Discursos completos de los presidentes Raúl Castro y Barack Obama en el marco de la histórica visita del mandatario estadounidense a la isla

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Declaración a la prensa del General de Ejército Raúl Castro Ruz en el Palacio de la Revolución

Declaración a la prensa del General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, en el teatro del Palacio de la Revolución, el 21 de marzo de 2016, “Año 58 de la Revolución”. 

(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)

Buenas tardes.

Señor presidente Barack Obama:

Nos complace recibirlo en la primera visita de un mandatario de los Estados Unidos a nuestro país después de 88 años.

Deseamos que durante su breve estancia en la isla pueda apreciar la hospitalidad del pueblo cubano, que nunca ha abrigado sentimientos de animosidad hacia el pueblo estadounidense, al que nos unen lazos históricos, culturales y afectivos.

Su visita es un paso importante en el proceso hacia la mejoría de las relaciones bilaterales, que esperamos contribuya a impulsar mayores avances en nuestros vínculos, en beneficio de ambas naciones y de la región.

Acabamos de sostener un constructivo y útil encuentro, que da continuidad a los dos anteriores que sostuvimos en Panamá y Nueva York.

Constatamos que en los 15 meses transcurridos desde que anunciamos la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas hemos obtenido resultados concretos.

Reanudamos el correo postal directo y firmamos un acuerdo para restablecer los vuelos regulares.

Hemos ampliado la cooperación en áreas de interés mutuo. Suscribimos dos memorandos de entendimiento sobre protección del medio ambiente y áreas marinas, y otro para mejorar la seguridad de la navegación marítima. Hoy se firmará uno más sobre cooperación en la agricultura.

Actualmente se está negociando otro grupo de instrumentos bilaterales para cooperar en esferas como el enfrentamiento al narcotráfico, la seguridad del comercio y de los viajeros, y la salud.Sobre esta última, hemos acordado profundizar la colaboración en la prevención y tratamiento de enfermedades transmisibles como el Zika y de enfermedades crónicas no transmisibles, incluyendo el cáncer.Esta cooperación es beneficiosa no solo para Cuba y Estados Unidos, sino también para nuestro hemisferio.

A partir de las decisiones adoptadas por el presidente Obama para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo, empresas cubanas y sus contrapartes estadounidenses trabajan en la identificación de posibles operaciones comerciales que se pudieran concretar en el marco aún restrictivo de las regulaciones en vigor.

Algunas se han materializado, especialmente en el área de las telecomunicaciones, ámbito en el que nuestro país cuenta con un programa basado en sus prioridades de desarrollo y en la necesaria soberanía tecnológica, que garantice el uso apropiado de estas al servicio de los intereses nacionales.

También se avanza en negociaciones para la adquisición de medicamentos, equipos médicos y equipamiento para generación de energía y protección del medio ambiente, entre otras.

Mucho más pudiera hacerse si se levantara el bloqueo de los Estados Unidos.

Reconocemos la posición del presidente Obama y de su gobierno contra el bloqueo y los reiterados llamados que ha hecho al Congreso para que lo elimine.

Las últimas medidas adoptadas por su gobierno son positivas, pero no suficientes. Intercambié con el Presidente sobre otras medidas que pensamos pueden tomarse para eliminar restricciones aún vigentes y hacer una importante contribución al desmantelamiento del bloqueo.

Esto es esencial, porque el bloqueo continúa en vigor y tiene componentes disuasivos y efectos intimidatorios de alcance extraterritorial, sobre lo cual le expuse algunos ejemplos al Presidente para mostrarle sus consecuencias negativas para Cuba y otros Estados.

El bloqueo es el obstáculo más importante para nuestro desarrollo económico y el bienestar del pueblo cubano. Por eso, su eliminación será esencial para normalizar las relaciones bilaterales. También será beneficioso para la emigración cubana, que desea lo mejor para sus familias y su país.

Para avanzar hacia la normalización también será necesario que se devuelva el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval en Guantánamo.

Ambos temas, por ser los principales obstáculos, fueron abordados, una vez más, en el Editorial publicado el 9 de marzo pasado en el órgano oficial del Partido Comunista de Cuba y, hace solo cuatro días, en la conferencia de prensa de nuestro canciller Bruno Rodríguez Parrilla, ampliamente divulgados por la prensa.

Asimismo, otras políticas debieran ser suprimidas para que pueda haber relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos. No debiera pretenderse para ello que el pueblo cubano renuncie al destino que libre y soberanamente ha escogido y por el que ha hecho inmensos sacrificios.

Intercambiamos además sobre temas internacionales, en particular, aquellos que pudieran afectar la paz y la estabilidad regional.

Especialmente estaba previsto y no hubo tiempo para concluirlo, el abordar nuestra preocupación por la situación de desestabilización que se intenta fomentar en Venezuela, lo cual es contraproducente para el ambiente en el continentepero lo expreso en esta ocasión.

Igualmente, dialogamos sobre la marcha del proceso de paz en Colombia y los esfuerzos para poner fin a este conflicto.

Existen profundas diferencias entre nuestros países que no van a desaparecer, pues tenemos concepciones distintas sobre muchos temas, como los modelos políticos, la democracia, el ejercicio de los derechos humanos, la justicia social, las relaciones internacionales, la paz y la estabilidad mundial.

Defendemos los derechos humanos. Consideramos que los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales son indivisibles, interdependientes y universales. No concebimos que un gobierno no defienda y garantice el derecho a la salud, a la educación, a la seguridad social, a la alimentación y al desarrollo, al salario igual por trabajo igual y a los derechos de los niños. Nos oponemos a la manipulación política y el doble rasero sobre los derechos humanos.

Cuba tiene mucho que decir y que mostrar en esta materia y, por ello, le reiteré al Presidente nuestra disposición a mantener el diálogo que iniciamos.

El pasado 17 de diciembre de 2014, cuando anunciamos la decisión de restablecer las relaciones diplomáticas expresé: “debemos aprender el arte de convivir, de forma civilizada, con nuestras diferencias”.

El 15 de julio de 2015 ante nuestro Parlamento señalé: “Cambiar todo lo que deba ser cambiado es asunto soberano y exclusivo de los cubanos. El Gobierno Revolucionario tiene la disposición de avanzar en la normalización de las relaciones, convencido de que ambos países podemos cooperar y coexistir civilizadamente, en beneficio mutuo, por encima de las diferencias que tenemos y seguramentetendremos, y contribuir con ello a la paz, la seguridad, la estabilidad, el desarrollo y la equidad en nuestro continente y el mundo”.

Hoy ratifico que debemos poner en práctica el arte de la convivencia civilizada, que implica aceptar y respetar las diferencias y no hacer de ellas el centro de nuestra relación, sino promover vínculos que privilegien el beneficio de ambos países y pueblos y concentrarnos en lo que nos acerca y no en lo que nos separa.

Coincidimos en que nos queda por delante un largo y complejo camino por recorrer. Pero lo importante es que hemos comenzado a dar pasos para construir una relación de nuevo tipo, como la que nunca ha existido entre Cuba y los Estados Unidos.

Destruir un puente es fácil y requiere poco tiempo. Reconstruirlo sólidamente es una tarea mucho más larga y difícil.

Después de cuatro intentos fallidos, en una muestra de voluntad y perseverancia, el 2 de septiembre del 2013, la nadadora estadounidense Diana Nyad, logró cruzar a nado el estrecho de la Florida, sin jaula antitiburones.

Por esa hazaña de vencer la distancia que separa geográficamente a nuestros países, el 30 de agosto del 2014, bajo los acordes de los himnos nacionales de Cuba y Estados Unidos, fue condecorada con la Orden al Mérito Deportivo, otorgada por el Consejo de Estado cubano.

Esta proeza contiene un fuerte mensaje, debería servirnos de ejemplo para las relaciones bilaterales, ya que confirma que si ella pudo, entonces nosotros también podremos.

Le reitero al presidente Obama nuestro agradecimiento por su visita y la voluntad del Gobierno de Cuba de seguir avanzando en los próximos meses por el bien de nuestros pueblos y países.

Muchas gracias.

Cuba Debate

Declaración a la prensa de Barack Obama en el Palacio de la Revolución

Declaración a la prensa de Barack Obama, Presidente de Estados Unidos de América, en el teatro del Palacio de la Revolución, el 21 de marzo de 2016, “Año 58 de la Revolución”. 

(Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)

Buenas tardes, presidente Castro; a usted, al gobierno de Cuba y al pueblo de Cuba, gracias por la bienvenida que me ha extendido así como a mi familia y a mi delegación.

Por más de medio siglo ver a un presidente de Estados Unidos aquí en Cuba era algo impensable, pero esto es un nuevo día: es un nuevo día entre nuestros dos países. Con su venia, señor Presidente, me voy a salir un poquito del tema, porque durante este fin de semana recibí la noticia de que uno de nuestros infantes de la marina, de Temecula, de California falleció en el norte de Iraq y fue un soldado honorable. Nosotros ayudamos al gobierno de Iraq en el problema del grupo terrorista…, y quiero enviar mis pensamientos, mis oraciones a todos los lesionados también. Esto es algo que sucedía a medida que embarcábamos en este viaje tan histórico, tan emblemático, tuvimos efectivos de nuestras fuerzas armadas que sacrificaron sus vidas en aras de avanzar en nuestras libertades.

Mi esposa, Michelle, y nuestras niñas vinieron. Mis niñas no quieren venir siempre con nosotros, son adolescentes, pero querían venir a Cuba a pesar de dejar atrás a los amigos y adolescentes, porque sabían que nosotros queríamos enseñarles la belleza de Cuba y de los cubanos.

En realidad nos emocionamos al ver a los cubanos que nos recibieron ayer sonriendo, saludando, cuando veníamos del aeropuerto. Agradecemos la oportunidad de también poder conocer la vieja Habana y también comer la excelente comida cubana. La visita a la Catedral nos recordó los valores compartidos: la profunda fe que sostiene a tantos cubanos y estadounidenses, y me dio también la oportunidad de expresarle mi agradecimiento al cardenal Ortega, quien conjuntamente con su Santidad el Papa Francisco, hicieron tanto para apoyar que hubieran mejores relaciones entre nuestros gobiernos. Y esta mañana tuve el honor de rendirle homenaje a José Martí, no solamente por su papel en la independencia cubana sino también por esas palabras tan profundas que expresó apoyando la libertad en todas partes.

Traigo conmigo los saludos y la amistad de los estadounidenses. En este viaje tengo conmigo 40 miembros del Congreso, demócratas y republicanos, es la delegación más grande que ha habido en mi presidencia, y eso indica la emoción y el interés de Estados Unidos con respecto al proceso que estamos realizando. Estos miembros del Congreso reconocen que nuestra nueva relación con el pueblo cubano es de interés para ambas naciones. También se suman al grupo líderes empresariales, emprendedores, que estamos básicamente buscando nuevas oportunidades comerciales que generarán trabajo y oportunidades para cubanos y estadounidenses.

También me complace que tenemos en el viaje a muchos cubanos‑americanos; para ellos y para los más de dos millones de orgullosos cubano‑americanos este es un momento que está lleno de emoción. Desde que facilitamos los viajes entre nuestros países más cubano‑americanos están viniendo a casa, y para muchos este es un momento de nueva esperanza para el futuro.

Así que, presidente Castro, le quiero dar las gracias por la cortesía y este espíritu de apertura que ha demostrado durante nuestras conversaciones. En nuestra reunión de Panamá, el año pasado, usted dijo que íbamos a hablar de todo, con su comprensión quizás hablaré un poquito más largo de lo que lo hago normalmente. El presidente Castro siempre hace chistes conmigo, bromea sobre cuánto tiempo pueden durar los discursos de los hermanos Castro, pero yo me voy a extender un poquito, voy a hablar quizás un poquito más que usted con su comprensión.

Tenemos que ponernos al día con medio siglo de trabajo. Nuestra apreciación creciente en Cuba se rige por un papel principal que es avanzar en los intereses mutuos de los dos países incluyendo y mejorando las vidas de nuestras personas, cubanos y estadounidenses, y por eso estoy aquí. Como siempre digo, después de más de cinco décadas de muy difíciles relaciones entre nuestros gobiernos, no se van a transformar de la noche a la mañana; seguimos —como lo indicó el presidente Castro—, tenemos diferencias muy serias, incluyendo democracia y derechos humanos. El presidente Castro y yo tuvimos unas conversaciones francas y honestas sobre estos temas.

Estados Unidos reconoce el progreso que Cuba ha tenido como nación, incluyendo logros extraordinarios en Educación y en Salud, y quizás lo más importante, afirmo, que el destino de Cuba no va a ser decidido ni por Estados Unidos ni por otra nación, el futuro de Cuba —es soberana y tiene todo el derecho de tener el orgullo que tiene— será decidido por los cubanos y por nadie más.

Al mismo tiempo —lo que hacemos cuando viajamos por el mundo entero—, quedó claro que Estados Unidos seguirá hablando, defendiendo la democracia, incluyendo el derecho que tiene el pueblo cubano de decidir su propio futuro. También lo haremos a favor de los derechos humanos universales, el derecho de expresión y culto, y mañana hablaremos con líderes de la sociedad civil en Cuba.

El presidente Castro también abordó lo que él vio, cuáles son las limitaciones que puede haber en Estados Unidos sobre las necesidades básicas para el pueblo, inequidad, las relaciones raciales, y nosotros acogemos con beneplácito cualquier diálogo que sea constructivo, puesto que nosotros pensamos que cuando compartimos nuestras ideas y nuestras creencias más profundas con una actitud de respeto mutuo, podemos entonces trabajar bien y mejorar la vida de nuestros pueblos. Y parte de la normalización de las relaciones quiere decir que vamos a hablar sobre esas diferencias de manera directa.

Me complace que acordamos que nuestro próximo diálogo de Derechos Humanos Estados Unidos-Cuba será aquí en La Habana, en este año, y nuestros países recibirán visitas de expertos independientes en Naciones Unidas, a medida que combatimos la trata de personas, que acordamos que es una violación flagrante de los derechos humanos.

A pesar de hablar sobre estas diferencias, nosotros pensamos que podemos progresar en las áreas que tenemos en común.

Presidente, usted dijo en Panamá que quizás podemos estar en desacuerdo en algo hoy, pero quizás en lo mismo estaremos de acuerdo mañana, y eso ciertamente ha sido el caso en los últimos 15 meses y en los días que precedieron a esta visita. Y hoy puedo informarles que seguimos avanzando cuando estamos verdaderamente normalizando las relaciones.

También estamos facilitando que haya más oportunidades para los estadounidenses viajar a Cuba e interactuar con los cubanos, un número creciente de estadounidenses ha aumentado este año, y entonces esta semana dimos aprobación para individuos estadounidenses que puedan venir para viajes educativos.

Aerolíneas americanas empezarán vuelos comerciales directos este año. Y con el anuncio de Seguridad Portuaria de la semana pasada, verdaderamente removimos un obstáculo mayor para resumir todo lo que son cruceros y servicios de ferries. Eso quiere decir que podremos tener más americanos que podrán apreciar la increíble historia del pueblo cubano.

Estamos avanzando con más comercio. Con solamente 90 millas que nos separan, somos socios comerciales naturales.

La semana pasada tomamos otros pasos, permitiendo que el dólar estadounidense se pueda usar más ampliamente en Cuba, dándoles a los cubanos más acceso al dólar en transacciones internacionales y permitiendo que los cubanos en Estados Unidos puedan devengar salarios. Eso va a generar más oportunidades para el comercio y empresas conjuntas.

Acogemos con beneplácito el importante anuncio de Cuba que piensa poner fin al gravamen del 10% del dólar, que dará lugar a mayor comercio y a viajes. Y estos son pasos que, en realidad, muestran más apertura.

Con esta visita también acordamos nuestra cooperación en la agricultura para apoyar a nuestros agricultores y ganaderos.

Esta tarde hablaré sobre los nuevos acuerdos comerciales que están haciendo nuevas empresas americanas, cuando sigo pidiendo al Congreso que levante el embargo comercial.

También hablé con el presidente Castro los pasos que instamos a Cuba que puedan permitir que haya más empresas conjuntas y que también las empresas extranjeras puedan contratar directamente a los cubanos.

Estamos avanzando en los esfuerzos para poder conectar a más cubanos a la Internet en la economía mundial. Bajo el presidente Castro, el objetivo de Cuba es llevar al mundo al cubano en línea.

Esta tarde hablaré sobre los pasos adicionales para ayudar a los cubanos a aprender, innovar y poder hacer negocios de línea, porque en el siglo XXI ningún país puede tener éxito si no tienen los ciudadanos acceso a Internet.

Estamos avanzando con más intercambios educativos. Gracias al apoyo generoso de la comunidad cubano-americana puedo anunciar que mi iniciativa one hundred thousand… va a ofrecer nuevas oportunidades para los estudiantes universitarios que estudien en el exterior. También tendremos más estadounidenses en instituciones educativas cubanas y, viceversa, cubanos en Estados Unidos. También tendremos disponibles para los estudiantes cubanos más becas y más rotaciones, y también en alianza con el gobierno cubano tendremos más clases de inglés para los maestros cubanos, tanto en línea como en Cuba.

Hoy mismo, cuando los cubanos se preparan para la llegada de los Rolling Stone, nosotros seguimos con más eventos e intercambios que conjugarán a los cubanos y a los estadounidenses.

Estamos verdaderamente entusiasmados con el juego de pelota de mañana entre el Tampa Bay y el Equipo Nacional de Cuba.

También estamos avanzando con acciones en salud, ciencias y medio ambiente.

Igual que los equipos americano y cubano trabajaron conjuntamente en Haití contra el cólera y en África contra el Ébola, y quiero felicitar a los médicos cubanos que aceptaron y tomaron esta tarea tan difícil para salvar vidas en África Occidental con nosotros y otras naciones, y agradecemos su tarea, nuestros profesionales americanos también cooperarán en nuevas áreas, previniendo la diseminación de virus como el Zika y también encabezando nuevas investigaciones en vacunas de cáncer.

Nuestros gobiernos también trabajarán de la mano para proteger los hermosos océanos de esta región que compartimos. Como países amenazados por el cambio climático, pienso que podemos trabajar de la mano para proteger las comunidades en las zonas costeras bajas, y estoy invitando a Cuba a sumarse a nosotros y a nuestros socios en el Caribe y Centroamérica para que vengan a la Cumbre Regional de Energía esta primavera en Washington.

También quiero hablar sobre mayor cooperación en seguridad nacional. Estamos trabajando para profundizar nuestra coordinación en el orden público, particularmente contra narcotraficantes que amenazan a ambas naciones.

Quiero agradecer al presidente Castro por facilitar todas las conversaciones de paz entre Colombia y las FARC, y somos optimistas de que los colombianos puedan lograr una paz justa y duradera.

También hablamos de Venezuela. Yo pienso que toda la región tiene interés en un país que arrastra sus retos comerciales, que responde a las aspiraciones de su pueblo y que es fuente de estabilidad en la región. Ese es el interés que yo pienso todos debemos compartir.

Nuevamente, presidente Castro, quiero darle las gracias por recibirme aquí. Y es justo decir que Estados Unidos y Cuba ahora están participando en muchas más áreas que lo que se ha visto en más de medio siglo. A medida que pasan los días más estadounidenses están viniendo a Cuba, más empresas, escuelas, grupos religiosos están trabajando aquí para forjar más alianza con los cubanos y más cubanos se están beneficiando de las oportunidades que va aportar este viaje en el comercio.

Entonces, básicamente no tenemos que nadar en medio de los tiburones para poder lograr los objetivos que hemos planteado y, como dicen aquí en Cuba, echar p’alante. A pesar de las dificultades seguiremos avanzando. Nos centramos en el futuro y tengo plena confianza de que si mantenemos este camino podremos brindar un futuro que sea mejor y más brillante para los cubanos y los estadounidenses.

Muchísimas gracias.

Cuba Debate


Discurso a los cubanos de Barack Obama

Presidente Castro, pueblo de Cuba:

Muchas gracias por la cálida acogida que hemos recibido yo, mi familia y mi delegación. Es un honor extraordinario estar hoy aquí. Antes de empezar, permítanme por favor, quiero comentar sobre los ataques terroristas que tuvieron lugar en Bruselas.

Los pensamientos y las oraciones del pueblo de Estados Unidos están con el pueblo de Bélgica. Somos solidarios con ellos, condenando estos indignantes ataques contra personas inocentes. Haremos todo lo que sea necesario para apoyar a nuestro amigo y aliado, Bélgica, para llevar ante la justicia a los responsables, y este es otro recordatorio más de que el mundo debe estar unido.

Debemos cerrar filas, al margen de nacionalidad, raza o creencias religiosas, en la lucha contra este flagelo del terrorismo. Podemos derrotar, y derrotaremos, a aquellos que amenazan nuestra seguridad y la de las personas en todo el mundo.

Al Gobierno y al pueblo de Cuba quiero agradecerles la amabilidad que han demostrado hacia mí, hacia Michelle, Malia, Sasha, mi suegra, Marian.

[En español] “Cultivo una rosa blanca” [aplausos] En su más célebre poema José Martí hizo esta oferta de amistad y paz tanto a amigos como enemigos. Hoy, como Presidente de Estados Unidos de América yo le ofrezco al pueblo cubano [en español] el saludo de paz [aplausos].

La Habana está a solo 90 millas de la Florida, pero para llegar aquí tuvimos que recorrer una larga distancia, por encima de barreras históricas, ideológicas, de dolor y separación. Las azules aguas bajo el Air Force One, fueron una vez surcadas por acorazados hacia esta isla para liberar a Cuba, pero también para ejercer control sobre ella.

Esas aguas también fueron surcadas por generaciones de revolucionarios cubanos hacia Estados Unidos, donde recabaron apoyo para su causa. Y esa corta distancia ha sido cruzada por cientos de miles de exiliados cubanos, en aviones y balsas rústicas, quienes vinieron a Estados Unidos en busca de libertad y oportunidades, a veces dejando atrás todo lo que tenían y a todos sus seres queridos. Como tantos, en nuestros dos países.

Toda mi vida se ha desenvuelto en una era de aislamiento entre nosotros. La revolución cubana tuvo lugar en el mismo año en que mi padre emigró a Estados Unidos desde Kenya. Bahía de Cochinos tuvo lugar en el año en que yo nací. Al año siguiente el mundo entero quedó en suspenso observando a nuestros dos países mientras la Humanidad se acercaba más que nunca antes al horror de una guerra nuclear.

Con el paso de las décadas nuestros Gobiernos se quedaron estancados en una confrontación aparentemente interminable, librando batallas a través de terceros. En un mundo que se rehizo a sí mismo una y otra vez, el conflicto entre Estados Unidos y Cuba era una constante. Yo he venido aquí a enterrar los últimos remanentes de la Guerra Fría en las Américas [aplausos] Yo he venido aquí a extender una mano de amistad al pueblo cubano [aplausos].

Quiero ser claro: las diferencias entre nuestros Gobiernos al cabo de tantos años son reales, y son importantes. Estoy seguro de que el presidente Castro diría lo mismo. Lo sé, porque he escuchado y abordado esas diferencias en profundidad. Pero antes de discutir esos problemas, también tenemos que reconocer cuantas cosas compartimos porque, en muchas formas, Estados Unidos y Cuba son como dos hermanos que han estado distanciados por muchos años, aunque llevemos la misma sangre.

Ambos vivimos en un Nuevo Mundo colonizado por europeos. Cuba, como Estados Unidos, fue en parte fundada por esclavos traídos de África. Como el de Estados Unidos, el pueblo cubano puede trazar sus ancestros hasta esclavos y dueños de esclavos. Ambos acogimos a inmigrantes que vinieron de muy lejos para empezar una nueva vida en las Américas. A lo largo de los años nuestras culturas se han entremezclado. La labor del Dr. Carlos Finlay en Cuba allanó el camino para generaciones de médicos, entre ellos Walter Reed, que se basó en el trabajo del Dr. Finlay para ayudar a combatir la fiebre amarilla.

Tal como Martí escribió su obra más famosa en Nueva York, Ernest Hemingway hizo de Cuba su hogar y encontró inspiración en las aguas de estas costas. Compartimos el mismo pasatiempo nacional [en español]: la pelota. Y hoy mismo, más tarde, nuestros jugadores van a competir en el mismo terreno habanero donde jugara Jackie Robinson antes de debutar en las Grandes Ligas [aplausos]. Y se dice que nuestro más grande boxeador, Mohamed Alí, rindió homenaje una vez a un cubano con el que nunca pudo pelear, diciendo que lo más que podía alcanzar era un empate con ese gran cubano, Teófilo Stevenson.

Así que aun cuando nuestros Gobiernos devinieron adversarios, nuestros pueblos compartían estas pasiones comunes, particularmente con la llegada a Estados Unidos de tantos cubanos. En Miami o La Habana usted puede encontrar lugares donde bailar cha-cha-cha o salsa; donde comer “ropa vieja”; la gente en nuestros dos países ha cantado con Celia Cruz, Gloria Estefan, y ahora escuchan el reggaetón de Pitbull.

Millones de los nuestros tienen una misma religión, una fe a la que yo he rendido tributo en la Ermita de la Caridad de Miami: la paz que los cubanos encuentran en La Cachita.

A pesar de nuestras diferencias, cubanos y estadounidenses comparten valores comunes en sus vidas: un sentido de patriotismo y de orgullo, un gran orgullo; un profundo amor a la familia; la pasión por nuestros hijos; un compromiso con su educación. Y es por eso que creo que nuestros nietos mirarán este período de aislamiento como una aberración, y como apenas un capítulo en una historia más larga de familiaridad y amistad.

Pero no podemos ni debemos ignorar las diferencias reales que tenemos, acerca de cómo organizamos nuestros Gobiernos, nuestras economías y nuestras sociedades. Cuba tiene un sistema de partido único; Estados Unidos es una democracia multipartidista. Cuba tiene un modelo económico socialista; Estados Unidos, uno de mercado abierto. Cuba ha enfatizado el papel y los derechos del Estado; los Estados Unidos fueron fundados en los derechos de la persona individual.

A pesar de estas diferencias, el 17 de diciembre del 2014 el presidente Castro y yo anunciamos que Estados Unidos y Cuba comenzarían un proceso de normalización de las relaciones entre nuestros países [aplausos].

Desde entonces, hemos establecido relaciones diplomáticas y abierto embajadas. Hemos puesto en marcha iniciativas para cooperar en la salud y la agricultura, la educación y la aplicación de la ley. Hemos llegado a acuerdos para restaurar los vuelos y el servicio de correo directos. Hemos ampliado los lazos comerciales, e incrementado la capacidad de los estadounidenses para viajar a Cuba y hacer negocios aquí.

Y estos cambios han sido bien recibidos, a pesar de que todavía hay quienes se oponen estas políticas. Pero aún así, muchas personas en ambos lados de este debate se han preguntado: “¿Por qué ahora?” “¿Por qué ahora?”.

La respuesta es simple: Lo que Estados Unidos estaba haciendo no estaba funcionando. Tenemos que tener el valor de reconocer esa verdad. Una política de aislamiento diseñada para la Guerra Fría tenía poco sentido en el siglo XXI. El embargo sólo estaba perjudicando al pueblo cubano en lugar de ayudarlo. Y yo siempre he creído en lo que Martin Luther King, Jr. llamó “la feroz urgencia del ahora”: No debemos temer al cambio, debemos abrazarlo. [aplausos]

Esto me conduce a una razón mayor y más importante de estos cambios [en español]: Creo en el pueblo cubano. Creo en el pueblo cubano [aplausos]. Esto no es sólo una política de normalización de las relaciones con el Gobierno cubano. Estados Unidos de América están normalizando sus relaciones con el pueblo cubano. [aplausos]

Y hoy, quiero compartir con ustedes mi visión de lo que puede ser nuestro futuro. Quiero que el pueblo cubano –especialmente los jóvenes– entienda por qué creo que ustedes deben ver el futuro con esperanza. Y no es la falsa promesa que insiste en que las cosas son mejores de lo que realmente son, o el optimismo ciego que dice que todos sus problemas podrán desaparecer mañana. Es una esperanza que tiene sus raíces en el futuro que ustedes pueden elegir, y pueden conformar, y pueden construir para su país.

Yo tengo esa esperanza porque creo que el pueblo cubano es tan innovador como cualquier otro pueblo del mundo.

En una economía global, impulsada por las ideas y la información, el mayor recurso de un país es su gente. En Estados Unidos, tenemos un claro monumento a lo que el pueblo cubano es capaz de construir: se llama Miami. Aquí en La Habana, vemos ese mismo talento en los cuentapropistas, las cooperativas, los autos antiguos que todavía ruedan [en español]. El cubano Inventa del aire. [aplausos]

Cuba cuenta con un extraordinario recurso: un sistema de educación que valora a cada niño y cada niña [aplausos]. Y en los últimos años, el Gobierno cubano ha comenzado a abrirse al mundo, y a abrir aún más espacio para que el talento florezca. En pocos años, hemos visto como los cuentapropistas pueden salir adelante, mientras conservan un espíritu netamente cubano. Ser trabajador por cuenta propia no significa ser más como Estados Unidos, significa ser uno mismo.

Miren a Sandra Lídice Aldama, que decidió comenzar un pequeño negocio. Los cubanos, dice, podemos “innovar y adaptar sin perder nuestra identidad… nuestro secreto está en no copiar o imitar sino, simplemente, en ser nosotros mismos”.

Es ahí donde comienza la esperanza: con la posibilidad de ganarse la vida y construir algo de lo que uno pueda estar orgulloso. Es por eso que nuestras políticas se centran en el apoyo a los cubanos, y no en hacerles daño. Es por eso que nos deshicimos de los límites en las remesas: para que los cubanos tengan más recursos. Es por eso que estamos alentando los viajes, que construirán puentes entre nuestros pueblos, y traerán más ingresos a las pequeñas empresas cubanas. Es por eso que hemos ampliado el espacio para el comercio y los intercambios, de modo que los estadounidenses y los cubanos puedan trabajar juntos para encontrar curas a las enfermedades, y crear puestos de trabajo, y abrir las puertas a más oportunidades para el pueblo cubano.

Como Presidente de Estados Unidos, he exhortado a nuestro Congreso a levantar el embargo [aplausos]. Es una carga obsoleta sobre el pueblo cubano. Es una carga para los estadounidenses que quieren trabajar y hacer negocios o invertir aquí en Cuba. Es hora de levantar el embargo. Pero incluso si se levantara el embargo mañana, los cubanos no se darían cuenta de su potencial sin una continuidad de los cambios aquí en Cuba [aplausos].

Debiera ser más fácil abrir un negocio aquí en Cuba. Un trabajador debiera poder conseguir un trabajo directamente con las empresas que invierten aquí en Cuba. Dos monedas no deben separar el tipo de salarios que los cubanos pueden ganar. Internet debe estar disponible en toda la isla, para que los cubanos puedan conectarse con el resto del mundo [aplausos] y con uno de los grandes motores del crecimiento en la historia humana. Estados Unidos no limita la capacidad de Cuba para tomar estas medidas. Depende de ustedes. Y puedo decirles como amigo que en el siglo XXI la prosperidad sostenible depende de la educación, la salud, y la protección del medio ambiente. Pero también depende del intercambio libre y abierto de ideas. Si uno no puede acceder a la información en línea, si no puede estar expuesto a diferentes puntos de vista, no alcanzará su máximo potencial. Y con el tiempo, la juventud va a perder la esperanza.

Sé que estos son temas sensibles, sobre todo viniendo de un presidente estadounidense. Antes de 1959, algunos americanos veían a Cuba como algo que explotar, ignoraban la pobreza, facilitaban la corrupción. Y desde 1959, hemos estado boxeando con nuestras sombras en esta batalla de la geopolítica y las personalidades. Conozco la historia, pero me niego a ser atrapado por ella. [aplausos]

He dejado claro que Estados Unidos no tiene ni la capacidad, ni la intención de imponer un cambio en Cuba. Cualquier cambio que venga dependerá del pueblo cubano. No les vamos a imponer nuestro sistema político o económico. Reconocemos que cada país, cada pueblo, debe trazar su propia ruta y dar forma a su propio modelo. Pero después de haber eliminado de nuestra relación la sombra de la historia, debo hablar con honradez acerca de las cosas en que yo creo: las cosas en las que nosotros, como estadounidenses, creemos. Como dijo Martí, “La libertad es el derecho de todo hombre a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía”.

Así que, déjenme decirles en qué creo. No puedo obligarles a estar de acuerdo conmigo, pero ustedes deben saber lo que pienso. Creo que cada persona debe ser igual ante la ley [aplausos]. Todos los niños merecen la dignidad que viene con la educación y la atención a la salud, y comida en la mesa y un techo sobre sus cabezas [aplausos]. Creo que los ciudadanos deben tener la libertad de decir lo que piensan sin miedo [aplausos] de organizarse y criticar a su Gobierno, y de protestar pacíficamente; y que el Estado de Derecho no debe incluir detenciones arbitrarias de las personas que ejercen esos derechos [aplausos]. Creo que cada persona debe tener la libertad de practicar su religión en paz y públicamente [aplausos]. Y, sí, creo que los electores deben poder elegir a sus gobiernos en elecciones libres y democráticas. [aplausos]

No todo el mundo está de acuerdo conmigo en esto. No todo el mundo está de acuerdo con el pueblo estadounidense acerca de esto. Pero yo creo que los Derechos Humanos son universales [aplausos]. Creo que son los derechos del pueblo estadounidense, del pueblo de Cuba, y de las personas en todo el mundo.

Ahora bien, no es ningún secreto que nuestros Gobiernos están en desacuerdo sobre muchos de estos asuntos. He sostenido conversaciones francas con el presidente Castro. Durante muchos años, él ha señalado las fallas en el sistema americano: la desigualdad económica; la pena de muerte; la discriminación racial; guerras en el extranjero. Eso es sólo una muestra. Él tiene una lista mucho más larga. (Risas). Pero esto es lo que el pueblo cubano necesita comprender: yo estoy abierto a ese debate público y al diálogo. Es bueno. Es saludable. No le temo.

Tenemos demasiado dinero en la política estadounidense. Sin embargo, en Estados Unidos, todavía es posible para alguien como yo –un niño que fue criado por una madre soltera, un niño mestizo que no tiene mucho dinero– aspirar al más alto cargo de la tierra y ganarlo. Eso es lo que es posible en Estados Unidos. [aplausos]

Tenemos desafíos de discriminación racial –en nuestras comunidades, en nuestro sistema de justicia criminal, en nuestra sociedad– un legado de la esclavitud y la segregación. Pero el hecho de que tengamos debates abiertos dentro de la propia democracia estadounidense es lo que nos permite mejorar.

En 1959, el año en que mi padre se trasladó a Estados Unidos, en muchos estados americanos era ilegal que se casara con mi madre, que era blanca. Cuando empecé la escuela, todavía estábamos luchando por eliminar la segregación en las escuelas de todo el sur de Estados Unidos. Pero las personas se organizaron; protestaron; debatieron estos temas; desafiaron a los funcionarios del gobierno. Y debido a esas protestas, y debido a esos debates, y debido a la movilización popular, es que yo puedo estar aquí hoy, un afroamericano, presidente de Estados Unidos. El que pudiéramos lograr un cambio se debió a las libertades que disfrutamos en Estados Unidos.

No estoy diciendo que sea fácil. Todavía hay enormes problemas en nuestra sociedad. Pero la manera que tenemos para resolverlos es la democracia. Así es como obtuvimos atención de salud para más estadounidenses. Así es como hemos hecho grandes avances en los derechos de la mujer y los derechos de los homosexuales. Así es como atendemos la desigualdad que concentra tanta riqueza en los estratos superiores de nuestra sociedad. Gracias a que los trabajadores pueden organizarse y la gente común tener una voz, la democracia estadounidense ha dado a nuestra gente la oportunidad de realizar sus sueños y disfrutar de un alto nivel de vida. [aplausos]

Ahora bien, todavía nos quedan algunas peleas difíciles. No siempre es bonito el proceso de la democracia. A menudo es frustrante. Lo pueden ver en las elecciones que tenemos allá. Pero deténganse un momento y consideren este hecho: en la campaña electoral estadounidense que está teniendo lugar en este momento hay dos cubanoamericanos del Partido Republicano, compitiendo contra el legado de un hombre negro que es Presidente, mientras aducen ser la mejor persona para vencer al candidato demócrata que, o bien va a ser una mujer, o un socialdemócrata. (Risas y aplausos.) ¿Quién lo hubiera creído en 1959? Esa es una medida de nuestro progreso como democracia. [aplausos]

Así que aquí está mi mensaje para el Gobierno de Cuba y el pueblo cubano: los ideales que son el punto de partida de toda revolución –la revolución americana, la revolución cubana, los movimientos de liberación en todo el mundo– esos ideales encuentran su expresión más auténtica, creo yo, en una democracia. No porque la democracia estadounidense sea perfecta, sino precisamente porque no lo somos. Y nosotros –como todos los países– necesitamos para cambiar el espacio que la democracia nos da. Ella da a los individuos la capacidad de ser catalizadores para pensar en nuevas formas, y reimaginar cómo debe ser nuestra sociedad, y hacerse mejores.

Ya está teniendo lugar una evolución dentro de Cuba, un cambio generacional. Muchos sugerían que viniera aquí y le pidiera al pueblo de Cuba que echara abajo algo, pero estoy apelando a los jóvenes cubanos, que son los que van a levantar algo, a construir algo nuevo [aplausos]. [En español] El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano. [aplausos]

Y al presidente Castro –a quien le agradezco estar aquí hoy– quiero que sepa, creo que mi visita aquí demuestra, que no tiene por qué temer una amenaza de Estados Unidos. Y teniendo en cuenta su compromiso con la soberanía y la autodeterminación de Cuba, también estoy seguro de que no tiene por qué temer a las voces diferentes del pueblo cubano, y su capacidad de expresarse, reunirse, y votar por sus líderes. De hecho, tengo una esperanza para el futuro porque confío en que el pueblo cubano tomará las decisiones correctas.

Y como ustedes, también estoy seguro de que Cuba puede seguir desempeñando un papel importante en el hemisferio y en todo el mundo, y mi esperanza, es que pueda hacerlo como socio de Estados Unidos.

Hemos desempeñado roles muy diferentes en el mundo. Pero nadie debería negar el servicio que miles de médicos cubanos han prestado a los pobres y los que sufren [aplausos]. El año pasado, trabajadores de la salud estadounidenses –y militares de EEUU– trabajaron codo a codo con los cubanos para salvar vidas y acabar con el Ébola en África Occidental. Creo que deberíamos continuar teniendo esa clase de cooperación en otros países.

Hemos estado en el lado opuesto de muchos conflictos en el continente americano. Pero hoy en día, los estadounidenses y los cubanos están sentados juntos en la mesa de negociación, y estamos ayudando a los colombianos a resolver una guerra civil que se ha prolongado durante décadas [aplausos]. Ese tipo de cooperación es bueno para todos. Brinda esperanza a todos en este hemisferio.

Tomamos diferentes caminos en nuestro apoyo al pueblo de Sudáfrica para la abolición del apartheid. Pero el presidente Castro y yo pudimos estar al mismo tiempo en Johannesburgo para rendir homenaje al legado del gran Nelson Mandela. [aplausos]

Y al examinar su vida y sus palabras, estoy seguro de que ambos nos damos cuenta de que tenemos más trabajo por hacer para promover la igualdad en nuestros propios países: para reducir la discriminación de las razas en nuestros propios países. Y en Cuba, queremos que nuestro compromiso ayude a levantarse a los cubanos de ascendencia africana, [aplausos] que han demostrado que no hay nada que no puedan lograr cuando se les da la oportunidad.

Hemos sido parte de diferentes bloques de naciones en el hemisferio, y vamos a seguir teniendo profundas diferencias sobre las maneras de promover la paz, la seguridad, las oportunidades y los Derechos Humanos. Pero a medida que se normalicen nuestras relaciones, creo que podremos ayudar a fomentar un mayor sentido de unidad en las Américas [en español] Todos somos americanos. [aplausos]

Desde el inicio de mi mandato, he instado a la gente en las Américas a dejar atrás las batallas ideológicas del pasado. Estamos en una nueva era. Sé que muchos de los problemas de los que he hablado carecen del drama del pasado. Y sé que parte de la identidad de Cuba es su orgullo de ser una pequeña nación insular capaz de defender sus derechos, y estremecer al mundo. Pero también sé que Cuba siempre se destacará por el talento, el trabajo duro, y el orgullo del pueblo cubano. Esa es su fuerza [aplausos]. Cuba no tiene que ser definida por ser adversario de Estados Unidos, más de lo que Estados Unidos deben ser definidos por ser adversarios de Cuba. Tengo esa esperanza para el futuro debido a la reconciliación que está teniendo lugar en el pueblo cubano.

Sé que algunos cubanos en la isla pueden tener la sensación de que los que se fueron de alguna manera apoyaron el viejo orden en Cuba. Estoy seguro de que hay una narrativa que perdura aquí, y que sugiere que los exiliados cubanos pasaron por alto los problemas de la Cuba pre-revolucionaria, y rechazaron la lucha por construir un nuevo futuro. Pero hoy les puedo decir que muchos exiliados cubanos guardan recuerdos de una dolorosa –y, a veces violenta– separación. Ellos aman a Cuba. Una parte de ellos todavía considera que este es su verdadero hogar. Es por eso que su pasión es tan fuerte. Es por eso que su dolor es tan grande. Y para la comunidad cubanoamericana que he llegado a conocer y respetar, no se trata sólo de política. Se trata de la familia: el recuerdo de una casa que se perdió; el deseo de reconstruir un vínculo roto; la esperanza de un futuro mejor; la esperanza del retorno y la reconciliación.

A pesar de las políticas, las personas son personas, y los cubanos son cubanos. Y he venido aquí –he viajado esta distancia– sobre un puente que fue construido por cubanos a ambos lados del estrecho de la Florida. Primero llegué a conocer el talento y la pasión de los cubanos en Estados Unidos. Y sé cómo han sufrido algo más que el dolor del exilio: también saben lo que es ser un extraño, y pasar trabajos, y trabajar más duro para asegurarse de que sus hijos puedan llegar más lejos en América.

Así que la reconciliación de los cubanos –los hijos y nietos de la revolución, y los hijos y nietos del exilio– es fundamental para el futuro de Cuba. [aplausos]

Uno lo ve en Gloria González, que viajó aquí en 2013, por primera vez después de 61 años de separación, y fue recibida por su hermana, Llorca. “Tú me reconociste, pero yo no te reconocí a ti”, dijo Gloria después de abrazar a su hermana. Imagínese eso, después de 61 años.

Se ve en Melinda López, que llegó a la antigua casa de su familia. Y mientras caminaba por las calles, una anciana la reconoció como hija de su madre, y se puso a llorar. La llevó a su casa y le mostró un montón de fotos que incluían algunas de Melinda cuando era una bebé, que su madre le había enviado hacía 50 años. Melinda diría más tarde: “Muchos de nosotros estamos recuperando tanto ahora”.

Se ve en Cristian Miguel Soler, un joven que fue el primero de su familia en viajar aquí después de 50 años. Y al encontrarse con sus familiares, por primera vez, dijo: “Me di cuenta de que la familia es la familia, sin importar la distancia entre nosotros”.

A veces los cambios más importantes comienzan en lugares pequeños. Las mareas de la historia pueden dejar a las personas atrapadas en situaciones de conflicto, y exilio, y pobreza. Se necesita tiempo para que esas circunstancias cambien. Pero en el reconocimiento de una humanidad común, en la reconciliación de personas unidas por lazos de sangre y en el creer el uno en el otro, es donde comienza el progreso. En el entendimiento, y el saber escuchar, y el perdón. Y si el pueblo cubano enfrenta el futuro unido, será más probable que los jóvenes de hoy puedan vivir con dignidad y alcanzar sus sueños aquí en Cuba.

La historia de Estados Unidos y Cuba abarca revolución y conflicto; lucha y sacrificio; retribución y, ahora, reconciliación. Es ya hora de dejar atrás el pasado. Ha llegado el momento de que miremos juntos hacia el futuro [en español] un futuro de esperanza. Y no va a ser fácil, y habrá adversidades. Tomará tiempo. Pero mi tiempo aquí en Cuba renueva mi esperanza y mi confianza en lo que el pueblo cubano puede hacer. Podemos hacer este viaje como amigos, y como vecinos, y como familia: juntos. [En español] Sí se puede.

Muchas gracias. [aplausos]

Martí Noticias

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