Nueva línea aérea de bandera realizó el primer vuelo hacia Buenos Aires
Apenas despegó el avión, todos aplaudieron. Es que no era un vuelo más: Alas Uruguay existe porque Pluna dejó de existir en 2012, después de 76 años de volar por todo el mundo. Ayer el entusiasmo daba vueltas por la cabina. El capitán Pablo Castelucci recuerda todavía su último vuelo con Pluna, a San Pablo, el día que recibió la noticia del cierre. Después de obtener un préstamo de 15.000.000 de dólares del Fondo de Desarrollo (Fondes) y de un trabajo intenso de autogestión por parte de los ex empleados de Pluna, los tres Boeing 737 de la empresa -la única del rubro que está en manos de sus trabajadores, dicen sus dueños-, con capacidad para 132 pasajeros, vuelan desde Montevideo y Punta del Este hasta Buenos Aires y de Montevideo hasta Asunción, Paraguay.
Cuando el avión alcanzó la velocidad de crucero y el capitán dio permiso para que los pasajeros se desabrocharan los cinturones, empezaron a circular por el pasillo carros con jugos de manzana con acelga o remolacha, postres de dulce de leche y refuerzos de lomito y queso cheddar. Una mirada rápida a las etiquetas informa que todo es de producción nacional y que no lleva colorantes, saborizantes ni conservantes. El menú es el resultado de un proceso largo de selección, contó una de las azafatas. El plan es marcar algunas ventajas que diferencien a Alas del resto de las empresas. Con ese objetivo, la aerolínea optó por reacomodar los 148 asientos de los aviones para que fueran menos pero más cómodos.
Competir con el resto de las aerolíneas es un gran desafío, dijo la directora nacional de Turismo, Hyara Rodríguez, que asistió a la presentación oficial después del viaje, en la residencia del embajador uruguayo en Argentina, Héctor Lescano. Rodríguez explicó a la diaria que las visitas turísticas de los argentinos aumentaron 15% el año pasado. “Hubo una serie de medidas que complicaban la venida de los turistas. Tenían un recargo de 35% para compras en el exterior que se les devolvía cuando hacían la rendición de impuestos. Había incluso perros que olfateaban dólares”, recordó la directora. Los argentinos, dijo, representan entre 60% y 64% de los turistas. El año pasado vinieron 1.700.000. Para Rodríguez, el desafío de Alas Uruguay es capturar a ese público, pero también introducirse en el mercado brasileño: “Río Grande del Sur tiene 11.000.000 de habitantes; son muchos turistas potenciales”. La devaluación fuerte de la moneda brasileña complicó el panorama: en los primeros diez días de 2016, llegaron tres cuartas partes de los turistas brasileños que vinieron en 2015.
El apoyo del Fondes fue fundamental para el proyecto, valoró la presidenta de Alas Uruguay, Sabrina Acevedo. Gustavo Bernini, presidente del Instituto Nacional de Cooperativismo, dijo a la diaria que de los 15.000.000 de dólares que el organismo le dio a la empresa, ya se gastaron 12.000.000. “Estamos monitoreando el gasto para que se les pueda dar continuidad a los vuelos”, explicó. A medida que vaya aumentando la venta de pasajes y se agreguen rutas nuevas, los números rojos de la empresa pasarán a ser negros. Bernini calcula que la estabilidad se logrará en junio de este año. Los trabajadores de Alas Uruguay apuntan a que sus compañeros que están en seguro de paro se vayan integrando a la empresa a medida que vaya creciendo.
El secretario de Turismo argentino, Gustavo Santos, también habló en la presentación, y soñó en voz alta con que Alas Uruguay llegue a Córdoba, su provincia natal. Por lo pronto, la aerolínea espera que se aprueben las autorizaciones para entrar a Río de Janeiro, San Pablo y Santiago de Chile.