Luis Carlos Villegas, ministro de Defensa de Colombia: «El Plan Colombia ha sido un elemento definitorio del éxito que el país ha tenido en materia de seguridad»

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Por Yamid Amat

Colombia y Estados Unidos iniciarán el próximo miércoles, al más alto nivel, el estudio de un nuevo diseño de sus relaciones, para consolidar y hacer sostenible la paz. Los presidentes Juan Manuel Santos y Barack Obama se reunirán el jueves en la Casa blanca para celebrar los 15 años de la creación del Plan Colombia, con la presencia de los dos exmandatarios norteamericanos que hicieron viable el programa, Bill Clinton y George Bush.

El presidente Obama también invitó a los dos ex- gobernantes colombianos Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, bajo cuyos periodos se ejecutó el plan. El ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, describe en la siguiente entrevista los beneficios que Colombia recibió durante estos 15 años del Plan Colombia y resume las peticiones de ayuda que se harán al gobierno Obama para el posconflicto.

¿Cuál es el fin de la cumbre del próximo jueves con el presidente Obama?

Se va a revisar una relación tan productiva como la que tenemos con Estados Unidos, y especialmente el ingrediente del Plan Colombia, a la luz de la nueva realidad colombiana en materia de seguridad y con ocasión de sus 15 años de existencia. El Plan Colombia ha sido un elemento definitorio del éxito que el país ha tenido en materia de seguridad, aunque el esfuerzo ha sido mayoritariamente colombiano, como las cifras lo indican.

El Plan Colombia nos dio capacidad para poder ganarle la guerra a la inseguridad. Pasamos de un país que tenía 60 homicidios por 100.000 habitantes a 23 homicidios por 100.000 habitantes, y ya hay zonas del país, como Boyacá, donde son 5 homicidios por 100.000 habitantes; y Santander, que hace 15 años era uno de los sitios más violentos de Colombia, hoy tiene 6 homicidios por 100.000 habitantes. Y hemos logrado un gran avance social.

¿Pero esa cifra se le debe al Plan Colombia?

No. No solo al Plan Colombia. Fue un elemento no suficiente, pero necesario.

¿Por qué razones, concretamente?

Porque las ventajas que nos dio el Plan Colombia fueron definitivas en aspectos como la movilidad aérea. Por el Plan Colombia, el país pudo pasar de 4 helicópteros que teníamos en el 96 a 240 que tenemos hoy. Las actividades de inteligencia internacional contra las grandes redes del narcotráfico son por causa del Plan Colombia, así como el fortalecimiento de capacidades de la Fuerza Pública en temas como entrenamiento de fuerzas especiales. También fueron posibles operaciones conjuntas, lo que no era tradición de nuestra Fuerza Armada. Recuerde que antes la Fuerza Aérea iba por un lado, la Armada por otro, el Ejército por otro, la Policía por otro. Por la nueva visión moderna, dinámica, que nos trajo el Plan Colombia, pudimos hacer esa coordinación exitosa y operaciones conjuntas. En la lucha contra el secuestro, tuvimos acceso a la tecnología de seguimiento de quienes cometían ese delito, y eso produjo que el secuestro en Colombia tenga hoy mínima ejecución.

¿La idea es convenir ahora un nuevo Plan Colombia?

Se van a evaluar estos 15 años de Plan Colombia, que, en nuestra opinión, han sido muy positivos. Colombia pasó de ser un país que muchos creían inviable a ser hoy una potencia regional de primer orden.

¿Es un Plan Colombia para el posconflicto?

Sería un Plan Colombia para consolidar y hacer sostenible la paz.

¿Pero qué se proyecta?

Necesitamos un gran fortalecimiento de la justicia; para esa tarea pendiente es vital nuestro empuje doméstico, pero también un esfuerzo internacional que nos permita modernizarla. Así mismo, requerimos desarrollo económico en las regiones de posconflicto para hacer que converjan con la Colombia desarrollada.

¿Qué significa ese aspecto dentro de la solicitud general de ayuda?

En primer lugar, sustituir coca por agricultura productiva.

¿Y cómo se piensa reemplazarle al campesino el ingreso que hoy recibe por el cultivo de la coca?

Es un programa muy elaborado que le permita a la familia que la cultiva tener un crecimiento patrimonial y de ingresos. Es un tema donde la cooperación internacional es muy eficaz. No se trata de darle un cheque al campesino, sino de dotarlo de todos los recursos y asistencia para reemplazar el cultivo, y que sea rentable y sostenible.

¿De qué van a vivir los guerrilleros desmovilizados de las Farc?

Hay que reemplazar sus ingresos ilegales por un gran componente internacional de ayuda que les garantice una forma de vida aceptable mientras se desmovilizan. Así lo hizo El Salvador.

¿Cómo es eso?

Es una manera de sustituir ingresos ilegales de extorsión o minería ilegal por unas sumas bastante austeras, pero dignas. No es un sueldo para cada guerrillero; es una asistencia verificada internacionalmente: mecanismos para abastecimientos y atención.

¿Pero es una especie de subsidio?

No, de acceso a alimentos, medicinas, vestuario, en necesidades básicas. Eso se hará no como un sueldo, sino como un estipendio, ojalá colectivo, de subsistencia.

¿En cuántas zonas?

Es una negociación que está en plena construcción. Pero, claro, no es lo mismo dar seguridad en 140 sitios que en 7.

¿Dentro de este nuevo Plan Colombia hay un componente militar?

Sí. Tiene que haberlo, pero con una nueva visión, que es garantizar la seguridad en las zonas donde había y hay alta presencia de las Farc. La punta de lanza de esa ocupación territorial son las Fuerzas Armadas, que deben tomar control total de la región donde hoy influyen las Farc. Pero detrás tiene que venir todo el Estado: los ministerios de Salud, del Trabajo, de Agricultura, de Transporte y de Educación, para poder tener realmente una consolidación de la paz. Poner en marcha el punto 1 de La Habana.

Se requerirá que el nuevo Plan Colombia tenga nuevamente una alta inyección económica, porque el que se está extinguiendo bajó de 7.000 millones de dólares anuales a 300 millones…

Las cifras hay que mirarlas de otra manera; nosotros en 15 años recibimos 10.000 millones de dólares de los Estados Unidos, mientras invertimos 120 mil millones de dólares en esos mismos 15 años.

¿Es decir, lo que haremos ahora es pedir ayuda, asistencia económica para justicia, para el desarrollo integral, sustitución de cultivos y seguridad?

Sí, entre otras cosas. Lo definirán los presidentes Santos y Obama.

¿Podría tratarse de una suma similar a la del comienzo del Plan Colombia?

Eso sería lo ideal, pero en las condiciones políticas actuales de los Estados Unidos, se me hace un tanto difícil alcanzar esa cifra.

¿Podría ocurrir que, irónicamente, Estados Unidos nos ayude en garantizar la seguridad de los guerrilleros de las Farc, cuando se desmovilicen?

Yo le dije a usted en un anterior reportaje, cuando asumí el Ministerio, que soy también garante de la seguridad de las Farc. Sigo pensando en eso, porque no hay ninguna otra mejor opción para las Farc que sea la Fuerza Pública colombiana la que garantice su seguridad. Y garantizarla con elementos tecnológicos y de entrenamiento que vengan de los Estados Unidos es la corroboración de que somos capaces de hacerlo independientemente del tinte ideológico, con profesionalismo.

¿Esa cooperación económica, tecnológica, va a estar incluida en el nuevo plan?

Me parece que deben mantenerse esos elementos de seguridad. Ya no relacionados con nuestras seguridad nacional, sino con la seguridad ciudadana en los centros urbanos y en los territorios donde vamos a intervenir, donde podría haber amenazas del crimen organizado o disidencias.

¿Pero qué es, concretamente, lo que esperamos de los Estados Unidos?

Lo que necesitamos con ayuda internacional, y especialmente de los Estados Unidos, es tener apoyo para consolidar la paz, para hacerla sostenible. Eso necesita muchos elementos: militares, sociales, de desarrollo económico, de justicia. En eso debemos concentrar esta nueva etapa de relación con Estados Unidos.

¿Para qué es la ayuda en seguridad que se pedirá a Estados Unidos?

Para derrotar definitivamente a las organizaciones criminales. La idea es la siguiente: Colombia estaba bajo una amenaza de seguridad nacional: instituciones, Congreso, justicia, política, sector privado, infiltrados. Era un país bajo amenaza de desinstitucionalización, de colapso. Hoy no hay un problema de seguridad nacional, sino de seguridad ciudadana. Hoy, ‘Otoniel’, en el Urabá, es una amenaza a los urabeños, a los antioqueños, a los habitantes del sur de Córdoba, pero no es una amenaza para la estabilidad del Estado colombiano. Hoy hay pequeñas y medianas organizaciones criminales especializadas, que hacen tráfico local, que roban celulares, que extorsionan, que hacen prostitución infantil, que hacen minería ilegal. En el 2010 teníamos 130 organizaciones del orden nacional, y la tercera parte con vínculos internacionales; hoy quedan tres: ‘los Úsuga’, ‘los Rastrojos’, y algo del Epl y el ‘Erpac’. Estas organizaciones son culpables de un pecado que esta sociedad les tiene que cobrar: son culpables de que Colombia se haya convertido en consumidor de cocaína; eso no era así. Así es hoy. Por culpa de ese microtráfico de las pequeñas organizaciones criminales, hoy tenemos el 5 por ciento de nuestra producción de drogas en el mercado nacional. El deber ahora ya no es solo del Estado central. Los alcaldes y gobernadores tienen que atacar esa expresión de crimen organizado. Hay que combatirlo.

¿Hay un nuevo plan de lucha contra estas bandas?

Sí, señor: con inteligencia, movilidad, con entrenamiento especial. Vamos a enfrentarlas con el uso de las máximas capacidades del Estado: apoyo aéreo, bombardeos, con protocolos e inteligencia que impidan al máximo daños colaterales. Todo ese plan y muchas otras cosas el presidente Santos los va a explicar mañana.

¿Cómo están las conversaciones con el Eln?

El punto más grave con el Eln es su federación; la interlocución en un tema tan complejo como es negociación de paz resulta muy difícil, porque está atomizado. Yo creo que esos comandantes federados del Eln tienen que pensar en serio que este no es el país que motivó su creación en los 60 y 70. Por ahora, seguirá encontrándose con la Fuerza Pública en todos los sitios donde actúe.

La extorsión sigue siendo una gran preocupación nacional…

Todos los servicios de inteligencia serán reforzados. En el segundo semestre del 2015, la caída de la extorsión fue del 35 por ciento. Apenas combatimos con éxito a dos personajes: ‘Megateo’ y ‘Pijarvey’, que manejaban por lo menos el 50 por ciento de la extorsión en el país. Ahora nuestro objetivo son ‘los Urabeños’, ‘los Úsuga’ y alias Otoniel.

¿Habrá cambios en las Fuerzas Militares?

No. Tenemos una cúpula muy nueva. En la Policía, por el momento, tampoco.

¿Qué es lo que más le satisface hoy de su gestión como ministro?

El robustecimiento de la seguridad. La unidad total de los mandos militares en el apoyo al proceso de paz. Y el menor nivel de conflicto en 50 años.

El viernes pasado estuvo usted en Tumaco, presidiendo un consejo de seguridad. ¿Es muy grave la situación? ¿Qué medidas se van a tomar?

En Tumaco tenemos una recomposición de las estructuras criminales, como resultado de los golpes que ha dado la Fuerza Pública contra sus cabecillas y el inmenso esfuerzo en interdicción. En los últimos tiempos se han incautado en Tumaco cerca de 30 toneladas de coca. Tenemos una amenaza del crimen organizado, y esa es mi misión principal hasta que lo venzamos. Adoptamos en Tumaco un plan de acción integral en seguridad, por parte de la Infantería de Marina, Policía y Fiscalía.

Finalmente, el presidente Obama invitó a los ex- presidentes Uribe y Pastrana a la celebración de los 15 años del Plan Colombia. El expresidente Pastrana aceptó, pero el expresidente Uribe no, hasta este momento. ¿Debería aceptar?

Yo no soy quien tiene la lista de los asistentes ni la agenda del señor expresidente. Pero déjeme decirle esto: yo sí quisiera que Uribe fuera; ese acto en Washington no es un acto político partidista, es la oportunidad de que en Estados Unidos y el mundo nos vean como un país unido, preparado para la paz.

El Tiempo

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