Lo que tendrá Colombia cuando termine la fiesta en Washington – Por Juanita León

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Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

El expresidente Andrés Pastrana, que está hoy con Juan Manuel Santos en Washington, dijo que “este aniversario marcaría el entierro del Plan Colombia”. Pero en realidad, el Plan Colombia 2.0 que quiere el Gobierno es muy parecido al Plan Colombia 0.0 que soñó Pastrana antes de que en Washington le dieran la vuelta a ese proyecto. Las diferencias del nuevo con el de Pastrana son dos: el de ahora será mucho menos ambicioso en términos de plata, y muy seguramente -y en gran parte por eso- saldrá de Washington tal cual.

El nuevo Plan Colombia

Según lo que pudo confirmar La Silla con una alta fuente del Gobierno de Santos, por ahora no hay un documento escrito que tenga los lineamientos específicos del Plan Colombia 2.0 que Colombia quisiera que le financiara Estados Unidos.

Pero hay unas ideas generales que no difieren mucho de las que tenía Andrés Pastrana en 1998, y que buscan que Estados Unidos ayude a financiar el desarrollo de un Estado y de un modelo económico viable en la legalidad en las zonas bajo control de los grupos armados ilegales.

“Requerimos desarrollo económico en las regiones de posconflicto para hacer que converjan con la Colombia desarrollada”, dijo el ministro de Defensa Luis Carlos Villegas sobre lo que querían del nuevo Plan en su entrevista con Yamid Amat.

“Su más importante misión es la de atender la rehabilitación de las zonas del país en donde la violencia ha amenazado la preservación de la vida de los hombres, y del ecosistema”, dijo Andrés Pastrana del Plan Colombia hace 17 años.

En el caso de Pastrana, si bien él quería un Plan Marshall con énfasis en la inversión social en las zonas donde las Farc tenía el control, como una estrategia para erradicar “las causas objetivas” de la guerra, el Plan Colombia terminó siendo una potente estrategia, inicialmente antinarcóticos y, después de los ataques terroristas del 11 de septiembre, contrainsurgente.

La versión gringa del Plan

Según le contaron a La Silla dos personas que siguieron de cerca desde Estados Unidos y desde Colombia, respectivamente, la negociación del Plan con el gobierno de Pastrana, lo que cambió en esa época fue la proporción del componente militar versus el social que solicitaba el gobierno colombiano.

Según la fuente de Estados Unidos, este cambio se dio por la “asimetría” en la abundante información de la que disponían en ese momento las autoridades de Estados Unidos frente a la que disponían las colombianas y las diferencias en el diagnóstico de la situación que vivía el país.

“Existía la percepción de que había un control muy teórico del Estado sobre toda la extensión del territorio”, dijo la fuente. “Y aquí impresionaba mucho la debilidad de las Fuerzas Militares frente al desafío que enfrentaban”. También había mucho escepticismo sobre el proceso de paz en El Caguán, aunque respetaban el esfuerzo que estaba haciendo Pastrana.

Este diagnóstico quedó muy claro en la primera reunión para coordinar la escritura del borrador del Plan en la Casa Blanca, en donde aparecieron más de 30 personas de diferentes entidades de Estados Unidos, desde la CIA hasta el Departamento de Defensa. Ellos aportaron sus insumos y las modificaciones que le hicieron al Plan, cuyo énfasis terminó estando en el lado militar.

“No fue un cambio sustancial. El cambio se da por la disponibilidad de los fondos que había en ese momento”, explicó la fuente colombiana. Y la plata estaban más en las agencias relacionadas con los gastos militares.

En ese momento, el rubro más costoso era el de mantenimiento de los helicópteros de las nuevas brigadas antinarcóticos. Las casas matrices de la Sikorsky y la Bell (que producen los helicópteros Black Hawk y UH-1H Huey, respectivamente) quedaban en estados donde congresistas importantes para el futuro del Plan Colombia tenían intereses políticos, y esto también tuvo un peso en las apropiaciones finales que se hicieron para Colombia.

El Plan 2.0

Hoy, según explicó en su rueda de prensa la subsecretaria del Departamento de Estado para el Hemisferio Occidental Roberta Jacobson, Estados Unidos estaría pensando invertir a través del Plan Colombia 2.0 en tres áreas: seguridad, incluyendo antinarcóticos; en la desmovilización y reincorporación de los guerrilleros de las Farc; en desminado y en asistencia a víctimas. También en expandir la presencia del Estado en las áreas donde no está hoy para que pueda proveer allí servicios de salud, educación y justicia.

Según Adam Isaacson, experto en las relaciones bilaterales, Obama estaría pensando en pedir unos 500 millones de dólares para el presupuesto del Gobierno que empieza el 1 de octubre, lo que significaría un aumento de 175 millones de dólares frente a lo que recibe hoy.

“La mayoría republicana del Congreso quizás lo recortaría un poco pero no totalmente”, dice Isaacson. “Creo que veremos el primer paquete de ayuda a Colombia que va principalmente a instituciones y organizaciones civiles, en vez de militares y policías.”

Se estima que el 30 por ciento del paquete irá a la ayuda militar “tradicional” para erradicar, para la interdicción, y para combatir el crimen organizado. Otra parte irá para nuevas actividades como el desminado, las misiones de mantenimiento de paz, y probablemente para más entrenamiento de otras fuerzas en la región, un asunto que Jacobson destacó en la rueda de prensa.

Pero la mayor parte iría a financiar la la paz con enfoque territorial que se ha pactado en la Habana, un presupuesto que sería manejado por USAID, y sus contratistas.

Usaid hoy, según dijo el Tiempo, está presente en 40 municipios y la idea es que esa presencia crezca en los próximos años. Gran parte de su trabajo está focalizado en proyectos productivos, y eso está alineado con lo que quiere el Gobierno Santos.

El presupuesto militar de Estados Unidos, en todo caso, está muy comprometido en operaciones militares en el Medio Oriente y en todo caso, la inversión social representa mucha menos plata que la bélica.

Aún así, cuando terminen las conmemoraciones, habrá un hecho claro para Colombia y es que de toda la plata para el posconflicto que se necesita y para implementar los acuerdos, Estados Unidos pondrá cómo máximo 600 mil millones de pesos en el 2017, una décima parte de la venta de Isagén y la mitad de lo que tiene para invertir este año la Unidad de Víctimas o la mitad de todo el presupuesto de 2016 del Minagricultura.

Los europeos pondrán, según dijo el ministro del posconflicto Rafael Pardo, el componente de la respuesta inmediata para estabilizar los territorios.

El resto de la plata que se necesitará para comenzar a implementar los acuerdos, incluido el de crear un Sistema de Justicia Transicional, que no será poca, la tendrán que poner los colombianos.

Juanita León. Periodista colombiana. Directora de la Silla Vacía.

La Silla Vacía

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