«Cuando alguien es condenado por expresiones políticas y públicas, entonces es como un preso político. Maduro tenía que haber adelantado la amnistía para los presos políticos en Venezuela» – Luis Almagro, secretario general de la OEA
Luis Almagro: «Nicolás Maduro tenía que haber adelantado la amnistía para los presos políticos en Venezuela»
En medio de una estrecha agenda durante esta semana, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, reservó sus últimas horas en Chile para visitar a un amigo: el ex canciller Alfredo Moreno. Así, la noche del miércoles se trasladó hasta el Criadero Palmas de Peñaflor, en la localidad de Molina, donde el ex ministro lo recibió con una cena y una presentación de su escuadra ecuestre, espectáculo que en mayo se trasladará hasta Inglaterra para celebrar los 90 años de la Reina Isabel II. A la mañana siguiente, en tanto, Almagro y Moreno dieron un paseo a caballo por el terreno.
Finalmente, el titular de la OEA, otrora canciller de José Mujica en Uruguay, abordaría en esta entrevista algunos aspectos de la política regional, partiendo de la base de su “impronta de trabajo” en el organismo multilateral: “fortalecer la democracia en el continente y la plena vigencia de los derechos humanos”, subraya.
El mes pasado, Evo Morales perdió un referendo que lo facultaría para postular a una tercera reelección. ¿Es sano para la democracia la reelección indefinida?
Yo tengo un posicionamiento filosófico personal respecto a la reelección: no voy a ir a la reelección en la OEA. Creo que hay algo de lo más sano que te puede pasar como persona y político, que es la capacidad de largar el poder. Cuando quieres implementar políticas de cambio, el poder es un estorbo. Hay dinámicas sociales que son mucho más ricas y vigorosas a la hora de hacer los cambios que requieren las sociedades. La posibilidad de largar el poder te da una cercanía con la gente que es diferente: volver a ser uno de ellos. Eso es lo más sano que te puede pasar en democracia. Cuando crees que sólo tú puedes gobernar un país, quiere decir que hay algunas cosas que debes arreglar en tu sistema político.
Previo al referendo, Morales insinuó que era el único que podía liderar su proceso…
Y él va a ver que otras personas lo pueden llevar adelante a partir del punto en que Evo ha llevado al país, que es muy alto: arregló variables económicas y sociales muy importantes.
¿Cómo califica la democracia en Venezuela?
Una vez que la oposición logra la mayoría en el Parlamento, siento que están desperdiciando esa oportunidad. Los venezolanos deben entender que el diálogo es más que sentarse a conversar; es hacer concesiones mutuas. Y algo que decía Chavez: “si yo pierdo, me voy”. Era algo que decía siempre, y el discurso nuevo no dice eso. Cuando los pueblos se expresan, hay que escucharlos. La voz de las urnas es fuerte. Si un 60% de venezolanos eligieron dos tercios de la Asamblea Nacional, eso no puede tirarse a un saco roto.
¿Está en riesgo la democracia en Venezuela? La oposición asegura la existencia de presos políticos.
No tiene sentido que hayan presos políticos, ni en Venezuela ni en ninguna parte del continente. Leí la sentencia a Leopoldo López, y eran condenas a expresiones que dijo en público. Cuando alguien es condenado por expresiones políticas y públicas, entonces es como un preso político. (Nicolás) Maduro tenía que haber adelantado la amnistía para los presos políticos en Venezuela. He visto algunas cosas que no me cierran. No puedes estar preso por tuitear, no puedes estar preso por hacer discurso en una tarima política. Eso no tiene ninguna racionalidad. Lo otro es armar un esquema de solución para los problemas sociales del país, como el desabastecimiento de medicinas y alimentos. Sólo entonces va a rodar la democracia. En todo caso, advierto que soy el último que quiere un Golpe de Estado contra Maduro. Cualquier cosa que se parezca a eso me va a tener en contra.
El Presidente de EE.UU., Barack Obama, visitará Cuba en los próximos días. Sin embargo, no se advierten pasos concretos sobre una apertura democrática en la isla.
Están caminando. No puedes pretender que ahora corra y le gane a Usain Bolt (se ríe). Si estás apurado por terminar la revolución cubana ahora mismo, te equivocas. Esto tiene que ir evolucionando.
Más de 50 años pareciera ser un tiempo razonable de evolución.
Los cubanos siempre han tenido que salir de un problema nuevo. Primero fueron los vínculos con el bloque soviético, luego superar la caída del bloque soviético, superar el “periodo especial”, superar el bloqueo permanente. Siempre han venido resolviendo problemas más grandes que la isla misma. No se puede subestimar lo que hicieron. La revolución cubana consolidó importantes derechos: salud, educación, capacidades deportivas y artísticas notables. Que nuestra conceptualización política quisiera ver otras cosas, bárbaro, muy bien. Pero hay un camino por recorrer.
En la Comisión Interamericana de DD.HH., que depende de la OEA, hay una solicitud para mediar por el fin al refugio político de Galvarino Apablaza en Argentina, quien es requerido por la justicia chilena por su eventual rol en el homicidio del ex senador Jaime Guzmán. ¿Es revisable ese estatus de refugiado?
Está dentro de los plazos procesales. Hubo una petición específica de pronunciamiento a la CIDH que nosotros hacemos nuestra, y la comisión seguirá luego que se responda por parte de la justicia argentina. Pero ahora estamos en el medio del procedimiento. Tenemos que esperar.
¿Qué opinión tiene usted de la democracia chilena?
Chile tiene mucho que aportar a la democracia en el continente. Es un Estado de derecho puro. Sin embargo, hay un punto de debilidad: es el segundo país con más desconfianza en el continente hacia los partidos políticos. No es un fenómeno aislado, pero los partidos chilenos son la institución que menos confianza tiene en prácticamente todo el continente.
¿Cómo se revierte esa desconfianza con casos transversales de presunto financiamiento irregular de campañas políticas?
El síntoma más evidente de fracaso en las democracias del continente son dos clases de infecciones: corrupción en derechas e izquierdas y financiamiento irregular de partidos políticos. El continente tiene que aplicarse un tratamiento antibiótico contra esas bacterias y empujarlas hacia afuera del sistema político.