué se considera una violación al cese?

Como producto del cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, las FARC no podrán ejecutar ninguna actividad ilícita como extorsión, secuestro, narcotráfico, entre otros. Cualquier reincidencia será considerada una violación al cese.

Caracol


Refrendación, en manos de la Corte Constitucional

Al margen de haber superado el difícil punto de fin del conflicto, que permitió decretar el cese al fuego bilateral entre el Gobierno y las Farc, de manera sorpresiva las delegaciones de paz en Cuba anunciaron que también lograron pactar el mecanismo para consultar a los colombianos sobre el Acuerdo Final.

Al respecto, acordaron que, ante las diferencias surgidas hasta la fecha sobre el tema, acogen como fórmula para esa refrendación la decisión que profiera la Corte Constitucional sobre los alcances del proyecto de ley sobre el plebiscito, que en la actualidad estudia y que, por cierto, ya tiene ponencia positiva.

Pese a que se había constituido en un punto de honor para la guerrilla la posibilidad de llegar a una asamblea constituyente para refrendar lo acordado, la gran novedad es que finalmente ésta decidió aceptar un instrumento que de manera autónoma el Gobierno había promovido en el Congreso.

“Se entenderá que la ciudadanía aprueba este plebiscito en caso de que la votación por el Sí obtenga una cantidad de votos mayor al 13 por ciento del censo electoral vigente y supere los votos depositados por el No”, señala la norma. Por eso, con el actual Censo Electoral, los ciudadanos que sean partidarios del Acuerdo deben superar 4,4 millones de votos en el plebiscito.

Someter a voto popular lo pactado con las Farc para legitimar el mismo proceso fue una de las promesas que hizo el presidente Juan Manuel Santos desde el inicio de la negociación, en noviembre de 2012. Y en la aprobación en el Congreso del Acto Legislativo para la Paz, que blinda jurídicamente el Acuerdo, quedó incluido un parágrafo que establece que antes de entrar en vigencia deberá ser primero sometido a la decisión del pueblo.

Hace ocho días, el magistrado Luis Ernesto Vargas radicó ponencia favorable avalando el plebiscito como forma para refrendar el Acuerdo de Paz, pero fijando algunos condicionamientos en torno a la campaña, en el entendido de que deberá hacerse tanto para promover el “Sí” como el “No” y la abstención. Además, no podrá incorporar contenidos que promuevan un partido, movimiento político o grupo significativo de ciudadanos, ni candidaturas de ciudadanos a cargos de elección popular.

El Espectador


Documento firmado por las FARC-EP y el gobierno nacional sobre el Acuerdo al cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo y dejación de las armas


Discurso del Presidente Juan Manuel Santos en la firma del Acuerdo para el Cese al Fuego y de Hostilidades Bilateral y Definitivo, y la Dejación de las Armas

Compatriotas:

Hoy es un día histórico para nuestro país.

Después de más de cincuenta años de enfrentamientos, muertes, atentados y dolor, hemos puesto un punto final al conflicto armado con las FARC.

Lograr este acuerdo nos llena de fe y esperanza.

Desde comienzos de los años 80 –con la iniciativa de paz del presidente Betancur–, todos los gobiernos han adelantado valientes iniciativas para cumplir el gran anhelo de paz de los colombianos.

Han sido más de treinta años de intentos para poner un punto final al conflicto con las FARC.

Y hoy hemos dado el paso más definitivo en esa dirección.

No solamente se acordó el fin de las confrontaciones –con un cese de fuego y hostilidades bilateral y definitivo–, sino que también se definió un cronograma preciso para que las FARC dejen las armas para siempre.

Esto significa –ni más ni menos– el fin de las FARC como grupo armado.

Los jóvenes y niños de nuestro país NO han conocido un solo día sin la violencia del conflicto armado.

Tampoco lo hemos conocido los adultos.

Los colombianos de todos los rincones del país, de todos los niveles sociales, de todos los sectores políticos y religiosos, hemos crecido y convivido con el miedo y la incertidumbre de la guerra.

Colombia se acostumbró a vivir en conflicto, y ya no tenemos recuerdos –ni siquiera referencias– de lo que es vivir en paz.

¿Qué veíamos a diario en las noticias? Las imágenes del dolor, de las víctimas, de los daños ecológicos, de familias lamentando el sufrimiento o la muerte de sus seres queridos.

Lo cierto es que nos acostumbramos al horror de la guerra. Se volvió parte de la vida cotidiana.

Hoy –por fortuna–, con lo que se acaba de firmar, damos vuelta a esta trágica y larga página de nuestra historia.

Hoy se abre un nuevo capítulo, un capítulo que nos devuelve la esperanza, que nos permite empezar a cicatrizar las heridas, y que les da a nuestros hijos la posibilidad de NO repetir la historia que tanto daño le ha causado al país.

¡Nos llegó la hora de vivir sin guerra!

Nos llegó la hora de ser un país normal, ¡un país en paz!

Ya en los últimos meses el cese al fuego unilateral nos había permitido imaginar cómo sería ese país en paz.

El acuerdo de hoy nos garantiza que esa paz temporal será definitiva, sólida.

Este acuerdo sobre el punto del fin del conflicto les debe dar tranquilidad a todos los colombianos.

¿Por qué? Porque el fin de las hostilidades queda asegurado, y el camino para que los miembros de las FARC dejen las armas queda claramente definido.

Todo esto será supervisado y verificado por observadores internacionales designados por el Secretario General de Naciones Unidas en virtud del mandato que le dio el Consejo de Seguridad de esta organización, la máxima autoridad mundial en materia de seguridad y paz.

Quiero reconocer al secretario general Ban Ki-moon, al Presidente del Consejo de Seguridad y al presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas por su apoyo y por su presencia hoy en La Habana.

Los observadores –provenientes de países amigos de Colombia– acompañarán el proceso de concentración de los miembros de las FARC en las zonas de ubicación, y garantizarán que el cese al fuego y de hostilidades se respete.

Vigilarán también que el abandono de las armas sea total y efectivo, todo dentro de los tiempos previstos en el acuerdo.

*****

Ahora que hemos terminado este otro punto crucial en la negociación con la guerrilla, y que nos acercamos al Acuerdo Final, quiero enfatizar la importancia de lo que hasta ahora hemos convenido.

Primero: el fin del conflicto con las FARC.

NO habrá más colombianos víctimas de esta guerra entre hijos de una misma nación.

NO habrá más niños en la guerra. Podrán dedicarse a ser realmente niños: aprender, jugar, reír, ¡como debe ser!

Los jóvenes tampoco tendrán que ir más a la guerra.

Los colombianos en todo el territorio podremos vivir sin miedo a ser víctimas de la confrontación con esta guerrilla.

Es cierto que subsisten otros fenómenos de violencia y delincuencia, como el ELN y las bandas criminales asociadas al narcotráfico.

Pero algo que todos debemos comprender es que este acuerdo logrado con las FARC significa terminar la guerra con la organización guerrillera más grande y más antigua, y tiene una importancia inmensa para el presente y futuro de Colombia.

Segundo: habrá justicia para las víctimas de todos estos años de violencia.

El sistema de justicia transicional –con todo el Sistema Integral para satisfacer los derechos de las víctimas– garantiza sus derechos no solo a la justicia, sino también a la verdad, a la reparación y a la no repetición.

NO habrá impunidad. Los máximos responsables de crímenes atroces serán juzgados y sancionados.

Tercero: los campos de Colombia tendrán un futuro con más oportunidades, donde el desarrollo, los servicios del Estado y la tranquilidad sean la regla y no la excepción.

Cientos de miles de familias que fueron expulsadas por la violencia regresarán sin temor, para hacer producir nuestro campo y sembrar el desarrollo en las regiones.

Cuarto: una democracia fortalecida, donde todos quepamos; donde todos podamos opinar, disentir, construir…

Donde las ideas se defiendan con la razón y jamás con las armas.

Quinto: una paz estable y duradera, que nos dé la tranquilidad a todos de que los días oscuros de la guerra con las FARC no volverán jamás, nunca más.

Esta es la realidad de lo que se está acordando aquí en La Habana.

Ese es el futuro que está a nuestro alcance: el de un país donde podamos crecer, progresar y envejecer en paz todos los colombianos.

Quiero ser muy claro en que todavía faltan temas importantes por acordar, y hemos convenido con las FARC que vamos a evacuarlos lo más pronto posible.

El Acuerdo Final lo firmaremos en Colombia.

Hoy quiero agradecer muy especialmente a Cuba –al presidente Raúl Castro, generoso anfitrión– y a Noruega –a su Primera Ministra y a su Canciller, aquí presente– por su papel como países garantes.

También a Chile –a la presidenta Bachelet– y a Venezuela –al presidente Maduro– por su desempeño como países acompañantes.

También agradezco el apoyo de Estados Unidos –del presidente Obama, de su Secretario de Estado–, a través de su enviado especial Bernie Aronson, y de la Unión Europea –de todos sus miembros sin excepción–, a través de su enviado especial Eamon Gilmore.

Quiero hacer un reconocimiento especial, y sé que expreso el sentir de todos los colombianos, a nuestras Fuerzas Militares y nuestra Policía.

Su sacrificio, su sentido del deber, su compromiso con la defensa de la democracia, han sido esenciales para llegar a este momento. Sin ellos, la paz no sería posible.

Y quiero valorar expresamente el paso que hoy dan las FARC al acordar que la lucha por sus convicciones ya NO SERÁ ARMADA, sino –como debe ser– política, con ideas y argumentos.

No estamos de acuerdo –y seguramente jamás lo estaremos– en la visión política o económica para el país, pero lo que se reconoce hoy es la posibilidad de disentir y de tener posiciones opuestas sin necesidad de enfrentarse por medios violentos.

Toda mi vida, desde cuando mi madre me entregó hace casi 50 años un fusil que representaba las armas de la República –como sigue siendo la costumbre al ingresar a la Armada Nacional–, he sido un implacable adversario de las FARC.

Tal vez no haya colombiano alguno que los haya combatido con más contundencia y determinación.

Pero, de la misma forma, ahora que pactamos la paz, como Jefe de Estado y como colombiano, defenderé –con igual determinación– su derecho a expresarse y a que sigan su lucha política por las vías legales, así nunca estemos de acuerdo.

Esa es la esencia de la democracia a la que le damos la bienvenida.

Este es un paso fundamental, un paso histórico…

Ahora bien: el fin del conflicto NO es el punto de llegada.

El fin del conflicto es el punto de partida para que construyamos juntos –unidos en la diversidad– un país donde haya espacio para todos.

Hago un llamado a que todos los colombianos se contagien de este espíritu de fraternidad, y se unan en este gran proyecto nacional por nuestro presente y nuestro futuro.

Esta es la paz de los colombianos –de TODOS, sin excepción– la paz que soñamos y esperamos por tantos años.

¡Y ya no es un sueño! La sentimos en nuestras manos, al tiempo que vemos alejarse –para siempre– la pesadilla de la guerra.

La paz se hizo posible… ¡Por fin posible!

¡Ahora vamos a construirla!

Presidencia de Colombia

Discurso del comandante Timoleón Jiménez en la firma de los Acuerdos de La Habana

Que este sea el último día de la guerra.

Señor General de Ejército Raúl Castro Ruz, presidente de la República de Cuba;

Señor presidente de la República de Colombia, Juan Manuel Santos;

Señor secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon;

Señor canciller del reino de Noruega, Borge Brende;

Señor presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro;

Señora presidenta de la República de Chile, Michelle Bachelet;

Señor presidente de la República Dominicana y de la CELAC, Danilo Medina;

Señor presidente de la República de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén;

Señor presidente de la República de México, Enrique Peña Nieto;

Señor presidente de la Asamblea General de Naciones Unidas, Mogens Lykketoft;

Señor presidente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, François Delattre;

Señor Bernard Aronson, enviado especial del gobierno de los Estados Unidos;

Señor Eamon Gilmore, enviado especial de la Unión Europea;

Señora representante de la CEPAL, Alicia Bárcena)

Quisiera pedirles, con el mayor respeto, disculpas, para aprovechar este instante con el propósito de rememorar a un gran ausente, el Comandante eterno Hugo Rafael Chávez Frías (Aplausos), un guerrero por la paz de la América Latina y el Caribe, sin cuya valiosa iniciativa y gestión hubiera sido imposible arribar a este histórico acto.

Señoras y señores: alguien sentenció alguna vez que los únicos sueños que logran alcanzarse son aquellos que se intentan. Hoy más que nunca sentimos que esa sentencia contiene una verdad indiscutible.

En el año 1964, en medio del fragor de la desigual lucha armada, la Asamblea de los Guerrilleros de Marquetalia produjo su programa agrario, en cuya parte introductoria dejó sentada la siguiente declaración que ahora recordamos: “Nosotros somos revolucionarios que luchamos por un cambio de régimen, pero queríamos y luchábamos por ese cambio usando la vía menos dolorosa para nuestro pueblo, la vía pacífica, la vía democrática de masas; esa vía nos fue cerrada violentamente con el pretexto fascista oficial de combatir supuestas repúblicas independientes, y como somos revolucionarios que de una u otra manera jugaremos el papel histórico que nos corresponde, nos tocó buscar la otra vía, la vía revolucionaria armada para la lucha por el poder.”

Hoy, 52 años después, los guerrilleros de las FARC estamos sellando con el gobierno de Juan Manuel Santos un cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo, un acuerdo sobre garantías de seguridad y combate al paramilitarismo, y otro sobre dejación de armas, que nos dejan a las puertas de concretar, en un plazo relativamente breve, el acuerdo final que nos permitirá por fin retornar al ejercicio político legal mediante la vía pacífica y democrática.

Plantearlo antes de la Operación Marquetalia resultó absurdo para los poderes y partidos dominantes en la época, que decidieron apelar a la fuerza y el exterminio, animados por la convicción de que mediante las bombas y los fusiles podían acallar los clamores populares; eran también los tiempos del apogeo de la Guerra Fría y la filosofía del enemigo interno que convertían a la fuerza pública en ejército de ocupación de su propio país y contra su propio pueblo.

Los muertos, la sangre, la devastación y el horror que se le hubieran ahorrado a Colombia si en lugar de atender las voces fanáticas que llamaban irresponsablemente a la guerra, con apelación a los más absurdos argumentos, se hubiera escuchado a aquellos que llamaban al diálogo, a la solución que proponía acuerdo de presencia económica y social del Estado, al tiempo que democratizar el escenario político en un ambiente de tolerancia y respeto por la diferencia.

Los 48 campesinos marquetalianos se convirtieron con las décadas en miles de mujeres y hombres alzados en armas que llegaron a poner en serios aprietos al Estado colombiano, pero que simultáneamente nunca dejaron de hablar de un acuerdo de paz por la vía de las conversaciones civilizadas. Fueron varios y dolorosamente frustrados los intentos por conseguirlo. Pero siguieron intentándolo una y otra vez, y hoy vemos los frutos de su persistencia.

Porque si de algo dan fe los Presidentes de los países acompañantes y garantes hoy aquí presentes, así como el conjunto de las altas personalidades internacionales, inmersas en el proceso de paz en curso y que nos acompañan aquí, lo que está a punto de sellarse no es una capitulación de la insurgencia, como querían algunos obtusos, sino el producto de un diálogo serio entre dos fuerzas que se enfrentaron por más de medio siglo sin que ninguna pudiera derrotar a la otra.

Ni las FARC ni el Estado son fuerzas vencidas y por ende lo pactado no puede interpretarse por nadie como el producto de alguna imposición de una parte a la otra. Hemos discutido largamente, llegando incluso a callejones que parecían sin salida, que solo pudieron superarse gracias a la desinteresada y eficaz intervención de los países garantes, Cuba y Noruega, y las oportunas y sabias fórmulas sugeridas por la creatividad de los voceros de ambas partes o sus acuciosos asesores.

Más allá de un pobre favor, hacen un daño inmenso a Colombia, a la vida y a la esperanza de su pueblo, quienes insisten en negar la trascendental importancia de lo acordado, que solo por su contenido identifica a las partes sentadas a la Mesa, sin haberlas fundido o entregada una a la otra.

Estamos seguros de que la nación colombiana, que ha sufrido la guerra y sus consecuencias, dará la espalda a quienes la siguen convidando al holocausto quizás con qué oscuro propósito.

Estamos muy cerca de la firma del acuerdo final que pondrá el fin al conflicto e iniciará la construcción de una paz estable y duradera.

Desde el principio sostuvimos que la firma de este acuerdo es la mejor oportunidad que tendrá nuestro país para enrumbarse hacia la justicia social y el progreso, sobre la base de que serán abiertas las compuertas de la democracia verdadera para que los movimientos sociales y políticos de oposición gocen de plenas garantías, y para que la voz de las comunidades en los escalones local, regional y nacional adquiera toda su importancia y pueda jugar un papel determinante en las decisiones públicas relacionadas con su futuro.

Estamos ciertos de que esa será una realidad que se abrirá paso, poniendo fin a la tradición de imponer desde arriba, haciendo abstracción de los intereses populares, las políticas que gobernantes elegidos con sufragios dudosos consideran más convenientes para ellos. Hay acuerdos sellados sobre esa materia, y están próximos a definirse en algunos puntos pendientes, como también en cuestión de reforma rural, integral y cultivos de uso ilícito. Sobre este último recién se puso en práctica un proyecto piloto de sustitución en Briceño, Antoquia, que necesariamente habrá que replicar en otras áreas que padecen el problema. No será todo color de rosa y seguramente habrá que luchar porque se cumpla integralmente lo firmado, porque como lo decía en el título de una de sus novelas el escritor colombiano Álvaro Salom Becerra: “Al pueblo nunca le toca.”

El acuerdo final será la llave para dar vuelta a esa cerradura, pero requerirá de la organización y movilización constante de la gente por su cumplimiento. Lo ponen de presente la insistencia oficial en las cíderes, pese a lo pactado en La Habana y al reciente Código de Policía, que choca con el acuerdo sobre participación política suscrito en la Mesa.

El Acuerdo sobre garantías de seguridad y combate al paramilitarismo tiene que ser una realidad en los hechos, so pena de conducir el resultado final del proceso al fracaso histórico.

Duele profundamente y resulta ya intolerable que a estas alturas tales estructuras sigan asesinando con plena libertad, como ocurrió entre el 11 y el 13 de este mes en Barrancabermeja con cuatro jóvenes. Que el SMAD siga triturando colombianos que salen a protestar con justicia y que el aparato judicial continúe ordenando privaciones abusivas de la libertad como la del compañero Carlos Arturo Velandia.

También se ha llegado al Acuerdo sobre dejación de armas, que pone en evidencia la suma de invenciones con las que se pretende engañar a la gente de nuestro país, cuando se asevera que tras los acuerdos, las FARC pretendemos seguir armadas y haciendo política.

El país podrá conocerlo a partir de hoy. Claro que las FARC haremos política, si esa es nuestra razón de ser, pero por medios legales y pacíficos con los mismos derechos y garantías de los demás partidos (Aplausos).

El Estado colombiano tendrá que hacer efectivo que a ningún colombiano se le perseguirá por razones de sus ideas o prácticas políticas. Que la perversa costumbre de incluir en los órdenes de batalla de las Fuerzas Armadas los nombres de los dirigentes de movimientos sociales y políticos de oposición tendrá que desaparecer definitivamente del suelo patrio. Que una vez firmado el acuerdo final desaparecerán el dispositivo militar de guerra y su anticuada doctrina de seguridad.

Las Fuerzas Armadas Colombianas, agigantadas en el transcurso de la guerra, diestras en contrainsurgencia y acciones especiales están llamadas en adelante a jugar un importante papel en aras de la paz, la reconciliación y el desarrollo del país. Fueron nuestras adversarias, pero en lo adelante tenemos que ser fuerzas aliadas por el bien de Colombia. Su infraestructura y recursos pueden ponerse al servicio de las comunidades y sus necesidades sin desmedro de sus capacidades para cumplir la función constitucional de guarnecer las fronteras.

Por otra parte, el protagonismo de las comunidades ha de representar también la oportunidad para comenzar a solucionar el grave conflicto que se vive en las ciudades: desocupación, inseguridad, falta de servicios públicos. Esclavitudes como el pagadiario y la explotación sexual, microtráfico, crímenes y bandas asociadas a la mafia y el paramilitarismo requieren atención inmediata. La paz rural debe significar una transformación participativa de las urbes.

Necesitamos que en nuestro país se produzca efectivamente una definitiva reconciliación. Basta ya de la violencia y los delirios por ella. Ella requiere una paciente e intensa labor de difusión, educación y concientización de lo pactado en La Habana, para que la gente de Colombia quede clara de su valioso y positivo contenido, y para que sepa qué puede y debe reclamar del Estado, para que se una y organice por conseguirlo y solo así haremos una nueva Colombia.

Las FARC EP completamos el pasado 27 de mayo 52 años de resistencia guerrillera, y hoy vemos el sueño de la paz mucho más cerca que nunca. Pensamos trabajar por la unidad del movimiento democrático y popular en nuestro país, sin sectarismos ni posiciones hegemónicas, en procura de la confluencia de toda la inconformidad con el modelo actual de las cosas a objeto de generar profundos cambios en la vida colombiana, pensando siempre en el interés de las mayorías.

La guerra ha costado cientos de miles de millones de dólares a nuestro país. De hecho la exagerada partida del presupuesto militar ha tenido como justificación permanente la existencia del conflicto armado. Un país en paz ya no requerirá de tales argumentos y podrá destinar una buena parte de esos recursos a menesteres más sanos y productivos. No es cierto que no exista dinero para la paz ni que todo tenga que ser ayuda internacional, basta con cambiar prioridades.

Sabemos que nada se conseguirá fácilmente o rápidamente. Entendemos que los principales beneficiarios de nuestro esfuerzo serán las generaciones futuras, por eso extendemos nuestra mano a la juventud, es la llamada a construir el nuevo país y por tanto la más llamada a defender a la defensa de la paz y la reconciliación, a la promoción de un nuevo tipo de actividad política, a la consolidación de la civilidad y la más amplia democracia.

Las FARC siempre hemos sido optimistas, aun en los momentos más difíciles siempre creíamos que la paz era posible y decidimos intentarlo cuantas veces fuera necesario, y tuvimos la razón.

El Acuerdo de cese al fuego y de hostilidades, bilateral y definitivo, es leído por todo el mundo como el fin de la confrontación armada en Colombia. Así sea.

Confiamos en celebrar en un plazo prudencial otro acto solemne: la firma del acuerdo final. ¡Que este sea el último día de la guerra!

Muchas gracias (Aplausos).

La Pluma

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