Alfonso Prat-Gay, ministro de Hacienda y Finanzas Públicas de Argentina: «Nosotros pensamos a la Argentina de los próximos 20 años»
Por Alejandro Tapia
“Estamos de vuelta. Gracias por la paciencia que han tenido en los últimos años. Olvidemos algunas cuestiones y volvamos a poner el norte hacia adelante”. Eso fue lo primero que dijo ayer Alfonso Prat-Gay, el flamante ministro de Hacienda y Finanzas Públicas de Argentina, en un seminario en la Sofofa, al referirse a los nuevos vientos que soplan para la economía transandina con Mauricio Macri como Presidente. Las palabras de Prat-Gay sacaron aplausos. Y luego, en tono de broma, contó que tiene una sola diferencia con la exposición que poco antes dio su par chileno Rodrigo Valdés: “Rodrigo, no estás bailando con la más fea”.
Prat-Gay, de 50 años, es el ministro más visible del gabinete de Macri y conoce a fondo la historia reciente de la siempre compleja economía argentina. De hecho, como titular del Banco Central (2002-2004) fue una pieza clave en la superación de la crisis de 2001. Descrito como “gradualista” y con estudios en EE.UU., también posee una importante trayectoria en el mundo privado: trabajó siete años en JP Morgan y en 2005 fundó la administradora de fondos Tilton Capital.
Desde que Macri asumió la Presidencia en diciembre pasado, hecho que puso fin a 12 años de kirchnerismo, Prat-Gay ha intentado poner orden en las finanzas transandinas. Sin eufemismos, describe como un “desastre” lo que se encontraron al asumir el mando y que el proyecto del macrismo es de largo aliento. “Pensamos a la Argentina de los próximos 20 años”, afirma en esta entrevista con La Tercera.
¿Con qué situación se encontraron al asumir el gobierno? ¿La situación que descubrieron era peor de lo que imaginaban?
La situación era mucho peor y eso que la imaginábamos compleja porque la veníamos mirando desde hace tiempo. Creo que el estado de la situación lo reflejó muy bien el Presidente en su discurso de apertura de sesiones ordinarias en la Asamblea Legislativa. Le doy un ejemplo. Una de las primeras cosas que tuvimos que resolver fue la campaña de la Antártida, que tiene un plazo muy corto para llevar víveres y el Ministerio de Defensa se estaba quedando sin ese plazo porque el gobierno anterior tenía una deuda y no le había pagado al rompehielos ruso que hace ese trabajo.
Y en cuanto a la macroeconomía ¿Cuál era el panorama?
Una economía que no creció durante cuatro años, con una inflación crónica del orden del 25% al 30%, sin aumento del empleo privado, economías regionales prácticamente quebradas, una situación muy compleja de reservas internacionales, un tipo de cambio tremendamente atrasado, un sistema de estadísticas violado, el default con acreedores externos e internos y la lista es larga. El estado de situación fue un déficit del orden de siete puntos del PIB.
¿Entonces era una suerte de mito lo que decía Cristina Fernández de Kirchner sobre la economía?
Sí claro. Más que mito era una mentira descarada a través de las estadísticas oficiales. Mintieron a través del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
¿Cuándo su gobierno podrá tener índices concretos, por ejemplo en el caso de la inflación?
Estamos aspirando a una primera publicación el próximo trimestre.
En cuanto a los holdouts ¿Cómo disipa las dudas que tras el acuerdo con los fondos buitres no se lleven a cabo nuevos juicios?
Creemos que es poco probable, aunque siempre se puede hacer un juicio. Pero no vamos a poner una ley cerrojo.
Argentina quiere volver a generar confianza externa en cuanto a inversiones, por ejemplo ¿Qué tipo de país quiere construir el gobierno de Macri?
Nosotros imaginamos una Argentina en desarrollo y crecimiento. Es un país que tiene mucha potencialidad en recursos naturales y humanos. Lo que tenemos que hacer es trabajar para que eso suceda. En los últimos años se perdió mucho tiempo en lo discursivo y hubo poco tiempo en la gestión. Se habló mucho de la inclusión social en el anterior gobierno, pero la verdad es que cerca del 30% de los argentinos no tiene lo suficiente para vivir dignamente, están debajo de la línea de la pobreza. Todos esos recursos los tenemos que poner en valor y protección. Queremos que la carga de un Estado muy grande pero muy bobo, se transforme en un Estado más ágil que acompaña a quienes menos tienen y más necesitan.
Argentina es un país de ciclos. En los 90 fue el menemismo y en los 2000 el kirchnerismo ¿Cuánto cambiará Argentina en los próximos cuatro años y cómo mantendrán el crecimiento, si es que se concreta, en un ciclo virtuoso?
La diferencia de todos esos ciclos es que eran de muy corto plazo. Esos Presidentes que usted menciona eran cortoplacistas y su idea era mejorar la situación política del gobierno y no la situación social y económica de la población. Nosotros lo que proponemos son políticas de Estado para que no hayan más ciclos, para que efectivamente entremos en la senda del desarrollo, para bajar la pobreza.
¿Su gobierno se proyecta entonces en una gestión más de largo plazo? Se lo pregunto además porque en Argentina hay reelección.
Nosotros pensamos a la Argentina de los próximos 20 años, pero gestionamos a la Argentina de todos los días. La verdad es que estaríamos traicionando nuestro mandato si desviamos la atención del futuro simplemente por una próxima elección. Por supuesto que queremos ganar las elecciones de medio mandato del año que viene y necesitamos tener una muy buena elección para tener mayor control del Congreso, cosa que hoy no tenemos.
¿El no tener mayoría en el Legislativo es precisamente la gran dificultad de su gobierno?
Es una de las tantas, no es la única. El Presidente Macri lo ha suplido con mucha autoridad, gestión y diálogo. Macri ha tenido diálogo con todas las fuerzas de la oposición y hemos recorrido mucho el país incluso después de ganar. No somos un grupo sectario que quiere perpetuarse en el poder.
En estos primeros meses de la gestión macrista ustedes han tenido que tomar decisiones impopulares, como el aumento en el precio del suministro eléctrico y el despido de funcionarios públicos ¿Cuál ha sido el impacto de esas medidas?
Bueno, gobernar un país no es fácil y gobernar para la mayoría si uno lo hace bien siempre implicará afectar a una minoría. Lo que hemos elegido es que sean las minorías más pequeñas y que eso no implique un costo muy grande ni siquiera para ellas. Muchos de esos funcionarios fueron contratados tres meses antes de las elecciones por el sólo mérito de ser militantes del kirchnerismo y la sociedad tiene que entender que los recursos públicos para alguien que no trabaja son recursos que podemos poner en una escuela o en un hospital. Y con las tarifas (eléctricas, transporte, gas) nuestra propuesta es dejar de subsidiar a los más ricos. Nunca tendríamos que haber subsidiado a los más ricos. Alguno se puede quejar y sentir dañado.
En los primeros meses de gobierno siempre hay una luna de miel pero después la ciudadanía comienza a exigir resultados concretos ¿Se han impuesto una meta en ese sentido en el corto plazo?
Queremos bajar el déficit fiscal y en cuatro años ir bajando la inflación. No nos dejamos embriagar por esa miel, porque sabemos que es muy grande el lastre que nos ha dejado el gobierno anterior. Sí, puede terminar la luna de miel, pero nosotros creemos que hay un anclaje muy fuerte en una franja muy grande de la población que quiere un cambio.
En cuanto a estilo ¿En qué se diferencia su gobierno de la gestión kirchnerista?
Básicamente que sea una Argentina republicana y federal, tan sencillo como eso. Y eso implica diálogo con otras fuerzas políticas, respeto por la división de poderes, terminar con el centralismo fiscal que ahogaba a los gobernadores que venían a pedir migajas de rodillas a la Casa Rosada. Si hay que simplificarlo de alguna manera es eso: República y federalismo.
¿Con qué tipo de oposición se han encontrado?
Hay distintas oposiciones. La oposición del kirchnerismo duro era lo que sabíamos que iba a ser: muy combativos, pobres en argumentación y con la frustración de haber perdido la elección. Con el peronismo más serio, el representado por los gobernadores, dialogamos mucho y a algunos los hemos incorporado.
¿Cuál es la visión del rol del Estado que tiene su gobierno y en qué se diferencia de los Kirchner?
La visión de los Kirchner era muy esquizofrénica. Ellos hablaban de un Estado grande, pero que no estaba presente. En Argentina hay más pobres que cuando asumió por primera vez Cristina Kirchner (en 2007). Nosotros creemos en un Estado fuerte y ágil que acompañe al que tiene que acompañar y que no le complique la vida a quien no se la tiene que complicar. Tenemos que recuperar, por ejemplo, todos los organismos de control, para que nos controlen a nosotros cuando estamos en el poder, pero también a los monopolios que surgen en el sector privado. Fortalecer la competencia también.
En otro plano ¿Cómo están observando la crisis en Brasil?
La vemos con preocupación por el impacto que implica para algunos sectores productivos de Argentina. La vemos también con tristeza porque es nuestro vecino. No es sólo una recesión económica, sino que un conflicto político importante. Pero vemos a un Poder Judicial independiente que avanza contra el que tenga que avanzar. Nosotros esa asignatura la tenemos pendiente. Si alguien rompe las reglas del juego tiene que pagar y el resto de la región debería aprender de eso.