El papa Francisco se despidió de México con una misa en la frontera con EEUU donde calificó a la migración de crisis humanitaria
El Papa ofició la misa ante 211 mil, sin mencionar el tema de las desapariciones forzadas en el país, ni referirse a ningún caso en especial, por ejemplo el de los 43 estudiantes de Ayotzinapa ni de manera directa a los feminicidios. Aseveró que en México existe una “crisis humanitaria” caracterizada por la migración de miles de personas que son víctimas de extorsión, secuestros y tráfico de personas.
Refirió también en su mensaje que “no podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos”.
Indicó que esa “tragedia humana que representa la migración forzada” es un “fenómeno global”, generado por la “pobreza, la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado” y añadió que “frente a tantos vacíos legales se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres”, los que no sólo experimentan la carencia, sino que “encima sufren estas formas de violencia”.
El papa Francisco afirmó: «les aseguro que en algún momento sentía como ganas de llorar al ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido».
En su despedida del país, al concluir la misa binacional en el área de la Feria en Ciudad Juárez, Chihuahua, el Papa argentino llamó a los mexicanos a cuidar a su hijos, a amarlos. “Estos chicos son los profetas del mañana, son el futuro de México”.
El jefe de la Iglesia Católica agradeció por la “cálida hospitalidad mexicana durante los seis días que duró su visita al país, la cual comenzó la tarde-noche del pasado viernes 12 de febrero y concluye hoy”.
“No quisiera irme sin agradecer el esfuerzo de quienes han hecho posible esta peregrinación. Agradezco a todas las autoridades federales y locales el interés y la solícita ayuda con la que han contribuido al buen desarrollo de ese propósito. A su vez quisiera agradecer de corazón a todos los que han colaborado de distintos modos en esta visita pastoral, a tantos servidores anónimos que desde el silencio han dado lo mejor de sí para que estos días fuera un fiesta de familia. Gracias”, subrayó que se ha “sentido acogido, recibido por el cariño, la fiesta. La esperanza de esta gran familia mexicana” y reiteró “¡Gracias por haberme abierto las puertas de sus vidas, de su nación!”.
Tras leer un verso del poema Hermandad del escritor mexicano Octavio Paz, el Papa recordó una vez más a todas las personas especialmente a los “más pobres y necesitados de México”.
Dijo que aunque “la noche nos puede parecer enorme y muy oscura, en estos días he podido consultar que en este pueblo existen muchas luces que anuncian, la esperanza, he podido ver en muchos de sus testimonios, en sus rostros, la presencia de dios que sigue caminando en esta tierra guiándolos y sosteniendo la esperanza; muchos hombres y mujeres que su esfuerzo cada días hacen posible que esta sociedad mexicana no se quede a oscuras,son profetas del mañana, son signo de un nuevo amanecer”.
El Papa ofició la misa ante 211 mil, sin mencionar el tema de las desapariciones forzadas en el país, ni referirse a ningún caso en especial, por ejemplo el de los 43 estudiantes de Ayotzinapa ni de manera directa a los feminicidios. Aseveró que en México existe una “crisis humanitaria” caracterizada por la migración de miles de personas que son víctimas de extorsión, secuestros y tráfico de personas.
Refirió también en su mensaje que “no podemos negar la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado la migración de miles de personas, ya sea por tren, por carretera e incluso a pie, atravesando cientos de kilómetros por montañas, desiertos, caminos inhóspitos”.
Indicó que esa “tragedia humana que representa la migración forzada” es un “fenómeno global”, generado por la “pobreza, la violencia, el narcotráfico y el crimen organizado” y añadió que “frente a tantos vacíos legales se tiende una red que atrapa y destruye siempre a los más pobres”, los que no sólo experimentan la carencia, sino que “encima sufren estas formas de violencia”.
El obispo de Roma subrayó que esas injusticias “se radicalizan en los jóvenes”, los cuales son “carne de cañón” y “son perseguidos y amenazados cuando tratan de salir de la espiral de violencia y del infierno de las drogas”.
Aunque no se refirió explícitamente a los feminicidios, uno de los flagelos que agobia a Ciudad Juárez, tema al que sólo dedicó una línea de su exposición, Jorge Mario Bergoglio lanzó: “¡Y qué decir de tantas mujeres a quienes se les ha arrebatado injustamente la vida”. Refirió que aunque el panorama sea sombrío “siempre hay una salida y una oportunidad” y demandó: ¡no más muerte ni explotación!”.
Aunque desde el comienzo del viaje papal se aseguró que el pontífice tocaría el tema de los desaparecidos e incluso el vocero vaticano, Federico Lombardi, refirió que el Papa “tiene en su corazón a los 27 mil desaparecidos” durante la última década, ello no se reflejó en sus palabras. Se insistió tanto por parte del Vaticano como de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) que dado que a la misa estaban invitadas víctimas de los diferentes tipos de violencias, habría una mención a éstas.
En el tema de los migrantes, el Papa dijo conocer el trabajo que diversas agrupaciones civiles hacen a favor de los derechos de los migrantes, así como la labor que la Iglesia Católica también realiza por este sector, sobre todo la base de la iglesia; las religiosas, religiosos, sacerdotes y laicos comprometidos, los que “se la juegan en el acompañamiento y la defensa de la vida” y asisten a los migrantes “arriesgando muchas veces la suya propia”.
“Aquí en Ciudad Juárez, como en otras zonas fronterizas, se concentran miles de migrantes de Centroamérica y otros países, sin olvidar tantos mexicanos que también buscan pasar al otro lado. Un paso, un camino cargado de terribles injusticias: esclavizados, secuestrados, extorsionados, muchos hermanos nuestros son fruto del negocio del tránsito humano”.
Al concluir su mensaje el Papa saludó a quienes estaban observando la transmisión en directo al otro lado de la frontera, en El Paso Texas, en donde se reunieron 30 mil personas en el estadio Sun Bowl.
Indicó que gracias a la tecnología “podemos orar y cantar juntos”. Señaló que de esta forma ninguna frontera puede impedir compartir como si fuéramos “una sola comunidad”.
Ver Homilía del papa Francisco en Ciudad Juárez, su última Misa en México
Cárceles reproducen el «círculo de la violencia»: Francisco
Las cárceles son un síntoma de la situación en que se encuentra la sociedad, de la prevalencia de una “cultura de descarte” que ha “dejado de apostar por la vida, de una sociedad que ha ido abandonando a sus hijos”, aseguró el papa Francisco en su visita al Centro de Readaptación Social Número 3 de Ciudad Juárez.
En un mensaje a los internos del lugar, luego de saludar 20 reclusas y 30 presos, el pontífice dejó en claro que más que procesos de rehabilitación, los penales reproducen el “círculo de la violencia” y remarcó “que el problema de la inseguridad no se agota solamente encarcelando” sino que se deben hacer acciones para afrontar “las causas estructurales y culturales en la inseguridad que afectan a todo el entramado social”.
El Papa Bergoglio dijo que para romper los “círculos de violencia y delincuencia” se ha tomado un camino errado; uno que aísla, aparta y encarcela. Se cree que la solución a esta problemática es “sacándonos los problemas de encima, creyendo que estas medidas solucionan verdaderamente los problemas. Nos hemos olvidado de concentrarnos en lo que realmente debe ser nuestra preocupación: la vida de las personas; sus vidas, las de sus familias, la de aquellos que también han sufrido a causa de este círculo de la violencia”.
Aseveró que el “engaño social” expone que “la seguridad y el orden solamente se logra encarcelando” e hizo hincapié en que “la misericordia divina nos recuerda que las cárceles son un síntoma de cómo estamos como sociedad, son un síntoma en muchos casos de silencios y de omisiones que han provocado una cultura de descarte, son un síntoma de una cultura que ha dejado apostar por la vida, de una sociedad que ha ido abandonado a sus hijos”.
El papa reconoció la labor de quienes trabajan en los centros penitenciarios, tanto a la policía como a los directivos de estos espacios y a todos los que asisten a los reclusos. De igual forma agradeció a los capellanes consagrados y laicos que forman parte de las pastorales penitenciarias las cuales ayudan a “mantener viva la esperanza” de quienes se encuentran encarcelados.
Dijo a los internos que aunque sufran “el dolor de la caída”, también sientan el “arrepentimiento de sus actos”. Reconoció que por la forma en que funcionan los centros penitenciarios, quienes están recluidos experimentan “grandes limitaciones” para lograr rehacer su vida.
“Han conocido la fuerza del dolor y del pecado, no se olviden que también tienen a su alcance la fuerza de la resurrección, la fuerza de la misericordia divina que hacen nuevas todas la cosas. Ahora les puede tocar la parte más dura, más difícil pero que posiblemente sea la que más frutos genere, pueden desde acá dentro por revertir las situaciones que generan más exclusión. Hablen con los suyos, cuenten su experiencia ayuden a frenar el círculo de la violencia de la exclusión”.
Subrayó que quienes han vivido la experiencia de estar encarcelados pueden “volverse profetas en la sociedad” y trabajar para que este tipo de “sociedad que usa y tira, no siga cobrándose víctimas”.
Ver Mensaje íntegro del Papa, en su visita al penal de Juárez