Obama se despidió de la isla con un discurso público y una reunión con opositores
Despidió Raúl a Obama
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, concluyó este martes su visita oficial a Cuba, a donde llegó el pasado domingo 20 de marzo. En el aeropuerto internacional José Martí, el mandatario fue despedido por el presidente de los Consejos de Estados y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz.
En la última jornada, correspondiente a este martes, el mandatario estadounidense ofreció un discurso a representantes de la sociedad civil cubana desde el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, utilizando el teleprompter, y presenció luego —en compañía de su familia, legisladores y miembros de su gabinete— dos innings del partido de béisbol entre el Tampa Bay Rays de las Grandes Ligas de Estados Unidos y una selección nacional de Cuba, en el estadio Latinoamericano.
En este juego, estuvo presente también el presidente cubano Raúl Castro, además del presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular Esteban Lazo, el primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, entre otros altos funcionarios de nuestro gobierno.
Durante su estancia en el territorio nacional, el cuadragésimo cuarto presidente de Estados Unidos realizó —junto a la comitiva que lo acompañaba— un recorrido por algunos sitios del centro histórico de la capital como la Plaza de Armas, el Palacio de los Capitanes Generales y la Catedral de La Habana, guiados por el historiador de la ciudad Eusebio Leal Spengler.
Asimismo, en la mañana del lunes 21 de marzo, Barack Obama participó en la ceremonia de colocación de una ofrenda floral ante el monumento al Héroe Nacional José Martí, en la Plaza de la Revolución, y sostuvo conversaciones oficiales con el presidente cubano Raúl Castro Ruz. Luego, ambos mandatarios ofrecieron declaraciones a la prensa, las cuales tuvieron amplia repercusión internacional.
Mientras, en el horario de la tarde, dialogó en el Foro de Negocios con trabajadores del sector estatal y otras formas de gestión cubanas.
Aun cuando no se reunió con el líder de la Revolución, en una entrevista de ABC al Presidente Obama, a la pregunta de si él se reuniría con Fidel Castro, respondió que: “Estaría feliz de reunirme con él, como un símbolo del final… de la guerra fría”.
La llegada de Obama a Cuba aconteció 15 meses después del anuncio del proceso de restablecimiento de las relaciones entre ambas naciones, el 17 de diciembre del 2014, y es la primera visita que realiza un mandatario de la nación norteña a nuestro país luego del triunfo de la Revolución.
Obama continuó viaje a Argentina, donde su agenda incluye, según la agencia EFE, un encuentro con su homólogo Mauricio Macri en la Casa Rosada, sede de la presidencia en esta nación sudamericana.
Reunión de Barack Obama con opositores cubanos
Destaca Obama el coraje de la sociedad civil cubana
El presidente Barack Obama se reunió este martes con 13 disidentes cubanos en la embajada norteamericana en La Habana.
«Aquí hay personas que han sido detenidas. Algunos en el pasado, algunos muy recientemente. Y, como he dicho varias veces, este encuentro forma parte de nuestra política con respecto al compromiso con Cuba. No es sólo el encuentro con el presidente Castro o las relaciones de Gobierno a Gobierno lo que vinimos a hacer», dijo Obama.
«Es una cuestión de que seamos capaces de escuchar directamente a la población cubana y asegurarnos de que tienen una voz y de que sus preocupaciones y sus ideas están ayudando a dar forma a la política de Estados Unidos, comentó el Presidente y escuchó a cada uno de los asistentes.
Se requiere a menudo un gran valor para ser activos en la vida cívica en Cuba.
«Todas las personas alrededor de esta mesa
han demostrado un valor extraordinario. Ellos se han pronunciado a favor de los temas que preocupan profundamente. Algunos representan grupos específicos dentro de Cuba. Algunos tienen preocupaciones más amplias con respecto a la democracia, la capacidad de hablar con libertad, el culto libremente, o están abogando a favor de las prácticas democráticas aquí en Cuba», precisó.
«Quiero dar las gracias a todos por estar aquí. Se requiere a menudo un gran valor para ser activos en la vida cívica en Cuba. Esta es un área en la que seguimos teniendo profundas diferencias con el Gobierno cubano. Mi esperanza es que al escucharlos podemos seguir perfeccionando nuestra política de tal manera que al final el pueblo cubano sea capaz de vivir con libertad y prosperidad».
Martí Noticias obtuvo declaraciones de Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, al término del encuentro.
En el encuentro, según dijo Soler, se habló de represión y de exigirle al Gobierno cubano el cese de la violencia policial, así como de la necesita urgente de una amnistía general para todos los presos políticos.
Los 13 activistas pro Derechos Humanos que se reunieron este martes con Obama pudieron expresarle al Presidente lo que piensan sobre la realidad de su país.
Así lo narró a Martí Noticias vía telefónica Berta Soler al término de la conversación privada que tuvo lugar en la embajada norteamericana en La Habana.
«Para nosotros fue muy importante poder decirle a Obama, de primera mano, lo que sentíamos y nuestras preocupaciones», dijo Soler, quien logró asistir porque un vehículo de la legación diplomática la recogió poco antes en su vivienda.
«Obama fue muy receptivo. Escuchó a cada uno de nosotros, 13 en total. Tuvimos entre dos y cuatro minutos cada uno para hablar. Y, luego, el Presidente nos respondió individualmente», dijo Soler y aseguró que durante el encuentro se tocó el tema de la fuerte represión ocurrida durante la visita presidencial.
«Principalmente yo se lo dije, que estuve detenida», cerró la conversación la activista que encabeza cada domingo la campaña #TodosMarchamos.
Guillermo Fariñas: “Fue un diálogo entre demócratas”
El disidente cubano y Premio Sájarov 2010 Guillermo Fariñas conversó con TV Martí sobre la reunión de Obama con la disidencia en la embajada norteamericana de La Habana. Fariñas se confesó opuesto a la estrategia del presidente norteamericano para un cambio efectivo y rápido hacia la democracia en la isla. Aun así, dijo haberse sentido muy bien y resumió ese momento como “un diálogo entre demócratas”.
“Tenemos diferencia en cuanto a las tácticas, pero al final queremos lo mismo, y es que este sea un país democrático”, dijo Fariñas.
El opositor de Santa Clara explicó que Obama les aseguró que, si a fin de cuentas, estaba equivocado en su estrategia, lo iba a reconocer, y que también los disidentes cubanos podían contar con él cuando dejara de ser presidente.
Preguntado por si alguien retomó el tema de la lista de presos políticos que Raúl Castro negó conocer, Fariñas dijo que sí, que Elizardo Sánchez Santa Cruz le extendió la lista a Obama para que se la hiciera llegar al periodista de CNN que preguntó al gobernante cubano.
Sobre un cambio pronto en Cuba Obama no tiene esperanzas, pero si a mediano o largo plazo, reseñó Fariñas que dijo el presidente. “Él plantea que no es lo mismo negociar con las personas mayores que están en el gobierno que con los hijos o nietos de éstos. Él no está pensando en la muerte, sino en el 2018, que es el año en que Raúl Castro dijo dejaría el poder”.
Fariñas expuso que Obama les transmitió su decisión de decantarse por una estrategia de diálogo para que el cambio en Cuba fuera pacífico, aunque tarde un poco.
Dagoberto Valdés: “El daño antropológico es muy grande”
El laico Dagoberto Valdés, director de la revista Convivencia, ingeniero agrónomo y periodista, también asistió al encuentro, que contó con 13 disidentes escogidos personalmente por el presidente Obama, según se pudo conocer.
Valdés le indicó al presidente que él era el único pinareño en esa lista, y le explicó en tono de broma que sobre los pinareños pesan muchos chistes en Cuba. La reunión, dijo, duró 1 hora y 45 minutos, mucho más de lo que estaba pactado. Incluso, fue alguien de la seguridad personal de Obama quien le recordó que debía asistir al juego de béisbol programado.
Valdés, que nació el mismo día que Obama pero cuatro años antes, le elogió al mandatario estadounidense el hecho de que se hubiera presentado en Cuba con su familia, algo para él fundamental en las sociedades. El laico es un luchador por los derechos civiles y dijo estar muy preocupado por el daño antropológico que ha hecho el gobierno cubano a lo largo de los años. Así se lo hizo saber a Obama, como algo fundamental en esta historia.
El presidente norteamericano escuchó a todos atentamente, mirando a los ojos de cada uno, apuntó Valdés.
Los 13 invitados a la reunión con Obama son los siguientes activistas, periodistas y juristas independientes:
Ángel Yunier Remón; Antonio Rodiles; Juana Mora Cedeño; José Daniel Ferrer; Laritza Diversent; Berta Soler; Dagoberto Valdés; Guillermo Fariñas; Nelson Álvarez Matute; Miriam Celaya González; Manuel Cuesta Morúa; Miriam Leiva Viamonte y Elizardo Sánchez.
Los silencios de Obama
El presidente estadounidense Barack Obama le habló al pueblo cubano desde el Gran Teatro de La Habana, Alicia Alonso, pidió dejar atrás la historia de enfrentamiento bilateral con su gesto de extender “la mano franca”; sin embargo, dejó en el silencio temas que no pasaron inadvertidos para los presentes.
Para el profesor Ley de Rodríguez Hernández, del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa, el discurso del mandatario “es una invitación a desmovilizarnos, a perder todo compromiso con lo que hemos construido como país en las últimas décadas”.
Apuntó que lo de olvidar el pasado no es nuevo y señaló que pretende con una gran dosis de pragmatismo, que el pueblo deje a un lado su historia y vaciarlo de los recuerdos negativos de la hostilidad, las agresiones imperiales, el intervencionismo militar y las guerras para construir su imperio y dominar el mundo.
Si nos borran el pasado corremos el riesgo de quedarnos sin soberanía, sin independencia, citaríamos solo aquellos pasajes de Martí que no sean antiimperialistas, subrayó.
Aseguró que cuando Obama habla de hacer cambios, anula de un plumazo que la Revolución fue el principal cambio en este país y que no solo trajo libertad, independencia, derechos, sino justicia social y dignidad.
El joven Yusuam Palacios declaró a la ACN que su generación no ha dejado nunca de soñar –como dijo Obama–, por eso es que durante más de cinco décadas los jóvenes de la Isla han construido el país que queremos.
La historia tiene un gran peso, por eso no olvidamos el pasado, es una de las lecciones que la humanidad nos ha dado y en ese sentido vemos con optimismo el futuro de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, pero siendo antiimperialistas, que es ser revolucionarios, basados en el amor a los próceres, mártires y a los líderes del proceso, agregó.
Para Yusuam, Obama perdió la oportunidad de utilizar el sistema de medios públicos de Cuba para anunciar que no dará más millones de dólares para destruir la obra de la Revolución y en cuyo objetivo están los jóvenes.
Barack Obama dejó de decir que reclamamos la devolución del territorio ocupado ilegalmente por la base naval de Guantánamo, que el bloqueo hiere profundamente al pueblo cubano, que hay que indemnizar a las familias que han perdido a sus seres queridos víctimas de acciones terroristas de grupos que operan desde Estados Unidos, subrayó Palacios.
Por su parte, Pedro Veliz, médico cubano que encontramos entre las primeras filas en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, dijo que Obama recordó que en África Occidental se unieron galenos cubanos y norteamericanos para enfrentar la epidemia del Ébola, una colaboración loable entre dos países.
También hace falta que la administración Obama respete al internacionalista de la Isla que está en otros países prestando ayuda, que incitan a migrar con el programa de visas paroles, promueven la migración irregular y eso lacera la formación de recursos humanos en la Mayor de las Antillas, apuntó
Ejemplificó Véliz que puede haber colaboración en la concepción y fabricación de medicamentos, de tecnologías, vender medicamentos de impacto para la salud cubana y también autorizar las exportaciones de productos logrados por el desarrollo científico de la Mayor de las Antillas.
Queremos una colaboración no con paños tibios, como por estos días, que se habló solo de algunos aspectos, sino en la amplia gama que son las ciencias médicas, resumió.
Al respecto opinó Aixa Hevia, vicepresidenta de la Unión de Periodistas de Cuba, para quien el hecho de que el presidente equipara lo que hicieron los médicos cubanos con lo aportado por su país en el tema del Ébola, o el papel desempeñado en el logro de la paz en Colombia, no fue consecuente con los pasos que ha estado dando el gobierno norteamericano en el trato de iguales.
Obama no dijo muchas de las cosas que debió expresar para continuar en ese camino de respeto iniciado hace 15 meses; se paró a dar recetas, eso lo deja bien claro todo, han cambiado las tácticas, pero su objetivo sigue siendo el mismo, aunque algunos lo nieguen, enfatizó.
La vicepresidente de la UPEC coincide con el profesor Leyde en que el de hoy fue un discurso de mucho marketing, palabras bien aprendidas para un show.
Leyde Rodríguez Hernández apuntó que aunque Obama vendió su historia personal como un logro del sistema norteamericano, lo cierto es que el jefe de la Casa Blanca no dijo que cuando él ascendió al poder en Estados Unidos, ya era millonario.
En ese país el “demos” de democracia no se refiere al pueblo, sino al dinero, es una plutocracia, pues solo los millonarios y dos partidos que se alternan en el poder constituyen la democracia que Obama nos quiso vender, concluyó.
Quizás con las buenas intenciones de Obama podamos avanzar, comentó el cantautor Raúl Torres, autor de El regreso del amigo, quien aclaró que esa relación de la que habló el presidente tiene que ser desde posiciones de respeto a las decisiones del pueblo cubano.
Raúl Suárez, religioso cubano con seis décadas como pastor, consideró que el llamado del presidente a la libre profesión de fe en Cuba es un logro consumado en esta tierra.
Dijo que la realidad que viven todas las iglesias y manifestaciones religiosas de Cuba en los últimos 25 años es de total libertad de culto.
En Cuba el pueblo se siente libre para ir o no a una iglesia, incluso, antes bautizaba a cuatro personas al año y ahora cualquier iglesia local registra un centenar en ese mismo tiempo, declaró, al tiempo que afirmó que en Cuba se propician espacios para que las iglesias trabajen en la comunidad, con los niños, jóvenes, los discapacitados y ancianos.
Considera que el multipartidismo que pretende Obama para Cuba no ha significado la solución de los problemas sociales e históricos del pueblo norteamericano, sin embargo, en Cuba, el Partido único le ha dado al pueblo beneficios múltiples a pesar de las limitaciones del bloqueo.
Línea de pensamiento al que se suscribe el profesor Luis René Fernández Tabío, profesor e investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos de la Universidad de la Habana, quien señala que el sistema capitalista ya se probó en Cuba y sin buenos resultados.
Aunque el presidente Obama habla de dejar todo en el pasado, es algo que hay que pensárselo bien, porque son dos modelos muy distintos, puntualizó.
Reconoció que debemos mejorar el sistema económico cubano, se está trabajando en eso, avanzar en el fortalecerlo del Partido en su relación con el pueblo, pero no creo en abandonar los principios que vienen de Martí.
El Apóstol cubano no hizo ni dos ni tres partidos porque la división de los patriotas derrotó la guerra, más que nunca se necesita de la unidad de todos para mantener la independencia, afirmó.
El Héroe Nacional cubano fue un elemento recurrente en el discurso del mandatario en La Habana, incluso leyó fragmentos de la obra martiana, sin embargo, es precisamente José Martí quien más criticó en su época la democracia de Estados Unidos, argumentó el joven Yusuam Palacios.
Discurso a los cubanos de Barack Obama
Presidente Castro, pueblo de Cuba:
Muchas gracias por la cálida acogida que hemos recibido yo, mi familia y mi delegación. Es un honor extraordinario estar hoy aquí. Antes de empezar, permítanme por favor, quiero comentar sobre los ataques terroristas que tuvieron lugar en Bruselas.
Los pensamientos y las oraciones del pueblo de Estados Unidos están con el pueblo de Bélgica. Somos solidarios con ellos, condenando estos indignantes ataques contra personas inocentes. Haremos todo lo que sea necesario para apoyar a nuestro amigo y aliado, Bélgica, para llevar ante la justicia a los responsables, y este es otro recordatorio más de que el mundo debe estar unido.
Debemos cerrar filas, al margen de nacionalidad, raza o creencias religiosas, en la lucha contra este flagelo del terrorismo. Podemos derrotar, y derrotaremos, a aquellos que amenazan nuestra seguridad y la de las personas en todo el mundo.
Al Gobierno y al pueblo de Cuba quiero agradecerles la amabilidad que han demostrado hacia mí, hacia Michelle, Malia, Sasha, mi suegra, Marian.
[En español] “Cultivo una rosa blanca” [aplausos] En su más célebre poema José Martí hizo esta oferta de amistad y paz tanto a amigos como enemigos. Hoy, como Presidente de Estados Unidos de América yo le ofrezco al pueblo cubano [en español] el saludo de paz [aplausos].La Habana está a solo 90 millas de la Florida, pero para llegar aquí tuvimos que recorrer una larga distancia, por encima de barreras históricas, ideológicas, de dolor y separación. Las azules aguas bajo el Air Force One, fueron una vez surcadas por acorazados hacia esta isla para liberar a Cuba, pero también para ejercer control sobre ella.
Esas aguas también fueron surcadas por generaciones de revolucionarios cubanos hacia Estados Unidos, donde recabaron apoyo para su causa. Y esa corta distancia ha sido cruzada por cientos de miles de exiliados cubanos, en aviones y balsas rústicas, quienes vinieron a Estados Unidos en busca de libertad y oportunidades, a veces dejando atrás todo lo que tenían y a todos sus seres queridos. Como tantos, en nuestros dos países.
Toda mi vida se ha desenvuelto en una era de aislamiento entre nosotros. La revolución cubana tuvo lugar en el mismo año en que mi padre emigró a Estados Unidos desde Kenya. Bahía de Cochinos tuvo lugar en el año en que yo nací. Al año siguiente el mundo entero quedó en suspenso observando a nuestros dos países mientras la Humanidad se acercaba más que nunca antes al horror de una guerra nuclear.
Con el paso de las décadas nuestros Gobiernos se quedaron estancados en una confrontación aparentemente interminable, librando batallas a través de terceros. En un mundo que se rehizo a sí mismo una y otra vez, el conflicto entre Estados Unidos y Cuba era una constante. Yo he venido aquí a enterrar los últimos remanentes de la Guerra Fría en las Américas [aplausos] Yo he venido aquí a extender una mano de amistad al pueblo cubano [aplausos].
Quiero ser claro: las diferencias entre nuestros Gobiernos al cabo de tantos años son reales, y son importantes. Estoy seguro de que el presidente Castro diría lo mismo. Lo sé, porque he escuchado y abordado esas diferencias en profundidad. Pero antes de discutir esos problemas, también tenemos que reconocer cuantas cosas compartimos porque, en muchas formas, Estados Unidos y Cuba son como dos hermanos que han estado distanciados por muchos años, aunque llevemos la misma sangre.
Ambos vivimos en un Nuevo Mundo colonizado por europeos. Cuba, como Estados Unidos, fue en parte fundada por esclavos traídos de África. Como el de Estados Unidos, el pueblo cubano puede trazar sus ancestros hasta esclavos y dueños de esclavos. Ambos acogimos a inmigrantes que vinieron de muy lejos para empezar una nueva vida en las Américas. A lo largo de los años nuestras culturas se han entremezclado. La labor del Dr. Carlos Finlay en Cuba allanó el camino para generaciones de médicos, entre ellos Walter Reed, que se basó en el trabajo del Dr. Finlay para ayudar a combatir la fiebre amarilla.
Tal como Martí escribió su obra más famosa en Nueva York, Ernest Hemingway hizo de Cuba su hogar y encontró inspiración en las aguas de estas costas. Compartimos el mismo pasatiempo nacional [en español]: la pelota. Y hoy mismo, más tarde, nuestros jugadores van a competir en el mismo terreno habanero donde jugara Jackie Robinson antes de debutar en las Grandes Ligas [aplausos]. Y se dice que nuestro más grande boxeador, Mohamed Alí, rindió homenaje una vez a un cubano con el que nunca pudo pelear, diciendo que lo más que podía alcanzar era un empate con ese gran cubano, Teófilo Stevenson.
Así que aun cuando nuestros Gobiernos devinieron adversarios, nuestros pueblos compartían estas pasiones comunes, particularmente con la llegada a Estados Unidos de tantos cubanos. En Miami o La Habana usted puede encontrar lugares donde bailar cha-cha-cha o salsa; donde comer “ropa vieja”; la gente en nuestros dos países ha cantado con Celia Cruz, Gloria Estefan, y ahora escuchan el reggaetón de Pitbull.
Millones de los nuestros tienen una misma religión, una fe a la que yo he rendido tributo en la Ermita de la Caridad de Miami: la paz que los cubanos encuentran en La Cachita.
A pesar de nuestras diferencias, cubanos y estadounidenses comparten valores comunes en sus vidas: un sentido de patriotismo y de orgullo, un gran orgullo; un profundo amor a la familia; la pasión por nuestros hijos; un compromiso con su educación. Y es por eso que creo que nuestros nietos mirarán este período de aislamiento como una aberración, y como apenas un capítulo en una historia más larga de familiaridad y amistad.
Pero no podemos ni debemos ignorar las diferencias reales que tenemos, acerca de cómo organizamos nuestros Gobiernos, nuestras economías y nuestras sociedades. Cuba tiene un sistema de partido único; Estados Unidos es una democracia multipartidista. Cuba tiene un modelo económico socialista; Estados Unidos, uno de mercado abierto. Cuba ha enfatizado el papel y los derechos del Estado; los Estados Unidos fueron fundados en los derechos de la persona individual.
A pesar de estas diferencias, el 17 de diciembre del 2014 el presidente Castro y yo anunciamos que Estados Unidos y Cuba comenzarían un proceso de normalización de las relaciones entre nuestros países [aplausos].
Desde entonces, hemos establecido relaciones diplomáticas y abierto embajadas. Hemos puesto en marcha iniciativas para cooperar en la salud y la agricultura, la educación y la aplicación de la ley. Hemos llegado a acuerdos para restaurar los vuelos y el servicio de correo directos. Hemos ampliado los lazos comerciales, e incrementado la capacidad de los estadounidenses para viajar a Cuba y hacer negocios aquí.
Y estos cambios han sido bien recibidos, a pesar de que todavía hay quienes se oponen estas políticas. Pero aún así, muchas personas en ambos lados de este debate se han preguntado: “¿Por qué ahora?» «¿Por qué ahora?”.
La respuesta es simple: Lo que Estados Unidos estaba haciendo no estaba funcionando. Tenemos que tener el valor de reconocer esa verdad. Una política de aislamiento diseñada para la Guerra Fría tenía poco sentido en el siglo XXI. El embargo sólo estaba perjudicando al pueblo cubano en lugar de ayudarlo. Y yo siempre he creído en lo que Martin Luther King, Jr. llamó «la feroz urgencia del ahora»: No debemos temer al cambio, debemos abrazarlo. [aplausos]
Esto me conduce a una razón mayor y más importante de estos cambios [en español]: Creo en el pueblo cubano. Creo en el pueblo cubano [aplausos]. Esto no es sólo una política de normalización de las relaciones con el Gobierno cubano. Estados Unidos de América están normalizando sus relaciones con el pueblo cubano. [aplausos]
Y hoy, quiero compartir con ustedes mi visión de lo que puede ser nuestro futuro. Quiero que el pueblo cubano –especialmente los jóvenes– entienda por qué creo que ustedes deben ver el futuro con esperanza. Y no es la falsa promesa que insiste en que las cosas son mejores de lo que realmente son, o el optimismo ciego que dice que todos sus problemas podrán desaparecer mañana. Es una esperanza que tiene sus raíces en el futuro que ustedes pueden elegir, y pueden conformar, y pueden construir para su país.
Yo tengo esa esperanza porque creo que el pueblo cubano es tan innovador como cualquier otro pueblo del mundo.
En una economía global, impulsada por las ideas y la información, el mayor recurso de un país es su gente. En Estados Unidos, tenemos un claro monumento a lo que el pueblo cubano es capaz de construir: se llama Miami. Aquí en La Habana, vemos ese mismo talento en los cuentapropistas, las cooperativas, los autos antiguos que todavía ruedan [en español]. El cubano Inventa del aire. [aplausos]
Cuba cuenta con un extraordinario recurso: un sistema de educación que valora a cada niño y cada niña [aplausos]. Y en los últimos años, el Gobierno cubano ha comenzado a abrirse al mundo, y a abrir aún más espacio para que el talento florezca. En pocos años, hemos visto como los cuentapropistas pueden salir adelante, mientras conservan un espíritu netamente cubano. Ser trabajador por cuenta propia no significa ser más como Estados Unidos, significa ser uno mismo.
Miren a Sandra Lídice Aldama, que decidió comenzar un pequeño negocio. Los cubanos, dice, podemos «innovar y adaptar sin perder nuestra identidad… nuestro secreto está en no copiar o imitar sino, simplemente, en ser nosotros mismos».
Es ahí donde comienza la esperanza: con la posibilidad de ganarse la vida y construir algo de lo que uno pueda estar orgulloso. Es por eso que nuestras políticas se centran en el apoyo a los cubanos, y no en hacerles daño. Es por eso que nos deshicimos de los límites en las remesas: para que los cubanos tengan más recursos. Es por eso que estamos alentando los viajes, que construirán puentes entre nuestros pueblos, y traerán más ingresos a las pequeñas empresas cubanas. Es por eso que hemos ampliado el espacio para el comercio y los intercambios, de modo que los estadounidenses y los cubanos puedan trabajar juntos para encontrar curas a las enfermedades, y crear puestos de trabajo, y abrir las puertas a más oportunidades para el pueblo cubano.
Como Presidente de Estados Unidos, he exhortado a nuestro Congreso a levantar el embargo [aplausos]. Es una carga obsoleta sobre el pueblo cubano. Es una carga para los estadounidenses que quieren trabajar y hacer negocios o invertir aquí en Cuba. Es hora de levantar el embargo. Pero incluso si se levantara el embargo mañana, los cubanos no se darían cuenta de su potencial sin una continuidad de los cambios aquí en Cuba [aplausos].
Debiera ser más fácil abrir un negocio aquí en Cuba. Un trabajador debiera poder conseguir un trabajo directamente con las empresas que invierten aquí en Cuba. Dos monedas no deben separar el tipo de salarios que los cubanos pueden ganar. Internet debe estar disponible en toda la isla, para que los cubanos puedan conectarse con el resto del mundo [aplausos] y con uno de los grandes motores del crecimiento en la historia humana. Estados Unidos no limita la capacidad de Cuba para tomar estas medidas. Depende de ustedes. Y puedo decirles como amigo que en el siglo XXI la prosperidad sostenible depende de la educación, la salud, y la protección del medio ambiente. Pero también depende del intercambio libre y abierto de ideas. Si uno no puede acceder a la información en línea, si no puede estar expuesto a diferentes puntos de vista, no alcanzará su máximo potencial. Y con el tiempo, la juventud va a perder la esperanza.
Sé que estos son temas sensibles, sobre todo viniendo de un presidente estadounidense. Antes de 1959, algunos americanos veían a Cuba como algo que explotar, ignoraban la pobreza, facilitaban la corrupción. Y desde 1959, hemos estado boxeando con nuestras sombras en esta batalla de la geopolítica y las personalidades. Conozco la historia, pero me niego a ser atrapado por ella. [aplausos]
He dejado claro que Estados Unidos no tiene ni la capacidad, ni la intención de imponer un cambio en Cuba. Cualquier cambio que venga dependerá del pueblo cubano. No les vamos a imponer nuestro sistema político o económico. Reconocemos que cada país, cada pueblo, debe trazar su propia ruta y dar forma a su propio modelo. Pero después de haber eliminado de nuestra relación la sombra de la historia, debo hablar con honradez acerca de las cosas en que yo creo: las cosas en las que nosotros, como estadounidenses, creemos. Como dijo Martí, «La libertad es el derecho de todo hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía».
Así que, déjenme decirles en qué creo. No puedo obligarles a estar de acuerdo conmigo, pero ustedes deben saber lo que pienso. Creo que cada persona debe ser igual ante la ley [aplausos]. Todos los niños merecen la dignidad que viene con la educación y la atención a la salud, y comida en la mesa y un techo sobre sus cabezas [aplausos]. Creo que los ciudadanos deben tener la libertad de decir lo que piensan sin miedo [aplausos] de organizarse y criticar a su Gobierno, y de protestar pacíficamente; y que el Estado de Derecho no debe incluir detenciones arbitrarias de las personas que ejercen esos derechos [aplausos]. Creo que cada persona debe tener la libertad de practicar su religión en paz y públicamente [aplausos]. Y, sí, creo que los electores deben poder elegir a sus gobiernos en elecciones libres y democráticas. [aplausos]
No todo el mundo está de acuerdo conmigo en esto. No todo el mundo está de acuerdo con el pueblo estadounidense acerca de esto. Pero yo creo que los Derechos Humanos son universales [aplausos]. Creo que son los derechos del pueblo estadounidense, del pueblo de Cuba, y de las personas en todo el mundo.
Ahora bien, no es ningún secreto que nuestros Gobiernos están en desacuerdo sobre muchos de estos asuntos. He sostenido conversaciones francas con el presidente Castro. Durante muchos años, él ha señalado las fallas en el sistema americano: la desigualdad económica; la pena de muerte; la discriminación racial; guerras en el extranjero. Eso es sólo una muestra. Él tiene una lista mucho más larga. (Risas). Pero esto es lo que el pueblo cubano necesita comprender: yo estoy abierto a ese debate público y al diálogo. Es bueno. Es saludable. No le temo.
Tenemos demasiado dinero en la política estadounidense. Sin embargo, en Estados Unidos, todavía es posible para alguien como yo –un niño que fue criado por una madre soltera, un niño mestizo que no tiene mucho dinero– aspirar al más alto cargo de la tierra y ganarlo. Eso es lo que es posible en Estados Unidos. [aplausos]
Tenemos desafíos de discriminación racial –en nuestras comunidades, en nuestro sistema de justicia criminal, en nuestra sociedad– un legado de la esclavitud y la segregación. Pero el hecho de que tengamos debates abiertos dentro de la propia democracia estadounidense es lo que nos permite mejorar.
En 1959, el año en que mi padre se trasladó a Estados Unidos, en muchos estados americanos era ilegal que se casara con mi madre, que era blanca. Cuando empecé la escuela, todavía estábamos luchando por eliminar la segregación en las escuelas de todo el sur de Estados Unidos. Pero las personas se organizaron; protestaron; debatieron estos temas; desafiaron a los funcionarios del gobierno. Y debido a esas protestas, y debido a esos debates, y debido a la movilización popular, es que yo puedo estar aquí hoy, un afroamericano, presidente de Estados Unidos. El que pudiéramos lograr un cambio se debió a las libertades que disfrutamos en Estados Unidos.
No estoy diciendo que sea fácil. Todavía hay enormes problemas en nuestra sociedad. Pero la manera que tenemos para resolverlos es la democracia. Así es como obtuvimos atención de salud para más estadounidenses. Así es como hemos hecho grandes avances en los derechos de la mujer y los derechos de los homosexuales. Así es como atendemos la desigualdad que concentra tanta riqueza en los estratos superiores de nuestra sociedad. Gracias a que los trabajadores pueden organizarse y la gente común tener una voz, la democracia estadounidense ha dado a nuestra gente la oportunidad de realizar sus sueños y disfrutar de un alto nivel de vida. [aplausos]
Ahora bien, todavía nos quedan algunas peleas difíciles. No siempre es bonito el proceso de la democracia. A menudo es frustrante. Lo pueden ver en las elecciones que tenemos allá. Pero deténganse un momento y consideren este hecho: en la campaña electoral estadounidense que está teniendo lugar en este momento hay dos cubanoamericanos del Partido Republicano, compitiendo contra el legado de un hombre negro que es Presidente, mientras aducen ser la mejor persona para vencer al candidato demócrata que, o bien va a ser una mujer, o un socialdemócrata. (Risas y aplausos.) ¿Quién lo hubiera creído en 1959? Esa es una medida de nuestro progreso como democracia. [aplausos]
Así que aquí está mi mensaje para el Gobierno de Cuba y el pueblo cubano: los ideales que son el punto de partida de toda revolución –la revolución americana, la revolución cubana, los movimientos de liberación en todo el mundo– esos ideales encuentran su expresión más auténtica, creo yo, en una democracia. No porque la democracia estadounidense sea perfecta, sino precisamente porque no lo somos. Y nosotros –como todos los países– necesitamos para cambiar el espacio que la democracia nos da. Ella da a los individuos la capacidad de ser catalizadores para pensar en nuevas formas, y reimaginar cómo debe ser nuestra sociedad, y hacerse mejores.
Ya está teniendo lugar una evolución dentro de Cuba, un cambio generacional. Muchos sugerían que viniera aquí y le pidiera al pueblo de Cuba que echara abajo algo, pero estoy apelando a los jóvenes cubanos, que son los que van a levantar algo, a construir algo nuevo [aplausos]. [En español] El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano. [aplausos]
Y al presidente Castro –a quien le agradezco estar aquí hoy– quiero que sepa, creo que mi visita aquí demuestra, que no tiene por qué temer una amenaza de Estados Unidos. Y teniendo en cuenta su compromiso con la soberanía y la autodeterminación de Cuba, también estoy seguro de que no tiene por qué temer a las voces diferentes del pueblo cubano, y su capacidad de expresarse, reunirse, y votar por sus líderes. De hecho, tengo una esperanza para el futuro porque confío en que el pueblo cubano tomará las decisiones correctas.
Y como ustedes, también estoy seguro de que Cuba puede seguir desempeñando un papel importante en el hemisferio y en todo el mundo, y mi esperanza, es que pueda hacerlo como socio de Estados Unidos.
Hemos desempeñado roles muy diferentes en el mundo. Pero nadie debería negar el servicio que miles de médicos cubanos han prestado a los pobres y los que sufren [aplausos]. El año pasado, trabajadores de la salud estadounidenses –y militares de EEUU– trabajaron codo a codo con los cubanos para salvar vidas y acabar con el Ébola en África Occidental. Creo que deberíamos continuar teniendo esa clase de cooperación en otros países.
Hemos estado en el lado opuesto de muchos conflictos en el continente americano. Pero hoy en día, los estadounidenses y los cubanos están sentados juntos en la mesa de negociación, y estamos ayudando a los colombianos a resolver una guerra civil que se ha prolongado durante décadas [aplausos]. Ese tipo de cooperación es bueno para todos. Brinda esperanza a todos en este hemisferio.
Tomamos diferentes caminos en nuestro apoyo al pueblo de Sudáfrica para la abolición del apartheid. Pero el presidente Castro y yo pudimos estar al mismo tiempo en Johannesburgo para rendir homenaje al legado del gran Nelson Mandela. [aplausos]
Y al examinar su vida y sus palabras, estoy seguro de que ambos nos damos cuenta de que tenemos más trabajo por hacer para promover la igualdad en nuestros propios países: para reducir la discriminación de las razas en nuestros propios países. Y en Cuba, queremos que nuestro compromiso ayude a levantarse a los cubanos de ascendencia africana, [aplausos] que han demostrado que no hay nada que no puedan lograr cuando se les da la oportunidad.
Hemos sido parte de diferentes bloques de naciones en el hemisferio, y vamos a seguir teniendo profundas diferencias sobre las maneras de promover la paz, la seguridad, las oportunidades y los Derechos Humanos. Pero a medida que se normalicen nuestras relaciones, creo que podremos ayudar a fomentar un mayor sentido de unidad en las Américas [en español] Todos somos americanos. [aplausos]
Desde el inicio de mi mandato, he instado a la gente en las Américas a dejar atrás las batallas ideológicas del pasado. Estamos en una nueva era. Sé que muchos de los problemas de los que he hablado carecen del drama del pasado. Y sé que parte de la identidad de Cuba es su orgullo de ser una pequeña nación insular capaz de defender sus derechos, y estremecer al mundo. Pero también sé que Cuba siempre se destacará por el talento, el trabajo duro, y el orgullo del pueblo cubano. Esa es su fuerza [aplausos]. Cuba no tiene que ser definida por ser adversario de Estados Unidos, más de lo que Estados Unidos deben ser definidos por ser adversarios de Cuba. Tengo esa esperanza para el futuro debido a la reconciliación que está teniendo lugar en el pueblo cubano.
Sé que algunos cubanos en la isla pueden tener la sensación de que los que se fueron de alguna manera apoyaron el viejo orden en Cuba. Estoy seguro de que hay una narrativa que perdura aquí, y que sugiere que los exiliados cubanos pasaron por alto los problemas de la Cuba pre-revolucionaria, y rechazaron la lucha por construir un nuevo futuro. Pero hoy les puedo decir que muchos exiliados cubanos guardan recuerdos de una dolorosa –y, a veces violenta– separación. Ellos aman a Cuba. Una parte de ellos todavía considera que este es su verdadero hogar. Es por eso que su pasión es tan fuerte. Es por eso que su dolor es tan grande. Y para la comunidad cubanoamericana que he llegado a conocer y respetar, no se trata sólo de política. Se trata de la familia: el recuerdo de una casa que se perdió; el deseo de reconstruir un vínculo roto; la esperanza de un futuro mejor; la esperanza del retorno y la reconciliación.
A pesar de las políticas, las personas son personas, y los cubanos son cubanos. Y he venido aquí –he viajado esta distancia– sobre un puente que fue construido por cubanos a ambos lados del estrecho de la Florida. Primero llegué a conocer el talento y la pasión de los cubanos en Estados Unidos. Y sé cómo han sufrido algo más que el dolor del exilio: también saben lo que es ser un extraño, y pasar trabajos, y trabajar más duro para asegurarse de que sus hijos puedan llegar más lejos en América.
Así que la reconciliación de los cubanos –los hijos y nietos de la revolución, y los hijos y nietos del exilio– es fundamental para el futuro de Cuba. [aplausos]
Uno lo ve en Gloria González, que viajó aquí en 2013, por primera vez después de 61 años de separación, y fue recibida por su hermana, Llorca. «Tú me reconociste, pero yo no te reconocí a ti», dijo Gloria después de abrazar a su hermana. Imagínese eso, después de 61 años.
Se ve en Melinda López, que llegó a la antigua casa de su familia. Y mientras caminaba por las calles, una anciana la reconoció como hija de su madre, y se puso a llorar. La llevó a su casa y le mostró un montón de fotos que incluían algunas de Melinda cuando era una bebé, que su madre le había enviado hacía 50 años. Melinda diría más tarde: «Muchos de nosotros estamos recuperando tanto ahora».
Se ve en Cristian Miguel Soler, un joven que fue el primero de su familia en viajar aquí después de 50 años. Y al encontrarse con sus familiares, por primera vez, dijo: «Me di cuenta de que la familia es la familia, sin importar la distancia entre nosotros».
A veces los cambios más importantes comienzan en lugares pequeños. Las mareas de la historia pueden dejar a las personas atrapadas en situaciones de conflicto, y exilio, y pobreza. Se necesita tiempo para que esas circunstancias cambien. Pero en el reconocimiento de una humanidad común, en la reconciliación de personas unidas por lazos de sangre y en el creer el uno en el otro, es donde comienza el progreso. En el entendimiento, y el saber escuchar, y el perdón. Y si el pueblo cubano enfrenta el futuro unido, será más probable que los jóvenes de hoy puedan vivir con dignidad y alcanzar sus sueños aquí en Cuba.
La historia de Estados Unidos y Cuba abarca revolución y conflicto; lucha y sacrificio; retribución y, ahora, reconciliación. Es ya hora de dejar atrás el pasado. Ha llegado el momento de que miremos juntos hacia el futuro [en español] un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, y habrá adversidades. Tomará tiempo. Pero mi tiempo aquí en Cuba renueva mi esperanza y mi confianza en lo que el pueblo cubano puede hacer. Podemos hacer este viaje como amigos, y como vecinos, y como familia: juntos. [En español] Sí se puede.
Muchas gracias. [aplausos]