México: Mercedes Doretti y Miguel Nieva, integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense sobre el caso Ayotzinapa: “El tiempo que pasa es la verdad que huye”
Ningún expediente de casos de violación a los derechos humanos, entre los miles que están abiertos en todo el país, ha recibido tanta atención de especialistas y organismos internacionales como el Caso Ayotzinapa. Ahora toca el turno a los integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) explicar su dictamen, en el que evidencian severas irregularidades en los procedimientos de la PGR.
Asegura Mercedes Doretti, reconocida como pionera en la aplicación de las disciplinas forenses al servicio de la justicia: “Nunca se había llegado tan lejos en una investigación criminal por parte de organismos independientes. El objetivo es mejorarla, empezar un nuevo camino. Si esto falla va a ser muy difícil lograr el esclarecimiento, no solo del caso Ayotzinapa sino, en general, cualquier otro caso de derechos humanos”.
A su vez, Miguel Nieva, experto en criminalística con una especialidad en balística, afirma que en esta investigación el gobierno mexicano “no ha jugado con las reglas del juego”; al hacerlo, ha violado los derechos de las víctimas a las garantías procesales y la transparencia. “Y nosotros no estamos dispuestos a dejarlo pasar”.
Los miembros del equipo representan, como peritos de parte, los padres de los 43 normalistas desaparecidos y tres asesinados desde el 8 de octubre, ocho días después de la masacre de Iguala.
Doretti y Nieva, argentinos ambos, son discípulos de quien se reconoce como el padre de la antropología forense, el estadunidense Clyde Snow, quien aseguraba que “los huesos pueden ser un rompecabezas, pero nunca mienten”.
Bajo esta premisa, con un equipo de 25 expertos del más alto nivel en diversas disciplinas de la ciencia forense –antropología,dinámica de fuego, criminalística, balística, botánica, entomología, odontología, anatomía, genética, analistas de imágenes satelitales y fotografía– trabajaron en un dictamen que entregaron formalmente a la PGR el martes 9. Al mismo tiempo ofrecieron una rueda de prensa y, aun reacios al contacto con la prensa por el riguroso sigilo con el que trabajan sus peritajes, ofrecieron algunas entrevistas.
“El tiempo que pasa es la verdad que huye”.
Ambos admiten que el margen de tiempo para avanzar en nuevas líneas para la búsqueda de los jóvenes desaparecidos y el esclarecimiento de los hechos es corto. Consideran al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana como pieza fundamental en la investigación. Y aunque el convenio del Estado mexicano con la OEA establece que el periodo de acción de este grupo puede ampliarse por tiempo indefinido, miembros del gobierno fueron claros en señalar abril como la fecha en la que expirará el plazo de este acuerdo.
Por lo tanto habrá que avanzar rápido. Nieva incluso invoca las palabras del fundador de la ciencia forense Edward Locard: “El tiempo que pasa es la verdad que huye”.
Por lo pronto, habrá que dilucidar el tema central de la versión oficial: la incineración de los 42 jóvenes en una pira gigante en el basurero de Cocula y sus cenizas trituradas arrojadas al cercano Río San Juan. Como el GIEI, el EAAF descarta tajantemente esta posibilidad.
Doretti recuerda que al iniciar su investigación, el Equipo partía de la misma hipótesis que la PGR: que los muchachos de la Normal Rural habían sido asesinados y quemados en ese sitio. Catorce meses y decenas de minuciosos peritajes después, saben que eso no sucedió.
–Sus peritajes coinciden mucho con el estudio de la dinámica de fuego de José Torero, que presentó la GIEI.
–Si, más que coincidentes son complementarios. Llegamos a conclusiones similares usando evidencias de diferentes tipos.
–Son ya dos argumentos muy fuertes que disputan la versión oficial. ¿Tienen una posición oficial respecto a la pretensión de la PGR de realizar un tercer peritaje de fuego?
–Sí. No nos oponemos al tercer peritaje pero su proponemos que antes se realice una junta de peritos. Todos somos científicos. Planteamos sentarnos a discutir con nuestros pares sobre el porqué tenemos esta diferencia con la evidencia física. Y ver, desde ese plano, si hay una metodología que nos permita llegar a una conclusión común. En esta junta deberían participar, desde luego, los peritos de la PGR, de la nueva unidad de investigación, el GIEI y nosotros. Así podemos zanjar la discusión y seguir adelante.
El EAAF, recuerdan, ya había propuesto esa junta el 7 de febrero del año pasado, después de la conferencia de prensa del ex procurador Jesús Murillo. La volverán a proponer a la procuradora Arely Gómez este viernes, cuando tienen prevista una reunión.
Eran personas
Durante la presentación de su dictamen, en el auditorio del Centro de Derechos Humanos Agutín Pro Juárez, el EAAF proyectó infografías y fotografías de su investigación. En una de ellas se aprecia una charola con centenares, quizá miles de pedacitos de huesos, como astillas. Son restos óseos humanos de distinta coloración, desde el blanquecino hasta el negro. Evidencian multifragmentación y distintos grados de calcinación o carbonización, resultado, no solo de un gran fuego de más de 800 grados sino de múltiples fuegos de diversa intensidad, ocurridos en distintos momentos que pueden remontarse hasta diez años atrás.
Convencidos de las palabras de su compatriota el poeta Juan Gelman –“Aquí yace un pájaro. Una flor. Un violín”– sostienen que estos restos son de personas desaparecidas y que, al margen del Caso Ayotzinapa, se debe abrir una investigación para determinar su identidad. (Cabe mencionarlo: al hijo del poeta, Marcelo Gelman, desaparecido en los setenta, el EAAF le devolvió su identidad en 1992).
“De otro modo se estarán encubriendo otros homicidios”, subraya Nieva. Recuerda que en esa región de Guerrero “hay un contexto”: más de 300 denuncias de desapariciones forzadas en lois últimos cinco años y hay una lista de cerca de 130 restos recuperados en fosas descubiertas el último año en las colinas de Iguala y Cocula.
Los dos científicos preveen que, a partir de la publicación de su dictamen, algunos medios harán eco de ataques e intentos de descalificación, como ha ocurrido con el GIEI, en particular con las expertas Claudia Paz y Paz, de Guatemala y Ángela Buitrago, de Colombia. “Con estas campañas se trata de desacreditar al mensajero, a las personas, no al fondo de nuestros informes. Lo que nos interesa a nosotros es seguir adalante, seguir con el plan de búsqueda. Y si tenemos diferencias con alguien, sentémonos y discutammos. Pero si el Estado no está dispuesto a hablar sobre las evidencias y sigue atacando a los mensajeros ¿cómo quiere recuperar su credibilidad?”.
La paradoja es que el EAAF tiene ya una larga trayectoria de trabajo en diversas investigaciones en México y ninguna de sus aportaciones, hasta ahora, han sido cuestionadas.
Al frente de Mercedes Doretti –Mimi, como la conocen sus compañeros– el equipo argentino empezó a trabajar en México hace 15 años en temas de la guerra sucia. Luego intervino en el proyecto frontera de migrantes desaparecidos, cuyo objetivo es lograr establecer un sistema forense de manera que los desaparecidos puedan ser ubicados más rápidamente. Con este fin se creó en agosto de 2013 una comisión entre la PGR y cerca de 10 organizaciones de la sociedad civil de México y Centroamérica. El Equipo Argentino es la contraparte técnica.
Desde hace dos años trabajan en tres casos en el Noreste de México: la masacre de los 72 migrantes en San Fernando, las fosas clandestinas también en San Fernando y el caso de los 49 torsos (todos de migrantes hondureños) de Cadereyta, Nuevo León. De 2010 a 2012, suman 114 víctimas.
Objeto de numerosos reconocimientos y premios, de Mercedes Doretti que dice que no hay lugar del mundo donde hayan ocurrido masacres y episodios masivos de represión en donde ella no hubiera estado. Desde 1992, cuando fueron invitados a trabajar en el reconocimiento de mas de 900 cuerpos de la masacre de El Mozote, en El Salvador (1981), hasta Ruanda, Kosovo, Kurdistán, Haití, España, República del Congo, pasando desde luego por su trabajo pionero, la identificación de desaparecidos de la dictadura argentina.
La “normalización” de las irregularidades
Este dictamen no solo derriba la versión del ex procurador Jesús Murillo Karam sobre la incineración de los 43 cadáveres, sino que documenta la posible “siembra” de evidencias en las bolsas de cenizas recuperadas por la Marina en el río San Juan.
Al respecto, Doretti y Nieva explican: “Se nos pidió hacer un peritaje sobre la tierra encontrada en la bolsa con cenizas que supuestamente rescató la Marina del río. No aceptamos hacerlo porque no sabemos a ciencia cierta de dónde salió la bolsa ni la tierra”.
Los expertos insisten que, aun siendo peritos de parte, la PGR no les avisó que se realizaría la diligencia en las orillas del río. “Nos avisaron cuando ya tenían sus evidencias en tierra. “Yo llegué cuando ya tenían algunos restos óseos alineados sobre un plástico. Me llamó muchísimo la atención cómo uno –un fragmento de 5 centímetros, que resultó compatible con el ADN de la familia de uno de los estudiantes, Alexander Mora– destacaba entre todos los demás”, cuenta Doretti.
–¿Lo consideran ustedes como una siembra de evidencias?
–Lo que hay son las reglas del juego que son las que marcan los códigos procesales y esas son las que hay que seguir. La finalidad es que todos tengan las mismas garantías y derechas. Dentro de estas cuestiones está lo del 15 de noviembre, lo del Río San Juan, el hecho de que nunca se nos dieron las cadenas de custodia originales de manera que nosotros no tenemos la manera de contorlar si alguien más había manipulado las evidencias.
“Hay muchas irregularidades que aquí, en México, se tienen como normalizadas, son ya parte del sistema. Pero son cosas que nosotros no podemos dejar pasar porque las reglas son lo que nos permite tener la certeza de la integridad de la investigación”, responde Nieva.
–¿Es posible que las cenizas, o parte ellas, fueran producto de una cremación en un horno profesional?
–No. Las cenizas y restos óseos que se encontraron en las cuadrículas que se establecieron en el basurero de Cocula como centros de recolección de evidencias. Eran restos calcinados y carbonizados. La mezcla en todas las cuadrículas es complejo de interpretar. Si hubiera habido un incendio grande, hubiera habido un foco más claro en donde los restos estarían calcinados, blanquecinos, y los carbonizados, resultado de menor exposición térmica, más hacia la periferia.
De ahí la hipótesis que consideramos como más posible es la de múltiples fuegos, con la llegada de los restos en una sucesión de distintos tiempos, distintas temperaturas. Además, los restos estaban muy compactados con neumáticos, tierra y otro tipo de materiales. No parece ser posible que fueran muy recientes o traídos de otro lado.
“Se abren muchas preguntas para las cuales aún no tenemos respuestas claras. Sobre lo que sí tenemos una respuesta clara es que no hay evidencias sobre la versión oficial de una incineración masiva de 43 personas en el basurero un mes antes de nuestra llegada.
Por Blanche Petrich – La Jornada