Declaración final de la Conferencia Internacional de la Reforma Agraria realizada en Marabá, Brasil

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¿Quiénes somos?  Luchadores y luchadoras por territorio

(Marabá, 17 de Abril de 2016) Somos más de 130 representantes de organizaciones miembros de La Vía Campesina y de aliados/as, de 4 continentes, 10 regiones  y 28 países del mundo, reunidos en Marabá, Pará, Brasil para analizar, reflexionar y continuar nuestro proceso colectivo de construcción de conceptos, propuestas de lucha, y proyectos alternativos para el enfrentamiento a la ofensiva mundial del capital sobre los pueblos y bienes naturales del campo, costa y mar, y la construcción de las sociedades distintas a las cuales aspiramos. Y sobre todo para luchar por nuestros territorios. Somos las organizaciones de los campesinos/as, agricultores familiares/as, pueblos originarios, pueblos sin tierra, jornaleros/as, pastores/as, pescadores/as, recolectores/as, habitantes de los bosques, de mujeres y de juventudes rurales, y de nuestros aliados/as, de todo el mundo.  Estamos aquí en memoria a los 20 años de la masacre en El Dorado das Carajás, Pará, de trabajadores rurales luchando por la tierra, que dió lugar al Día Internacional de Lucha Campesina, celebrado cada año el 17 de abril. Estamos aquí también para insistir en la materialización del compromiso con la reforma agraria, asumido por los gobiernos del mundo hace 10 años en la Conferencia Internacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR), organizado por la FAO en Porto Alegre, Brasil.

Contexto actual: La ofensiva del capital sobre nuestros territorios en todo el mundo y golpes a la democracia

Hemos escuchado a compañeros y compañeras de organizaciones de América, Asia, África, Europa y Medio Oriente, y nos damos cuenta que en todas partes el enemigo y los problemas son los mismos.  Hay creciente acaparamiento de tierra, bosques y agua, golpes contra la democracia y la voluntad  popular, presos políticos, etc., no solo en en América Latina, Asia y África, sino también en Europa y Norteamérica. En el actual periodo histórico somos testigos a una alianza emergente entre el capital financiero, las empresas trasnacionales, el imperialismo, amplios sectores de los estados nacionales (casi sin importar su aparente ‘ideología’), en particular pero no solamente, los poderes judiciarios y policiales, el sector privado del sistema agro-pesca-alimentario (agronegocio), de la minería, la construcción, la explotación forestal, etc., o sea, del extractivismo, y con los medios de comunicación.  En su conjunto esta nueva alianza impulsa una avalancha de privatización, acaparamiento y concentración de bienes comunes y públicos, como la tierra, el agua, los bosques, las semillas, las áreas de pastoreo y de pesca, los glaciares, y territorios enteros. Utilizan la financierización y mercantilización de todo, los tratados de libre comercio y inversión, la corrupción de nuestros políticos y élites, su control de los medios de comunicación y del sistema financiero, y la concentración empresarial para lograr sus fines.

Últimamente hemos observado, con creciente alarma, como esta alianza en particular, y el capital en general, ya no toleran casi ninguna muestra, más tibia que sea, de políticas mínimamente independientes implementadas por gobiernos democráticamente electos. Se ha convertido en la fuerza principal detrás de una oleada de golpes de estado, consumados o en marcha, desde los golpes “técnicos,” “parlamentarios,” “judiciarios,” “blandos,” o “blancos,” hasta los más “duros,” que pasan por encima de la ley, las constituciones y las voluntades populares.  Esto es el caso de Brasil, en donde nos encontramos reunidos ahora.  Nosotros unimos nuestras voces a las voces del pueblo brasileño, que lucha para defender la democracia en su conjunto, contra un intento ilegítimo de golpe y para impulsar las reformas políticas necesarias para que la democracia salga del callejón aparentemente sin salida en donde se encuentra actualmente.

¿Por qué luchamos contra el agronegocio?

Las consecuencias de esta ofensiva del capital ponen en peligro la vida rural, las sociedades enteras, la salud, la naturaleza, la Madre Tierra, el clima, la biodiversidad, y a nuestros pueblos y culturas. La migración masiva, la destrucción del tejido social de nuestras comunidades, el crecimiento desenfrenado de las periferias urbanas, la inseguridad, los agrotóxicos, los transgénicos, la mala alimentación y la homogenización de los hábitos de consumo, el calentamiento global, la destrucción de los manglares, la acidificación del mar, el agotamiento de la pesca, la pérdida de cualquier rasgo de la “democracia,” y mucho más, son todos síntomas de lo que está pasando

La emergencia de esta nueva alianza entre el capital financiero, el agronegocio, los estados, los medios, y otros, y su capacidad de disputa tanto de los territorios como por los estados, hasta los estados “progresistas,” y por la opinión pública, nos ha obligado una vez más a un necesario proceso de reflexión y reformulación de conceptos, propuestas, proyectos alternativos, y estrategias, formas y prácticas de lucha.

Aquí en Brasil hemos visto como el capital financiero ha transformado al viejo enemigo de los campesinos y trabajadores sin tierra, el latifundio improductivo, en un agronegocio capitalizado, en una minería, en una pesca y acuicultura industrial, y en un sector energético, todos aparentemente “productivos” — aunque lo que más producen son miseria y devastación ambiental. Con esta transformación, el capitalismo ya no requiere una reforma agraria ‘clásica’ para elevar la producción. Esto imposibilita las alianzas del pasado, a favor de la reforma agraria, entre los sin tierra y algunas fracciones del estado que representan al capital productivo, dejando el tema de la reforma agraria directamente en el campo de la lucha de clases. A la vez resta utilidad al viejo argumento de la injusticia de mucha tierra en manos de pocos, quienes casi ni la utilizan, frente a una masa de personas sin tierra. Pero a la vez da validez al cuestionamiento, frente a toda la sociedad, y en toda la clase trabajadora, rural y urbana, de la conveniencia en su conjunto del proyecto de capital para el campo.

Cualquier resistencia que oponemos los pueblos rurales es respondida con demonización mediática, la persecución y criminalización de organizaciones, líderes y luchadores/as sociales, represión, asesinato, desaparición forzada, encarcelamiento ilegítimo, detención administrativa, acoso sexual y violación. Hay una modificación de leyes para permitir cada vez más criminalización, y una impunidad creciente y casi total en muchos casos.

Frente a este panorama terrible, los pueblos rurales y nuestras organizaciones, movimientos, alianzas y convergencias, son en este momento la principal esperanza que tiene la humanidad y el Planeta Tierra. Nosotros estamos en la primera línea de la disputa territorial y política con esta alianza oscura.  Nuestras propuestas de soberanía alimentaria, reforma agraria popular, construcción de territorios agroecológicos de producción de alimentos, de agricultura campesina para enfriar el planeta, ofrecen soluciones y alternativas reales a los problemas generados por el sistema capitalista, y en particular por esta nefasta alianza.

¿Qué defendemos y proponemos? Nuestra reforma agraria popular

En La Vía Campesina y la Campaña Global por la Reforma tenemos una historia de más de 20 años con la lucha por la tierra y la defensa de tierra y territorio. En 2012 in Bukit Tinggi, Indonesia, hicimos un recuento de esta historia, y de cómo ha evolucionado nuestra lucha en respuesta al mundo cambiante y a nuestras propias experiencias y diálogos acumulados. Pero en 2012 estábamos apenas percibiendo el alcance del reciente auge global del capital financiero y su dominio sobre otras fracciones del capital.  Esto ha cambiado una vez más la naturaleza del juego, y como convocamos a la sociedad en cuanto al tema de los territorios rurales.

Ahora preguntamos:  ¿Es mejor un campo sin campesinos, sin árboles, sin biodiversidad, de monocultivo y producción confinada de animales, de agrotóxicos y transgénicos, que produce exportaciones y alimentos no saludables, que genera cambio climático y mina la capacidad de las comunidades para adaptarse a ello, contaminación, enfermedades, y migración masiva a las ciudades? ¿o un campo compuesto por los territorios agroalimentarios de campesinos y campesinas, de pueblos indígenas, de agricultores familiares, pescadores artesanales, y otros pueblos rurales, con vida digna, cosmovisiones y saberes diversos, árboles, biodiversidad, producción agroecológica de alimentos saludables, que enfría el planeta, que produce soberanía alimentaria, y que cuida la Madre Tierra?

En este sentido, los compañeros y compañeras de Brasil nos ha enseñado su propuesta de una Reforma Agraria Popular, una reforma agraria no solo para los campesinos sin tierra, sino para toda la clase trabajadora y toda la sociedad, un concepto de reforma agraria con agroecología, con un enfoque territorial, que solo será conquistada a través de la lucha de clases y del enfrentamiento directo al proyecto del capital, a sus ganancias, a sus medios de comunicación, y a sus otros agentes nacionales e internacionales. Una reforma agraria para potencializar la agricultura, economía y territorios campesinos.

En el mismo sentido, en toda América, Asia, África, Europa y Medio Oriente, nuestras organizaciones, movimientos y convergencias están en la disputa territorial con el capital, con propuestas similares, basados en enfoques territoriales, en la convergencia entre nuestra diversidad, cosmovisiones, saberes populares y tradicionales, en la agroecología, pesca artesanal y pastoralismo tradicional, y en nuestros diversos modos y estrategias de vida.   Las propuestas aunque similares, también son distintas según la naturaleza de nuestras diferentes realidades. En donde está concentrada la tierra, luchamos por su redistribución y en algunos países se habla de hacer una “revolución agraria.” En donde nuestros pueblos aun controlan sus tierras y territorios, luchamos por su defensa, en donde la tierra fue nacionalizada, y ahora es concesionada por los gobiernos a entes extranjeras, luchamos por su retorno a nuestras comunidades y derechos consuetudinarios, y los y las pescadores/as entre nosotros habla de la lucha por los territorios de pesca artesanal. En Europa hemos retomado las ocupaciones de tierras y organizados luchas contra los cambios en el uso de la tierra, logrando visibilizar los problemas de acaparamiento y concentración, que hoy día es un problema creciente en los países del norte también. En Palestina luchamos contra la ocupación brutal, y llamamos al boicot de los productos israelíes. Y en todos lados se arde la lucha de la juventud por el acceso a la tierra y otros recursos.

Tenemos grandes victorias, como la reforma agraria masiva, implementada a raíz de ocupaciones y recuperaciones populares de tierra en Zimbabue, la ‘Educación del Campo’ en Brasil, las cancelaciones de concesiones mineras y para plantaciones masivas en algunos lugares en África, la permanencia de la reforma agraria cubana y su éxito agroecológico con movimiento “de campesino a campesino,” etc.  Tenemos victorias parciales también, pero prometedoras, como la promesa de una reforma agraria grande en Indonesia, donde tenemos que movilizar la fuerza necesaria para hacer a nuestros gobiernos cumplir sus promesas.

Organizamos nuestras luchas con la formación política y técnica-agroecológica de nuestros cuadros y bases.  Hemos construido escuelas de formación y escuelas campesinas de agroecología en todos los continentes. Hemos desarrollado alternativas educativas para nuestros hijos e hijas. Hemos aprendido de los pueblos originarios en nuestros movimientos que “la vida de los pueblos y la naturaleza son una sola.” Tenemos viejas y nuevas tácticas, como las ocupaciones y recuperaciones de tierras y territorios, la solidaridad, las caravanas, como las del Oeste de África y de Bangladesh, los medios alternativos, el arte y la cultura, el feminismo campesino y popular, los valores humanistas, ambientales y socialistas, la movilización y creatividad de la juventud, nuevas alianzas campo-ciudad, las directrices de la FAO, etc. lanzamos una carta de derechos campesinas en la ONU. Tenemos que seguir ajustando y innovando tácticas, sobre todo como el propio enemigo evolucione rápidamente sus maneras de disputar nuestros territorios.  Tenemos nuevos enfoques – como el enfoque territorial – y nuevas estrategias, como la construcción de espacios autónomos y la autonomía relativa y auto-abasto en general, y la masificación de la agroecología popular.

Nuestros Desafíos

– Transformar la lucha por la tierra en la lucha por el territorio, junto con la construcción de un nuevo modelo productivo, para la soberanía alimentaria, profundizando la agroecología más “autónoma,” en base a nuestros propios recursos e insumos locales y el rescate de saberes ancestrales.

– Organizar la lucha por las políticas públicas, tanto a favor de la producción campesino como por la salud, la educación, la cultura, y el deporte en nuestras comunidades.

– Masificaremos la formación política e ideológica, mejoraremos el trabajo con nuestros bases, y el trabajo de masas, a fin de mejorar la organicidad interna y funcionamiento de nuestras organizaciones, e incorporando de manera progresiva el liderazgo  y la participación de mujeres y jóvenes.

-Enfrentaremos la demonización mediática, y la manera como los medios promuevan una cultura de consumismo y un vaciamiento de los sistemas “democráticos”, y trabajaremos arduamente por construir nuestros propios medios de comunicación, que dialogan tanto con nuestras bases como con la sociedad en su conjunto la clase trabajadora.

– Haremos frente de manera más efectiva a la criminalización, la represión, la militarización, y organizaremos la lucha internacional a favor de nuestros presos políticos. Montaremos una jornada permanente de solidaridad, no en base a dar lo que nos sobra, sino más bien en base a compartir lo que tenemos.

– Daremos seguimiento a nuestra tarea permanentemente de construir alianzas de clase, sin dependencias, entre campo y ciudad, y entre productor y consumidor.

– Denunciamos y combatiremos a las leyes “anti-terroristas” y su aplicación contra nuestras luchas legítimas.

– Profundizaremos la solidaridad con las luchas de los pueblos Palestinos y Kurdos, y demás pueblos que sufren la escalada militar, y condenamos la ocupación militar.

– Elaboraremos un análisis del papel que juega el narcotráfico en la desestabilización de nuestros territorios, en connivencia con el capital y los estados, y una estrategia para enfrentar de manera más efectiva esta realidad.

– Combatiremos la concentración empresarial en los distintos sectores de la economía y del sistema agro-pesca-alimentario/mediático/financiero, y los ataques frontales a la democracia. Crearemos  formas de lucha que generan pérdidas económicas al capital, a las multinacionales, a los bancos, etc.

– Construiremos convergencias y mayor unidad en base a objetivos comunes, en base a nuestra diversidad (campesinos/as, trabajadores/as, pescadores/as, indígenas, pastores/as, pobladores urbanos, consumidores, etc.)

– Enfrentaremos cualquier surgimiento de fundamentalismos religiosos conservadores y de derechas, y combatiremos la oleada de leyes y tratados neoliberales y privatizadores.

– Repensaremos la relación entre nuestros movimientos populares, el Estado, los partidos políticos y los procesos electorales, de acuerdo con la historia y coyuntura distinta de cada país, combatiendo la erosión generalizado de los mecanismos de derechos humanos, internacionales y nacionales.

– Lucharemos contra el imperialismo norteamericano y mientras reconocemos la importancia de la multipolaridad, también alertamos sobre la necesidad de responder a la emergencia de más imperialismos, económicos, políticos,  y militares.

– Desde nuestras organizaciones buscaremos como construir convergencias alrededor de proyectos populares alternativos de construcción y formulación colectiva y además impulsaremos la mejora de la organización productiva, las cooperativas, fomentaremos la pequeña y mediana agroindustria para agregar valor a nuestros productos, y trabajaremos para conquistar más y mejores canales cortos y medianos de comercialización, además promovemos la cooperación.

– Lucharemos por abordar el tema del crédito: como conquistar más crédito para el campesinado, y a la vez como producir sin crédito, o con menos crédito y menos deudas.

– Confrontaremos la tendencia institucional (Banco Mundial, FAO, academia, ONGs, etc.) de vaciar de contenido a conceptos como “reforma agraria” y “agroecología,” lanzando versiones “light” como “acceso a la tierra” y los alimentos “orgánico industrial” del monocultivo del “agronegocio verde,” y la “responsabilidad social de las corporaciones.”

– Lucharemos para lograr mecanismos internacionales no solo “voluntarios,” sino vinculantes y sancionables.

– Frenaremos la aprobación y proliferación de nuevas tecnologías peligrosas, como las semillas “terminator” y la biología sintética.

´- Fortaleceremos la participación de las mujeres y jóvenes en todos los movimientos sociales. Implementaremos mecanismos para incrementar la permanencia de la juventud en el campo. Lucharemos contra el modelo patriarcal que impera bajo el sistema capitalista, y exigiremos  el pleno derecho de las mujeres campesinas e indígenas a  la tierra, agua y territorio.

– Realizaremos cada vez más luchas unificadas a nivel internacional para enfrentar nuestros enemigos comunes.

Defender la tierra y honrar la vida

Animados en este 17 de abril día de internacional de las luchas campesinas, a 20 años de la masacre de El Dorado de Carajás, en el estado de Pará, nos reencontramos con miles de hombres y mujeres que defienden el derecho a la vida, que luchan por conquistar una sociedad más justa, en lucha permanente por los derechos de los pueblos a la tierra y el territorio, la promoción de la soberanía alimentaria y la producción agroecológica, para erradicar el hambre y la pobreza.

Via Campesina

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