Timochenko, líder de las Farc (Colombia): «Preferimos un buen acuerdo a una foto con Obama»

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Por Marisol Gómez Giraldo

Tres años y cuatro meses después de iniciado el proceso de paz en La Habana, el máximo jefe de las Farc habla con una notable serenidad de los temas más difíciles de los diálogos con el Gobierno.

Y destaca que a pesar de las inquietudes naturales de toda negociación ya hay un clima de confianza, «de parte y parte», que facilitará encontrar fórmulas en lo que todavía separa al Gobierno y a esa guerrilla.

En ese sentido, dice que las Farc están dispuestas a ‘buscarle la comba al palo’ en temas controversiales como la Constituyente.

En una larga conversación con EL TIEMPO en La Habana, ‘Timoleón Jiménez’, o ‘Timochenko’ –no le importa que lo llamen de la una o de la otra forma porque de las dos maneras entiende, según dice– se refiere al momento que vive el proceso de paz y a la tensión que generó entre el Gobierno y las Farc el acto político de varios jefes guerrilleros en el corregimiento del Conejo de La Guajira.

Sostiene que si el Gobierno hubiera resuelto el incidente “con menos espectacularidad», él no habría tenido problemas en admitir públicamente que se excedieron ese día.

Y le revela a este diario que cuando ocurrió el episodio del Conejo, un grupo de guerrilleros que iba a tener una reunión de pedagogía de paz con ‘Pastor Alape’ –a quien el Gobierno le suspendió el viaje desde La Habana a raíz de ese hecho– fue atacado por el Ejército cuando transitaba por el Magdalena Medio. Dice que cinco de sus hombres, que habrían sido confundidos con miembros del Eln, sufrieron heridas.

De acuerdo con ‘Timochenko’, para cristalizar el proceso de paz se necesita «generar esperanza», y «los que están en contra (de las negociaciones) generan miedo, y muchas de las cosas que dicen desde el Gobierno alimentan ese miedo».

¿Qué tipo de cosas, por ejemplo?

Lo que pasó en Conejo (La Guajira). Incluso el Gobierno ordenó a la Cruz Roja Internacional: “Recojan a esa gente (a los negociadores de las Farc ‘Iván Márquez’, ‘Joaquín Gómez’ y ‘Jesús Santrich’) y me la traen ya para La Habana”.

Según el Gobierno, ustedes violaron los protocolos de las jornadas de pedagogía para la paz, no podían tener contacto con la población civil. ¿Eso estaba escrito?

Había un compromiso de caballeros, de esos que se hacen de palabra. Cuando se estaban diseñando los planes de las zonas adonde se iba a llegar, se dijo que no íbamos a hacer uso de cabeceras municipales. En ningún momento íbamos a entrar a cabeceras municipales.

¿Y Conejo qué era?

Es un corregimiento. Ahora, se lo digo con toda sinceridad, yo no tengo ningún problema en aceptar que nos excedimos, pero incluso eso no fue ni responsabilidad nuestra, de los de aquí (los jefes guerrilleros que están en La Habana). En buena medida, la gente se dio cuenta de lo que iba a darse, y eso ha sucedido en todas partes.

¿Fue una fiesta sorpresa que alguien les armó?

Pues decirlo de esa manera…

Alguien les hizo el recibimiento con tarima…

Eso nadie se lo imaginaba. Se sabía, sí, que iba a llegar gente, como ha pasado siempre, cuando Pastor (Alape) fue al Chocó, cuando Joaco (‘Joaquín Gómez’) fue al sur. Al Conejo no fue más gente porque cuando llegaron (los jefes de la Farc) y se dieron cuenta de que venía más gente ellos pararon eso. Eso derrumba el discurso que nos han planteado desde el principio de que a nosotros no nos quiere nadie en la sociedad colombiana.

¿Y usted no cree eso?

Pues ahí está Conejo. ¿Por qué no les preguntan a ellos qué piensan? La gente estaba feliz, allá nadie fue a incriminar a ninguno. Esa fue una sorpresa para todos, las expresiones de cariño, de simpatía, de entusiasmo, pensando en que estamos construyendo la paz.

El Gobierno consideró el hecho como una violación de la confianza, quizás la más grande de parte de las Farc desde el comienzo de la negociación…

Yo puedo reconocerles que nos excedimos, y hubo cosas que no hubiera sido necesario hacer. En la medida en que avanza más el proceso los riesgos son más reales, e incluso las dificultades pequeñas se ven máximas y se pueden presentar situaciones bien difíciles. En el momento en que nos estaban acusando de violar el protocolo, ellos sí estaban violando los protocolos porque simultáneamente tendría que haberse ido ‘Pastor Alape’ para el Magdalena Medio, pero unilateralmente detuvieron el viaje de Pastor. La gente (los guerrilleros) que iba a recibirlo ya estaba desplazándose porque no hubo forma de pararlos y fueron atacados por una patrulla del Ejército.

¿El mismo día de lo ocurrido en Conejo?

Sí, nuestra gente actuó con mucha calma y serenidad, disparando al aire para no matar y gritando que eran de las Farc y que iban a lo que iban. Eso es peor que Conejo, porque ahí quedamos con cinco heridos.

Como comandante de las Farc, ¿usted entiende algunas actuaciones del Presidente como parte de necesidades políticas ante la polarización del país frente al proceso de paz?

En un proceso de estos uno tiene que ponerse en los pantalones del otro. Lo hacemos cada vez que analizamos cualquier coyuntura y partimos de sus necesidades, pero también de sus incongruencias. En una charla informal con algunos de ellos (del Gobierno) decía: ‘yo acepto que nos excedimos, pero por qué ese día Santos no manda a Enrique (su hermano) o al que quisiera, el mismo De la Calle, y dice: mire, hombre, lo que está pasando allá. Yo habría estado dispuesto a salir públicamente a decir: ‘Nos equivocamos, pedimos disculpas, esto no se va a volver a dar’. Habríamos hecho eso sin tanta espectacularidad.

Desde el comienzo, las Farc se han quejado de actos unilaterales del Gobierno y así han considerado el plebiscito para la paz. ¿Han resuelto algo en la mesa sobre ese punto?

No. El plebiscito no es la herramienta para lo que se quiere. Es un acto democrático y popular, a pesar de que le bajaron el umbral, pero es para decirle ‘sí’ o ‘no’ a decisiones del Presidente. Y los acuerdos no son una decisión del Presidente, sino un acto de dos partes.

¿Ustedes insisten en que la seguridad jurídica de los acuerdos solo es posible a través de una Constituyente?

Pues es una propuesta para discutirla, busquemos otra fórmula. Estamos abiertos, y se ha planteado, pero es que no se ha abierto el espacio para hacerlo.

¿Cuál puede ser la fórmula intermedia?

Cuando uno quiere resolver un problema le encuentra salida. Hay que buscarla entre las partes. Los campesinos tienen un dicho muy válido: ‘Busquémosle la comba al palo’.

¿Eso quiere decir que si hay un camino intermedio ustedes lo toman?

Nosotros creemos que la Constituyente tiene que llegar en algún momento, porque se van a producir cambios muy importantes. El acuerdo va a crear una situación en la que son necesarias reformas constitucionales.

Pero según lo que usted dice, la Constituyente no tiene que ser ahora, puede ser más adelante…

Puede ser una opción, pero a esa conclusión hay que llegar en el desarrollo de la discusión en la mesa, buscando las alternativas.

Y mientras tanto, ¿qué piensa del planteamiento de que ustedes se adhieran a la Comisión Legislativa para la Paz para participar de las discusiones de los proyectos para desarrollar los acuerdos?

Como está planteado, no es viable para nosotros.

¿Qué no le gusta de ese planteamiento?

Lo máximo que han llegado a plantear es que haya unos dos observadores.

¿Cuál es la propuesta de las Farc?

Una cosa más seria. Eso dejémoslo en la discusión que se está dando en la mesa. La Comisión Legislativa no nos da confianza porque es pasarle todo el trabajo de la mesa. ¿Y dónde queda la mesa entonces?

Supongamos que las Farc fueran a la Comisión Legislativa con cinco delegados con voz pero sin voto…

¿Observadores pasivos? Eso no tiene sentido.

¿Y si fueran unos cinco, con voz y voto?

¿Y qué hacemos con cinco? Dejamos constancias históricas. Porque pueden desbaratar el acuerdo y nosotros tenemos que blindarlo. Imagínese lo que ha costado. Son cuatro años trabajando (incluyendo fase exploratoria) con mucho esfuerzo, con mucha seriedad de parte y parte.

¿El escenario entonces no es la Comisión Legislativa?

No. En eso Santos no acertó. No es el escenario ideal, no nos satisface.

¿Pero usted, como jefe de las Farc, cree que los acuerdos firmados hasta ahora son buenos?

Si es por las expectativas, quisiéramos más. Por eso en cada punto hay una serie de salvedades, que no las estamos planteando como líneas rojas, pero como hemos venido ganando en confianza, en credibilidad, de parte y parte, ahora va a ser más fácil abordar esos temas. Hay que decir que en la mesa ha habido discusiones duras, pero nunca nadie ha ofendido a nadie.

¿El hecho de que haya habido militares activos participando en el proceso de paz ha sido fundamental para que el proceso esté saliendo al otro lado?

Ha sido determinante.

¿No habría sido posible sin los militares?

Habría sido mucho más difícil. Siempre lo dijo Marulanda: se necesitan militares activos en la mesa. Y nunca fue posible en otro proceso. El debate entre hombres que conocen la guerra facilita las cosas. Mire: esas son señales que indican que Santos se la está jugando.

¿Qué tan posible es que el país tenga una buena noticia el 23 de marzo?

Lo que le puedo decir es que ambas delegaciones están trabajando fuertemente, y en el caso de la nuestra, doy fe de trasnochos y madrugadas. Lo que tenemos en mente no es la fecha, incluso en eso hasta ya tenemos coincidencia con el Gobierno: no vamos a trabajar sobre la presión de una fecha, vamos a trabajar para sacar adelante lo que tenemos. Hay cosas muy adelantadas, ya es darles como el puntillazo final. Estamos en eso. Una foto sensacionalista para generar un impacto del momento y que después todo se derrumbe, no tiene sentido.

¿Y la visita del presidente Barack Obama a Cuba, que está atravesada (está programada para el 21 y 22 de marzo), no incide?

Preferimos un buen acuerdo a una foto con Obama.

¿Le asusta la vida sin armas? Usted sabe que hay gente que los odia. ¿Se ha puesto a pensar en eso?

Pues son los riesgos que uno tiene que correr.

El Tiempo

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