La crisis en Venezuela y el futuro del chavismo – Por Augusto Taglioni

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Desde la muerte de Hugo Chávez Venezuela no es la misma. Los tres años de Nicolás Maduro han estado protagonizados por una variedad de elementos y conflictos que hacen que el país caribeño este en boca de una heterogeneidad de analistas y dirigentes políticos.

El proceso bolivariano ha despertado amores y odios producto del estilo vidrioso de Hugo Chávez y el carácter confrontativo que el chavismo le impregnó a la disputa con los sectores más conservadores de Venezuela y Estados Unidos. Este perfil generó una división no solo en el país y en la región sino en el mundo entero. Al punto que todas aquellas expresiones de corte nacionalista, progresista o de izquierda en América Latina o Europa son consideradas “chavistas” de manera despectiva.

Está claro que estos 17 años que lleva proceso bolivariano en el poder ha logrado tanto trastocar resortes fundamentales de la vida cotidiana de los venezolanos como provocar los más profundos odios de parte de una porción importantes de población.

Teniendo en cuenta esta situación, el análisis debe centrarse en las particularidades de la crisis actual y el efecto que esta tiene sobre la representatividad del gobierno de Maduro. Por eso trataremos de discriminar las claves de la crisis, las decisiones para resolverla y los efectos negativos que ponen en duda el proceso bolivariano.

Crisis del petróleo

La caída de los precios del petróleo ha perjudicado profundamente a la economía chavista. Esto permite comprobar dos cuestiones centrales. Por un lado, que parte de la responsabilidad de la crisis se encuentra en el contexto internacional y, por otro lado deja en evidencia que el chavismo, que ha logrado enormes trasformaciones sociales en el país, no ha logrado diversificar la matriz productiva. Esta dependencia del oro negro ha permitido distribuir la renta petrolera para diseñar políticas sociales inclusivas cuando el barril estaba a más de 100 dólares pero, frente a la caída estrepitosa de los precios y, en este contexto, padecer una crisis económica con altos índices de inflación y fuertes problemas energéticos e hidroeléctricos.

Escasez

Es cierto que en Venezuela existe un desabastecimiento de alimentos. Esto se debe a un divorcio irreconciliable del Estado con los sectores productivo, integrado por el sector privado que representa el 70 por ciento de la producción de Venezuela. El estado de ánimo del empresariado venezolano afecta la vida cotidiana de los ciudadanos. Se ha comprobado la existencia de depósitos llenos de alimentos de primera necesidad que brillan por su ausencia en las góndolas de los supermercados por el solo objetivo de perjudicar al gobierno. Estos grupos económicos liderados por Fedecámaras y Consecomercio tuvieron participación en el golpe de estado a Chávez en 2002 y son abiertamente contrarios a los postulados chavistas, tal como Techint en Argentina o la Federación de Industrias del Estado de Sam Paulo en Brasil. En 2014 el gobierno encabezó operativos en el que incautó más de 28 mil toneladas de alimentos que estaban destinados al contrabando o acopiados en depósitos.

El empresariado juega un rol en la generación de malestar social que hoy es el principal opositor del chavismo . Frente a esto el Estado debe hacerse de más herramientas para garantizar el acceso a necesidades básicas de la población para volver a enamorar a una porción de votantes chavistas que se sienten decepcionados con la situación actual del país. El empresariado de Venezuela compra afuera y vende adentro, especula con los precios y logra altos niveles de rentabilidad. Siempre se manejaron de esta manera, usufructuando la hegemonía que tienen en el aparato productivo. La confrontación se aceleró en abril de 2013, luego de la victoria de Maduro sobre Capriles y se profundizó aún más cuando el malestar social erosionó la representatividad del gobierno en las urnas. ¿Hasta dónde puede llegar esa disconformidad del pueblo venezolano?

El avance opositor

La oposición en Venezuela se agrupa en la Mesa de Unidad Democrática. Internamente los partidos que la componen tienen diferencias metodológicas. Desde el frustrado golpe de estado del 2002, esas diferencias oscilan entre la búsqueda del poder por la vía constitucional y el intento destituyente que hemos visto desde el frustrado golpe del 2002 hasta las guarimbas que han terminado con la vida de más de 40 venezolanos. Si sumamos el boicot económico, la manipulación mediática y el rol de Estados Unidos, estamos frente a un combo letal.

Los problemas anteriormente mencionados se han expresado en las urnas. Las elecciones parlamentarias del 2015 le dieron un contundente apoyo a la oposición que le permitió hacerse con la Asamblea Nacional y esto cambia el escenario político por primera vez en décadas de hegemonía chavista. Se puede decir que por primera vez desde aquel intento de golpe que el proceso bolivariano corre riesgo.

Lo que se ha visto en estos 5 meses de la oposición en la Asamblea Nacional fue la aprobación de la ley de amnistía que busca liberar a los responsables de las muertes de la guarimbas y una clara voluntad de terminar con el gobierno de Maduro con la ley que buscaba la reducción del mandato del presidente electo en 2013. Esto fue rápidamente impedido por el Tribunal Supremo de Justicia dado que se necesita una reforma constitucional más profunda. Por eso es que ahora el objetivo central de la oposición es lograr los avales para un referéndum revocatorio, un derecho constitucional incorporado por el chavismo.

El gobierno está en una posición de mucha debilidad. La denuncia de boicot empresarial y injerencismo estadounidense no alcanzan para que el pueblo venezolano no sufra la alta inflación, la falta de alimentos de primera necesidad, la escasez de agua y la crisis energética. El gobierno tiene que recuperar una base social a la que el chavismo sacó de la pobreza y le devolvió el derecho a la vivienda, la salud y educación. Por eso es importante afrontar los embates corporativos con decisiones políticas tangibles al conjunto de la sociedad. El aumento del salario mínimo es un paso para afrontar el espiral inflacionario pero deberán tomarse muchas más. El gobierno debe dedicarse a esta tarea en lugar de seguir recordarle al pueblo los derechos conquistados durante estos 17 años.

La oposición puede terminar con el chavismo de forma democrática siempre y cuando su evidente torpeza y su profundo ánimo revanchista no lo lleven a cometer errores que terminen dejando en evidencia que ese tan ansiado cambio que proclaman no es más que maquillaje. Hoy están cerca del recuperar el poder, sin golpes ni guarimbas. Ese es un único objetivo en este contexto de ofensiva conservadora en la región. Ahora la decisión está en manos del pueblo venezolano. La moneda está en el aire.

*Director de Resumen del Sur, periodista. Mar del Plata

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